El ambiente se torna frío y la verdad me siento como si estuviera en un duelo a lo antiguo. No sé sabe quién será tan ágil y tendrá la suerte de su lado, para salir con vida de este enfrentamiento. Los pasos continúan acercándose a nosotros, pero yo no bajó mi alma, sólo apuntó al italiano, miro hacia la puerta y hacia él, preparándome para cualquier cosa. Sin embargo, el alivio vuelve a mí al escuchar dos silbidos. Esta vez es mi turno para sonreír. — ¿Quién eres y porque estás haciendo esto? Y dilo rápido antes de que te vuelve la cabeza de un solo tiro — le pregunto al italiano que me observa con altivez aún estando herido. — Jefa, soy yo. No necesitas matarme, no vengo a dañarte — responde el señor Brown. Quisiera reírme porque respondió la pregunta que no era para él, pero no