bc

Catarsis para Dos

book_age18+
1.7K
FOLLOW
7.0K
READ
billionaire
age gap
mate
dominant
powerful
independent
drama
bxg
suger daddy
expirenced
like
intro-logo
Blurb

Un millonario lo puede tener todo, el señor Luksic lo sabe, es un magnate con el mundo bajo sus pies. ¿Qué le traerá el destino cuando se emprenda en ese imposible de querer una esposa? Descubrirá la experiencia más intensa en su vida al comprender que todo cambia si el arte del placer se convierte en amor.

chap-preview
Free preview
La vi
El hombre desde que nace tiene el deseo de sentirse amado, la pasión es algo que lo identifica, varía la terquedad, el orgullo, la locura y sus ideales. Cada hombre tiene muchas de algunas de las descritas varía tan sólo la medida. Muchos son privilegiados con belleza, dinero y fama, pero son miserables al momento de querer encontrar el amor. Otros son bendecidos con un buen amor, pero no llega a ser suficiente, desean —al no saber de lo que significa ser amados, aceptados y valorados— de pronto la presión de tomar lo que otros fomentan como verdadera felicidad, entonces alejados de sí mismos quizá le dan más valor a la belleza de lo aparente o bien al dinero, quizá la fortuna que parece darlo todo al tener fama y renombre. ¡La vida es así! Diferentes ideales, diferentes metas, pero al final la misma conclusión: todo ser humano anhela el platónico ideal de hallar por fin la ansiada felicidad. Hay seres que saben de amar, otros que desean saberse profundamente amados. Algunos les importa un comino tal asunto. ¡Oh, pero que pocos son aquellos que desean amar con el alma y entregarse completamente sin miedo a perder, incluso sabiendo lo que eso significa! Se dice que todos experimentan el amor intenso alguna vez y que de ello depende casi la madurez mental y emocional como la estabilidad ante la adversidad. Nadie se libra del necio deseo de amar, sólo que a la gran mayoría los dominan las hormonas al ser muy jóvenes y a otros el temor cuando saben qué representa o qué esperar de arriesgarlo todo incierta y vanamente. Pero a unos pocos como a Anthony, simplemente les sucede luego de que viven todo cuánto anhelan. A veces incluso luego de imponer sus propias reglas y controlando todo cuanto es posible. Ese azaroso momento consigue llegar. Anthony justificaba que el amor es resultado de una necesidad del ser humano, influyendo que por naturaleza ningún ser vivo desea estar solo, así que al ser víctima del deseo y el juego de una naturaleza viva como animal el amor es resultado intrínseco de algo específicamente químico o s****l. Nunca se detuvo a concebir como cierto el amor que se promete o se expone entre una pareja enamorada, menos aún aquel del que muchos de sus conocidos aseguraban ser único porque surgían llamas y luces cuando sin desearlo ocurría el mal—según él— del: “amor a primera vista”. Anthony se gozaba en proclamar a todos los vientos y los puntos cardinales que los sentimientos son predecibles y que es posible acomodarlos según así se precise. Justificaba que el dinero lo es todo en un mundo donde la posición social, las influencias y el poder son rendidos ante la riqueza, por lo que cualquiera podría acudir a la felicidad con dinero y suplir la “locura” de necesitar amor. Este hombre desde niño tuvo todo cuanto un niño pudiera desear. Tuvo una infancia tranquila con muchos sirvientes y maestros a su disposición, gozaba de ser un chico inteligente como apuesto. Fue un jovencito visionario, agradable y sincero, le resultaba natural—incluso sin desearlo— ser el centro de atención de las buenas opiniones, siempre rodeado de muchos amigos que lo admiraban. Tampoco al ser mayor tuvo problemas con besar a la chica que le gustaba. Si bien no era el típico niño listo o prodigio, no se puede decir que le dio problemas ni dolores de cabeza a sus padres con malas notas o un comportamiento rebelde y necio. Así que Anthony, obtuvo siempre lo que quiso cuando quiso. Acostumbrado a jamás quedarse son el deseo o la inquietud de hacer algo que en verdad le gustara, con los años siguió preparándose académicamente y obtuvo títulos y maestrías en universidades de renombre. Le apasionaba ser no solo un socio competitivo al emprender su carrera laboral sino un líder empresarial muy comprometido al heredar los deberes que solía ejecutar su padre al ser el dueño. Pero como todo ser vivo, sin importar la clase social o el dinero los años habían hecho su efecto y ya no era un jovencito. Este pícaro