XIII. Kalisha

1816 Words
Kagome Miro la pantalla de mi móvil y suspiro. Sango revisa las cuentas de lo que hemos generando este mes. No estoy a gusto con estar encerrada, pero sé que es la mejor opción. Y lo confirmo cuando Kikyo entra agitada y sin mirar a nadie, no hay que ser un sabio para saber que pasa. Por ello apago mi teléfono y lo guardo en mi bolsillo delantero, mis ojos estudian los movimientos algo torpes de la azabache, su cara roja de la furia. Conozco muy bien esa expresión que adquiere su rostro a medida que van avanzando los minutos, esa mirada, esa postura, esa tensión en su cuerpo: no pudo matarlo. Nunca la obligaría a que acabara con la vida de alguien que ama, pero siendo el caso de que tuvo la oportunidad de matarlo y no lo hizo me cabrea. Ella sabe que todo este rollo y lío entre pandillas se está dando por causa de ese idiota y ella simplemente no le mete una baja en la cabeza en cuanto lo tiene en frente. Eso es patético La veo sentarse y luego mirarme. Hay un titubeo en su mirada que hace que mi postura pase del cabreo a la preocupación. Kikyo muerde su labio inferior antes de soltarlo y dejar salir una suave respiración. —Tengo dos cosas importantes que contarte — murmura en cuanto mis ojos le amenazan. Sango deja el conteo y se acerca ubicándose a mi lado. Ella es mi mano derecha. —¿Qué sucede? —Ella nos da una rápida mirada. —Me encontré con Naraku, lo siento, pero una vez más no pude matarlo — bufo, me cruzo de brazos y la miro con molesta. Ella fue pareja de Naraku, quien es la cabecilla de la pandilla que nos causa tantas molestias, acabar con ese imbécil iba a ser nuestra solución. Nadie posee un cerebro que trabaje tan bien como el de él. Naraku es rápido en las estrategias, sus calculos son eficazes. Por algo es la cabeza de esa mierda de pandilla. Lo conozco muy bien para saber que tan peligroso es. Y es muy peligroso solo soltando palabras que podrían hacerte dudar de tu existencia. Una parte de mi enojo es que ya ella debió superarlo hace tiempo. Siempre hace esto, llorar o apuntarle con un arma y no disparar, Naraku es un infeliz, pero debo admitir que ama a Kikyo. Tanto la ama que la dejó ir sabiendo secretos de él que nadie sabía. Gracias a eso tenemos puntos débiles de Naraku. Algo más allá de lo que yo sabía. Que era mucho. —Eres una idiota Kikyo, ¿quién demonios es Naraku?—le pregunta Sango molesta—¿es un amigo o enemigo?—la furia en sus ojos marrones en normal para mi, la mayor parte del tiempo Sango parece odiar todo lo que le rodea. —Un enemigo—murmura Kilyo bajando la cabeza. —¿Y qué hacemos con el enemigo?—pregunta nuevamente suspirando con fuerza y viéndose molesta. —Le sacamos información, si no podemos entonces le damos muerte—responde seria, pero en sus ojos en evidente que quiere llorar, ella es muy sensible. —Entonces no comprendo por qué diablos Naraku sigue respirando y jodiéndonos los malditos ovarios—aclaro mi garganta para que la participación de Sango baje. —¿Cuál era la segunda noticia?—pregunto caminando hasta la mesa y tomando una tablet, uso mi huella digital y luego la clave para poder entrar en ella. —Le dispararon a Inuyasha y gracias a eso está en el hospital, su situación es critica—el aparato cae de mis manos al suelo y me giro lentamente a mirarla. Ahora parece más asustada que cuando me contó lo de Naraku. —¿Qué diablos?—en ese instante entra Ayame agitada y pareciendo un cordero asustado. La miro y cuando se detiene frente a mi le cruzo la cara de una bofetada. —¡¿POR QUÉ DIABLOS INUYASHA ESTÁ HERIDO SI TU MISIÓN ERA CUIDAR DE ÉL?!