A la mañana siguiente Anna está de buen humor, aunque cansada. Le ha propuesto a Sebas hacer un Kit Kat y desayunar fuera. El aire fresco de la mañana en la terraza de la cafetería ayuda a despejar la cabeza. Se siente feliz y satisfecha: ni pizca de remordimiento. Anoche volvió a su casa sobre las dos de la madrugada. El vestido y el tanga quedaron en el maletero de su coche. Unas bragas limpias (poco sexys) y la ropa que tenía preparada fueron su vestuario de vuelta. Precaución inútil porque Javier duerme profundamente y apenas se entera que ha llegado. Por la mañana se despide con un beso. Ella se acurruca en la cama. Le duelen las muñecas por la postura forzada y por los tirones que dio en el fragor del combate s****l. Seguramente tenga alguna marca en cuello o pechos y algún arañazo