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Ese pequeño privilegiado

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Blurb

Julián a sus 26 años, es un chico que vive de manera despreocupada y sin pensar en un futuro. Solo le importa divertirse y pasarla bien, pero en una noche de copas se ve envuelto con la última persona que debía involucrarse, Elijah, su jefe quién recién acaba de asumir el cargo y justo en los primeros días lo conoce a él, Julián, un chico irresponsable que no le importa nadie más que él mismo y no va a dudar en destrozarlo.

Segunda parte

1. Ese pequeño mentiroso (Martín & Santiago).

2. Ese pequeño privilegiado (Julián & Elijah).

3. Ese pequeño dominante (Juan Simón & Daniel).

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1.
Hoy era uno de esos días que la gente mayormente odia. Ya saben, los lunes todo da flojera, mal genio y ganas de golpear al primer idiota que se te atraviese, pero por el contrario a mí me gustan todos los días, nunca la paso mal y menos cuando llego a la oficina ya que tengo todo un club bajo mi dominio, soy algo como el líder del piso. Todos están desanimados hasta que mi bellísima persona aparece y no los culpo. Mis compañeros son algo mayores que yo, todos están casi momificados ya, pero aun así los he convencido de participar en mis apuestas ilegales, disfrutar conmigo también el fútbol para hacer más ameno nuestro trabajo que de por sí es rutinario y esclavista, pero se pasa bien y hoy era un día perfecto como siempre. El sol brillaba y aún más porque cuando me vestía me encontré un billete de 20 mil pesos en mis jeans, lo cual es un buen augurio considerando que ayer gasté casi toda mi quincena en una borrachera con una inútil que solo se aprovechó de mí y me usó como cajero. Ah, siempre ese es mi problema. Las bandidas con las que me junto. En el universo hay por lo menos un millón de mujeres excelentes, tiernas, lindas, inteligentes, decentes como las esposas de mis compañeros que son de lo mejor que hay, bonitas y por lo menos no andan en el narcotráfico, pero como yo soy tan de malas, siempre atraigo al 1% de la peste, chicas con historial criminal, violentas, ex convictas, lo peor de lo peor y es por eso que ahora tengo mucho cuidado. Le pido siempre a mi colega Juan Simón que revise los antecedentes penales de la chica con quién quiera salir porque no quiero sustos, ya mi penúltima novia en un ataque de ira me amenazó de muerte, me envió un correo diciéndome que iba a apuñalarme y pensé que era a chiste, pero no. Daniela me esperó por fuera de la empresa en un hermoso jueves lluvioso y sin tacto alguno se me vino encima con tremendo cuchillo de caza. Solo logré salvarme de que me dejara como colador porque no estaba solo, me acompañaba mi grupo de amigos del piso, pero tuve que denunciarla o ahora mismo estaría jugando ajedrez en las piernas de Lucifer en el infierno. Creí que había aprendido la lección y es por eso que esta vez elegí salir con una religiosa que conocí por internet. Era guapa, mucho e incluso a mi primo que no es muy heterosexual que digamos le pareció hermosa, entonces la invité a salir. Nos encontramos en una discoteca del norte y ni bien nos sentamos, Valentina pidió la botella más costosa del menú y me lamenté por dentro. Una botella de whiskey en una discoteca tan fina como esta puede sobrepasar los 300 mil pesos, pero bueno, ya la había pedido y supongo me tocaría vender un riñón al día siguiente. No conforme a eso, dos amigas suyas de la nada aparecieron, pidiendo cócteles, cervezas y demás que tenía el presentimiento de que me tocarían pagarlas todas a mí, lo cual me tenía bien de malas, pero decidí aguantar por si las cosas funcionaban con ella, pero no, a duras penas Valentina me dirigió la palabra, solo sumó una cuenta de casi 700 mil pesos, las tres se embriagaron en mi nombre y lo peor, lo peor por lejos es que cuando ya nos íbamos, el novio que no sabía que existía de mi cita, apareció y la infeliz me presentó como su “amigo”. ¿Amigo? ¿me estaba jodiendo? ¿me dice amigo cuando antes de salir por chat me mandó fotos suyas no muy religiosas que digamos? ¿me estaba vacilando? Así que hoy luego de perder casi 700 mil en esa noche de mierda, no dejé que el tema monetario me afectara y fui a mi trabajo como siempre. Ya luego si me quedo en la inmunda supongo tocará recurrir a la prostitución, pero dudo que alguien quiera pagar por lo menos dos millones por