I. La carrera

2207 Words
Siempre he sido una persona curiosa. Eso es lo que pienso mientras veo a Miroku conducir en dirección a lo que será una excelente carrera esta noche. Con alguna canción de Bruno Mars me distraigo entonándola sin prestarle mucha atención. Una sonrisa de posa en mi rostro y miro a Miroku quien parece muy emocionado con los próximos acontecimientos de esta noche. Quien me viera ahora y antes juraría que tengo un hermano gemelo y que no soy la misma persona. Se puede decir que antes era lo que solemos llamar: un cero a la izquierda. Yo poseo un cerebro digno de admirar—palabras de mis maestros—entonces también soy lo que solemos llamar un nerd. Me encanta estar entre libros e investigando. Claro que eso cambió cuando Miroku se quedó a vivir a comienzos del año en mi casa y desde entonces el niño mimado de Inuyasha Taisho murió. Miroku me hizo dar cuenta de que los maestros solo se beneficiaban de mí. No era una persona que le importaba eso, pero en cada concurso que gané habían intereses que me podrían facilitar ahora mismo muchas cosas, pero de los cuales nunca fui consciente gracias a que los maestros se apropiaban de ello. Entonces Inuyasha el tonto fue desapareciendo, de ser el chico que las populares despreciaban, a ser el chico por el cual las populares muere. La vida es tan extraña y contradictoria. Bajo el volumen cuando suena la canción de algún rapero que ni idea de su nombre. Miro a Miroku quien está muy concentrado mirado la carretera. —Entonces... Rompo el silencio observándolo. —Yo ganaré, estoy emocionado—comenta con voz llena de emoción. No es de menos, Miroku es un buen corredor en autos. Puedo dar fe de eso cuando lo he visto ganar memorables carreras. De todas las que ha hecho solo perdió una sola, y era porque iba borracho. Ese idiota es una maquina al pisar el volante y un terremoto. Niego con una sonrisa. Desde hace semanas circuló el rumor de que el mejor corredor de Tokyo estará en esta carrera. Ganarle a una leyenda hará cosas agradables en el ego enorme de mi primo. Porque el muy idiota tiene un enorme y muy grande ego. No puedo decir nada cuando todas las chicas parecen caer rendidas a los pies de él. He visto una fila enorme desfilar por mi pasillo cuando salen de la habitación de mi primo. Desde las chicas más curvilíneas hasta las menos curvilíneas. Miroku solo debe mirarlas y ellas caen rendidas ante él. Al parecer sabe cómo hacer sentir especial a una chica. A pesar de yo tener un físico envidiable y ser guapo, no soy un experto con las mujeres, por lo que lo eso una noche no es lo mío. Siempre llego a besos calientes, pero hasta ahí. Me veo como un chico rudo rompe corazones, pero fácilmente cualquier mujer que logre atraparme puede destrozar el mío sin piedad, puedo ser débil muchas veces de sentimientos. Al ver las luces sonrío. Miroku, toca el claxon y las personas se van despejando para dejarlo pasar. El nombre de mi primo es muy conocido gracias a las carreras que ha hecho. Cuando estaciona el auto que podría considerarse su vida, me bajo con él. Una chica se engancha a su cuello besándolo. Niego riéndome y camino donde está Koga con una cerveza en la mano. —j***r, pensé que no vendrían—dice pasándome una cerveza. Inmediatamente le doy un trago. Bien, está fresca. —Ya sabes cómo es el muy maldito, quiere aparecer como el personaje más esperado de la noche—Koga se ríe. —No sé por qué aún me sorprende, digo, es de Miroku que hablamos—miro a mi primo y niego, él nunca cambia. —Sabes cómo es—murmuro—¿quiénes corren?