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La Protegida

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intro-logo
Blurb

Desde la muerte de su esposa e hijo su vida se volvió gris, sé prometió que no volverá a enamorarse de ninguna mujer, todo iba bien hasta que un día ella llegó a su mundo y le puso sus sentimientos de cabeza. Al principio se niega a reconocer su atracción a ella, hasta que la tuvo en su cama de debajo de su cuerpo y probo el manjar de su boca.

Ella una joven de dieciocho años, su padre trabajador y honrado, pero su madre ambiciosa tenía otros planes para ella. Decide venderla al primero que le ofrezca dinero por la joven, su padre trato de cuidarla, pero le era imposible estar muy al pendiente por el trabajo. Hasta que ella resolvió huir de sus compradores y caer en las garras de un hombre frío y calculador.

Esta historia esta registra con derecho autor #2202020390804

No al plagio ni PDF.

Historia original

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PRIMER ENCUENTRO
Lucero García, mexicana de nacimiento, su padre una persona humilde que viven de lo que gana a diario, Marcos es su padre por años le ha pagado con sacrificios sus estudios secundarios, hasta que su madre decidió sacarla para que trabaje en la casa. Marcos quien es capataz de la hacienda de Alejandro, un mafioso de treinta y cuatro años, que cuando quiere alejarse de todos se refugia en su hacienda, él aprecia mucho a Marcos porque es uno de sus mejores trabajadores, cuida muy bien sus bienes.  Su hacienda está bien resguardad, con tres anillos de seguridad, las personas aledañas a su hacienda viven agradecidos con él por la ayuda que él proporciona al lugar, así ellos no se meten con él es más algunos lo admiran y respetan. Tres años atrás perdió a su esposa e hijo de diez años, le tendieron una trampa él pudo salir ileso, pero su familia no lo logró, eso lo destruyo por completo, bebió por largos días y noches queriendo borrar de su mente el suceso, deseo cada mañana despertar y que ellos estén ahí con él, pero la realidad es cruel.  Los años pasaron y él se hizo frío con los demás, un hombre de carácter fuerte, sobre todo un hombre con una sola palabra, no le gusta dar segundas oportunidades, sus enemigos lo piensan dos veces para enfrentársele. Alejandro González un hombre alto y atractivo de piel trigueña buen mozo como saben decir en su país, después de que su familia murió se sumergió en el gimnasio para descargar su duelo de esa manera, su pasión es golpear el saco de arena. ***  La madre de Lucero está harta de la miseria en que vive, aparte de eso tiene un tórrido romance con un vende drogas del pueblo, junto a él han planificado vender a Lucero a uno de sus clientes, quien es un viejo drogo que arruina jóvenes haciéndolas hacer cosas asquerosas para él, luego las obliga a prostituirse para poder mantener su vicio. Marcos se despidió de su hija ese día, él sabe que su mujer está teniendo una aventura con otro tipo, pero el amor entre ellos termino hace mucho tiempo, decidieron seguir juntos por la niña, así ella no quedaría sola en casa, ahora que su hija es una señorita no le importa que hace su mujer con su vida. Aunque los sigue uniendo un siniestro secreto.  Al llegar a la hacienda Alejandro lo envió a la ciudad para que le recibiera en la aduana unas cabezas de ganado, ya que esa es la especialidad de Marcus, le dio una de sus camionetas para que transporte, eso le tomara algún par de días, no pudo decirle a su hija, únicamente espera que no acontezca nada en su ausencia. Lucero lava ajeno para ayudar con los gastos de la casa, su vida no es fácil, ese día salió de la casa a atraer la ropa que lavaría ese día, cuando regreso a su casa con la paca de ropa, noto que la puerta principal de su humilde casa está abierta, ella recuerda haberla cerrado muy bien. Coloco la ropa en un lado busco la escoba para defenderse. Se asomó con cuidado en eso vio a su madre, se puso la mano en el pecho para poder respirar más tranquila.  —Madre, me asustaste.  —¿Dónde estabas?  —Hoy me toca lavarle a doña Tina, fui a traer la ropa para terminar temprano.  —Báñate, quiero que vayamos a un lugar.  —Hoy no puedo, tengo que entregar esa ropa temprano.  —Que te bañes, hoy conocerás tu nueva vida.  —¿Qué quieres decir madre?  —Ve a bañarte mírate toda mugrienta, cualquier hombre que te vea sentirá asco.  —Es solo hollín, estoy aseada, ahora cocine en la hornilla y como está mal hecha me he llenado de hollín, además no estoy para pensar en hombres en este momento.  —Niña ingenua, tú me harás ganar un buen billete.  —¿Madre que has hecho?  Ella está esperando una respuesta de parte de su madre cuando dos hombres entraron en la casa, ella se pone nerviosa, al ver que su madre les ordena que la sujeten, Lucero corre hacia una de las ventanas de la casa y logra salir, corre lo más veloz que puede, los tipos la van siguiendo, ella corre en dirección hacia el trabajo de su padre, siente un fuerte dolor en su pie, pero eso no la detiene.  