Capítulo 1. Aires de guerra.
Lyricka sentada sobre una paca de heno se reía a pierna suelta escuchando los chismes de Tredje, al parecer después de que se escapó con Qamar para hacer otro bebé, ya que aún estaba molesta porque el alfa Qyrens se hubiera apropiado de los trillizos, Qumard había estado haciendo travesuras.
Ella seguía sin comprender algunas ideas de aquellos nobles, al parecer Qumard había logrado que sus cuñadas entraran en alguna especie de competencia para tener más hijos solo porque ella había decidido tener uno de Qamar.
Los trillizos seguían siendo sus bebés, incluso ahora que ya eran unos adultos, pero todo fue tan caótico con la llegada de los trillizos, el secuestro, el viaje y todo que Lyricka no había podido experimentar muchas cosas y se había perdido de tanto que al ver a sus bebés como lobos y que ninguno de ellos se parecía a Qamar sintió que necesitaba otro bebé para hacer bien las cosas.
Lo que no entendía era el por qué sus cuñadas también querían otro bebé, ellas ya tenían hijos y sus hijos sí se parecían a ellas o a sus cuñados, en ese momento Tredje le decía que era el ciclo natural de la sana competencia.
Lyricka puso los ojos en blanco y con voz burlona dijo:
— Olvídalo Tredje, ni tú ni yo entenderemos a los nobles, tan solo deben ser nobles y en lugar de eso quieren ser... Humm...
— ¿Lobos teniendo un montón de cachorros?
— Jijiji, no creo que funcione así...
Lyricka bajo la voz y dijo de manera confidencial.
— ... es un secreto, pero los lycans nacen como humanos, no como lobos.
Tredje soltó una carcajada tan grande que se le saltaron las lágrimas, la pequeña luna velada de los Hariva estaba loca y era una loca adorable.
El gamma sintió un escalofrío y se marchó de inmediato, unos metros detrás de él Qamar lo miraba con el ceño fruncido, Lyricka sonrió encantada y abrió los brazos para recibirlo, Qamar se abrazó de ella y gruñó un poco mientras Lyricka le llenaba de besitos.
Lyricka estaba embarazada, tenía pocas semanas y Qamar estaba más posesivo con ella de lo normal, aún no habían anunciado a la manada el hecho de que estuvieran esperando otro cachorro.
Después de volver a la manada con los bebés, Qyrens había estado insinuando de vez en cuando que quería otro cachorro de ellos, Lyricka siempre lo reprendía diciéndole que no fuera ambicioso y que tenía otros nietos, pero el alfa no se rendía fácilmente.
Qamar no estaba dispuesto a informar a su padre sobre el embarazo de Lyricka, al menos no todavía ya que llegaría un punto en que sería bastante notorio, quería que fuera su secreto por el momento, la quería para él lo más que pudiera.
Qamar sabía que en cuanto su padre se enterara de que iba a ser abuelo otra vez y del cachorro de Lyricka se volvería más intenso de lo que había sido hasta ese momento y por alguna razón que no lograba entender Qumard también estaba muy intenso con Lyricka esos días, más de lo normal.
— Qamar, ¿Te sientes bien? estás muy caliente.
la voz de Lyricka hizo que el lobo de Qamar refunfuñara como un cachorro.
Qamar no respondió, no se sentía enfermo, pero por instantes se sentía extraño, debe ser el hecho de volver a ser papá, está vez no pensaba separase de Lyricka más de lo estrictamente necesario y por el mínimo tiempo posible, se sentía un poco estresado con pensar en perderla de vista y perderla como la última vez.
— Pequeño fantasma, ¿No crees que Qamar está caliente?
Qumard apareció de la nada y se acercó con aire de hermano mayor, Qamar le gruñó como advertencia y el lycan se encogió en hombros al tiempo que decía:
— No lo sé, los muertos siempre estamos muy fríos y los vivos muy calientes, en especial si esconden secretos importantes a la familia.
Qamar gruñó con fastidio, de alguna manera su hermano se dio cuenta del estado de Lyricka y conociéndolo no se iba a quedar callado.
Lyricka acarició el cabello de Qamar para calmarlo mientras le hacía señas a Qumard para que se acercara, bajó la voz y dijo:
— Pequeño fantasma, si eres lindo y guardas mi secreto yo guardaré el tuyo.
— Jejeje, yo no tengo ningún secreto, hermanita.
Lyricka sonrió malvadamente y movió los labios, unas pocas palabras se dijeron en completo silencio, los ojos de Qumard brillaron de manera amenazadora y dijo mientras se esfumaba en el aire:
— Bien, me quedo callado.
.....
