- Te ves tierno cuando estas enojado – sus ojos grises me miran de reojo para luego volver a mirar la carretera. - Tú te ves así cuando gimes mi nombre – muerdo mi labio con fuerza – También ahora que vas borracha – enarco mi ceja. - No estoy borracha – las palabras salen un poco arrastradas – Bueno, no tanto, más bien feliz. – comienza a reír. - Feliz… - repite – Eso es bueno – su mano viaja a mi pierna donde acaricia levemente con sus dedos – No queremos a Luna enojada – ruedo los ojos – Eres salvaje cuando estás así – sonrió coqueta. - Te encanta que sea salvaje – su mano aprieta mi muslo. - Sí – frena en el semáforo – Es algo que tengo que admitir – nos miramos un momento. Podía sentir la tensión en el aire, la forma en que su mano