Llega a la entrada de la hacienda donde uno de los que cuida la entrada la reconoce, ya que ella varias veces le trajo comida a su padre, ella le dice que viene siendo perseguida y quiere ver a su padre, la dejan entrar para que busque a su padre, ella corre hacia la propiedad. Entra a una caballeriza para ocultarse mientras los tipos se van, ella los logra ver merodear la cerca de la propiedad, en eso escucha un caballo relinchar, ella se asusta, sin embargo trata de no hacer ruido hasta que alguien la sujeta del cabello para sacarla del rincón, amenazándola con un arma.  —¿Quién eres y qué haces aquí?  —¡No me mate por favor!, soy la hija marcos el capataz de este lugar. —Al escucharla Alejandro guardo su arma y la soltó—  —Porque estas en este sitio.  —Busco a mi padre, por favor señor manifiéstele que su hija lo busca, es importante.  —Marcos no está en la hacienda, en cuanto llegue le diré que tú lo buscabas, te puedes ir.  —Señor, déjeme quedarme aquí, hasta que mi padre regrese, le juro que no me moveré de aquí.  —¿Qué está pasando?  —Unos tipos me siguen, quieren venderme a un hombre rico.  —Tu padre sabe eso.  —No, por eso vine a él, los tipos están merodeando la propiedad buscándome, si regreso me llevaran con ellos.  —Entra a la casona, el ama de llaves te ayudará a ponerte cómoda hasta que regrese tu padre.  Alejandro la acompaño a la entrada de la casona, dándole instrucciones a la mujer encargada de su casa, luego se retira y le expresa a dos de sus hombres que atrapen a los tipos que merodean su propiedad, los hombres se marchan a cumplir con las órdenes de su patrón.  Lucero entra atemorizada a la casa, se siente pequeña al entrar, todo le parecía bello y digno de admirar, Toya la llevo a la habitación de invitados, al entrar abrió la boca haciendo una o.  —Señorita, báñese, deme esa ropa para lavársela, veré que le doy para que use por mientras.  —No, no es necesario, al venir mi padre me voy, no se preocupe me voy a sentar en el suelo para no ensuciar nada.  —Ven aquí cariño, entra al baño y relájate en la tina, déjame a mí que yo me encargo de lo demás, ¡Dios santo! Tu pie está sangrando. —¡¡Ah!! Ha de haber sido cuando venía corriendo.  —Con mucha más razón entra y báñate voy por el botiquín. Lucero se quiso negar, pero la señora salió a prisa del baño, todo es impecable que le da miedo ensuciarlo, se quita con cuidado la ropa, se queda en ropa interior, al entrar a la tina de inmediato siente la ricura del agua tibia, suspira y cierra los ojos al acomodarse.  Está tan cansada que la ricura del agua la relaja a tal extremo que se duerme, sueño rezagado por no poder dormir bien, por los múltiples trabajos que hace, sus manos están estropeadas por los trabajos pesados que realiza, para poder dar dinero a su madre quien le exige continuamente. Toya entra al baño y se da cuenta de que la joven esta dormida, saca la ropa sucia y pone una bata sobre la cama, en eso llega Alejandro.  —¿Y la chica?  —Se durmió en la bañera.  Alejandro entró al baño, le dijo a Toya que le alcanzara una toalla, la saco en brazos del agua, al ver su cuerpo frunció su ceño, Lucero estaba extremadamente delgada, Toya la secaba mientras la joven posa en los brazos de su patrón.  —Mire sus manos, señor. —Alejandro vio los callos y heridas viejas en sus manos, lo que más le llamo la atención fue el rostro hermoso de la joven, a pesar de que no lleva una buena vida su rostro es hermoso—  La puso sobre la cama, ella está tan cansada que no sintió que la han sacado del agua, Toya le quito el brasier el blúmer que ella anda para secarla, ante la atenta mirada de Alejandro quien observa a la joven que está sumamente maltratada, él le paga buen billete a su padre para que ella ande mal vestida y al parecer hace trabajos duros.  —Patrón, la joven tiene una herida en su pie.  —Es de gravedad o la puedes curar aquí.  —La puedo tratar aquí. Solo la vestiré porque al sentir el alcohol puede despertar. —Alejandro jalo una silla y la coloco al revés y se sentó para ver a Toya curar a la joven—  En eso llego uno de sus hombres le susurro algo al oído se levanta de inmediato, Toya lo voltea a ver, él le indica que continúe que se ausentara un rato, su trabajador le informa que han atrapado a los hombres, sonríe y se dirige al establo en donde los han llevado. Entra con un látigo en la mano, los hombres están amarrados en un cuartón, bien golpeados y mojados, Alejandro se sienta en una silla que esta frente a ellos, miran con una interrogante en sus rostros.  —Te preguntaré solamente una vez si no responde recibirás un latigazo, o uno de mis hombres te quebraran las piernas. ¿Quiénes son ustedes?  —Somos los hombres de Juancho, el líder de la pandilla los negros.  —Buen chico. ¿Por qué siguen a la joven? —Alejandro no les quito la mirada—  —Doña Florinda la vendió a mi patrón, ahora la chica le pertenece a él.  —¿Quién demonios es esa vieja?  —¡La madre la joven que seguimos! —No podía creer lo que está escuchando—  —Me lleva el demonio, su madre es la que está detrás de esto.  Alejandro se levantó tirando la silla, les indico a los hombres que los ejecutaran y que los tiraran cerca de la casa del tal Juancho, se retiró y al llegar a la habitación donde se queda la joven la ve sentada en la cama comiendo, mientras Toya le venda el pie, ella insiste que lo puede hacer por si sola, pero a Toya nadie le dice que no.

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