—grito enfurecida. Su cara refleja la vergüenza que le da el yo estar regañándola, si ella no quería verme cabreada entonces Inuyasha no tendría que estar herido. —Yo... Kagome... —¿Me explican qué jodida mierda está pasando y por qué demonios nadie me había avisado antes?—mis manos se colocam en jarras. Ambas bajan la cabeza y varias personas han entrado a la habitación, seguramente por oir mis gritos. —Kagome, eso fue... Bueno, la realidad es que él fue herido por... Corto lo que va a decir y miro a los espectadores. Saco mi pistola y la levanto, todos salen corriendo enseguida. Ellos saben que puedo cerrar los ojos y disparar sin importarme a quien le llega la bala. —Al parecer es alguien que te odia. Sabes bien sin necesidad de decirte nombre. Uno de los hombres logró escapar herido, pero ya lo tenemos—asiento y camino hacia la sala de interrogación que tenemos. Cuando entro me encuentro a un hombre con un disparo en la pierna. Le doy una mirada a Sango y ella sabe perfectamente lo que quiero sin la necesidad de decir una sola palabra. —¿Me dirás cuál la orden que Naraku te dio?—pregunto cruzada de brazos. Él se mantiene en silencio y eso me causa gracias, será rápido hacerlo hablar y no tendré que usar mis métodos más dolorosos—¿no hablarás?—camino hasta la mesa que tenemos y saco un par de guantes. Me los coloco con maestría y me siento frente a él. Mi cabreo recae en que el muy maldito se atrevió a tocar a Inuyasha y salir ileso. Inuyasha es MI JUGUETE nadie a excepción de mi puede tocarlo, nadie puede besarlo, nadie puede hacer nada con él porque es solo mi diversión. —No te diré nada, zorra maldita—le regalo una sonrisa y mi dedo toca la herida de manera violenta. Él suelta un grito de dolor que me hace sonreír. Veo como gotas de sudor bajan lentamente por su frente y cuello, sus ojos aguantan las lágrimas que quiere soltar—perra—murmura con voz adolorida y sonrío. Sango regresa y me pone todo para que quede cerca de mi. Lamo mis labios y tomo el limón. Dejo caer gotas sobre la herida y veo como el grita sin contener el dolor. Dejo el limón y tomo el vinagre que tiene mucha sal. Dejo que caiga en la herida y su grito es mayor. —¡Bien! Te lo diré, pero ya deja eso—sonrío satisfecha—hay una chica nueva que trabaja con Naraku, ella le dijo que el mocoso Taisho es tu pareja—tose y me mira—Naraku lo mandó a matar y si podiamos deshacernos del poli también. Al parecer no solo te investiga a ti, también lo hace con nuestra pandilla o por lo menos eso sabemos. La chica dijo que él era tu punto débil y Naraku pensó matar dos pájaros de un solo tiro. A ambos hermanos—tose y escupe sangre—yo era parte de eso, pero el muy maldito de Sesshomaru Taisho nos hizo papillas, es un hombre peligroso—miro a Ayame. —Sáquenle toda la información que puedan, tengo cosas importantes que hacer—me levanto y quito los guantes que llevo. Los lanzo a un zafacon y lavo mis manos. Salgo con rapidez y Sango me sigue. Ruedo los ojos al ver su cara de irritación. —Piensas hacerlo ¿cierto?—me detengo y la miro elevando una ceja—estás loca Kagome, ellos pueden descubrirte y mandarte a prisión. ¿Acaso enloqueciste? Aparte de ellos, las ratas de Naraku deben estar esperándote llegar—suspiro. —Nadie se dará cuenta, sabes perfectamente que yo sé cuidarme sola—no digo nada más y me alejo. Marco el número que necesito ahora—¿en qué hospital está Inuyasha?—ella me lo dice y siento cabreo. Inuyasha está grave. *** Horas después es que logro llegar.  