Qyrens entraba en su estudio con una sonrisa de orgullo que no intentaba esconder, Lambert y Garem cruzaron una mirada divertida, su alfa no tenía remedio, primero había fomentado la rivalidad entre sus hijos y ahora fomentaba la rivalidad entre sus nueras.
Lo peor de todo es que a sus ojos ni sus hijos ni sus nueras eran rivales para Zaaren, no importaba que hiciera la loba, Qyrens sonreía con orgullo con el simple hecho de saber que era ella la causante de lo que fuera.
Con Qamar y Qyrens mimando a Zaaren todo el clan estaba a merced de las travesuras y alborotos de la luna, para frustración de las otras nueras de Qyrens la única que podía frenar a Qumard era Zaaren y ellas no eran rivales para el lobo.
Lambert no intentó averiguar qué había hecho Zaaren ahora para que Qyrens sonriera de aquella manera, mientras su alfa estuviera feliz y Qamar y Qumard estuvieran bajo control todos estarían contentos.
Garem abrió la puerta al sentir a su alfa llegar, Qerenth entró y al ver el rostro de orgullo de su padre solo pudo soltar un suspiro, en su interior estaba feliz por ver a su padre sonreír después de tanto tiempo, pero tenía un sentimiento conflictivo por saber que quien en verdad lo hacía sonreír así era Zaaren y no alguno de ellos.
La reunión comenzó, las noticias no eran buenas, después de la destrucción de todo un nido de vampiros en el reino Gaskiya los vampiros por todo lado habían estado más violentos de lo normal y ahora habían rumores de que algunos clanes de lycans se les habían unido.
— Padre, ¿Se conoce el motivo real del levantamiento de los vampiros?
Lambert fue quien respondió:
— Al parecer el problema es el de siempre, su Reina Luna.
El semblante de todos se oscureció, Zaaren es una lycan, hija de lycan y compañera de un lycan, madre de lycans, pero por alguna razón que no lograban comprender había adquirido la identidad de la luna.
Desde que sabían la loba había sido perseguida por lobos y por vampiros, ellos estaban al tanto que desde que Zaaren se unió a Qamar la fuerza del clan se elevó en gran medida y eso la volvía el blanco perfecto para sus enemigos.
— ¿Hay alguna noticia sobre la posición de los brujos en este asunto?
preguntó Qyrens.
— Solo rumores, nada concreto.
Un par de horas después solo Qyrens y Lambert permanecían en el estudio, el beta preguntó:
— ¿Deberíamos tratar de contactar con la bruja Zahorg, está en deuda con el cachorro por lo que hizo?
— Hump... crees que agacharé tan fácilmente la cabeza ante la bruja.
— Qyrens la magia de la bruja es mucho más valiosa para nosotros y para la protección de Zaaren que tu cabeza, hay momentos en los que debemos tragarnos nuestro orgullo.
— ¡ARGHHHHH! lo pensaré.
.......
Montaña Grande.
Estación del norte, clan Kutya.
Mackya bebía una taza de té bien cargado, en esa época del año las tormentas de viento eran bastante frecuentes, junto a él otros lycans también bebían en silencio de sus jarros.
Los ojos heterocromaticos del lycan brillaron y Mackya se quedó como congelado en el tiempo, sus compañeros tan solo se lanzaron una mirada de advertencia, cuando su alfa se ponía así era porque los problemas estaban a la vuelta de la esquina.
Tres minutos después el lycan parpadeaba y parecía despertar de su estado, "corazonadas" lo llamaba él, sangre de brujo corría en su interior, los lycans bajo su mando lo miraban con una mezcla de celos y temor, las corazonadas de su alfa los habían sacado muchas veces de problemas, pero era un temor instintivo el temer a lo que no se conoce o se puede controlar.
Mackya regresó su mirada hacia más allá de las montañas, hacia el reino Gaskiya y chasqueó su lengua, esperaba que las imágenes que vio no se acercaran a su manada ni a sus amadas montañas.
— Que la fuerza de la bruja nos acompañe.
dijo poniéndose en pie.
Los lycans Kutya se miraron y vieron en los rostros de sus compañeros el mismo temor reverencial, su alfa solía usar esa frase solo cuando las cosas eran realmente graves, de lo que podían recordar está era la quinta vez que lo escuchaban decir aquello.
También dirigieron su mirada hacia el reino Gaskiya y los rumores sobre una inminente guerra resonaron en sus memorias, al parecer sus días de tranquilidad estaban cerca de acabar.
El cazador en ellos se emocionó, una presa, una garganta que rebanar es el gozo de todo lobo y ahí en las montañas sus presas eran muy pocas, talves un poco de conflicto no les vendría mal, después de todo el lobo es un cazador y necesita de una presa para cazar y de un enemigo para demostrar su poder.