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Un ángel en forma de CEO

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Blurb

Rose está sumida en la pobreza y desesperación, su esposo se llevó todo lo que tenía abandonándolos a ella y a su hijo a su propia suerte, todo parece estar perdido, hasta que un Alma caritativa se apiada de ella llevándola a una fundación, de la cual su amor platónico del pasado era el principal benefactor, inevitablemente los sentimientos empiezan a surgir, no obstante, ahora él es prohibido, pues está apunto de casarse con una mujer a la que no ama, pero que por un acuerdo entre las familias ese matrimonio tiene que celebrarse. ¿Qué pasará cuando los sentimientos empiecen a surgir de nuevo?, ¿Se dejarán llevar por la pasión y el amor?, ¿O el deber se interpondrá entre ellos?. Descubre lo que pasará en esta historia llena de romance,, pasión, celos y giros inesperados que te pondrá al filo de las emociones.

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Capítulo 1 Plegarias al cielo
Caí de rodillas sobre el suelo, elevé mi mirada hacia el cielo y supliqué con todo mi ser. > Las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas. Ya llevaba seis meses inmersa en la angustiosa búsqueda de empleo, y las responsabilidades no daban tregua. Y ni hablar de mi pequeño hijo; desde que su padre nos abandonó, llevándose consigo todo a su paso, nuestra vida se sumió en un caos absoluto, y no precisamente porque él nos sostuviera. ¡Su actuar fue el de un cobarde sin igual! Fue una tarde cualquiera, regresé del trabajo después de recoger a mi pequeño en el jardín. Apenas toqué el umbral de la mansión supe que algo malo estaba pasando, pues la puerta de la casa estaba abierta, al entrar, me encontré con la sala vacía, empecé a recorrer todo el lugar y no había un solo mueble. Mis piernas amenazaban con ceder, las manos me temblaban, a tal punto que pensé que soltaría a mi pequeño. La primera idea que se cruzó por mi cabeza fue, que éramos víctimas de un robo. Mis manos temblaban incontrolablemente al sacar el teléfono de mi bolsillo y marcar el número de mi esposo, pero la cruel realidad se reveló cuando fui desviada directamente al buzón de voz, un buzón que ya estaba saldado. Dejé a mi hijo en el suelo, con el corazón latiendo con fuerza, y procedí a revisar la cuenta bancaria familiar, solo para descubrir que se encontraba en ceros. > Cerré los ojos con la esperanza de despertar de una pesadilla, pero al abrirlos nuevamente, me enfrenté al desgarrador hecho de que mi esposo, el hombre con el que me casé, estaba huyendo con otra mujer. Desde ese día, algo en mí se desvaneció, y nunca pude recuperarme por completo de ese golpe devastador. De vez en cuando, me veía obligada a limpiar casas para pagar el alquiler de la pequeña habitación que alquilé para vivir junto a mi hijo y solo gracias a la compasión de una vecina, conseguía algo de comida de vez en cuando. No me pregunten en qué momento caí en tremendo declive, pero una persona deprimida y desilusionada, sobre todo sola en el mundo, puede tocar los peores fondos. —¿Qué haces en el piso mami? —Elian me sacó de mis pensamientos, me giré hacia él, quien me veía con confusión, sin entender lo que estábamos atravesando. —Estaba haciendo una oración mi cielo—Pase la manga de mi corroído buso por la cara para secar mis lágrimas. —¿Por qué lloras mami? —Me miró confundido —Solamente estoy un poco triste mi amor— arregle su camisón —no te preocupes, todo va a estar bien —No quiero que llores más, yo nunca te dejare como nos dejó papi—mi hijo se abalanzó hacia mí y me abrazo, un pequeño ángel de cinco años, dándole consuelo a una mujer de veintisiete…por un momento me perdí en sus brazos, dejando que me consolara y me diera abrigo. Mi hijo se desprendió de mis brazos y me miro ya más tranquilo —¿Puedo prender la televisión? —Aprovechó travieso —Sí hijo, claro que sí —Respondí sonriendo para despreocuparlo, él salió corriendo y encendió el viejo