hombre lleno de encantos y suerte acababa de cumplir sus cuatro décadas. La vida había hecho de él un adulto que no podía pedir más a su suerte, menos a la vida maravillosa que tenía, rodeado siempre de todo el dinero y el poder con el que muchos sueñan alcanzar. Un hombre nacido en cuna de oro, pero siempre respondiendo responsablemente a ello. Con las mujeres nunca tuvo un conflicto, ni asuntos serios con ninguna. Como cualquier hombre curioso había conseguido disfrutar de muchos placeres, pero jamás había tomado como algo serio “enamorarse” de alguna. Tampoco le puso atención a las chicas que se enamoraban profundamente de él, menos deseó obsesionarse con alguna. A cómo venían se iban, sin que a él le importara nada más que disfrutar de lo que se daba. Cualquier drama innecesario lo evitaba y de llegar irremediablemente con simplicidad lo ignoraba. Y quizá por ser así, jamás pasó por algún momento desagradable, pero no podemos decir lo mismo de aquellas damas que si deseaban más de él que simplemente dormir un rato luego de tener su atención y todo el éxtasis de un encuentro furtivo o casual. Anthony tenía como padres a personas reconocidas en el ámbito empresarial. A sus cuarenta años se había convertido en un líder reconocido con muchas chicas que se movían en su mismo círculo social dispuestas a casarse con él. Si bien Anthony no había considerado un matrimonio menos formalizar con algunas de las mujeres que lo frecuentaban, si comprendía que, al ser el único heredero de los bienes de su familia, forzosamente necesitaría de un heredero. A su favor tenía no sólo el factor económico bien posicionado y el renombre, seguía siendo un tipo apuesto. Aquella buena apariencia juvenil y vigorosa jamás lo abandonó, además las comodidades a las que estaba acostumbrado colaboraron lo suficiente para que siguiera siendo un hombre con el tiempo necesario para dedicárselo a sí mismo. Le gustaba viajar, comer bien, hacer deporte y amaba los vehículos deportivos. Especialmente los de formula uno, cuyo patrocinio jamás negaba. También le apasionaban los juegos de azar, invertía en diferentes rubros por simple placer de conocer si el hado estaría a su favor, por lo que era habitual para él apostar para caballos de competición y de niño tuvo su propio instructor de equitación. No hacía mucho que había conseguido tener un curso intensivo de cómo sobrevolar helicópteros. Un soltero apetecido, rodeado del encanto y deseo de mujeres muy hermosas y codiciadas. Un día de primavera cuando bebía café en su oficina, se tomó seriamente aquello que deambulaba en su mente con mayor fuerza que nunca antes. Llevaba varios días en que tal cavilación seguía latente especialmente cuando estaba solo. En su oficina o despacho en un alto edificio; propiedad de su familia, disfrutaba de la vista privilegiada hacia la cuidad. Una vez más como cada mañana antes de su reunión con su representante preparaba su siguiente motivación para legar deberes antes de tener que viajar. Sus padres tenían ya varias semanas recordándole que ya tenía la edad para convertirse en un hombre menos liberal y más comprometido en cuánto a sus relaciones con las chicas. Ambos padres eran muy conservadores, reservados y diplomáticos. Muy religiosos también, especialmente su madre, quien era una dama tradicionalista que con satisfacción profesaba su religión heredada de sus abuelos quienes se habían convertido al catolicismo ortodoxo al viajar y quedarse a vivir durante muchos años en países donde había tal manera de abordar la espiritualidad. Si bien no se sentía preparado para ser papá, sabía que conforme el tiempo pasará la decisión sería más apremiante. Sus padres no dejarían de presionar, deseaban una boda muy formal establecida según la religión que ellos profesaban. Si bien Anthony había aceptado ser obediente, responsable como visionario en sus deberes, jamás adoptó tal religión como algo suyo. Respetaba aquello en sus padres, pero jamás lo deseó para sí mismo. Sin embargo, eso no le restaba seriedad al asunto, de no tener heredero ¿quién se quedaría con todo aquello? — producto de años y años de trabajo e inversiones de toda la familia de su madre y padre por durante años y años— ¿un extraño? ¿un familiar lejano? “No, tengo que buscar a alguien. ¡Qué cosa más degenerada!” **** Anthony había acordado darse un descanso de varios asuntos al dejar a cargo a su representante; el señor Antoine, un abogado muy serio, responsable y disciplinado. Si