Nunca me han agradado los hospitales, pero aún así avanzo con paso decidido. Ubico a los familiares de Inuyasha de inmediato, ellos parecen de esas familias millonarias de comerciales. Su madre llora abrazada del padre de Inuyasha. Veo a el primo que lo ha involucrado en todo este asunto sentado con la cabeza baja. Una chica que cuando alza el rostro la identifico como la prometida de mi cazador. Y justo al lado de la chica Sesshomaru Taisho, el hombre que no supo cuidar de su hermano. Es un imbécil. ¿De qué le sirve ser buen policía cuando no aleja a su hermano del peligro? Es solo un arrogante imbécil. La peluca color castaña hace que mis ojos miel, gracias a los lentes de contacto parezcan brillar. Llevo un suéter ancho y el cabello suelto con muchos flequillos cayendo estratégicamente por mi rostro. Un pantalón que es cómodo y unos tenis, en caso de que necesite correr. Traigo armas y la ropa fue para eso, para ocultar todas las armas que llevo ocultas. —Hola—mi voz sale firme al llegar a ellos. Todos me miran y ruego para no tener que usar la fuerza. Yo veré a Inuyasha a como de lugar. —Hola, ¿quién eres?—pregunta la madre de Inuyasha. —Soy... —Familiares de Inuyasha Taisho—todos miramos al doctor quién aclara su garganta—la bala fue extraida, gracias al cielo no hay daños que lamentar, pero hay que tenerlo en observación por una posible infección. El joven ha estado murmurando el nombre de alguien llamado Ka—respiro hondo. Él estaba pensando en mi—en unos minutos podrán pasar a verlo—con eso se aleja. —¿Ka?—pregunta Sesshomaru tensándose. —Kalisha, así me llamo—comento mirándolo sin dejarme intimidar. Ahora solo quiero romperle las pelotas por no cuidar de él. —Inuyasha nunca me ha hablado de ti—dice el primo mirándome y frunciendo el ceño. —No me interesa, ahora solo quiero verlo—angustia, es anguastia lo que se escucha en mi voz. —Yo seré la primera—dice su madre. Maldigo y veo como entran uno a uno dejándome a mi con esta incomodidad en el pecho. Solo necesito confirmar con mis ojos que él está bien. Veo como pasa un enfermero que reconozco. Camino en silencio detrás de él. Veo como baja a un sótano y se pone a hablar por teléfono. Cuando cierra la llamada y gira me ve. Sonrío y le disparo, sonrío con más ganas porque el arma ea silenciosa. Es práctica estar con ella. Le disparo tres veces más para asegurarme de que está muerto. Cuando compruebo su pulso, si, bien muerto por ser un perro faldero de Naraku. Tomo su teléfono y lo pongo en silencio. Compro una barra de chocolate en la cafetería y subo. Veo a Sesshomaru salir y es mi turno. Estando con ropa de hospital entro. Maldito al ver tantos tubos en su cuerpo. Me acero y beso sus labios, este hombre es mio. Vuelvo a unir nuestros labios, no hay necesidad de decir nada porque siento una furia inexplicable en todo mi ser. Siento como mi mano tiembla del enojo que tengo. Enciendo el móvil de ese maldito y marco al último número que llamó. Tres tonos antes de que respondan. -¿Que Paso? ¿Ya acabaste con ese niño? —La voz de Naraku es tan fácil de reconocer. —Prepárate Naraku, esto no se queda así, esto es una guerra segura. Te vas arrepentir de lo que le hiciste, luego no quiero verte pedir perdón de rodillas porque vas a conocer quien es Kagome Higurashi maldito bastardo. Conmigo no se juega y con la vida de él mucho menos — cuelgo y apago el móvil. Lo beso una última vez y salgo del lugar dejando a todos atrás. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD