Este día empezó horrible pero no ha terminado nada mal, aquí estoy con mi marinero después de dos años cenando en su restaurante favorito luego de hacerme el amor en su oficina.
- ¿Te pido algo con camarones?
- Lo que tú quieras, no tengo mucha hambre. - me mira por encima del menú.
- Debes comer, gastaste energía hace un rato y ya te dije que necesitas recuperarlas- me río con solo recordar, fui muy atrevida, pero lo necesitaba y es mi esposo.
- ¿Te avergüenza lo que sucedió? - lo miro sin entender - estás roja y apartas la mirada.
- No estoy avergonzada, es que estaba pensando que fui muy atrevida no es que contigo no lo sea, pero...- después pienso en el beso de Benjamín y la escena de Giuseppe en casa.
- Termina lo que vas a decir - me mira fijamente.
- Es que, no quiero que pienses mal de mí. - me mira con una de sus cejas levantadas - me has visto en situaciones un poco comprometedoras con Benjamín y Giuseppe, ahora soy osada contigo; no quiero que...
- No me agrada la idea de que tengas hombre robándote besos y mucho menos que te gusten. – me dice muy frio - si volviste conmigo eso no puede volver a ocurrir.
- ¿Volvimos? – le pregunto en broma y me mira con su arrogancia cerrando el menú y respirando profundo. – es que aún no estoy segura de esa respuesta.
- Meller, he hecho un gran esfuerzo para no matar a esos hombres, y aunque debo admitir que son caballeros, si los vuelvo a ver cerca de ti en un comportamiento inadecuado lo despellejo ¿estamos claros o no? – trato de aguantar la risa, me gusta volver a ver al hombre que me enamore. – no me has respondido.
- Yo no puedo responder eso, son ellos los que se acercan ni modo que me ponga un cartel que diga “si me hablas mi esposo te mata”.
- No es mala idea – le tiro una servilleta – compórtate.
- ¿Estas más calmado? - respira profundo - ¿Dónde estuviste hoy?
- Resolviendo la gracia de la prensa al poner a mi mujer como una infiel ante la sociedad.
- ¿Qué hiciste?
- Lo que debo hacer Lucia, elige que cenaras – bello pero irritante.
Veo a Erick acercarse, pero nos mira extraño.
- Hola – saluda Gabriel y Erick nos mira prevenidos ¿Qué le pasa?
- No van a destrozar mi restaurante con una pelea de ustedes ¿cierto? – dice.
- Esas discusiones las hacemos en privado, no te preocupes y si llegara a pasar que no es el caso te reconstruyo el lugar; le hace falta algunos retoques – le dice Gabriel y Erick lo golpea en la cabeza.
- Gracioso, pero si tú vas a apagar por los gastos mi restaurante está a tu disposición.
- Tienes dinero para apagarme no seas vivo.
- Tu eres el que dice que va a destrozar mi local – me mira - y bien ¿qué haces tu aquí? – pregunta y Gabriel no dice nada solo me mira.
- Vine a cenar ¿no es evidente?
- ¿No estábamos molesto con ella porque te oculto lo del niño? – le pregunta.
- Lo estamos, pero debe cenar tiene una rutina rigurosa.
- Mm, ¿ya p**o por mentirte?
- No del todo, aunque la hice sufrir un poco – ahí si me mira asomando su sonrisa, me recuerda un par de orgasmo que me quito.
- Tu doc, estas en problemas, no ganas puntos conmigo, pero igual te preparare algo rico de cenar.
- Que no tenga grasa, ni mucha harina y poco salado que contenga algo de camarones o cosas del mar. – le dice Gabriel.
- ¿Y tú lo mismo de siempre?
- Por favor, ve hacer magia.
- Cuando no lo hago amor. – me alegra verlos así, tal vez solo eran ideas mías su distanciamiento.
Se retira y lo observo de lejos tratando de analizar la situación.
- ¿Por qué lo miras así? – pregunta.
- Me alegra verlos, pensé que estaban distanciados o molestos por algo y me encanta que sepas lo que me gusta comer.
- Nosotros somos así Meller, no le agrada que estes de regreso porque me hiciste sufrir.
- Le pudiste haber dicho la otra parte de la historia donde explica porque me fui ¿no te parece?
Se queda callado y miramos el paisaje, esta todo igual, si podemos ser una familia.
- Gabriel – deja su celular y su mirada se posa en mi – ¿te acuerdas cuando me llevaste al Mar estrellado en la isla de Vaadhoo?
- Claro que me acuerdo, no querías regresar al hotel, me toco pagar una buena cantidad de dinero para dormir esa noche ahí.
- Lo que menos hiciste fue dormir.
- Obviamente no iba desaprovechar la oportunidad de hacerte el amor entre las estrellas.
- Entre las estrellas, las ramas, la arena, la carpa y ya no sé qué más.
- Debía ser un dinero bien gastado ¿Recuerdas lo que me dijiste? – afirmo.
- Que si un día me dormía y no despertaba solo le pedía al destino que me encontraras en la otra vida para seguir amándonos, porque eres el hombre de mi vida.
- También dijiste que nunca me dejarías porque sería como sacarte el corazón y morir. – lo recuerdo – aun así, te fuiste.
- Ese día me sentía la mujer más feliz del mundo, me diste la luna de miel perfecta, sentía que nadie podía estar tan feliz como yo, era algo inexplicable, tenerte ahí conmigo me hacía sentir completa, amada, perfecta un sueño del cual no me quería despertar. – me mira con amor – en Alaska cerraba mis ojos y viajaba a ese lugar, deseaba estar ahí y volver a sentir esa felicidad contigo, añoraba tu presencia.
- Volveremos a ir, pero esta vez preparados y te volveré hacer el amor en los lugares que me faltaron.
- ¿Crees que volveremos hacer lo que éramos?
- Seremos mejores, de los errores se aprende y si no aprendimos en estos dos años no aprenderemos nunca.
Me quedo en silencio y me traslado a aquel día que decidí irme.
- Ella me dijo que eras feliz, que tus ojos brillaban como el sol cuando viste a tu hijo, que sonreías como hace mucho no lo hacías, vivías la experiencia de ser padre algo que yo no podia darte. Además de eso, te habías dado cuenta de que querer no es lo mismo que amar, que cuando viste y conviviste con Emilia te distes cuenta que la amabas, en ella conociste el apoyo, la confianza, la seguridad y la tranquilidad que habías perdido conmigo al darte cuenta de que al pasar la novedad del matrimonio y volver a nuestra realidad no podíamos dejar de ser el gran Ziegermman aventurero queriendo comerse al mundo y yo la chica enferma con los días contados que no podía hacer grandes cosas.
Me parece estar escuchando las palabras de mi suegra en este momento, no veo a Gabriel porque sé que me quebraría en pedazos.
- Que te dolía ocultar a tu hijo como no poder vivir tu amor con Emilia libremente debido a mí; por el miedo a decirme lo que sentías y poder matarme; no podías cargar con esa responsabilidad y si ya tenías una gran carga al punto de estar sofocado con conmigo como podrías cargar con… -
La muerte de un hijo y tu esposa; y si mi bebe sobrevivía ¿qué clase de vida iba tener? Un padre que la consideraría una carga, criada por la servidumbre porque Emilia no se iba hacer cargo de un hijo que no es suyo menos enfermo y tampoco la podría por encima de un niño sano y fuerte o mi madre haciéndose cargo una vez más de un niño enfermo.
- ¿Cargar con qué? – le escucho su voz dura, fría y distante.