bien Anthony siempre estaba seriamente comprometido— un líder siempre sabe que su visión debe ser firme y el éxito depende no sólo de cómo saber tratar a las personas sino de conseguir una actitud firme —había deseado darse un respiro de la ciudad, de los viajes constantes, de sus citas y sus noches de placer (ya que llevaba muchos años viviendo así) y resto de asuntos, así que rentó una casa en un pueblo tranquilo. Quería al volver encontrar el valor necesario para tener que asumir su nuevo deber: casarse. Si bien Anthony solía ser un hombre como cualquier otro, en algo quizá podría ser un tanto particular. Todos hablamos consigo mismos de vez en cuando, tal vez creamos amigos imaginarios, pero Anthony siempre había conversado con alguien como si se tratara de un ser de carne y hueso, tan humano como cualquier hombre o mujer. Un ser que sólo él podía ver y comprender. Solía no solo acompañarlo también lo aconsejaba y guiaba, aunque Anthony siempre fuera de carácter fuerte, impetuoso y algo cerrado en sus propios deseos le gustaba escuchar. El tiempo le había enseñado a convivir con ese ser o entidad que lo consideraba tal vez parte de sí mismo y lo tomó con naturalidad. Jamás deseó indagar o saber quién era o porqué seguía acompañándolo. Los niños dejan de jugar con un amigo imaginario cuando crecen, pero para Anthony eso nunca cambió. Así que se había acostumbrado a aquella presencia que siempre lo acompañaba o conversaba con él. Quizá después de todo, Anthony tenía no solo una particularidad alocada o desvarío mental, quizá algunos osados dirían que podía ver aquello que otros no. Cuando estaba solo, este peculiar amigo tomaba forma humana, mostrándose como un joven amistoso y alegre. Tal cual un par de amigos de siempre, hablando de sus hazañas, conquistas y aventuras en la vida. Éste ser tenía nombre, Anthony lo llamaba Ed. Hacía una semana que se había mudado a una parte muy tranquila de un pequeño pueblo a una distancia no muy lejana de la ciudad; distaba quizá de unas cuántas millas, cuarenta minutos viajando en coche. Un pueblo no muy conocido muy amplio y tranquilo con vista natural hacia donde fuera. Personas tranquilas, ambiente sereno, casas cómodas muy bien urbanizadas. La villa donde se quedaba tenía un parque protegido natural de recreación muy grande con bancas para sentarse y contemplar la vista. No muy lejos de ese parque quedaba una universidad que por las mañanas servía como escuela pública para secundaria. El ambiente no sólo era sano sino muy relajante. La quietud sin duda le daba otra perspectiva de la ciudad. Si bien no podía alejarse de sus responsabilidades, la presión ejercía menos estrés en él. La casa que arrendaba tenia dos pisos, muy espaciosa. Contaba perfectamente con sus requerimientos y deseos. Quizá sencilla para él y para lo que estaba acostumbrado, lujosa para quienes vivían en aquella pequeña población y no podían acceder a tal manera de arquitectura y construcción. En esa localidad era poco frecuente ver gente nueva. La mayoría se conocían. Así que, para muchos vecinos, fue punto de curiosidad la llegada del nuevo caballero al vecindario. Pero nadie reconocía su nombre, menos su posición social entre otras cosas. Así que para él resultó no solo agradable sino perfecto. Durante esos días, no era necesario que saliera. Se la pasaba leyendo o planificando sus diversos entretenimientos al contestar llamadas de sus amigos más cercanos o antiguas “citas”. Llevaba varias mañanas despertando antes de las seis. Desde lo alto de su terraza contemplaba el basto parque antes de tomar el desayuno. El parque natural se vislumbraba claramente desde esa parte de la casa a doble altura, luego una densa arboleda que daba a un lago donde se podía dar paseos en canoa tipo kayak o pescar en épocas determinadas y establecidas legalmente por las autoridades. El lugar era un área protegida donde era prohibido cazar o deambular en el bosque para hábitos similares, ya que contaba con especies en peligro en extinción. Su amigo inseparable le hacía compañía y mientras él bebía un café, ambos veían con atención a las personas que pasaban, iban a ser casi las siete y a pesar que era un pueblo pequeño, la mayoría de personas solían trabajar en la cuidad. Por eso nadie se mudaba ahí, era complicado trasladarse a la ciudad. Anthony y Ed, veían a muchas personas transitando por el sendero empedrado que se marcaba sobre la hierba. Algunas personas iban bien vestidos al