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Familia

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Blurb

En su último año de preparatoria

¿Podrá sobrevivir la pandilla ante el golpe de realidad de sus secretos?

¿Su unión soportará lo suficiente cuando la verdad salga a la luz?

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¿Existe algo más aterrador que un futuro incierto? La respuesta para mí es sencilla; Claro que sí. Universidades. Admito que tengo cierto pavor a que los meses vuelen y mi último año de preparatoria termine. Admito que temo, al simple hecho de saber que el tiempo pasaría, y mis posibles planes a futuro me esperarían la vuelta de la esquina. Justo ahí, esperando a que yo decida los próximos años de mi vida, o mi vida completa. Eso si que es aterrador. Sin embargo, me he prometido junto a mi grupo de amigos, a no preocuparnos por ello. Y para asegurarnos que sea así, decidimos asistir esta noche a la fiesta del comienzo de clases. Algo que ningún estudiante en su último año puede perderse, y sin duda, eso nos incluye. Admito que estoy emocionada de ver a mis amigos. Las vacaciones de verano fueron largas, y cada quien tuvo sus propios planes y el tiempo ocupado, como para vernos por lo menos una vez. —¡Hola soy yo!.—Digo al contestador de Camille.—Estoy afuera del bar, ¿vendrás? Se escucha un pitido y se cuelga la llamada. Al parecer tiene lleno su buzón. Doy un bufido y miro a mi alrededor, no veo a nadie, se supone que quedamos a las nueve en punto, y no hay una sola alma. Al menos que...¡Por supuesto, están dentro!. Me regañó e insulto mentalmente mientras me adentro al lugar. En la entrada hay unas chicas que están pintando a las personas con pintura neón, y cuando me ofrecen llenarme de pintura no lo dudo y accedo. Ellas terminan en menos de dos minutos, y sigo mi camino. La música me ensordece y la luz me hace más difícil mi tarea de buscar a mis amigos, pero no fallo al dar con la espalda de mi mejor amigo. —¡Joseph!.—Él se gira y sus bonitos ojos oliva se entrecierran cuando sonríe.—Bonita pintura, no sabía que el neón te queda tan bien, Jo. —¡Todo me queda bien!.—Exclama alegre atrayéndome en un abrazo.—¡Pensé que no vendrías, Lay! Joseph Matthews, este chico con pestañas más largas que mis relaciones fallidas, es mi mejor amigo. Lo conozco desde que tengo uso de la razón, prácticamente nos criamos juntos porque nuestras madres son mejores amigas, y puedo decir que es como mi hermano mayor. A pesar de tener a nuestra pandilla, nuestra amistad es incondicional, y prueba de ello es lo mucho que cuida de mi, pero bueno, nos cuidamos entre todos, pero nuestra conexión es más fuerte de lo que compartimos con los demás. "Jo" como nos gusta llamarlo de cariño, es un chico bastante sensible en cuanto a sus sentimientos se refiere. Tal vez aveces se las da de duro, pero tiene un corazoncito que vale oro, y aunque las chicas no siempre se fijen en ello, es así. ¿Y porque digo que no se fijan en ello? Fácil, y resumido en dos palabras. "Es guapísimo" y no lo digo por decir. Jo, desde que entró a la pubertad y comenzó en fútbol junto a sus constantes ejercicios, su cuerpo quedó de impacto. ¡Oh! Sin olvidar sus tiernos ojos oliva y cabello rizado color chocolate. Así que si, es guapo. —¿Y los demás?.—Le interrogo, y su sonrisa se debilita un poco.—¿Qué sucede...? —Eh....—Vacila, y yo enarco una ceja.—El padre de Camille no la dejó venir... Mis hombros decaen con desilusión. —¿Y Tayler? —Su vuelo se retrasó... Más desilusión. —¿Thomy? —No contesta su celular... —Ya no quiero preguntar por los demás.