—sus ojos brillan de inmediato. Koga es quien dirige las apuestas en este lugar. Se puede decir que todos aquí le respetamos un poco, el chico no le tiene miedo ni a la muerte que se le pare a batallar. Es un guerrero nato. Estar a su alrededor me hace ver que me ocultaba de un mundo que, si salía tiempo después, me comería vivo. El mundo es muy diferente a la fantasía en la que vivía. En parte debo agradecer a Miroku que no me dejaba ser el ñoño que quería. —Por supuesto que sé, pero es mejor que lo veas con tus ojos para que te sorprendas—me dice guiñándole un ojo a una chica que pasa riendo con otra. —¿Alguien especial? Claro, aparte de la supuesta leyenda en las carreras—murmuro dándole otro trago a la cerveza que porto en mano. —Tenía tiempo que no sabía nada de esa persona, llegué a pensar que se había ido del país. Para que venga a correr debe estar de muy buen humor—no digo nada y me quedo mirándole. Es extraño que tenga tanto interés en la leyenda esa, al parecer conoce al corredor. Me encojo de hombros y veo a Miroku acercarse con una sonrisa en sus labios y una chica colgada a su brazo. La escasez de ropa en ella me hace hacer una mueca. No creo que las chicas por venir a carreras deban estar prácticamente desnudas. Creo que hay ropa sexy que las chicas podrían usar para venir, pero al parecer esta chica no lo sabe y solo se dedica a tratar de tocar a Miroku como si no estuvieran en público. Bien, ahora temo que le quite la ropa y se vaya al punto de diversión frente a todos. —Chicos—él hace una pose de "soy genial y lo sé". Ruedo mis ojos porque Miroku es tan idiota la mayor parte del tiempo que aun no comprendo cómo es cosas como esas me extrañan de él. —Te diré que quites esa sonrisa de tu boca, la persona que viene a correr no es leyenda por nada y aun no estás a su altura—el gesto de Miroku se torna en uno molesto. Supongo que las palabras han ido directo a su enorme ego. —Le ganaré, soy el mejor corredor actualmente, ese corredor está desaparecido desde hace tiempo. ¿Crees que aún sepa cómo conducir? Lo dudo, está noche le quitaré cualquier título—se acerca a Koga y lo mira fijamente—yo soy el mejor—murmura con convicción. No digo nada, no he visto correr a esa tal leyenda y las personas que parecen conocerle están muy emocionados. Hace mucho en una carrera no se veía tantas personas, eso causa sorpresa en mí. —Koga—la voz de una chica se escucha muy dulce para el lugar donde nos encontramos. Inmediatamente mis ojos la captan abro un tanto los labios. Nunca había visto una cabellera tan roja. Mis ojos solo captan el fuego que emana el color de su cabello. Le miro el rostro y unos ojos verdes observan solo a Koga quien la mira sorprendido. Sigo mi recorrido y... ¡Por fin! Una chica que no viste prácticamente desnuda. —Ayame—Koga murmura y luego su mirada va tras la chica—¿ya llegó?—pregunta emocionado. La chica le da una extraña sonrisa antes de asentir—¿dónde habían estado?—ella saca una botella de cerveza que no sabía traía, y antes de responder le da un largo trago. —Teníamos asuntos. Ya sabes cómo es ella, nadie le dice que hacer al parecer—Koga sonríe—¿cómo has estado?—pregunta ella con interés. —Siento que sobro—dice Miroku llamando la atención de la chica, ella nos ve y se sonroja. Le regalo una sonrisa para que no se sienta muy incómoda. —Oh, Ayame, ellos son unos amigos. Él es Miroku, es un excelente corredor que estará compitiendo con nuestra leyenda—ella lo mira y le sonríe—este es Inuyasha—que descripción tan profunda de mi Koga, muchas gracias. —Un placer—ella me da la mano y no dudo en estrecharla. —Koga, creo que deben comenzar las apuestas—dice apartándose—adiós, me tengo que ir—no espera respuesta y se va. —Bien, las apuestas deben comenzar—él se aleja y miro a Miroku, quien a pesar de estar al tanto de nosotros, no le ha quitado en ningún momento la mirada a su coche. Es bueno que sea tan precavido, no confío en ninguno de los corredores de aquí. Las apuestas comienzan y me sorprende lo elevando que está. Maldición, la tal leyenda debe ser increíble corredor para causar tanta emoción. —¡Bien, todos a sus puestos porque esta jodida carrera va a comenzar!