- Con todo lo que se venía encima, debía abrir mis ojos, uno de los dos tenía que dar el paso y tú lo diste al irte con ella, yo debía aceptarlo ahora que por fin te habías desahogado. – mejor no le digo lo demás – que con ella podías descansar tranquilo, hacerle el amor como querías por eso pasabas horas con ella.
- ¿Le creíste?
- Sería una tonta si lo hacía después de lo que paso con Lucrecia, pero todo cuadraba perfectamente con nuestra discusión.
Saca su cartera y me muestra una nota doblada, arrugada, ya no tan blanca “Me voy, olvídame”.
- Cuando llegue encontré eso con tu anillo de bodas – me dice – la veía todos los días, aun lo hago tratando de entender como todo se redujo a tres palabras – medan ganas de romper este papel – pero no lo escribiste tu.
- Pensé que ya me habías olvidado y te dije que me iba la última vez que hablamos ¿Por qué dejarte una nota? Y si lo hubiera hecho te aseguro no sería tres palabras.
- ¿Y aun no quiere que mi madre conozca mi ira?
- Es tu madre, y aunque es una desgraciada sigue siendo tu madre, la amas y ella no va a dejar que seamos felices, mira lo que hace con Sabrina y Sebastián y ya han pasado años desde que se casaron.
- Es diferente.
- No lo es, eres el único que no se da cuenta que Darla está haciendo exactamente lo mismo que hizo Emilia con nosotros, y así como yo caí Sabrina lo ha hecho.
- No significa que mi madre tenga que ver en eso, mi mamá no conoce a Darla.
- ¿Y cómo supo dónde estaba Sebastián? Lo que dijo Emilia es mentira ellos no pasaron la noche juntos ayer.
- Eso no lo sabes con seguridad y es algo que discutiré con él después. – me toma de las manos – prométeme que de ahora en adelante me dirás lo que sea y no me ocultaras nada.
- ¿Tu harás lo mismo?
- Bueno llego la comida, espero les guste y como soy un amigo impertinente cenare con ustedes así me aseguro de que no entraran en una discusión que termine con daños en mi hermoso lugar favorito – nos reímos.
Empezamos a cenar, la verdad que Erick se supera con sus comidas.
- Esto esta delicioso Erick, aun cuando estas de mal humor te queda exquisito.
- A mi todo me queda bien doc, aun cuando no he dormido nada.
- ¿Por qué no dormiste? Si fue porque pasaste la noche con una chica ahórrate los detalles. - se burla Gabriel.
- Si un par de chicas llamadas Gabriel Ziegermman dicho sea mi padrino, mi amado padre y el pesado de Sebastián – Gabriel me mira y le digo con mis ojos te lo dije.
- ¿Sebastián paso la noche contigo?
- Si, llegaron cuando tú te fuiste te dije que esperaba visitas, pero tu dijiste que no querías ver a nadie y te desapareciste, no hiciste ninguna locura ¿verdad?
- Además de destrozar una parte de su yate no – le digo.
- ¿Estabas con él? – me dice de mala forma.
- Alguien debía evitar que matara a esa desquiciada.
- A veces me caes bien, pero aún estoy molesto contigo.
- Erick déjala tranquila, tenía razones para irse fui yo quien no quería admitir mi culpa en esto.
- Ay no, ya lo convenciste de que él tuvo la culpa. Eres peligrosa Doc – me dice.
- Él me fue infiel, me dijo que era un estorbo y que me fuera de su vida, eso hice. Solo que después se arrepintió y ya vez.
- ¿Tu infiel? ¿a ella? Eso no lo creo, sería un milagro si casi te beatifico por estos dos años- se burla de Gabriel.
- No le fui infiel, eso ya lo sabe de todo lo demás soy culpable.
- Igual fue estúpido que te fueras, debiste enfrentarlo y mandarlo al diablo; no ponerlo a buscarte por todo el mundo como un desquiciado.
- Ya dejemos ese tema, Erick. La sirena y yo queremos cenar tranquilos.