—Alzo la mano dispuesta a irme, pero él me detiene del brazo. —¡Ellen si vino!.—Me anima.—También Peter. —¿Y dónde están?.—Me cruzo de brazos.—Yo solo te veo a ti, y contigo me pase todas las vacaciones. Es cierto, fuimos a acampar y me arrepiento solo un poco de eso. Nos perdimos por horas en el bosque. Joseph no es el mejor guía de aventura. —Ellen fue al baño.—Me tranquiliza pasando un brazo por mi cuello.—De Peter no tengo ni puta idea, es como un fantasma. —Genial...—Murmuro.—La pandilla brilla por su ausencia. —¡Tranquila! ¡Que fea te ves, sonríe!.—Me da empujones divertido.—¡Te invito a un trago! Su sonrisa me convence, sacudo la cabeza y dejo que me guié a la barra para pedir algo. —¿Vodka?.—Asiento en afirmación.—Ya sabía, borrachita.—Jo me da una sonrisa y gira para pedir mi bebida. Yo decido dar un vistazo distraídamente por el lugar. Las luces se encienden y apagan iluminando a las personas con pintura neón, y de vez en cuando reconozco a algunos chicos y chicas de la escuela. No le doy mucha importancia, hasta que me encuentro unos ojos verdes grisáceos que miran con fastidio a una chica que aparentemente no deja de parlotear. Puedo percibir desde la distancia el malhumor latente de esos intensos ojos. —No soy lesbi, pero por ti puedo serlo.—Me susurran en el oído.—¿Qué dices, preciosa? Doy una carcajada y me giro viendo a amiga Ellen. Su cabello rojo luce lacio y brillante, y sus ojos café obscuro están enmarcados en un bonito maquillaje. —¡Acepto!.—Bromeo.—Pero no le digas a Jo. —¡Ya las oí!.—Nos mira de reojo, y se gira dándome mi bebida. —¡Deja eso y dame un abrazo!.—Hago a un lado mi bebida, y enredo mis brazos en su cuerpo efusivamente.—¡No tienes idea de cómo te extrañe! —¡Y yo a ti!.—Me quejo.—¡Fueron eternas! —¡Y las mías las peores!.—Dice con dramatismo, soltándome.—Estuve encerrada con mis padres en una habitación en Nueva York, mientras mamá vomitaba por el sushi que comimos. —Glamoroso...—Hago un gesto de asco, y alzo un dedo en intervención.—Pero al menos no tuviste al peor compañero en camping. —Sí, algo oí de eso... Ambas miramos de reojo a Jo, y él resopla indignado. —Perderte tres horas en el bosque conmigo, fue la mejor aventura que tendrás en la vida. —No lo creo, querido.—Se mofa Ellen.—Lo que tienes de guapo, lo tienes de distraído. Adoro a Ellen. Siempre es así; directa y descarada, decidida, sumamente inteligente y sin duda alguna hermosa. Recuerdo la manera en que nos conocimos, teníamos trece y ambas asistimos a la misma escuela. Éramos polos opuestos, y a decir verdad nos discutíamos por todo. Nos odiábamos, nos detestábamos a morir, y todo porque ella era tan ruda, y yo pues.., era yo. Aunque nos volvimos cercanas por un solo motivo, o más bien, persona. Un chico. Uno muy tonto. Y sí, hablo de Jo. Nos volvimos amigas gracias a él, y hasta la fecha, nuestra amistad dio un giro a la vida de ambas. Ella es el balance de diversión y complicidad en nuestras locuras. —¡Ja! Se creen muy graciosas.—Nos riñe dando un trago a su cerveza. —¿Supiste lo de Cami?.—Inclino la cabeza en confusión a lo que dice Ellen.—¡Su padre se puso intenso a morir!.—Rueda los ojos.—Quiere que se centre en la escuela para conseguir buenas notas. —Si, eso sucede cuando quieres entrar a una buena universidad.—Señala Jo.—Por ejemplo yo, que necesito entrenar para ganarme la beca deportiva. —Yo solo necesito pensar que hacer de mi vida...—Me limito a hablar, y con un sorbo a mi bebida. Ellen frunce el ceño y le quita de mala manera la botella de cerveza Jo, él se queja y Ellen no señala con un dedo amenazante. —¡Quedamos en aún no estresarnos por eso! ¡No sean pesados! —¡No seas así!.