4| Una pulsera azul

1287 Words
El mismo viernes por la mañana Kristen se alistó como cada día y salió de la mansión Blake para presentarse en el diario “NY today”. —Otra vez, gracias por la oportunidad —declaró a Elías, su jefe y CEO del diario y entregó todas sus herramientas de trabajo a la nueva asistente. —Serás una excelente directora —mencionó el hombre de más de cincuenta años y estrechó la mano de la Kristen, él era consciente de la experiencia que la joven había adquirido. Después de que Elías le deseara suerte y observara cómo abandonaba la oficina de presidencia. Kristen desfiló por los pasillos para despedirse de las pocas amistades que había hecho en esa empresa. Se detuvo unos segundos en el vestíbulo dándole una sonrisa a la recepcionista y abandonó la empresa para la que trabajó dos años, después se dirigió al auto de su novio Patrick Collins, que esperaba por ella afuera. —Fue todo —manifestó a Patrick, este la miró con sus ojos marrones y besó los labios de Kristen antes de abrir la puerta de su BMW y llevarla al restaurante donde solían comer. Patrick pidió dos copas de vino al camarero, quería celebrar el puesto que Lucio le entregaría a Kristen antes de ordenar la comida. —Serás la mejor —expuso con una sutil sonrisa que ella correspondió. Patrick peinó uno de sus mechones rubio que cayó en su frente hacía atrás y luego tomó la mano de Kristen para besar el dorso. Tenían una relación de más de un año que comenzó luego de que sus padres hicieran negocios juntos y unas semanas atrás, Patrick pidió su mano en matrimonio. Kristen aceptó en seguida, segura de que Patrick era el hombre de su vida; Lucio estuvo de acuerdo con la boda, Patrick pertenecía a una buena familia y era un hombre respetable, sin embargo, Lucio sugirió que esperaran un año, quería dejar su cargo en la empresa en manos de su hija antes de que ella se casara. —Me gustaría llevarte a otro sitio —mencionó Patrick con seriedad y los ojos de Kristen brillaron —Aunque tendrá que ser mañana, pues hoy tengo trabajo pendiente. Kristen frunció sus labios, con descontento. —Lo mismo dijiste hace una semana, pensé que pasaría el fin de semana contigo —reprochó Kristen soltando un suspiro, tenía más de dos semanas que no pasaban la noche juntos, pues Patrick pasaba mucho tiempo atendiendo sus negocios familiares. —Te lo compensaré, lo prometo —aseguró Patrick y Kristen sonrió si ganas; Patrick recibió una llamada y decidió levantarse a responder. Kristen se dedicó a beber del vino en su copa y mientras lo hacía, su atención se centró en dos mujeres en una mesa cercana. —He visitado ese lugar desde hace tres semanas, es privado y en él hay todo lo que quieras encontrar —mencionó una de ellas describiendo una de las habitaciones y lo que ocurría en un club privado. —¿Es seguro? —preguntó su compañera y la otra explicó que nadie estaba obligado a nada. —puedes ser espectadora, tener sexo mientras te miran, o incluso utilizar las habitaciones privadas. Kristen sintió un hormigueo entre sus piernas, que creció cada vez más, mientras escuchaba a las mujeres hablar emocionadas, sentía curiosidad de conocer todo aquello que mencionaban, jamás sintió tanta curiosidad por algo como lo hacía ahora. Su mirada se dirigió a Patrick a través del cristal de la ventana, aun mantenía su celular en la oreja, entonces se levantó de prisa y sin ápice de vergüenza, preguntó cuál era ese lugar. La mujer le dio una sonrisa ladina y le entregó una tarjeta con la dirección. Kristen agradeció y regresó en seguida a su mesa, tomó su bolso y la guardo dentro. —¿Todo en orden? —preguntó Patrick al regresar y ella asintió. —Lo siento princesa, tendré que llevarte a casa, tengo negocios que atender ahora —declaró Patrick y Kristen asintió sin refutar. Le pareció que podía aprovechar para visitar aquel sitio. Cuando Patrick la dejó en su casa, Kristen esperó a que este se fuera para nuevamente salir de ahí. “Estaré con Patrick” escribió a su padre y sin tomar un abrigo tomó un taxi y pidió que la llevara a la dirección en la tarjeta. La noche se hacía presente y Kristen llamó a la puerta luego de pensarlo un poco, para pronto ser recibida por una mujer que dijo llamarse Esmeralda. —Si es la primera vez que asiste, solo puede ser espectadora —dijo la mujer, pues todos tenían que pagar una membrecía y así mismo entregar un examen clínico reciente, para garantizar su salud s’exual y la del resto. Únicamente algunos invitados del anfitrión podían hacer uso de las instalaciones con fines s’exuales sin una membresía previa, pues era gente de absoluta confianza que ya había visitado algún otro sitio como ese. Kristen extendió su mano para que le colocaran una pulsera azul, que indicaba que únicamente estaba ahí como espectadora, quienes tenían permitido tener sexo dentro del club, tenían una pulsera roja, mientras tanto Esmeralda llamó a una de las empleadas para que le diera un recorrido por el sitio. Al ingresar el corazón de Kristen comenzó a acelerarse mientras observaba el panorama. Abrió sus ojos grandes al observar en una de las salas forrada de cuero negr0 a una mujer sujetando el falo de un hombre con fuerza y magreandolo de arriba hacia abajo con ímpetu, para después verla inclinándose para introducirlo gustosa a su boca. Todo en ese lugar era nuevo para ella. Kristen siguió a la empleada y aceptó el primer trago de cortesía mientras caminaba por el sitio escuchando las reglas, como si fuese una exposición dentro de un museo en él que se exhibían exóticas obras de arte y ella fuese una clase de estudiante. Kristen estaba asombrada por lo que sus ojos veían, sin embargo, no buscó salir de ahí, sus manos temblaban ligeramente, no obstante, ansiaba saber más. —Cuando algún hombre o mujer se le acerque, basta elevar su mano y mostrar el color de su pulsera —explicó la mujer de nombre Lilia. —Las habitaciones con luz roja, son sitios a los que no debes ingresar, en cambio en las que tienen luz verde, puedes observar e incluso unirte si así lo desean. Kristen recorrió detrás de la mujer por las habitaciones en luz verde y sintió la necesidad de presionar sus muslos ante lo que veían sus ojos. Sus pupilas se dilataron por el temor que experimentó y no se debía a la sensación de querer salir huyendo, era a la necesidad de estar ahí dentro. De conocer lo que se sentía ser observada. Kristen tenía dos semanas sin tener sexo con Patrick, sin embargo, no atribuyo el enorme deseo de quedarse ahí al poco tiempo de falta de sexo. Pronto la mujer terminó de darle el recorrido y kristen decidió caminar hasta la barra de bebidas y se sentó en uno de los taburetes de madera con un acolchonado asiento de terciopelo negr0. No podía negar que estaba fascinada con todo a su alrededor. Le parecía irreal aquel sitio donde se desbordaba lujuria y todos follaban sin el mínimo apice de pudor frente a otros, y le pareció aún más irreal, cuando sintió una penetrante mirada y dirigió su vista a una de las salas. Entonces lo vio a él. Aquel hombre que había visto una sola vez en su vida, con una mirada perversa brotando un fuego lleno de lujuria que comenzaba a quemarla, mientras recorría su cuerpo con la mirada. Michael James la estaba observando.
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