televisor, en ese preciso momento, estaban pasando las noticias de farándula. > Cuando escuché esos nombres, levanté mi cabeza y me fui hacia el televisor. Mi hijo por poco cambió la noticia, pero alcance a quitarle el control. —Espera cariño, déjame ver esta noticia—me quedé con la mirada fija y sonreí, “El gran empresario” quien iba a pensarlo, mi amor platónico se estaba comprometiendo, y con una mujer que parecía una modelo sacada de una revista. Me sonrojé, aunque yo no tenía que envidiarle a otra mujer, ante esa si me sentía un poco inferior. Lamentaba no haber aceptado sus pretensiones en la universidad, pero yo estaba embelesada con mi hombre, Brendan me enamoró y me case muy joven con él, mis padres fallecieron y me dejaron una pequeña herencia, una que él se consumió en 3 años. Seguí mirando al televisor, y Thomas estaba mejor que nunca, alto, guapo, lleno de vitalidad, sus ojos resplandecían y su sonrisa brillaba, apreté mis ojos y sacudí mi cabeza. A esto le llamaba cosas que no esperaba de la vida, dejé que mi hijo pusiera su programa y seguí alistando algunas cosas para vender. —Tienes que quedarte solo de nuevo cariño, mamá debe vender estos pasteles para que podamos comer ¿Está bien? —Le dije a mi hijo mientras lo abrazaba. —Si, mamá estaré juicioso y no le abriré a nadie, ve tranquila —me impresionaba la inteligencia de ese ángel. De repente, unos fuertes golpes sonaron en la puerta de la habitación, extrañada abrí la puerta, se trataba de la casera. —¡Rous, ya no puedo darte más tiempo para la renta son cuatro meses, quiero que se vayan ya! —Gritó la mujer llena de enojo —Deme unos cuantos días más por favor, saldré a vender pasteles y prometo que recogeré algo de dinero —le supliqué —No hay más días, ¡Largo de aquí!—Sentí como el corazón se me quebró y más al ver la mirada aterrada de mi pequeño. —No, espere señora Tea, le juro que conseguiré el dinero, dame solo una semana, una más por favor—la mujer me miró con odio, e hizo unas señas detrás de ellas, y sin preguntarme, unos hombres comenzaron a sacar mis cosas a la calle. —No por favor ¡No! Ayúdenme, ¡Por favor no me haga esto!—Suplique desconsolada, mi hijo salió corriendo a mis brazos, pero la impotencia me invadió y no pude hacer nada, estábamos en la calle con mis pocas pertenencias bajo la lluvia torrencial. Mis lágrimas se confundieron entre las gotas del aguacero, como pude resguarde a mi pequeño, pero lo que estábamos viviendo, era un completo infierno en la tierra, maldecía para mi adentros y en ese instante solamente me quería morir. Una mujer se acercó a nosotros y me extendió su mano. —No llore más por favor, por lo que sea que este pasando, todo debe tener solución. La mire enojada como si ella tuviera la culpa de mis problemas. —Míreme señora, ¿Qué solución va a haber en este momento? Si es que solamente estamos en la calle —Quisiera ayudarle, pero mi situación no es mejor que la suya, pero puedo decirle que tenga fe, y un milagro pasara, mire esta tarjeta, es una fundación muy cerca de aquí, allí pueden darle albergue por unos días, no pierda el tiempo, vaya de una vez. Levanté la cabeza y a regañadientes le recibí el papel, la mujer se fue sin decir una sola palabra más, tan fácil que era dejar solo al desamparado; las horas iban pasando y el frío de la madrugada estaba calando los huesos de Elian, sin más que hacer, tomé mis pocas cosas, saqué fuerzas de donde no tenía y en un par de horas llegamos a la fundación. Una mujer abrió la puerta y me sonrió, quise hacerlo de vuelta, pero tenía el corazón roto, así que simplemente me desgarré en llanto. —¡Tranquila! No eres la única, tranquila—La mujer tomó a Elian en sus brazos, y nos dirigió hacia dentro, por fortuna para mi había un techo y una comida caliente para nosotros, en medio de todo me sentía agradecida. Bendita la persona que hacía que todo eso fuera posible, pues en Manhattan, alguien con ese gran corazón, era difícil de encontrar.

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