—Replico en una mueca.—Tú estas relajada porque puedes entrar donde desees. Ella dio un trago a la botella y asintió mostrándose de acuerdo. —Touché. Apesta ser la única que no se preocupe genuinamente por eso.—Da un suspiro, y agrega.—Mi padre tiene el poder y el dinero para hacer que me acepten en cualquier lugar. —Por Dios, Ellen.—Sacudo la cabeza frunciendo el ceño.—Sabes que no necesitas su dinero. Eres brillante y puedes lograr lo que quieras. —Dudo de mi misma.—Admite encogiéndose de hombros.—Como sea, iré a fuera por un cigarro. Ellen le da la botella a Jo, y se mezcla entre los cuerpos desapareciendo por la ola de gente. —Últimamente no le gusta hablar de las influencias de su padre.—Me cuenta Jo.—Cree que no podrá lograr nada sin su ayuda. —Eso no es cierto.—Difiero.—Está muy equivocada. —Sí...—Jo ladea una mueca algo preocupado.—Iré a verla, ya vuelvo. Necesito tener una larga y profunda charla con Ellen. Odio cuando se reduce a sentirse inútil sin las influencias de su padre. Es algo con lo que ella lidia constantemente. Con las desilusiones y expectativas que su padre tiene para ella, con las exigencias que su madre le impone. Por eso ella es tan fuerte, sabe lidiar con lo peor, y tanto como sus sentimientos y preocupación las esconde como su mayor tesoro. Mientras aún sigo en la barra, alguien choca conmigo y casi me tira su bebida encima. Gran mierda de fiesta. Doy un resoplido y gasto mi trago. Estoy sola, y si me da algo de vergüenza, así que mejor me busco una mesa y tomo asiento. Sé que veré a mis amigos mañana, pero se supone que hoy iba a ser el gran reencuentro de la pandilla. ¡Y solo aparecimos 3 y medio! Al carajo, me voy. Me levanto con la intención de largarme, pero mi acción es interrumpida cuando Peter se arroja sin cuidado en la silla de enfrente, asustándome. ¡Dios...! Sus ojos conectan con los míos y me tenso algo nerviosa. Bueno, al menos ya no somos 3 y medio. Ahora si que somos 4 de la pandilla. —Luces increíblemente feliz y eufórico. Su pálida piel no trae nada de pintura neón, y no me extraña. Es un amargado cuando quiere, y por su expresión aburrida, es más que evidente. —Gracias.—Dice jugando distraídamente con la cajetilla de cigarros entre sus dedos.—Estoy tratando de demostrarlo significativamente. —¿Y la chica que no dejaba de parlotear en tus narices? —No sé, pero alguien debería cocerle la boca.—Gruñe con fastidio, y no evito reír un poco.—Lo digo muy en serio. —Suena a que te encantó.—Él esboza una pequeña sonrisa ladina.—¿Cómo estuvieron tus vacaciones? —Peor de lo que esperaba.—Se limita a responder, encendiendo un cigarro.—¿Y las tuyas? —Fueron mejor de lo que realmente no esperaba. Fui a acampar con Jo.—Peter da un resolplido burlón liberando humo de sus labios.—Imaginarás que no fue el mejor guía. —Debieron quedarse como les recomendé. Sus ojos barren por todo mi rostro antes de dar otra calada a su cigarro. —No quería arruinar el entusiasmo de Joseph. De verdad que mi amigo estuvo emocionado por salir de aventura al bosque conmigo. Lo mejor de todo el viaje fue la gran vista de la noche que tanto me gustó, así que también me impulso a mi ha seguir con nuestros planes, y de paso, despejar mi mente de locuras que últimamente me acechan. —Claro...—Musita inclinándose lentamente sobre la mesa.—¿Quieres bailar? Creo que la cotorra ya me encontró. Peter apaga su cigarro, y se levanta de la silla negra, ofreciéndome su mano. —¡Uy!, poner celosa a alguien, mi juego favorito. Tomo su mano y vuelvo a sentirme nerviosa. Odio esto, es algo que siento cuando rara vez lo toco. Y si, a esto me refería con locuras. —¿Cómo le hago para no ser un mierda con ella?.