Cerrando sus ojos, Rhys emitió un pequeño suspiro dichoso al sentir el refrescante aire del mar golpeando directamente en su rostro, gracias a que se encontraba parado en la proa del gran barco que lo estaba trasladando a él junto a las otras treinta personas elegidas hacia la isla Wolf Heart.
Y el solo recordar que estaba viajando realmente hacia la tierra de los cambiaformas, provocaba que esa vibrante sensación que se revolvía en su estómago se volviera a sacudir de los nervios y ansias que había estado sintiendo desde el mismo instante en que Ebony le entregó el boleto con su nombre, el cual no hacía más que crecer con cada minuto.
Era estúpido, Rhys lo sabía. Simplemente era imposible que se encontrara directamente con el príncipe Caspian en persona. Sí, tal vez gracias a su misericordiosa invitación, las probabilidades de encontrarse aumentaron considerablemente de cero a un treinta o cuarenta por ciento según su suerte.
Pero eso no significaba gran cosa, ya que, desde un principio Rhys no tenía gran suerte y en segundo, aunque estuviera celebrando el cumpleaños del príncipe heredero, no creía que la invitación se extendería para conocerlo también en persona.
"Pero podría pasar. Estarán en el mismo lugar" Dijo una pequeña vocecita soñadora que seguía dándole esperanzas.
Estando en el mismo lugar, se suponía que las probabilidades aumentaban considerablemente, ¿no?
El príncipe Caspian era conocido por la preocupación que tenía por los integrantes de su pueblo, por lo que si no se lo encontraba directamente en aquella fiesta de celebración, entonces podría tener un poco de suerte y encontrárselo en el pueblo.
Podía imaginarlo perfectamente. El príncipe Caspian podría estar de encubierto y, al igual que en las novelas, tendrían un encuentro fortuito en donde sus miradas se encontraran y entonces el amor a primera vista surgiría y ambos se enamorarían y vivirían felices para siempre juntos.
Soltando una risita ante sus ilusos pensamientos, Rhys negó y alzó sus manos para darse unos cuantos golpecitos en sus mejillas hasta que sintió un ligero ardor en estos que lo devolvieron a la realidad. Admirando el mar, masajeó sus mofletes para aliviar el dolor.
—Está bien soñar, Rhys, pero tampoco vueles tan alto que la caída será dolorosa —se recordó a sí mismo en un murmullo.
Bajando sus manos, las apoyó en los barandales y admiró aquella pequeña isla, que poco a poco se volvía cada vez más grande a medida que se acercaban. Y a pesar del hermoso paisaje que iba presenciando, una bola de nervios surgió en el interior de Rhys al solo imaginar que en menos de media hora, estaría aquel lugar lleno de magia que ningún humano nunca ha pisado.
Sin aviso, una risita entusiasta escapó de entre aquellos labios finos de un pálido rosa.
—Solo recuerda no decepcionarte si no logras verlo, Rhys —se dijo a sí mismo.
Y a pesar de ello, el joven humano sabía a la perfección que, sin importar cuántas veces se lo dijera y se recordara aquello, no serviría de nada, ya que instintivamente, lo quisiera o no, estaría esperando aunque fuera un encuentro con el príncipe Caspian.
"Por favor a todos los pasajeros, acercarse a la sala principal en el interior del barco. Repito. A todos los pasajeros, acercarse a la sala principal en el interior del barco"
Ante el anuncio, Rhys observó sobre su hombro y contempló uno de los tantos megáfonos que estaban ubicados en todo el barco. Con la información siendo anunciado nuevamente, no le quedó de otra más que alejarse e ir al interior junto a los demás pasajeros del viaje.
Tan pronto como llegó, se sumó al grupo de humanos que se habían reunido ante el anuncio y contempló como aquellos que hicieron amistades murmuraban entre ellos, preguntándose la razón por la cual fueron convocados, cosa que también despertaba la curiosidad de Rhys.
Sus plateados ojos con un llamativo borde azul repararon en un hombre que ingresó de los últimos a la sala. Más o menos de la altura de Rhys, el desconocido de rubio cabello corrió una silla hasta el frente del grupo para seguido pararse sobre ella. Gracias a la altura extra, todos tuvieron una mejor mirada del extraño y a su vez, él obtuvo una completa vista de todos.
—Me presento, soy el representante de la manada Von Kleist y pueden llamarme Andreu. Como sabrán, gracias al príncipe heredero es que han logrado viajar a Wolf Heart, por lo que deberían de estar muy agradecidos con nuestro próximo rey alfa —anunció con tono orgulloso.
—¿Eres un cambiaformas? —interrumpió una mujer que estaba en el frente.
La mirada del representante recayó en la humana y le sonrió.
