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Nuestra vida después de una vida

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Blurb

¿Será cierto que hay que tener cuidado con lo que se desea? Esto es algo que tendrá que descubrir Eunice Thompson, una joven Neoyorquina, la cuál ha pasado por muchas dificultades, que han cubierto de monotonía cada día de su vida. Sin embargo, su cumpleaños número veinticinco, resultará ser más significativo de lo que ella creía, ya que marcará el inicio en dónde su destino se verá enmarañado, por la nueva vida que llevará a cabo gracias a su enigmático y atractivo jefe, Johan Myers. Ella intentará mantener una relación profesional con él pero se verá atrapada por una misteriosa atracción, que la llevara a conocer un mundo nuevo.

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Capitulo 1. Tres deseos.
Prólogo Luego de cruzar esa gran puerta, de una de las muchas del castillo, ella observa los alrededores y se deslumbra al ver las amplias paredes y enormes marcos de distinguidos diseños. La luz del sol es percibida de manera opaca tras perderse en el cristal de las enormes ventanas. Los sillones y mesas se encuentran cubiertos por transparentes telas negras, de las cuales no se logra distinguir el largo paso de los años. La joven decide enfocar su vista hacia el techo, quedando fascinada por la obra plasmada en el mismo, dando la impresión de ser una réplica exacta a la que está situada en la capilla real del Palacio de Versalles. Continúa su camino y baja por unos pequeños escalones. Se siente encantada por la estampa aristócrata y sutilmente gótica que desprende el salón, que le transmite un extraña sensación de comodidad ante las adversidades ocurridas en su camino. Pero lo que más logra llamar su atención, es una inmensa cortina color blanco humo, que cae desde el techo al suelo, y sospecha que detrás de ese telón se encuentra algún marco o pintura. «Pero… ¿Por qué tendría que ser tan grande? » Se pregunta. De algún modo se siente atraída por el misterio que podría esconder aquella tela. Da unos pasos hacia al frente y comienza a experimentar una sensación extraña, que entre tanta turbulencia solo puede describir como adrenalina e intriga. Ella piensa que quizá ese efecto se deba a que no debería meter las narices donde no le conviene y que lo mejor sería seguir escapando. Sin embargo, sus dudas, sus miedos, y sus deseos hallar la verdad incrementan en cada paso que da, y un sentimiento profundo le asegura que varias de sus preguntas pueden ser descifradas justo ahora. A medida que se va acercando, los latidos de su corazón se aceleran y un efecto estimulante se apodera de ella, a tal punto de mandar al olvido todo su entorno y mantenerse hipnotizada por el secreto que podría esconder la enorme cortina. « ¿Por qué? ¿Por qué me atrae tanto? » Se queda de pie al estar frente a aquello que tanta curiosidad le ha causado y su emoción aumenta de manera desorbitante. Presa de la inercia y curiosidad, acerca su mano y de inmediato percibe un efecto de hormigueo, que recorre desde la parte superior de su cuero cabelludo, seguido por su cuello, columna y terminando en las plantas de sus pies. Ella se da cuenta que la tela se levanta al entrar en contacto con su piel y en lugar de sentir temor, sucede lo contrario y le resulta agobiante pensar en dar vuelta atrás. Sus ojos pierden el enfoque de su realidad. Sus oídos se mantienen absorbidos y complacidos ante el silencio. Nunca antes se había sentido de esta manera y no desea nada más que no ser interrumpida. Ella distingue que su mano atraviesa la tela, como si se tratase de una suave cortina de agua. Siente que unos cálidos dedos comienzan a acariciar su mano y su cuerpo tras ayudarla a cruzar por la cortina. Se mantiene hipnotizada, y aunque este envuelta en un trance, logra darse cuenta de que aborda un panorama cubierto por diversos colores cuan pinturas en oleo, los