—grita Koga en el micrófono y la algarabía de la gente me hace sonreír. —Es lindo verte, Inuyasha—giro mi rostro y quedo muy cerca a el rostro de la chica más persistente que tiene este planeta; Yuka. —Es bueno verte, Yuka—ella sonríe con esa picardía que la caracteriza. —Escuché que Miroku correrá contra la leyenda—dice mirando al frente—lo demás corredores se rindieron y al parecer solo es tu primo el único demente para no hacerlo—sonrío. Ni en un millón de años pasará algo como eso, Miroku rindiéndose. ¿Qué sigue? ¿Yo no siendo inteligente? —Bueno, ese tal leyenda debería cuidarse, Miroku es un excelente corredor y seguro le gana en un parpadear. Un corredor desaparecido como él seguro que no puede contra mi primo—ella me hace mirarle. Una sonrisa se aloja en su rostro. La miro enarcando una ceja. —¿Corredor? Cariño, la persona que corre es todo menos hombre—escupo el trago que le daba a la cerveza y ella me sonríe—Kagome, te aseguro que no tiene pinta de hombre, claro, hasta que suele mostrar ese carácter, entonces ahí si tiene más carácter que cualquiera—la miro con sorpresa. —¿Una mujer?—ella asiente y Miroku me hace señas de que me acerque—vengo enseguida—no espero respuesta y me encamino hasta dar con él. —Prepara mi canción favorita al volver—me guiña un ojo—yo ganaré—Koga me hace señas de que ya es hora y me alejo. —Buena suerte—le digo y él sonríe. Lo veo posicionarse al lado de un coche que no deja ver el interior. Una chica se coloca en medio quitando su sujetador, alzándolo y luego dejándolo caer, hace que ambos coches salgan corriendo fuera del lugar como un rayo casi imposible de ver. Me sorprende la rapidez. Al parecer solo de tratará de una vuelta, pero una malditamente larga. Me siento en el capo del coche de Koga quien se acerca mirando el lugar donde se perdieron los coches, la gente los sigue en motos y otros en coche, yo me quedo tranquilo sentado con una nueva botella de cerveza en las manos. —Creo que te gusta la chica—comento y él me mira confundido—la leyenda—él niega con una sonrisa. —Solo que ella me parece una chica inigualable—miro de manera pícara—no, nunca hemos llegado a algo... Ella es muy... Peligrosa—completa despacio, como temiendo que alguien más escuchara. —¿Peligrosa? Digo, ella se hizo una leyenda, pero no le veo el peligro a eso—digo con tranquilidad—¡mierda! Seguro tiene muchos enemigos, pero tú no pareces el tipo de persona que de acobarda por esas situaciones—él mira al frente. —Solo debes saber que nadie ha podido traspasarla, esa mujer puede ser hermosa, pero lleva al mismo lucifer cuando se enoja—me río despacio. —Tengo curiosidad en verla, te tiene embobado—él sonríe. Miro el reloj, han pasado 25 minutos desde que los coches se perdieron de mi vista. Muerdo mis labios y veo las luces y la algarabía de las personas. Todos nos acercamos y mi barbilla quiere caer al suelo, no hay rastros de Miroku. La puerta del lindo auto se abre y una cabellera azabache hace su aparición en una trenza. Luego veo una piel muy clara y que se ve tan suave. Unos ojos chocolates que parecen no dejan leer nada. Unos labios carnosos y una sonrisa que da escalofríos. Definitivamente la chica es hermosa, ya veo que hizo a Koga babear. Ella camina en un pantalón ajustado que está bien cubierto y hace que su trasero se vea muy hermoso. Me pierdo en su figura. Demonios, una mujer no puede destilar tanta sensualidad sin proponérselo. —Ella es Kagome Higurashi, mejor conocida como la leyenda—por unos milisegundos me pierdo en esos intensos ojos chocolates. Ella se ve como alguien de quien debería alejarme, pero siempre soy un idiota que no sigue su razón. La curiosidad será mi perdición y me doy cuenta de eso cuando el coche de Miroku aparece y al ver su rostro sé, que nada bueno saldrá de esto.
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