hora que es lo que valgo. Ah, que rabia que tengo. Me dejó pobre y más soltero que antes. —Qué hermosas princesas —dije saludando a mis dos amigos de la oficina, Juan Simón quién tiene su escritorio diagonal al mío y a Camilo quién es de recursos humanos. Ellos son los únicos jóvenes aparte de mí en todo el edificio. Juan Simón tiene 29 y Camilo 26, los demás tienen por lo bajo cincuenta y varias demandas por alimentos. —Sí, hoy estoy más hermosa que de costumbre —Bromeó Camilo y me miró—. Hoy juega Junior, ¿quieres ir al estadio o qué? Junior vs Pasto. —Paso, estoy en la debacle. —¿Qué? —Lo estafaron anoche, se gastó la mitad de la quincena en la Valentina. Yo se lo dije, tenía tremenda cara de que lo iba a vaciar y mira, ni la hora le dio —dijo Juan Simón riéndose en mi cara y lo fulminé con la mirada. —¿Quieres morir? —Vamos, yo te invito tu entrada al estadio ya que la última vez me invitaste. Necesito tu criterio para hacer bien las apuestas —Dijo Camilo y asentí. —Tengo sueño. ¿Ya llegó el gerente? Digo, para ver si alcanzo a dormirme en el escritorio porque si me pilla de nuevo durmiendo por resaca, seguro me manda a cavar tumbas en la India y como que no tengo ganas. —Creo que el sábado fue su último día, se jubiló. Ya sabes, el men tenía como 135 años ya. —Sí, no entiendo cómo sigue en pie aún —comenté—. Entonces, ¿quién lo va a sustituir? —Todos creemos que Fabián. Ya sabes, tu amiguito íntimo como siempre ha sido bien sapo es seguro que lo asciendan —bromeó Juan Simón y exhalé. Fabián es mi enemigo de muerte. Es solo un infeliz que ronda sus 40, con asomo de calvicie y unos 30 kilos corporales apenas, es todo un anticuerpo. Fabián es un resentido envidioso que siempre busca hacerme quedar mal, me acusa con los jefes y por su culpa el anterior gerente me tenía entre ojos. Creo que me odia simplemente por temas capilares. El solo tiene apenas un 4% de cabello en su cabeza mientras yo tengo el pelo abundante. Tengo el pelo corto atrás, aunque algo largo arriba y cae hacia adelante. Mi pelo es n***o, lacio y sé que soy bastante alto. Uso aretes que a veces me meten en problemas con los superiores y por lo menos acá me visto de manera formal porque el trabajo lo amerita, pero a veces me he cruzado a los jefes por fuera y como siempre suelo vestir como pandillero asiático, cosa que no es a propósito, solo mi papá me hizo caer en cuenta de eso una vez, pero bueno, eso me tiene cierta mala fama que intento mejorar, pero aún no he podido y todo debido a ese infeliz. —No creo que sea Fabián el gerente. Digo, se rumora que llegó el nieto del jefe. Yo lo vi hace unas horas en recepción, físicamente es muy raro, parece mujer. Ojalá no sea él —dijo Camilo y fruncí el ceño, no entendía qué acababa de decir, pero solo segundos después vaya que lo entendería. Vimos ingresar al anterior gerente, el señor Osvaldo junto a Jimena, su secretaria y un individuo que por su descripción física era más que evidente que era su nieto. Vaya que era distinto. Por sus rasgos europeos, era más que lógico que no era latinoamericano. Era como de mi estatura, delgado, pero vestía raro. Es decir, vestía formal, pero de forma extravagante. El rubio usaba un pantalón clásico a su medida, una camisa debajo en un tono gris claro y encima no sé qué carajos era, como una especie de abrigo, no sé, algo como con plumas, como si fuese una estrella de rock porque incluso llevaba unos lentes oscuros estrafalarios en su cabeza y lo peor era su rostro o pelo. El rubio usaba el pelo largo y sus ojos azules resaltaban mucho porque usaba… ¿maquillaje? ¿es posible o será que el tono n***o que tiene en sus párpados sea porque se cayó de las escaleras? Creo que sí lo usaba, aunque no se le veía mal, he conocido amigos que usan maquillaje, pero más para r************* o cosas así, pero jamás para ir a trabajar o salir así a la calle, pero no se le veía mal a este sujeto. Es que tenía rasgos muy finos y delicados, lucía como una estrella de glam de los 80, como el hijo perdido de Sebastian Bach y es por eso que todos lo miraron cuando caminaba hacia la oficina de nuestro anterior jefe. —Sí que parece mujer, como una alemana. Mierda, ese tipo es un peligro. Borracho lo puedo confundir con una y sería un trauma para mi persona —dijo Juan Simón y observé al desconocido sin pudor alguno hasta que desapareció tras la puerta. Vaya. Qué interesante eres, rubiecito.

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