- ¿La sirena? ¿La perdonaste?
- No lo he perdonado – le respondo y me pellizca – no nos hemos perdonado, pero estamos dando un paso que es cenar y no matarnos al vernos.
- Eso es mejor que nada – le guiño un ojo y sonríe.
Se acerca un camarero y le dice algo a Erick – debo irme a la cocina no hagan desastres.
- ¿Por qué no le dijiste que estamos en plan de reconciliación? - me reclama.
- Ya te dije que es mejor que nadie lo sepa por nuestro bien, mejor desenredemos este nudo en el que nos metieron antes de decir que estamos juntos.
- No me gusta esa idea, el mundo debe saber que eres mía.
- Marinero, el mundo sabe que soy tuya.
- ¿Sabías que Sebastián estaba anoche con Erick?
- Si, ayer habían hecho planes y esta mañana cuando lo vi tenía una cara de sueño impresionante.
- Lo viste ayer, lo vez hoy, te llevas muy bien con él.
- Me llevo bien con todo el mundo, con Alessio, Nicandro, Xavier, Giuseppe, Benjamín, Petter voy a hacer la madrina de su hijo.
- ¿La madrina? – afirmo – yo seré el padrino – recuerdo las conversaciones que teníamos - creo que tengo una conversación con él. ¿Has hablado con Benjamín?
- No, estado muy ocupado contigo ¿Por qué?
- Quería hablar contigo por lo de la prensa.
- ¿Le dijiste algo? Te conozco.
- Le dije que debía disculparse por estar dejándote mal ante los demás cuando cuestiono que no se cuidarte.
- Ahí está mi macho alfa, reclamando lo suyo.
- Por supuesto, si no lo hago se van a creer con derecho de ti y eso no lo tolerare.
Seguimos cenando cuando Erick regresa con postre.
- No digan que soy mal chef, toma – le da a Gabriel un postre de fresas – y tú, aunque no te lo merezcas igual te lo traje, de melocotón, pero con poco dulce.
De repente siento la mano de Gabriel en uno de mis muslos lo cual es normal, lo que no es normal es que la introduzca por debajo de mi vestido ante alguien, lo miro y me ignora, trato de apartar su mano y no me deja. ¿Este engreído que hace? estamos al frente de Erick y habla con naturalidad mientras yo estoy sin saber que hacer antes de que el… demonios, no puedo creer lo que está haciendo. Lo pellizco y es como si nada, es una roca, por Dios ¿tiene que hacerme esto?, me está tocando con uno de sus mejores amigos al frente.
- ¡Rayos! – digo y Erick me ve mientras este cretino no saca su mano, pero se ríe tomando agua tipo normal, como si no estuviera pasando nada.
- ¿Estas bien, doc? – afirmo – estas roja.
- Estoy…bien. Es que el dulce está muy rico.
- Es cierto Erick el dulce esta delicioso con lo que a mí me encanta una fresa. - idiota, esta vez me… y aprieta justo en el centro de donde no debe.
Me acerco y le susurro al oído – ¿de verdad quieres que Erick me vea así?
- ¿Así como? – vuelve a mover su dedo.
- Roja y avergonzada.
- ¿Erick te parece que mi sirena esta roja y avergonzada? – lo mato.
- Debería estarlo después de regresar cuando estuvo dos años vagando por el mundo como mujer libre.
- Ya basta con el tema, me supe comportar así que deja de decir bobadas – le digo golpeando su hombro, me saca la lengua, cuando vuelvo a sentir los dedos de Gabriel en mi entre piernas, y vuelvo a mi sitio.
- Si esta roja, pero aquí no hace calor y si estas avergonzada porque quieres más postre lo siento no puedes abusar de tu alimentación.
- ¿Como sabes eso? – señala a Gabriel y vuelven a su charla natural.