—Así es, soy en lo que en nuestro mundo se denomina un omega —anunció y alzó una mano—. No, no soy parte de la realeza, pero trabajo con ellos. Sí, puedo cambiar a un lobo. No, no verán a lobos deambulando por el pueblo. Y no serán llevados directamente con el príncipe Caspian. ¿He respondido todas sus dudas?
Rhys, al igual que todos los humanos reunidos, asintieron en silencio.
—Entonces, proseguiré entregando la información y espero no ser interrumpido —aclaró observando a todos—. Cómo sabrán, solo permanecerán tres días en Wolf Heart y en ellos, estaré actuando como su guía turístico. Les mostraré toda la isla, los llevaré cerca del palacio y responderemos sus dudas siempre y cuando sigan las reglas.
—¿Cuáles reglas? —interrumpió la misma mujer rubia de antes.
—No separarse del grupo. No vagar a solas por el pueblo. No molestar a los habitantes de Wolf Heart. No exigir cosas descabelladas como que cambien a su forma animal, eso puede ser muy descortés aunque no lo crean. Y la más importante de todas, no quitarse los brazaletes, ya que estos contienen su información personal y es su pase que les permitirá estar estos tres días. En el momento en que se la quiten o lo pierdan, automáticamente serán retenidos, donde se confirmará su identidad y luego serán devueltos a la ciudad —explicó—. ¿Quedó claro?
—¿Es necesario salir todos juntos? —preguntó la misma mujer rubia.
—Sí, es necesario.
—¿Por qué?
—Debido a que son personas desconocidas y no sabemos qué clase de costumbres poseen. Para ustedes algo que podría ser normal, para nosotros significaría todo lo contrario, por lo que hemos tomado estas medidas para cuidarlos y a su vez protegernos a nosotros mismos —explicó Andreu.
—¿Si creen que somos unos criminales por qué nos han invitado entonces? —se quejó.
—¿Por qué nos llamas criminal cuando está diciendo que es seguridad de todos? —preguntó Rhys en voz alta.
Y tan pronto como toda la atención recayó en él, se percató de que no lo había pensado como creyó hacerlo.
—Ellos son los que nos están tratando como criminales —acusó.
Rhys inclinó ligeramente su cabeza.
—Ambos somos diferentes y vivimos de forma distinta, como tal, así como ellos no saben de nuestra cultura y costumbres, nosotros no tenemos conocimientos a la de ellos, y para respetar a ambos es que tomaron aquella decisión —expresó Rhys y luego observó al representante—. ¿Me equivoco?
—Eso es exactamente lo que quería dar a entender —asintió Andreu—. Pero si tiene problemas con ello, sería mejor que permanezca en el barco y viaje de vuelta, porque es una decisión que tomó el mismo príncipe heredero y que su padre, el actual líder de la manada, ha aceptado y no será cambiada.
—¿El príncipe Caspian lo decidió? —preguntó con una automática sonrisa—. Podrías haber dicho eso antes.
Y como si esa fuera la palabra mágica, el representante de los hombres lobos pudo seguir explicando e informarles del panorama de lo que estarían haciendo esos tres días sin más interrupciones, hasta que el barco finalmente llegó a la costa de Wolf Heart.
—Por favor, recojan sus equipajes y bajen tranquilamente del barco. Esperen a que todos estén abajo, por favor, no se dispersen —pidió Andreu antes de que todos se alejaran.
Emocionado, Rhys fue hacia el lugar donde había dejado su mochila y luego siguió al grupo que dejaba el barco. Tan pronto como pisó el muelle admiró el pintoresco pueblo que estaba en toda la costa de la isla. Girando sobre su mismo eje, sus ojos se maravillaron admirando desde las casas, los habitantes, los barcos más pequeños y la naturaleza inundando cada rincón de la isla.
—¿Ya están todos? —preguntó Andreu y asintió conforme tras comprobarlo—. Por favor, no se separen y síganme. Ya tendrán tiempo para poder recorrer el pueblo a su gusto, la primera parada será su hospedaje.
—¿No van a traer el vehículo para nosotros? —preguntó un hombre de traje.
—Oh, lo siento, señor Galea, pero en Wolf Heart no utilizamos cualquiera de esos aparatos contaminantes que poseen los humanos —explicó sonriente—. La única forma para desplazarse es caminando, en carruaje, a caballo o bicicleta.
—¿Carruaje? ¿Cómo en los tiempos antiguos o en la realeza? —exclamaron algunos.
El representante se carcajeó y asintió.
—Así es, pero estos comúnmente son más utilizados por la familia real, al igual que los caballos. Así que, podría conseguirle una bicicleta si no desea caminar —ofreció amablemente.
—No, caminaré —aceptó sin molestia alguna.
