Marcharnos de la selva resulta más complicado que llegar a ella. Ya que pudimos saltar al aire, pero al momento de marcharnos, nos corresponder ir a un lugar un poco lejos para ir en helicóptero hasta la pista en la que nos espera el avión para marcharnos. El recorrido se hace en silencio y alerta debido al lugar en el que nos encontramos. Pero cuando llegamos al helipuerto improvisado y subimos a él, las emotivas anécdotas de como disfrutaron ver morir a esas personas no se hacen esperar. Somos más de quince personas por lo que el helicóptero tiene que venir por el resto. Como caballeros me dejan subir primero al helicóptero, después de mí, sube Au con su premio. Las sonrisa aún no se borra de su rostro y no me molesta. Yo sé cuan gratificante es vengar la muerte de los que te importa