[Anna] - Guía en la ciudad

1840 Words
Anna la revisa y mira a su compañero. — 30 octubre… — A las 9:00 de la mañana. — Las adjudicaciones no se anuncian hasta mínimo las 13:00 horas – apostilla ella. Ciertamente allí hay algo que no concuerda — ¿Podemos ver quien ha hecho estos cambios? — El programa META8 no guarda registro de usuario para estas gestiones. — Bien, déjamelo a mí. Seguramente será solo un error del sistema o al grabar los archivos. — Vale, tu misma, jefa ¿Sigo con los expedientes de contratación? — Sí por favor. Cuando se queda sola, Anna vuelve a mirar los documentos. Ha querido restarle importancia al tema porque incidencias de ese tipo son frecuentes a veces y no quiere levantar la liebre. Si es un error se genera una atención inadecuada para las empresas implicadas y si es una ilegalidad, cuanto menos avisadas mejor. Pero Sebastián tiene razón, allí hay algo que huele regular. En principio parece un error que se ha tratado de corregir, dejando atrás una de las solicitudes. Pero el histórico de la plataforma da a entender lo contrario. La única solicitud que tiene fecha del día 30 es la que parece original y no modificada. Lo cual podría indicar que son las otras cuatro las que están mal. En su día hubo cinco peticiones de permisos de obra cursadas justo antes de que se supiera quien iba a ser el adjudicatario. Hace una nueva comprobación y para su pasmo resulta que la promotora pujó por 11 parcelas ¿Cómo sabía Wkm promociones que le iban a asignar precisamente esas cinco? A veces se producen filtraciones, piensa, no es necesariamente algo ilegal, pero su instinto activa una alarma. Decide hacer algunas comprobaciones. Unos minutos antes del almuerzo, Anna llama a Méndez. — Jaime, podemos hablar un momento. Sí, es sobre el expediente de Wkm. Al otro lado de la línea se hace un momento el silencio. — Oye ¿te viene bien que comamos hoy juntos? Estoy liado y así aprovechamos y ya me comentas. — Vale. — Genial ¿vamos de menú al Paco? — Bien, allí en quince minutos. — De acuerdo. La arquitecta se levanta y tras bloquear su sesión en el pc, coge la chaqueta y sale en dirección al lavabo. Tiene que hacer una parada antes de salir. Mientras, no puede evitar pensar que Méndez sabe algo de todo este asunto ¿Por qué ha propuesto comer fuera? ¿Acaso no quiere tocar el tema donde puedan oírlos? Otra sospecha llega rápida y se instala en su mente ¿Se ha quitado Méndez este asunto de encima por algún motivo? Quizás no sea casualidad que se lo hayan encasquetado a ella. “Bueno, veremos que da de sí la charla, probablemente estoy siendo muy mal pensada” piensa, aunque es consciente que cuando piensa mal suele acertar. Ella llega antes y va pidiendo un agua con gas mientras espera. Unos minutos después, Jaime Méndez hace su aparición con cierta prisa. — Vaya una mierda — dice mientras se pide una cerveza. — ¿Qué pasa? — El móvil, que se me ha olvidado cargarlo y se me ha apagado – Anna lo entiende, un inspector sin móvil es como un santo sin paraíso – Debo anular una cita que tengo con el dentista a las 16:30 y me acabo de dar cuenta ahora. No sé si volver un momento a la oficina antes de que cierren. A las dos paran y ya no abren hasta esa hora. — No seas tonto, toma, busca el número y llama con el mío. — Gracias – un primer intento es infructuoso. Jaime se da cuenta que ha bailado un número. A la segunda consigue contactar – ¿Clínica Bedmar? Sí, para cambiar una cita ¿Podrían pasármela a última hora? Jaime Méndez. Ok a las ocho. Muchas gracias. Una vez resuelto el problema, piden menú para dos y aprovechan el intervalo para entrar en materia. — Bien, Anna, cuéntame ¿Qué pasa con Wkm? Ella le cuenta lo que ha visto. Méndez analiza pensativo la cuestión. — ¿Crees que ha sido un error? — Puede. Cosas más raras hemos visto. Lo más probable es que no sea nada pero yo lo investigaría. — Ya ¿Sabes tú algo de esa promotora o de Unitesa, la constructora? — Poco. Wkm es nueva y de Unitesa he llevado un par de expedientes. Algún problema de plazos y fallos en la documentación, lo habitual, nada grave. Ella hace un mohín y da pensativa un sorbo de agua. — Oye, tú ya has investigado ¿no es cierto? Aquí pasa algo, por eso me has llamado. Cuéntame, si puedo te ayudaré. Al fin y al cabo este marrón era mío. Anna asiente. Está claro, Jaime no es tonto y además tiene razón. Si quiere ayuda debe ponerlo al día. — Ha mirado la promotora y es su primera puja. Por ahí está limpia, apenas ha trabajado en otras obras y nunca con el ayuntamiento. Luego tenemos a la constructora: está relacionada con otras promotoras “blancas” que en su día que tuvieron problemas. He revisado todas las solicitudes. En las seis parcelas no asignadas falta documentación pero en las cinco asignadas esta todo perfecto ¿No te parece raro? — Como si no quisieran que se las asignaran… — O como si supieran que no se las iban a dar. Esa gente sabía ya el resultado antes de la adjudicación. Y por cierto, se han quedado con los mejores solares. — ¿Me estás diciendo que el concurso