Me aferro a una esquina del mantel, respirando y tratando de mantener el control, odio este hombre en este momento, pero amo sus dedos y esa sonrisa de engreído sin embargo yo también se jugar así que mientras yo estoy que me aguanto cuando meno lo espera mi mano termina justo en su entrepierna y derrama su vaso de lo que sea que tomaba.
- ¿Estas bien? – le pregunto inocentemente y me mira sin creer que lo tengo agarrado justo donde le gusta.
- Hermano ¿estas bien, te mando a traer más agua?
- No, estoy bien es solo que me… me distraje. Bueno ya te quitamos tiempo y debemos irnos.
- ¿Tan pronto? Yo la estoy pasando bien – lo aprieto y el a mí.
- ¿Ustedes dos están muy raros? – dice Erick.
- Estamos bien, siempre hemos sido así.
- Pásame la cuenta que te p**o al llegar a casa, Lucia vámonos. – saca su mano de donde no debió estar y se levanta, me rio.
- Erick la cena estuvo maravillosa, gracias.
- Si, ya lo se. Por cierto – se me cruza en el camino mientras Gabriel está un poco más adelante – no lo vayas a lastimar porque te las veras conmigo.
Le doy un beso en la mejilla y se sorprende – Gracias por el regaño de ayer, lo merecía, eres un buen amigo no dejes que una mujer te quite su amistad.
- No voy a dejar que me lo quites.
- No hablo de mí. – me mira extraño.
- ¡Lucia vamos! – Gabriel me toma y me saca del restaurante.
- Eso fue de mala educación Ziegermman ¿Qué dirá Erick?
- La culpa es tuya como vas a hacer eso.
- ¿Yo? Tu empezaste.
- Me la debías por mentirme.
- Otro castigo, debí imaginarlo.
Traen mi coche y subimos, me rio sin parar no puedo evitarlo, ve su cara avergonzada es mejor que la mía, aunque creo que es más de asombro.
- Sigue riéndote que me las voy a cobrar todas.
- ¿Cómo? – me mira con esa cara de hombre que hay que tener cuidado – me encanta tu sonrisa, hace mucho no la veía.
- Y a mí me encanta esa carita de inocente, pero eres el mismo diablo. – me vuelvo a reír.
- No dormiré en casa hoy ¿verdad?
- No dormirás que es diferente.
- ¿Es un aviso o una promesa?
- Mi mujer es una descarada.
- Mi esposo es un pecado.
Maneja muy rápido mientras lo observo, se nota que quiere llegara a casa rápido, pero se me ocurre hacer una locura. Me quito el cinturón de seguridad y me acerco a él mientras pongo mi mano en su entre piernas.
- Voy manejando Sirena.
- Por lo tanto, debes estar concentrado al frente y en la carretera – estoy loca, pero el me hace ser así, él es mío y nadie tiene derecho a tocarlo excepto yo.
- ¿Quién eres y que hiciste con mi esposa?
- Tu esposa sufrió de una dosis de seguridad y de reclamo. – introduzco mi mano en su pantalón y aprieta el volante tan duro como puede.
- Por Dios, vas a hacer que choquemos.
- Mas te vale que no, presumes de ser buen conductor.
Subo y bajo mi mano, se pone duro y turgente, veo su expresión no deja esa sonrisa perfecta, va intercalando su mirada conmigo y la carretera.
- ¡Demonios sirena! Detente necesito concentrarme.
- Una vez hiciste esto conmigo, estaba aprendiendo a conducir y dijiste que tenía que estar preparada para cualquier cosa, debía estar concentrada y que esa era mi prueba de fuego ¿me dices que mi maestro no hace caso de sus lecciones? – le muerdo la oreja.
- Pasaste con diez esa prueba – sigo subiendo y bajando mi mano de su m*****o, esta tan duro.
- Si hubieras sido bueno conmigo en estos momentos tendrías mi boca y no mi mano donde tanto deseas – hago pucheros y no sabe que decir, esta agitado y se come una luz – maneja con cuidado, eso es una infracción.