trabajo, otras menos llamativas para viajar en trasporte público y algunas mujeres más trotando. El pueblo contaba con mucha belleza natural a diferencia de la cuidad, con sus altos rascacielos, el sonido de los automóviles y el estrés de una cuidad ocupada por la tecnología y el consumismo. —Esa chica es hermosa. Mira su cabello, su rostro, esas piernas, y esa manera de caminar. ¡Uff! La forma en la que sonríe… ¿No te parece una mujer perfecta para mí en una cena agradable? — Susurró Anthony luego de darle un trago a la taza de su café favorito. Su acompañante sonrió. —Ah… No, en realidad no. Mírala bien, Anthony. Hoy como muchos otros días, lo ha hecho con la intensión que alguien la vea como tú lo haces, es hermosa, pero eso no significa que sea la mujer perfecta para ti y que puedan tener una cita. Anthony veía el cuerpo de aquella despampanante rubia de traje formal en tono azul por la chaqueta y la falda en rojo encendido, caminaba contoneando las caderas con sus llamativos zapatos de tacón de aguja negros en charol. Se dirigía a la calle principal andando como una modelo de pasarela de alta costura. Se puso algo serio con la opinión, pero lo tomó con naturalidad. —De acuerdo. Su amigo había adivinado lo que pensaba. Tenía en el corazón el deseo de casarse, se había propuesto hacerlo si eso pasaba con una mujer que en verdad lo cautivara. Había aceptado la ayuda de su amigo para que no terminara guiándose por sus pretensiones y sus malos hábitos. —Bien. ¿Qué tal esa de allá? Se preocupa por su salud, se ve muy tranquila, va sin la intensión de ser mirada, puede distinguirse que es una mujer serena… Se refería a una que trotaba en compañía de un perro pastor alemán. —Mejoraste. Pero te tengo malas noticias, esa mujer es noble pero su orgullo es abismal, estudia para ser bióloga y no sólo cumplirá su sueño será una excelente científica, aunque siempre es amable, es alguien que ama ser el centro de atención. Margina a quienes no piensan como ella. En realidad, más que su carrera siempre vivirá más interesada en lo que piensen de ella y eso no cambiará durante toda su larga vida. Anthony no harías vida con alguien así, tú eres muy testarudo, vivirían discutiendo siempre. No imagino la clase de matrimonio que tendrías con alguien que pelearía por el espejo contigo todo el tiempo. Ah, y no quiere tener hijos. Anthony se volvió a Ed un tanto irritado. —Ed, te diré algo… Llevas prejuzgando a cada mujer que he decido a conocer desde que llegamos. No existe la mujer perfecta, simplemente quiero darme una oportunidad con alguien que pueda comprender lo que pienso y que acepte el modo en que me gusta hacer las cosas, quizá las juzgas muy severamente. Nadie podrá darme todo lo que quiero, pero acordaríamos algo para llevarnos bien o divertirnos mientras… Su acompañante mostró una gran sonrisa. —¡Ay, Anthony! El matrimonio no es sólo una transacción o un acuerdo que haces para tener sexo o bienes. Formar una familia es algo serio y necesitarás a una buena mujer para que sea la madre de tus futuros hijos. Y justamente porque te he visto salir con tantas y dormir con innumerables mujeres sé que no hay ni siquiera una oportunidad, te evito tiempo perdido Anthony. ¡Qué triste tener alguien y que no sea capaz de tener una conversación agradable! Anthony se volvió completamente a él. —Tu mejor que nadie debería saber que la relación perfecta no existe, menos el amor por siempre. Ya te he dicho innumerables veces lo que quiero recibir de una mujer, pero eso no quita que sea bonita y que me tenga que gustar cómo se vea cuando ya sabes… — Explicó. Pronto volvió su vista al frente. Ambos se quedaron en silencio durante un momento contemplando la arboleda que daba al camino en el parque. Anthony conocía bien a Ed. Su amigo no le permitiría conocer a cualquiera para semejante hazaña. Aquella búsqueda parecía tonta, él podía tener a la que quisiera cuando quisiera. “Buena mujer… ¿Existe eso hoy en día?” Tomó su taza y se bebió todo el café, echó un vistazo hacia el interior con intención de telefonear a la compañía donde su representante no tardaba en llegar. —¡Hey que tal ella! El tono de Ed expresó entusiasmo. Anthony ceñudo se volvió una vez más al frente. Entonces miró a una jovencita de cabello castaño, que llevaba una sudadera azul, grandes lentes de aros negros, jeans flojos, y zapatillas deportivas, iba a grandes pasos y un trote torpe. Llevaba una mochila gastada al hombro, se veía muy joven. Anthony