—Apunta con su barbilla a la chica que me fulmina con la mirada. Frunzo los labios pensativa y lo tomo de los hombros para bailar. Él pasa sus manos a mi cintura con gentileza, y analiza mi rostro esperando mi respuesta. —Dile que eres gay.—Peter entrecierra sus ojos en malhumor, y niega con la cabeza.—Entonces solo dile que no estás interesado. —Tal vez lo estoy.—Comenta moviéndonos en una rara clase de vals. —¡Mentiroso!.—Esbozo una sonrisa.—Hace menos de un minuto estabas quejándote de lo cotorra que te parece. Además, no es tu tipo. —No, ni de cerca lo es. Elevo una ceja con curiosidad, y él se encoge de hombros. —¿Qué?.—Espeta.—Tu dijiste que no es mi tipo, y yo solo lo confirmé. Ruedo los ojos sonriendo, y bailamos lo que queda de la canción. Una nueva empieza y alzo la mirada dándome cuenta de que los ojos verdes grisáceos de Peter se pasan alrededor del bar buscando, tal vez, apaciguar su aburrimiento. La verdad no sé cómo describir con exactitud al aveces, y muy silencioso, Peter Amadeus Phillips. Su carácter varía según su humor. Tiene días donde se limita a hablar con monosílabos, otros que se le pasa con un genio burlón, o simplemente drogado hasta los poros. Con todos los años que vengo de conocerlo sé de sobra que es una persona muy reservada. La verdad parece un "chico dark" sacado de algún libro. De hecho, siempre bromeo con Ellen sobre eso, así que igual nos referimos a él de ese modo, y no es para menos. Tiene ese aire misterioso y atrayente que definitivamente, a más de una en la escuela, le llama la atención. ¡Y vaya que llama la atención! Peter es altísimo, y gracias a su metro ochenta, su tez pálida, y su cautivador cabello castaño y ojos que cambian a ser verdes o gris obscuro con un toque de verde, en definitiva lo cataloga como un chico más que atractivo. Algo que considero definitivamente raro en él, es la manera en que su cuerpo se mueve con alguna clase de flojera extrema, pero siempre manteniendo un porte derecho y con clase. Es todo un divo dark...en fin. Así es Peter. —Finge que eres mi novia.—Susurra muy cerca de mi oído. Lo miro extrañada. —¡Hey Peter! Te he buscado toda la noche.—Reclama una chica de cabello n***o, ignorando por completo mi presencia.—¿Dónde estabas? —¡Perdónalo! Es que se la ha pasado bailando conmigo.—Me adelanto a responderle a la chica.—Es mi culpa. La mirada de ella se posiciona en mí, y me recorre de arriba a bajo con desagrado. —¡Y ella quién diablos es!.—Le pregunta la chica, señalándome. Peter no dice nada, se mantiene impasible.—¡¿En serio, Peter?! Aprieto los labios y escondo la cara en el cuello de Peter para no reírme. —¡Idiota! Alcanzo a ver a la chica irse enojada, y casi echando humo de las orejas. Creo que no le sentó bien el desplante del castaño. —¿De aquí a cuando eres tan solicitado por las chicas de la escuela? —Desde siempre, solo que no estabas enterada.—Espeta tranquilamente.—Soy el delicioso sabor misterioso que quieren probar antes de acabar la preparatoria. —O solo quiere experimentar el rechazo de un asno.—Peter alza una ceja ante mi insulto.—No entiendo cómo es que se rebajan a ser humilladas por un rostro atractivo. —Te voy a perdonar decirme "asno", solo porque también me has halagado diciendo que soy un rostro atractivo. Siento mis mejillas calentarse y lo empujo levemente.—Seguro...,voy por un trago. Jodido Peter. Nunca deja pasar la oportunidad para demostrar su egocentrismo. —¡Dos shots de tequila! Gracias a Dios, el bartender me escucha y en menos de dos segundos me sirve lo que le pedí. —¡Alay!.