La Venganza del Príncipe

—Majestad, ¿Realmente cree que sea lo correcto? —preguntó mi consejero. Sabía que el proyecto que estaba haciendo no era la mejor decisión, pero sabía que era la acertada. —Claro Nick, se que es lo mejor —el asintió y se fue. Las cosas después de eso no mejoraron mucho. La gente siempre estaba preguntando si la inversión que el país estaba haciendo era la correcta, ellos me querían pero dudaban de mi. Una Reina sola sin su esposo, en un mundo machista, la realidad se vuelve complicada. No consideran que alguien como yo pueda hacer algo increíble, al carecer de mi esposo quien falleció residentemente. Las cosas para mi se volvieron difíciles. Luego de todo esto, estaba feliz, tenía un bebé en el vientre quien era fruto del incondicional amor que él y yo nos teníamos. Nada podía faltarnos, estábamos realmente completos. Luego él fue asesinado en un altercado al palacio y los problemas se desataron. Me convertí en Reina sin él y me costó mucho lograr que el país confiara en mi. Gracias a eso, hoy puedo oficialmente lanzar este proyecto que hará más importante nuestro país, todo por esa confianza que hoy me tienen. —Majestad, tenemos un problema con el dinero —dijo mientras corría mi consejero. Parecía agitado y cansado. —¿Qué ocurrió? —pregunté desconcertada —La inversión majestad, se perdió. Todo lo invertido se convirtió en pérdidas en lugar de ganancias, todo el país quiere su cabeza y no hay manera de pararlos —su voz parecía llena de estupefacción. Ambos sabíamos que este proyecto fue encomendado por la Reina madre y el antiguo Rey que era el padre de mi esposo. No sabía que esperaba pasar ahora, pero sabía que si el país quería mi cabeza. La iban a obtener. /// Pasaron los días y fuimos atacados. Todo el país se comploto en nuestra contra junto a unos soldados de otros países. Ellos sabían que habíamos hecho un agujero n***o que acabaría con todo, querían deshacerse de nosotros antes de que empeorara. Missa era una de mis doncellas más leales y también de toda mi confianza. Ella vino hasta mi y me dio su ropa. Ambas teníamos un aspecto similar, aunque ella tenía los labios más finos que yo y eso la hacía lucir más bonita. —Cámbiese majestad —me sonreía mientras me pasaba su ropa, yo sabía sus intenciones y no quería aceptarlas. —No lo permitiré Missa, no pagarás por mis errores —dije al borde del llanto, ella negó con la cabeza sonriendo. —Usted está embarazada majestad y lleva dentro lo único que queda del que fue el mejor Rey de este país. Protegerlo es nuestra prioridad. Debe escapar y llevar a su hijo lejos de aquí —habló ella, mi corazón se detuvo y ahí fue cuando noté que era cierto. Pero no permitiría que eso pasara. Ella hizo una seña y varias doncellas aparecieron, me vistieron a la fuerza y me arreglaron el cabello. Luego vi a Missa ponerse mi ropa y ponerse la corona en la cabeza. Ella y yo somos similares en todo menos en el rostro, pero desde la muerte de mi esposo yo le brindo luto; uso un velo n***o en mi rostro y nunca me lo saco. Cuando Missa se coloca el velo, queda idéntica a mi en todos los aspectos y se vuelve imposible que alguien la reconozca. Siento miedo y un fuerte dolor de cabeza; “esto era mi única y exclusiva culpa”. Ella me abrazo y yo lloré en su hombro. —Missa —dije angustiada, sabía que ella moriría hoy. —Tranquila majestad, cuide de su hijo y edúquelo como un gran hombre. Que sepa quien —me soltó y dos guardias me tomaron de los brazos arrastrándome fuera. Me mezclaron entre las otras doncella —Los que nos ocupamos de esconderlas somos fieles a ustedes, nunca hablaremos de usted o del pequeño Príncipe —hablo uno de los guardias, quien casualmente era el guardaespaldas de mi difunto esposo. —Cuando esto acabe, vaya al puerto. Habrá un barco esperándola para llevarla lejos —murmuró otro, hablando lento y bajo. Cuando todo el revuelo acabó, hice lo que se me dijo y en poco tiempo; estaba en un barco huyendo con mi bebé de cinco meses. Estaba nerviosa de que nos depararía el destino pero estaba lista par afrontarlo. Por mi hijo. 5 Años Después —Mamá, ¿por qué no puedo ir a la escuela? —Preguntó mi hijo, yo solo me senté a su lado y suspiré. —Si vas a la escuela; los malos nos encontrarán y ya no estaremos en paz —Le conteste yo, el me abrazo y así nos quedamos. Se que es rudo decirle eso a un niño, pero en ese momento nos encontrábamos en la casa de la ex novia y ex amante de mi difunto esposo. No estábamos en una situación para hacer de cuenta que nada pasaba, mi hijo debía saber la gravedad de la situación. Si habla de más, todo terminará mal