- Me importa poco, necesitamos llegar a casa.
- Aun nos falta camino – aprieto más duro y voy más rápido. Veo como sus dedos se ponen blancos apretando el volante, sus mejillas están rojas, su respiración agitada.
- Ahhhh… diablos – susurra.
Lo escucho gemir apretando sus labios, voy mucho más rápido, dañare ese hermoso traje, se está tratando de contener, no sé cómo lo hace, pero es bueno en eso, sin embargo después de cinco años conociéndonos sé que hacer para doblegar su fuerza. Le beso el cuello, la oreja, mientras mi mano va mucho más rápido.
- Me muero por sentirte marineo.
- ¡Demonios Lucia! – frena y adiós a su control, explota en mi mano dejando salir su líquido, tratando de recuperar el aire reposando su cabeza en el asiento, sonrió satisfecha.
- Déjeme decirle señor Ziegermman que ha reprobado.
- No me importa – me mira y me concentro en la canción que sale del reproductor.
“Tantas noches de intimidad parecían no acabar, nos dejamos desafiar y hoy nada es igual”
“Se que en verdad el amor al final siempre duele, no lo pude safar y hoy voy a pagarlo con creces”
“Si mis lagrimas fueron en vano, si a la final yo te ame demasiado, como yo, como yo, nadie te amado”
“Esta vez la pasión ha ganado y por eso sigo esperando …”
- Es de Bon Jovi – le escucho decir.
- ¿Sabes que dice en español? – se ríe.
- Se hablar varios idiomas sirena y dice “como yo nadie te ha amado”.
- ¿Aun me amas?
- Aun sigues siendo la mujer que me corta la respiración y hace que mi corazón se acelera nada más al verla, como aquel primer día en una sala de conferencia.
- No creo que alguien te haya amado como yo lo hago marinero, y si alguien lo hizo me alegra que te hayas fijado en mí y no en ella o el. – me mira sin creer lo que dije - me gusta tu biblioteca musical.
- Debo actualizarla, mucho romanticismo – pone en marcha el auto y una vez termina la música busco en su biblioteca la canción que me gusta, nuestra canción “despacito de Luis Fonsi y Daddy Yankee – esa no puede faltar.
- No, sería un sacrilegio. – la empiezo a tararear y el conmigo.
- No quiero que estes lejos sirena, dile a tu madre que regrese a casa ahí está su habitación.
- No es el momento Gabriel – tengo una niña en casa que aún no sabes que es tuya y que debo decírtelo antes de que alguien lo haga.
- ¿Por qué?
- No hablemos de eso ahora.
Se queda callado y sigue manejando a su linda mansión mientras pienso como será el día que vea a Gaby sabiendo que es su padre, que se parece a él y tiene su mal carácter, van a pelear mucho.
- ¿De qué te ríes?
- Me imaginaba el futuro, nuestro futuro.
- Debe ser bueno si estas riéndote.
- Eso espero, Gabriel – me mira – odio a las personas que hicieron que tú y yo estemos separados durante este tiempo incluyéndonos, me odio por haber sido tan débil y frágil en ese momento y dejarme engañar, por no haberme quedo y partirte la cabeza si era necesario; no debí haberme ido, ahora sé que hubiéramos salido de esto junto.
Lo digo en serio, odio a mi suegra por convencerme y escuchar sus palabras, odio a Emilia por meterse entre nosotros y que dudara de él, odio a Lucrecia por engañarlo y hacerme sentir inútil por no darle a Gabo lo que quería y me odio por ser débil, haberme ido y ser tan cobarde para decirle que tenemos una hija.
- Yo también me odio por no haberte defendido cuando debí, no haber confiado en ti y por las horribles cosas que te dije; pero estas aquí y haremos que esto funcione.
Me besa mi mano mientras llegamos a casa.