Pronto, el grupo se puso en marcha y se dirigieron al interior de la isla, donde el pueblo se volvía más grande, espacioso y pintoresco. A donde sea que aquellos plateados ojos observaban, se encontraba con algo que lograba llamar su atención, sintiendo un brillo especial en aquel lugar, como si hubiese sido llevado a otra dimensión, época o lugar. Se sentía... Mágico.
Y así mismo, Rhys al igual que el resto del grupo, se percató de la forma en que todos se detenían simplemente para observarlos, casi como si ellos fueran aquella cosa mágica y extraña en sus tierras.
—No se lo tomen para mal, deben de comprender que nunca en la vida han visto o se han encontrado con algún humano —comentó Andreu—. Así como nosotros somos algo increíble para ustedes, en este instante todos ustedes lo son para ellos también. No se suponía que alguna vez algún humano pisara Wolf Heart, y de no ser por el príncipe Caspian y sus ideas, probablemente nunca hubiese ocurrido.
—¿Era por esto lo de las reglas? —preguntó Rhys, observando a su alrededor.
—Exactamente.
—¿Cómo arreglaron nuestro hospedaje entonces? ¿Nos estaremos quedando en el castillo? —exclamó con entusiasmo otro humano.
Y por supuesto que su idea animó tanto a Rhys como al resto del grupo. Aunque claro, eso duró hasta que Andreu rió como si estuvieran diciendo estupideces.
—Lo lamento, pero nadie más que la familia real y sus invitados entran al palacio. La única oportunidad que tendrán para visitar el castillo por un momento será solamente durante la fiesta de cumpleaños del príncipe Caspian mañana, al igual que el resto de los invitados, y entonces el recorrido proseguirá normal.
"Estaré en el castillo en el que vive el príncipe Caspian. Caminaré por los pasillos del castillo en el que vive el príncipe Caspian. ¡Estaré en el mismo espacio en el que estará el príncipe Caspian!" Chilló y festejó Rhys en su mente.
Deteniéndose, Andreu observó al grupo de humanos que comenzó a hablar entre ellos y chillar mencionando al príncipe Caspian de ida y vuelta.
—Creo que han malinterpretado mis palabras de alguna manera —pronunció un tanto confuso.
Cuando un carruaje apareció, Rhys, al igual que los otros humanos se detuvieron para admirar como dicha carroza seguía el mismo camino por el cual venían. Y siguiéndole de cerca, seis hombres montando a caballo con uniformes azules y espadas iban detrás de este.
—Si solo los de la realeza utilizan la carrosa, significa eso que, ¿quién iba ahí era el príncipe Caspian? —exclamó la mujer rubia.
—Podría ser, pero es más probable que encuentren al príncipe Caspian dando vueltas por el pueblo en su cabello que en un carruaje —comentó Andreu observando en la misma dirección.
—Entonces, ¿quién iba ahí?
—Nadie. Probablemente, iban a recoger al príncipe Dorian —explicó—. Han tenido suerte, es probable que puedan apreciar a la próxima luna de la manda Von Kleist.
—¿Qué significa luna? —preguntó Rhys.
—Es lo que ustedes conocen como pareja, emperatriz o consorte del príncipe Caspian, aquel con el que podría compartir el resto de su vida para gobernar la manada.
El carruaje pasó de vuelta, esta vez con dos guardias en el frente, dos a los costados y el resto custodiando por detrás. Por las orillas de la calle y desde las mismas casas, los habitantes del pueblo vitoreaban tirando algunas flores y pétalos para recibir al príncipe Dorian, anunciando su entusiasmo por su llegada con ello.
—Todos... Parecen estar realmente feliz por verlo —comentó Rhys con sorpresa.
—Hace tiempo que se está mencionando sobre el compromiso del príncipe Caspian, es algo que estamos esperando ansiosos por aquí —sonrió el representante—. Tenemos la esperanza de que el príncipe Dorian sea el indicado, después de todo, es igual a nuestro príncipe, un omega dominante —dijo con cierto tono de admiración.
Aquello llamó la atención de Rhys, pero cuando quiso preguntarle al respecto, Andreu se vio invadido por los demás miembros del grupo que lo abordaron con preguntas.
Y Rhys lo comprendió, después de todo, al mundo humano no había salido aquella importante información, ya que si hubiera sido así, el mundo estaría en un completo caos por ello. Algo que probablemente sucedería una vez volvieran a la ciudad tras contemplar el mágico momento en el que el príncipe Caspian se encontrara con su primer amor.
La emoción burbujeó dentro de Rhys con ello. Tal vez no podría ser el personaje principal de aquella historia, pero definitivamente amaría ser uno de los espectadores, teniendo el primer lugar por ello.