Su rostro se torna serio. Ya no me observa con burla. — No tengo claro conocimiento de las reglas de las elecciones y espero que pueda comentarme de ella. Pero lo que sí sé es que no rompí alguna regla cuando subí a aquel avión. — Solo los jefes de las mafias del mundo pueden participar en estas elecciones y usted evidentemente no es una. El sonido de varios autos llegando con rapidez, interrumpen nuestra conversación. Por fortuna, esta vez si son mis hombres los que llegan. Realmente llegábamos más personas desconocidas y les aseguró que me suicidó — comenta Fear con temor. Del auto bajan tres hombres, entre los tres hay uno del que no recuerdo muy bien su nombre, pero sé que puedo confiar en él. — Y lo soy. Aedus Clem dejó estipulado que yo sería quien se haría cargo de la familia.