cuales empiezan a arroparla y seducirla, mientras sigue sintiendo tactos placenteros por todo su cuerpo. Se percibe liviana, como si su cuerpo flotara, a continuación siendo presa de la estática. Ven aquí… Acércate… Yo te guiare… Nosotros te guiaremos… Eunice… Siente que sus oídos son hechizados por esas melodiosas voces, en cuanto su rostro termina de ser acariciado por muchas manos, dándole una sensación similar a un cuerpo cuando rompe de forma muy lenta la tensión superficial al salir de una piscina. Ella se deja guiar, permaneciendo en un estado idéntico al asmr, hasta llegar a un punto en el que cree que es levantada de su cama, dejando sus pies de manera abrupta en el suelo. No obstante al parpadear, baja su mirada y toca su rostro. Se encuentra muy mareada y confundida por lo que experimento hace un momento, y comienza a entrar en sí. «Pero que… ¿Qué fue eso? » Toca su pecho para calmar su palpitar, se pregunta sobre lo sucedido, y alza su vista en busca de respuestas, pero esta se muestra perpleja ante el sombrío escenario en el que se posiciona. Su corazón late con mayor intensidad y sus manos empiezan a temblar. Intenta identificar el desconocido lugar, pero no le resulta nada similar a cualquier otro sitio donde ella haya estado. —Que… ¿Qué es esto? Dónde... ¿Do-donde estoy? Capitulo 1 Tres deseos Los 90’s. Una década llena de muchos contrastes. Una época donde el avance tecnológico es lo más primordial del día a día, lo cual puede resultar de forma positiva y negativa para la sociedad. Por supuesto que como población, el aspecto positivo siempre será bienvenido pese al impacto que un aspecto negativo provoque. No soy una chica pesimista pero específicamente hoy, un miércoles seis de septiembre del año 1995, es precisamente un día donde me tengo que ver más forzada en adaptarme el lado positivo de las cosas. —Lo siento mucho, Eunice… Quizás este trabajo no era lo tuyo. «Lo que digas Patrick… Supongo que mi licenciatura no fue suficiente para trabajar en Sterling Publishers…» Pienso y tomo el sobre que me está entregando, donde supongo que esta mi liquidación. —Si lo deseas podría ayudarte con tus pertenencias y llevarte a tu casa… Ya sabes… Arqueo una ceja sin que él pueda notarlo. « Buen intento galán… » —Oye no te preocupes… Agradezco tu ayuda pero estaré bien —digo y optó por levantarme de mi escritorio, tomo mi bolso y mi saco—, usaré el metro. Vendré por mis pertenencias mañana temprano. —Me doy la vuelta y comienzo a caminar por el pasillo de uno de los cubículos, para salir cuanto antes de la empresa a la que acabo de ser despedida. —Bu-bueno… Ten cuidado… Sabes dónde buscarme por si me necesitas… —escucho a Patrick hablar mientras me alejo. Elevo mi mano y sin mucho ánimo hago una señal de aprobación con mi pulgar. «Prueba tu suerte con la siguiente, campeón. » Salgo del edificio y siento que un enorme peso en mis hombros se ha desvanecido. Saco del bolso de mano mi Walkman y observo los tres cassette que decidí traer conmigo esta mañana. «Mmmmm este no lo había escuchado…» Now here you go again You say you want your freedom Well, who am I to keep you down? It's only right that you should Play the way you feel it But listen carefully to the sound Of your loneliness Inicio mi recorrido por las calles de Manhattan, mientras oigo música para olvidarme de todo mi entorno. La música, siempre ha sido mi refugio y una de las cosas que me ha ayudado a mantener vivo mi espíritu en momentos como este. Al mismo tiempo en el degusto de la melodía, llego a la Grand Central y comienzo a bajar las escaleras para tomar la línea cinco. No está muy lleno, sin embargo no tengo ganas de sentarme, por lo que me sostengo de una de las barandas. Conforme el metro avanza, la música deja de resonar y le abro paso a un camino de pensamientos en el cual me voy perdiendo. La vida es injusta, no obstante, mi padre me enseño a siempre llevarla de la mejor forma. Él era un hombre muy trabajador y se esforzaba para que no nos faltase nada. Decía que no importaba cuantos golpes recibiera, él se encargaría de ser a prueba de todo por su familia. « —Eunice… Tenemos que hablar… Quiero que sepas que yo no estaré en este mundo para siempre… Por mucho que desee quedarme, llegara el momento en el que deba irme… Por eso necesito que seas fuerte. Eres la hermana mayor, por lo que llevas una responsabilidad similar a la de tu madre. Debes trabajar duro para ser alguien que pueda sustentar a tu familia y darles un futuro mejor. No estoy diciendo que no debas vivir tu vida y pensar en ti… Pero quiero que entiendas, que tu familia es lo más importante. Solo mírame a mí… Gracias a ustedes es que he mantenido mi fuerza para seguir luchando… Oh vamos… No pongas esa cara mi princesa… Yo viviré mientras ustedes me lleven en su corazón… » Jamás hubiese imaginado que meses después, mi padre habría sido vencido por el cáncer. Él nunca quiso que supiéramos que estaba enfermo, por eso siempre se mostraba lo más contento posible y se esmeraba para poder vivir junto a nosotros como si fuera el último día de su vida. Desgraciadamente, su último día llego, siendo en una fecha como hoy. Tan absorta estaba en mis recuerdos que no pude darme cuenta que había pasado mi parada. «Carajo… No tengo más dinero en la tarjeta… » No tengo de otra que bajarme en esta parada e irme a casa caminando. Por suerte son las cinco de la tarde, por lo que no debo preocuparme de los peligros de la noche. En cuanto camino por las calles de aquel barrio de Brooklyn, aunque me encuentro muy tensa, me siento fascinada de la tranquilidad que percibo justo ahora. No obstante, comienzo a sentir mucha sed y quiero algo de tomar para saciar mi cuerpo. Aún falta mucho por llegar a casa y no poseo más dinero para comprar alguna bebida. «Demonios… No tengo ni un centavo…» Estaba por resignarme y apresurar mi paso, cuando el anuncio en una pared llama mi atención. — ¿Agua mineral gratis? Vaya… Pero este lugar es —Al levantar mi mirada puedo ver con claridad el nombre del lugar—. El santuario de Eve… ¿Es un bar? Me resulta algo extraño este sitio pero por alguna razón el nombre logra llamar mi atención y por ello decido entrar, además de querer agua gratis. Al adentrarme detallo el establecimiento, percibo un ambiente extraño pero agradable. Distingo que el piso está diseñado en dominó clásico. Las paredes son de un purpura opaco y adornadas con luces de neón de intenso azul y rosa. También hay cuadros de obras de arte celebres y algunos que a simple vista parecen ser de artistas de Brooklyn. Los asientos y las mesas son del estilo de los años cincuenta, y al inicio de estos se encuentra una rockola. Hay un pequeño escenario al fin del salón, junto con los instrumentos, supongo que al parecer el establecimiento tiene una banda. Camino hasta la barra y me atiende una chica, la cual luce poco agradable. —Buenas tardes… Eh... Por favor un agua mineral. —pido pero ella me mira de forma muy despectiva y voltea sus ojos. Saca una botella del refrigerador y la desliza en la barra. —Aquí tienes. —dice y la tomo tan rápido como puedo para no tener que lidiar con ella. A pesar de la mala atención que recibí, el sitio me parece acogedor, por lo que decido ir a sentarme en una de las mesas. —Gracias. Me sentaré un rato a tomarla. —menciono, ella solo me ignora y sigue en lo suyo. Elijo un asiento cerca de la rockola, de modo que podía tener una buena vista del escenario. Un grupo de chicas de alrededor de veinte años, se encuentra cerca y al parecer están emocionadas. — ¡Ya quiero que se presenten! ¡Estoy ansiosa de verlos! —Espero que esta vez podamos pedirles una cita. —Oigan no creo que ellos estén interesados en nosotras. — ¿Por qué? No seas aguafiestas… — ¡Si, Tania! Por Dios… Deja de ser tan pesimista. —Solo es cuestión de saber usar algunos trucos. Como el fingir que nos gusta su música. —Jajajajaja ¡Que cruel eres, Candy! Supongo que una banda va a presentarse y por lo visto no tienen el mejor tipo de fanaticada. No tengo interés en indagar mas sobre el asunto, por lo que me concentro en seguir bebiendo mi agua. Recuerdo que tengo que reorganizarme de ahora en adelante, así que saco un pequeño cuaderno de mi bolso, ajusto mis lentes y comienzo a escribir unos apuntes. Luego de unos minutos, las chicas empiezan a gritar emocionadas, casi sacándome de mi concentración, sin embargo no presto atención a lo que sucede. Pienso que quizás la banda ha llegado, por lo que no podría seguir escribiendo tranquila mientras hubiese ruido. Dejo el bolígrafo y mi agenda. Me quito mis lentes, toco mi seño tratando de hacerme un pequeño masaje en esa zona y en la frente. «Ya es hora de volver a casa… Este día ha sido jodido y estoy muy cansada…» Estoy a punto de levantarme pero escucho una agradable voz que me hace permanecer en mi asiento. —Probando. Probando… Muy bien. Bienvenidos sean. Es un placer tocar para ustedes el día de hoy. Por favor quédense y disfruten de la música. «Cielos…» Para mi sorpresa, su voz me estremece y me hace sentir de una forma que no puedo describir. Tiene un acento muy peculiar, quizás sea británico. Suena firme y amable, y por alguna razón me siento incapaz de irme sin escuchar al menos una de sus canciones. Como el grupo de chicas está de pie y yo aún estoy en mi asiento, no puedo ver a la banda, ni al hombre cuya voz me ha cautivado. —Esta canción no es de nuestra propiedad. Proviene de un grupo de Suramérica y me parece que tiene una preciosa letra. Espero que les encante tanto como nosotros. « ¿Suramérica? Interesante… De allí proviene mamá. » Me quedo en mi asiento, relajo mi rostro en mi mano con el codo descansado en la mesa y solo me limito a oírlos mientras veo las luces. El piano inicia su melodía junto con unos pequeños toques de la batería y la guitarra. Eres un rio sin final En el que vamos flotando Sin ver más allá del próximo giro que das De pronto siento como si una corriente eléctrica recorriera todo mi cuerpo, no solo por la letra de la canción la cual me resulta familiar, sino por su voz. «Dios… Su voz es tan melódica…» Tu nos enseñas sin dejar Que lo intentemos de nuevo Tu vas y no vuelves dejando tu huella al pasar Y mi amor quedo atrás A unos cuantos kilómetros de este lugar Tiempo dame un chance mas Déjame regresar Quiero volver a empezar No me doy cuenta que sigo la letra de la canción y recuerdo donde la he escuchado. «Esta canción… Mamá solía cantarla…» Traes recuerdos y a la vez Vemos nuestros errores Dejando tristeza y errores en el corazón Y mi amor quedo atrás A unos cuantos kilómetros de este lugar Desde lo más profundo de mí ser, percibo la necesidad de voltear a ver hacia el escenario. Las chicas aún están obstruyendo mi vista y siento el deseo de que se quiten del camino. Sin embargo, sucede aquello que tanto suplico y se comienzan a dispersar, abriendo paso a una vista que me deja hipnotizada. Tiempo dame un chance mas Déjame regresar (Déjame) Él observa a esas chicas por unos instantes, hasta que enfoca su visión al frente. Como si se tratase dos objetos atrayéndose, nuestras miradas se encuentran la una a la otra, mientras juntos continuamos con la letra de la canción. A pesar de la distancia, distingo sobre mí esos ojos de un color que no logro reconocer y que me tienen a su merced, negándome la fuerza para desviar mi vista. Cada minuto, cada hora que pasa Cada momento nos aleja del amor Cada minuto, cada hora que pasa Cada momento nos aleja del amor Estoy segura que es a mí en quien centra su mirada y la mantiene mientras canta. Cada movimiento de sus labios me causa un hormigueo que recorre todo mi cuerpo. Me siento totalmente en su poder y aunque quiero que aparte su vista de mí, me niego a desviar mi mirada de la de él. «Pero… ¿Qué es esto? ¿Por qué no puedo dejar de verlo? ¿Por qué me siento así? Sus ojos... Al verlos siento, que mi monótono camino me ha traído al lugar correcto... Uno del cual no deseo escapar, mientras él este aquí... » Gracias a las luces de neón que cubren su rostro, puedo divisar cuan atractivo y joven es, quizás de unos veintiocho años. De piel blanca, casi pálida y cubierta por una fina capa de sudor. Con cejas oscuras y pobladas. Su cabello n***o y con mechones largos hasta la barbilla. Luce alto y con una contextura esbelta. Lleva una camiseta blanca debajo de una camisa de cuadros manga larga, de color gris y azul. Unos jeans azules y unas botas oscuras. «Es… Tan guapo… » No me percato del momento en el que me pongo de pie, contemplándolo y olvidándome de todo lo demás. Estando al último coro de la canción, nuestras miradas se cruzan una vez más, haciéndome sentirlo tan cerca de mí, como su presencia me embriagara y me mantuviera cautiva. Al terminar la canción, desvía bruscamente sus ojos de los míos y los dirige hacia el grupo de chicas que piden a gritos su atención. Él les sonríe de forma muy galante y luego se retira del escenario. Yo no puedo creer lo que había sucedido. Ni siquiera entiendo que había ocurrido. Todo paso de una forma que no logro descifrar. Me siento frustrada y pienso que he quedado en ridículo, al sentirme atraía por un sujeto que ni siquiera me vio antes de irse. Sus ojos, estoy segura de que reflejaban muchas emociones, aunque también había algo más. Algo que no comprendo pero que hizo sentir la necesidad de ir junto a él. Fue algo tan extraño. Tan poco frecuente. Tan mágico. — ¡Maldición! — ¡Se fue muy pronto! Las quejas de esas chicas me sacan de mis pensamientos y recuerdo en como él les estuvo sonriendo antes de irse. «Oh Eunice… Eres una ilusa…» Estoy realmente molesta y decepcionada de mí misma. Tomo mis cosas y salgo cuanto antes de allí. Ya ha oscurecido y para colmo está lloviendo. Así que me dispongo a correr para llegar pronto a casa. En el camino no pude dejar de pensar en ese hombre. Me frustro tanto recordar su mirada y todo lo que me hizo sentir pero sacudo mi cabeza y trato de alejar todo pensamiento relacionado con él. —No seas tonta, Eunice. Debes olvidar a ese sujeto. Logro llegar al edificio antes de que la lluvia comience a caer con mayor fuerza. Subo las escaleras de la entrada y casi me tropiezo con un escalón que ha estado en mal estado desde hace unas semanas. «Demonios… Alguien debe reparar esa porquería. » Logro llegar a mi piso, saco las llaves y abro la puerta sin mucho ánimo. —Ya estoy en… — ¡Sorpresa! — escucho y veo nuestro pequeño departamento está adornado con unos cuantos globos, y otras decoraciones. Mamá está junto a mi hermano y mi hermana, además de otros invitados. —Feliz cumpleaños Eunice. —dice Samuel se acerca hacia mí para abrazarme. — ¡Feliz cumpleaños hermana! —Sarah sigue a nuestro hermano. —Feliz cumpleaños mi niña. —Y luego es el turno de mamá, dándome un fuerte y afectuoso abrazo. —Mamá… Sam, Sarah… Muchas gracias. —menciono y distingo que nuestros vecinos también están allí, no muchos asistieron y eso resulta más cómodo para mí—. Gracias a todos por este hermoso detalle. —«Aunque no sea un día que me guste celebrar… No desde que papá murió…» La reunión transcurrió muy tranquila y la verdad es que la pase muy bien. Estuve acompañando a mamá a despedir a nuestros invitados y ya casi todos se habían ido. —Agradezco que se haya tomado el tiempo de venir, señora Coleman. —comento de manera amable hacia la señora de unos setenta y ocho años y a la cual le tengo mucho cariño. —No te preocupes mi querida Eunice. Sabes que estoy encantada de compartir contigo y tu familia. La señora Coleman siempre me ha parecido un encanto y excelente vecina. Nos despedimos de ella y de su nieto quien tomo su mano y la ayudo a bajar las escaleras. Él voltea a verme y se despide una vez más. —Andy es un chico muy agradable. ¿No crees? —pregunta mamá mientras cierro la puerta, comenzamos a recoger los globos y a limpiar la sala. —Sí. Realmente es lo es. —aclaro y recuerdo que él y yo habíamos ido a la misma primaria, éramos algo cercanos. —También… Es muy guapo y con un futuro prometedor. «Oh… Entiendo a donde quieres ir…» —Mmmm… Tienes razón… Deberías pedirle una cita. —menciono de manera bromista y la reacción de mamá es muy graciosa pero me alejo un poco de ella para poder reírme. —Oh Eunice… ¡Ten más respeto por tu madre! —Aunque ella intenta sonar estricta, no puede evitar reírse conmigo. —Lo siento mami… Es que no pude evitarlo… —digo luego de poder recuperar el aire y la compostura. —Ay mi niña… ¿Cómo puedes sugerir tal cosa? Aunque sea una broma… Sabes que el único hombre en mi vida es tu padre. —Se voltea para limpiar la mesa pero la conozco tan bien que se que solo intenta ocultar su tristeza. Mientras sigue de espaldas me acerco a ella y la abrazo. —También lo es para mí… No me malinterpretes, ame la reunión… Pero sabes que hoy no es un día para celebrar. Mamá suelta mi agarre y me mira, tocando mi rostro con ambas manos. —Deja de decir esas cosas… Es tu cumpleaños y la mejor forma de recordar a tu padre, es celebrar este día... Él lo hubiera querido así. —menciona mi madre y se que ella tiene razón pero para mí era muy difícil de pasarlo por alto. Bajo la mirada y ella toma mi barbilla con sus dedos, logrando que vuelva a mirarla—. No te desanimes cariño. Sé que lo extrañas pero debemos ser fuertes… El domingo iremos al cementerio. Sé que no te gusta ir y tampoco voy a obligarte… Ve si así lo deseas. —Yo guardo silencio y desvió mi mirada—. Bueno… Ahora, ve a dormir, mañana debes trabajar. «Eso… ¿Debería decírselo? » No quiero abrumarla, así que solo hago lo que me pide, le doy un beso en la mejilla y me dirijo a mi habitación. «Descuida mamá… Mañana mismo conseguiré otro empleo. » Ya con mi pijama puesta, me encuentro cepillando mis dientes. Escucho la puerta de mi habitación abrirse y me doy cuenta de que es mi hermanita Sarah. Se sienta en mi cama, yo termino de lavar mis dientes, salgo del baño y al llegar hasta ella acaricio su cabello. —Hermana… ¿Qué deseo pediste? — ¿A qué te refieres Sarah? —Cuando soplaste las velas de tu pastel… ¿Qué deseaste? —Oh… Mmmm… Sabes que eso no debe decirse, Sarah… ¿O acaso quieres que mi deseo no se cumpla? —Frunzo mi seño y comienzo a hacerle cosquillas. —Jajajaja basta… No es eso… —dice y yo dejo nuestra diversión, me levanto para ir hacia el espejo y peinar mi cabello. — ¿Entonces qué es? —Yo solo… Quiero saber si esos deseos se hacen realidad… «Así que es eso… » —Mmmm siendo honesta… No se cumplirá al momento que lo pidas y tampoco al día siguiente. No funciona de ese modo —menciono, ella luce decepcionada y baja su mirada—, pero… Si podemos trabajar duro para que se cumplan más adelante. —Sarah vuelve a mirarme y un pequeño brillo aparece en sus ojos—. Si deseas algo, debes trabajar duro para conseguirlo, mi dulce hermanita. Eso es algo que siempre me decía papá. —Waoo… ¿De verdad? Papá era muy listo. ¿Crees que sus deseos se cumplieron? —pregunta, tomo sus mejillas con ambas manos y las aprieto sutilmente. —Claro que sí. Él siempre deseo que su familia estuviese a salvo y que también cumpliéramos nuestros sueños. Por lo tanto, debes ser igual o más lista que él. Para poder cumplir su sueño y los tuyos. ¡Así que debes esforzarte! —Le doy pequeños besos alrededor de su frente y la abrazo con mucho amor. Sarah me da las buenas noches y se va a dormir luego de que mamá la haya llamado. Observo a mi gato en la ventana de mi habitación y me acerco hacia él. —Oye… ¿Qué haces allí? Ya es hora de dormir Lolo. Lo acaricio para luego bajarlo y lo dejarlo en el suelo. Él camina hasta su cama que esta al lado de la mía. Cuando voy a cerrar la ventana me doy cuenta de cuan hermosa esta la noche, aún después del clima de esta tarde. El cielo está despejado, no hay presencia de nubes, hay luna llena y esta es acompañada por unas cuantas estrellas. —Qué hermosa estas hoy... Me siento a un borde de la ventana y mientras admiro la luna, pienso en las cosas que sucedieron hoy. Muchos sucesos pasan por mi mente. He cumplido veinticinco años, fui despedida de mi trabajo, la reunión con mi familia, lo bien que la pasamos pero de pronto recuerdo las palabras de Sarah respecto al deseo. Son tantas las cosas que quiero, que no estaba decidida y por eso no desee nada al apagar las velas. Recuerdo que de niña creía mucho en los cuentos de hadas y mantenía la esperanza de ser escuchada cada vez que pedía un deseo. Esas sensaciones, se apoderan de mí en este momento, luego de muchos años en el olvido. — ¿Por qué solemos tener solo un deseo al soplar las velas? —pregunto a la luna como si pudiera oírme. Mi corazón se siente abrumado y mi mente esta vuelta un remolino—. De tener la oportunidad de desear varias cosas o al menos tener tres deseos… Quisiera… Uno: deseo conseguir un empleo en el cual me sienta contenta. Dos: deseo que mi familia este siempre a salvo… Tres... « ¿Qué podría ser? » Si tuviese un trabajo en donde me sintiera cómoda, podría laborar a gusto y eso significa que haría un excelente trabajo, el cual me haría ganar dinero y mucho conocimiento. Mi familia es muy unida y solo anhelo que tengan buena salud, para que puedan lograr sus metas. Sin embargo, por mucho que quisiera, mi mente no es capaz de evitar pensar en ese hombre de aquel bar. No estoy segura de cómo me sentirme respecto a él y justo en este momento, no tengo idea de cómo describir lo sucedido ni de cómo olvidarlo. «Podría desear olvidarlo… Pero… ¿Podría alguien olvidar a un hombre como él? » —Yo… Esto es absurdo… Pero… —Cierro mis ojos con fuerza—. Tres: no estoy segura, de porque… Pero, deseo poder conocerlo… Deseo conocer al hombre de aquel bar… Me quedo observando la luna como si esperara una respuesta. Jamás he visto a un hombre tan apuesto en toda mi vida pero tengo la certeza de que eso es lo menos que me importa. Aunque fuese muy atractivo, en lo más profundo de mí ser, estoy segura de que existe algo más para poder sentirme de este modo y eso me abruma. Por algún motivo siento un vació en mi pecho, al pensar en la posibilidad de olvidarlo. Y sin darme cuenta, una lágrima se desliza por mi rostro. La tomo con mi dedo y la disipó en el aire, logrando quedar muy confundida. « ¿Por qué? ¿Acaso me he enamorado de ese sujeto? » — ¿Qué demonios te sucede Eunice? No puedes enamorarte de un hombre que viste de lejos y que no conoces… —Cierro la ventana y camino hasta mi cama. Apago las luces y me cubro por completo con la sabana—. Yo pensando en ese sujeto y él debe estar ahora con aquellas chicas… —Sacudo mi cabeza y la hundo en la almohada, dejándome llevar por el cansancio, abriendo paso al sueño. Muy lejos del hogar de Eunice, la figura de un hombre se encuentra de pie, apoyando sus manos en el balcón de su ventana y mirando hacia la luna. Sus ojos están absortos al hermoso satélite, pero se siente intranquilo, impaciente, confundido, anonadado. Había escuchado fuerte y claro las palabras de una joven, que retumbaron en sus oídos y en lo profundo de su alma, causándole un gran estruendo y cosquilleo en su cuerpo. Luego de muchos años, siente que no puede dormir. Su mente está muy desordenada, su corazón palpita con fuerza, siendo la causante aquella joven que vio en el bar y la cual acaba de escuchar. Él no comprende las emociones que está experimentando y solo se obliga a tratar de calmarse. Baja su mirada y lleva una mano a su pecho, tratando de consolarse a sí mismo. Intenta ignorar sus impulsos pero se siente a merced de aquel anhelo. —Así que… Eunice Thompson… —susurra, vuelve a mirar al astro nocturno y sus ojos brillan. Retira la mano de su pecho y logra moderar su pulso, decidido a descubrir un nuevo enigma—. Bien… Tus tres deseos… Por mi, serán concedidos.

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