estaba amañado? — Yo no digo nada, saca tus propias conclusiones. Se hace un silencio mientras el camarero dispone el primer plato sobre la mesa. Cuando se va, Anna pregunta directa y sin tapujos: — Jaime ¿te dio tiempo a mirar el expediente? — ¿Me estas preguntando si te he largado un marrón para quitármelo de encima? Me ofendes, Anna, sabes que no es mi estilo. — Vale, es que es muy raro ese cambio a última hora ¿no te parece? — Verás, la verdad es que yo no quería dejarlo. Me presionaron. — ¿Cómo? — Ofrecí a Marcial dejar algunos temas aparcados y centrarme en este expediente y en los de Metropol y Viasa, que no podía delegarlos, están en fase final y hay que resolverlos ya. Pero él me exigió dedicación exclusiva a Wkm. Le dije que nanai y entonces dijo que buscaría a otro inspector que pudiera centrarse en este. Lo están presionando desde la alcaldía. Parece que esto corre prisa. Ya sabes, el anuncio de un nuevo barrio da votos. Sobre todo si supone obras grandes que traen inversión y puestos de trabajo. — Ya — comenta ella. Se sabe la película sin necesidad de que se la cuenten. — Mira, Anna, igual no es nada. O igual hay algún escalón que se han saltado, ya sabes cómo va esto. Eso no significa necesariamente que haya habido trampa, hay obras que por los proyectos presentados ya sabes que solo hay determinadas promotoras que pueden llevarlos a cabo. La adjudicación acaba sí o sí en el mismo sitio. Se saltan los protocolos porque hay prisa, pero no hay alteración del resultado. Si no encuentras una ilegalidad no hay nada. Como mucho una multa o una corrección por saltarse el procedimiento. — Ya— vuelve a repetir ella aunque en su fuero interno no las tiene todas consigo. Aquello sigue oliendo más bien regular. — Oye, si crees que esto puede tener gato encerrado, sigue haciendo averiguaciones. Y si necesitas algo me llamas que yo te ayudo en lo que pueda ¿vale? — Vale, gracias. Pero Jaime, por favor, ni una palabra a nadie. — Por supuesto. El camarero llega con los segundos y ellos se centran en la comida. Esa tarde, Anna sigue en su despacho dándole vueltas al asunto. No está segura de que haya caso, en eso tiene razón Méndez. Solo defectos de forma. Pero está dispuesta a tirar del hilo hasta donde pueda llegar. Solo hay una forma de avanzar y es siguiendo los pasos de la constructora. Las promotoras varían, pero la constructora ya ha participado en varios proyectos. Es el nexo común concluye. Habrá que revisar las obras en que aparezca Unitesa. Pero eso será mañana. Es hora de echar el cierre. Recoge y toma el camino del aparcamiento. Tiene que recoger a su hija de la academia de inglés y aunque faltan tres cuartos de hora, concluye que no merece la pena ir primero a casa. Llega y consigue aparcar, lo que la deja con algo más de media hora de tiempo, así que se mete en una cafetería frente a la escuela de idiomas. En el último momento, siguiendo un impulso, decide cambiar el descafeinado por un carajillo de Bailey. Saboreándolo, consulta su móvil y ve que en el foro, chicaSpecial se ha sumado a la conversación. — Tiaaaaaa ¿Qué pasa con el yogurin? ¡Cuéntanos, zorra! Anna sonríe. Sí, eso ¿Qué pasa con Stefano? El líquido espeso con sabor a whisky se asienta en su estómago calentándoselo y subiéndole poco a poco a la cabeza. Le provoca cierta euforia que es el pequeño empujón que necesita para hacer una locura, que por otro lado le apetece. Que más bien no es que le apetezca, sino que está deseando hacer. Lleva dos días fantaseando con el chico. Solo una llamada para ver por donde respira, trata de engañarse. Marca el número de la tarjeta y al cuarto timbrazo, cuando ya va a desistir, Stefano contesta. — ¿Hola? Al habla Stefano. — Hola soy Anna. — Vaya, que agradable sorpresa… Tras estas palabras, Stefano, se queda callado invitándola a continuar, pero ella de repente, se sorprende sin saber muy bien que decir. Ha seguido un impulso y ahora no tiene preparado ni la estrategia, ni el discurso para llevarla a cabo. El chico se lanza al rescate, evitando que Anna patine con cualquier torpe excusa. — ¿Te has pensado la invitación a cenar? Si me llamas por eso me haces el hombre más feliz del mundo. — He decidido darte una oportunidad – contesta recobrando la compostura y el tono enérgico que la caracteriza – si me sorprendes agradablemente, quizá te haga de guía para que te sitúes en la ciudad. — Perfecto ¿esta noche entonces? Anna comprueba con satisfacción que el interés del joven no parece sino haber aumentado. Además, ha tenido el buen gusto de no hacer juegos de palabras con segundas intenciones de qué tipo de sorpresa agradable espera ella. — No, hoy no puedo ¿Mañana? — Mañana entonces — contesta con un suspiro lastimero, como el niño que lo dejan sin merienda. — A las nueve en la puerta de la Mallorquina. Conozco un sitio bueno para cenar por allí cerca. — Perfecto. — Hasta mañana entonces. — Está hecho — suspira ahora Anna. No pensó que se atrevería. Más bien no pensó.
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