—Me giro dando con la preocupada expresión de Ellen.—¿Haz visto a Jo? —Pensé que estaba contigo.—Frunzo el ceño, ella sacude la cabeza en negación.—No pudo haberse ido, él me llevará a casa. —¡No lo encuentro por ningún lado!.—Saco mi celular y busco mi chat con él. No tengo ningún mensaje nuevo.—Ya lo llamé, no contesta. —Vamos afuera, veré si me contesta. Al salir, el aire fresco me recibe de golpe. Busco con la mirada a mi mejor amigo pero es inútil. No hay ni rastro de su motocicleta que lleva a todos lados. Marco su número, y después de unos minutos, me contesta. —¡Jo! ¡¿Dónde estás?!.—Inquiero con preocupación.—¡Ellen te esta buscando, me he preocupado! —¡Maldita sea!, Perdón Lay, surgió algo y tuve que marcharme, ¿tienes como irte? —¿Pasó algo con tus padres?.—Indago con más preocupación.—¿Todo bien? —No no no, solo me querían en casa. Ya sabes cómo es mamá. ¿Necesitas que regrese a buscarte? —No, está bien.—Musito, apaciguando mi preocupación.—Le diré a Ellen que me lleve a casa. —Okey, dile que hablaré luego con ella. Tú avísame cuando llegues a casa. —Lo prometo. Cuelgo la llamada y guardo mi celular en mi bolsa. —¿Sucedió algo malo?.—Me pregunta Ellen con inquietud. —No, nada, solo tuvo que irse. Me dijo que hablaría luego contigo. Ella asiente conforme y suelta un gran bostezo. —Ven, vamos por Peter.—Ladeo la cabeza con confusión.—Él nos llevará a casa, he bebido bastante. La tomo del brazo y nos adentramos nuevamente al club. Busco con la mirada al castaño, pero no lo veo por ningún lado mientras vamos a la barra. —¿Y si el chico dark se fue?.—Especulo indecisa.—Mejor le llamo para asegurarnos. Ellen se relame los labios y lo piensa unos segundos con la mirada perdida. Decido sacar mi celular, busco su número, y lo marco poniendo el teléfono en mi oreja. No oigo nada, pero no me rindo. —Mejor cuelga. Ya lo vi. Sigo su mirada, y a unos metros de nosotras lo veo, a él, a Peter. Una chica lo tiene rodeado del cuello, o más bien está afianzada a su cuello, y le está succionando la boca. Arrugo la cara en asco y disgusto. —Se ve muy ocupado...—Digo entre dientes, tomando el brazo de Ellen.—Mejor nos vamos en taxi. —¡De ninguna jodida manera! Desde mi lugar veo a la pelirroja caminar decidida, y luego picar con su dedo la espalda de Peter. Él se separa de la chica, y por supuesto que la chica no queda feliz de perder el contacto boca a boca. La chica le da una mala mirada a Ellen por interrumpir. ¡Ups! Se le arruinó el ligue por esta noche. Por lo que veo, no tardan mucho en hablar. En seguida, los ojos verdosos de Peter me miran de soslayo, y sin más sale del lugar. Ellen desde la distancia me hace una señal con la cabeza de que es hora de irnos. —¿Qué le dijiste?.—Susurro en voz baja, llegando a su lado.—Peter no es muy servicial como para llevarnos a casa. —Solo le dije que podía darle lengua a esa otro día, y que nos iríamos caminado y quedaría en su conciencia. Digno de Ellen. Es tan sutil y mandona. —Súbete.—Peter me abre la puerta, y ese gesto me hace elevar una ceja.—Yo cierro. Tú lo haces muy fuerte, me vas a descolgar la puerta. —Que exagerado...—Murmuro rondando los ojos. En el camino, veo que Peter tensa su mandíbula. Parece enojado, no estoy segura, él siempre luce molesto o aburrido, y la expresión es casi la misma. Cuando llegamos a mi casa, me despido brevemente de ellos, y con pereza entro para ir directo a la cama. Claro que antes de desmayarme, me cambio y cepillo, y por último le aviso a Jo que estoy en casa.

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