calculó con base en lo que vio pensando que quizá a lo mucho su edad oscilaba entre los veinte años. —¿Ella? ¿Bromeas, cierto? Ed lo negó con la cabeza sin dejar de mostrar un gesto gozoso. —¿No escuchaste lo que te dije? —Sí. Y por eso creo que te interesaría. Sé que te causa curiosidad aquello que todos dicen ser cierto, pero que tú no has experimentado. Sé que muy en el fondo de tus ambiciones deseas que esa mujer que debas conocer te convenza de tener un compromiso serio. —Exactamente. Por eso no sé que tiene que ver. Ella es muy joven, mírala. Su manera de vestir es muy simple. Se nota que le falta mucho por conocerse a sí misma, mucho por aprender, estoy seguro que sabe nada sobre lo que quiere o le gustaría vivir. Ed mostró una gran sonrisa. —Anthony, las apariencias son muy vanas e ilusorias. Ella sabe más de sí misma que tú. Ha aprendido de sus experiencias y valora la vida que le ha tocado vivir. De hecho, es bastante estable a su edad, tiene metas muy claras. Quizá es la primera mujer que veo cruzar ese parque sabiendo qué es lo que quiere en la vida y lo más importante para qué. Anthony no pudo evitar mostrarse muy desconcertado. Volvió a contemplarla. Ella seguía andando a toda prisa. De pronto elevó sus brazos para colocar una liga a su cabello y así no seguir con el cabello suelto. La sudadera se le subió por encima de los glúteos, entonces Anthony pudo ver su diminuta cintura y sus amplias caderas. De pronto aquella jovencita sonrió al ver hacia un extremo donde había varias flores. Siguió con la sonrisa al andar y se colocó un par de audífonos. Supo que ninguna sonrisa podía compararse con esa. Se sintió hechizado súbitamente ante aquella sonrisa dichosa. Le había parecido mágica, había inocencia, pureza y sinceridad en ella. Ed al ver su reacción muy complacido se acomodó a su lado tocándole un hombro. —Sólo hay algo… La dama se alejó hasta pasar completamente de la vista de Anthony. Al escuchar eso Anthony se volvió a Ed, frunciendo el ceño muy serio. —¿Algo? Ed asintió con la cabeza sonriendo. —Parece enamorada. Lo interesante es que ella es muy consciente de que el hombre que está a su lado no es para ella, pero sabe que compartir es mejor, disfruta de su compañía. ¿Por qué no la conoces mejor? ¿Por qué no la llamas? Primero lo miró con incredulidad antes de hablar. Su amigo jamás le había dicho algo parecido en toda su vida. —¿Qué dices? —Sí, conócela mejor. Inclinó la vista respirando hondo. A la misma vez apesadumbrado y confundido. —Ed. Creo que estás loco. ¿Te burlas de mí como siempre lo haces? —Preguntó mirándolo seriamente a los ojos. Ed lo negó con la cabeza. —Entonces comprende que si corro tras ella creerá que soy un demente. Además, toma en cuenta que soy mucho mayor que ella. No se interesaría en mí. Ed soltó una carcajada. —Tienes a tu favor una buena apariencia, a tus cuarenta, estás en buena forma. Descuida, no se nota que tengas tantos años manipulándolo todo. Anthony sabía que si Ed la había señalado era por algo. Entre sus varias opciones llegar ahí había sido sugerencia de Ed. En cierto modo al comprender que su amigo le insinuaba tratarla percibió cierta emoción. En verdad quería darse una oportunidad. Si bien de alguna manera pesaba mucho en él la idea que la dama era aún muy joven, de algo estaba seguro; si la volvía a ver pasar tomaría como factible ir a ella. Algo propio de las coincidencias de su destino creando serendipia para conocerla. Al saber que ya existía una posible candidata, sonrió agradado. Ed notó el gesto de Anthony. “Si llevaba una mochila al hombro, significa que estudia. Quizá en esa universidad que queda a unas calles luego del parque. Tal vez viva cerca de aquí” —Ya veremos si aciertas, Ed. No me parece que sea la mejor opción, pero ya qué, te tomo la sugerencia. Muy contento corrió la puerta para llegar a su habitación. Todavía podía ver en sus pensamientos esa cálida sonrisa juvenil; esos labios rosas que delineaban tal gesto con perfección. “Alegre, simple y joven. ¿Para mí?” Lo que jamás tomó en cuenta para conocer ahora le producía curiosidad y cierto encanto.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

La guardaespaldas

read
52.7K
bc

Al Mejor Postor © (Fetiches I)

read
145.3K
bc

Tras tus Huellas

read
35.1K
bc

La Mirada de Jade

read
88.2K
bc

Maestro privado del placer

read
254.2K
bc

SUMISA POR ACCIDENTE

read
351.1K
bc

ROMANOV

read
668.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook