Vinculo

Todo está oscuro aquí, solo sentía la fuerte brisa chocar contra mi cuerpo. Me siento intranquila, ya sea por la oscuridad o porque siento que alguien me está vigilando, camino rápido a quién-sabe-dónde tratando de alejarme de sea-quién-fuera esté cerca; sim embargo, mientras más me alejo comienzo a sentir un extraño déjà vu, entonces sus ojos aparecen un instante frente a mí y desaparecen. “No otra vez, por favor”, ruego sabiendo más o menos de que se trata. —    Te encontré, niñita — Su sola voz hacia mi mente retorcerse de asco. Esa voz había estado por tanto tiempo en mi mente que se me hacía tan fácil reconocer al autor sin saber quién era al mismo tiempo. “Esto solo es un sueño, solo es un sueño” Me repetía a mí misma, tratando de mantener un poco de serenidad. —     ¿Lo es? — Su voz siempre burlesca logró alterarme, como era usual. No podía evitar perder el control. —     ¿Quién eres? — Alcé mi aguda voz por los oscuros muros que me rodeaban. Este era mi escenario ahora. Sabía que era un sueño, sabía que pasaría… Solo tenía que despertar.     Tú sabes quién soy. — Su risa hizo eco en el lugar. Mi piel se erizó. — Mátame, antes que yo lo consiga, pequeña Emma. Estaba jugando con mi mente, era consciente de que nada era real; sin embargo, me encontraba completamente aterrada por su amenaza, atrapada en mi propia pesadilla. — ¡Vete! ¡Déjame en paz! — Contrario a mí petición, sentí una extraña presencia cada vez cerca de mí. Sus enormes ojos negros hicieron que me despertara bruscamente, en un intento por escapar de ellos. —    ¡No! — Grité horrorizada. — No eres real, no eres real, no eres… No… Hoy, como otras noches, me levanté a las ¿cuatro de la madrugada? Si, esa hora se había hecho habitual para muchos de mis ya conocidas pesadillas que se repetían constantemente desde hace más de 15 años. ¡Y lo único que había logrado reconocer al momento eran esos ojos y su voz irritante! Estaba claramente cansada de este tormento. — Es solo un sueño. — Mamá había entrado en mi habitación, al oír mis gritos, supongo. Ella acariciaba mi espalda para que yo me calmara. Como solía hacerlo, era algo reconfortante saberme protegida en casa. —    ¿Por qué sigo teniéndolos? — Sollocé con ojos de panda causados por el mal sueño. Malditas pesadillas. —    No es real. — Esa frase de mi terapeuta se había hecho tan monótona por aquí, pero sonaba creíble cuando mamá lo decía. —Hoy será un día especial, así que nada de lloriqueos. — Me recordó y como olvidarlo, si me lo recordaba a cada momento, desde los cuatro días anteriores. “El grandioso día” había llegado. Bueno, desde mi punto de vista, los cumpleaños dejaban de ser “grandiosos” pasados los 20’. Desde mi punto de vista, ni siquiera tenía gran sentido festejarlos, pero sabía que era necesario, no por mí, sino más bien por ellos; creía que de esa forma entenderían que podría adaptarme al resto, que ya no era un riesgo para mí misma. — Mi cumpleaños. — Suspire con resignación autentica en la voz. No estaba de buen ánimo, si me lo preguntan. —    Feliz cumpleaños, mi querida Emma. — Acompañó su saludo con su respectivo abrazo de mamá oso. Si esa era yo, Emma Sweet y este día, 18 de agosto, cumplía mis veintiún añitos (nótese mi sarcasmo). Mi primer regalo: la odiosa pesadilla que no me dejaba en paz desde los seis añitos y bueno, mi primer feliz cumpleaños: el de mi madre. Qué bonito, ¿no? Debo admitir que me preocupa lo que estén preparando mis mejores amigos para festejar este día, suelen extralimitarse, no soy una aguafiestas, pero soy consciente que mañana comienza mi nuevo semestre y realmente no lo quisiera empezar con el pie izquierdo. Es mi tercer año en la universidad, sé de lo que estoy hablando por experiencias previas. Vivo en el estado de California, con mis dos amados padres y mi adorable Momo, un pequeño alaskan husky de tan solo 3 meses, pregúntenme que significa ese nombre, pues simple y llanamente no losé. Tan solo mire su pequeño rostro y mi inspiración dicto ese nombre para mi pequeña nueva mascota, y por último soy hija única o al menos soy consciente de eso.