bc

Limerencia y Frenesí

book_age18+
732
FOLLOW
3.7K
READ
sex
bxg
city
love at the first sight
athlete
actor
model
gorgeous
passionate
seductive
like
intro-logo
Blurb

¡Prepárate para sumergirte en una historia de pasión y deseo que te dejará sin aliento!

Cuando Eun-Yeong se levanta esa mañana, nunca imaginó que su vida cambiaría para siempre. En su camino hacia el acto de graduación de su hermano, se cruza con un hombre que desafía todas sus expectativas, quien con una enigmática mirada y una sonrisa coqueta, la deslumbra en el vagón del metro, llevándola a un apasionado encuentro en el baño de la estación.

Noah es un hombre experimentado en las artes amatorias, seguro de sí mismo y obsesionado con el sexo. Es todo lo que una mujer podría desear, pero no el tipo de hombre que un padre elegiría para su hija. Por otro lado, Eun-Yeong no busca relaciones sentimentales en su vida, pero su encuentro con Noah despierta su lado más primitivo.

Juntos enfrentarán una serie de sensaciones y sentimientos que desafiarán sus voluntades y desencadenarán un torbellino de pasión. ¿Cómo enfrentarán las consecuencias de su deseo?

"Limerencia y Frenesí" es una novela de amor llena de erotismo, una historia que demuestra que el amor no se busca, simplemente llega, y cuando lo hace, nos arrastra en una ola de pasión sin clemencia.

¡No te pierdas esta historia ardiente y emocionante!

chap-preview
Free preview
Capítulo 1
Al despertar, un terrible dolor de cabeza la golpea con rudeza. Cierra los ojos al sentir como la luz del sol acribilla sus pupilas. Los vuelve a abrir muy despacio, girando su cabeza a un lado para ver el reloj sobre su mesita de noche. —¡Mierda!—farfulla y de un salto sale de la cama. Agradece que su madre no la hubiese despertado a las ocho de la mañana, como debió haber sido, y que la dejara dormir un poco más para reponerse del trasnocho. Sin embargo, el cargo de conciencia es inmenso. Sabe que llegará tarde. —¡Joder! —masculla y se quita el pijama a toda prisa. Se ducha en un santiamén y se pone un vestido rojo ceñido al cuerpo con escote de hombros caídos. La falda del mismo le llega unos cuantos centímetros debajo de las rodillas. Lo compró el mes pasado, solo para lucirlo ese día. Hace un gesto negativo con su cabeza al recordar que ha sido un despilfarro de dinero. Está por completo segura que no se lo pondrá nunca más. No es el tipo de ropa que suele usar. Estaba con Hyun el día que estaba probándose vestidos. Él se emocionó tanto al vérselo puesto que no le quedó otro remedio que comprarlo, incluso sabiendo que luego de usarlo, lo dejaría arrumado para siempre en el rincón más profundo de su armario. ¡Odia los vestidos! Solo los usa en ocasiones especiales, y la graduación de su hermanito califica como tal. Se maquilla a la velocidad de la luz; un delineado de color n e g r o, sencillo, en sus ojos, un poco de polvo para eliminar cualquier atisbo de brillo no deseado de su rostro, algo de labial rojo con un poco de gloss y, ¡listo! Tampoco es amante del maquillaje. De hecho, lo usa muy poco. Solo cuando lo amerita la ocasión. Se detiene un momento a mirar sus zapatos. ¿Tacones altos? No. Eso sí que no. Cuando su hermanito insistió en verla con unas zapatillas de plataforma con tacón de agua de quince centímetros de alto, ella se negó en rotundo. Ni muerta se expondrá a esa tortura. Además, no sabe caminar con ellos. Así que se decanta por unas zapatillas de tipo stiletto con tacón de cinco centímetros. Tampoco es que sea muy diestra caminando con ellos. Tuvo que practicar dos semanas antes con ellos, para caminar de manera decente. Un abrigo de gabardina de color gris, a ras de las rodillas, complementa el atuendo. No se siente ella misma. Lo hace por Hyun, a quien le hace mucha ilusión verla vestida de forma “femenina”. Sale de casa a toda prisa. Piensa en tomar un taxi. Sin embargo, cambia de idea de inmediato. No piensa malgastar cincuenta dólares, cuando muy bien puede ahorrárselos tomando el subterráneo, además de que es una mejor opción para evadir el tráfico. La estación queda muy cerca, así que se apresura para tratar de llegar a tiempo. El calzado no le es de mucha ayuda, y no puede evitar soltar improperios entre dientes, con cada paso que da. ¡Podría haber usado sus converse de color rojo. Como le habría encantado ver la cara de muchos padres al verla llegar con un calzado tan inusual, llevando un vestido tan elegante. Una risita escapa de sus labios. Mira la hora en la pantalla de su móvil. 10:20 am. —¡Es tarde! —Se recrimina. En efecto, va con veinte minutos de retraso—. ¡Rayos! —exclama en voz baja, casi como un susurro. El acto seguro que ya comenzó, pues estaba pautado para las diez de la mañana en punto. Maldice una vez más para sus adentros y se lleva la mano a la cabeza y una tenue jaqueca le recuerda que no debió irse de juerga con Cinthia y Lara, la noche anterior. Sabía que no era buena idea hacerlo, y más si al día siguiente era la graduación de Hyun, pero igual lo hizo, y más si era barra libre. Nunca ha sido muy buena para decir que no. Le duele la cabeza y tiene acidez estomacal. Lo único que desea es tomarse un caldo de pollo y volver a meterse en su cama e hibernar hasta que llegue el día del juicio final. El pequeño monstruo, como él mismo se auto-denomina por ser un fanático empedernido de Lady Gaga, se gradúa de la preparatoria con honores. Así que debe estar con él en ese día tan especial. Camina deprisa hacia la entrada del subterráneo, hasta llegar a la línea roja que la llevará hasta la estación Vermont/Beverly, justo a unas dos o tres calles de Virgil Middle School. Por suerte no hay mucha gente, algo que se le hace muy extraño, tomando en cuenta que es viernes. Aborda en el vagón sin perder tiempo, mientras Girls Like You de Maroon 5suena a todo volumen en los auriculares de su reproductor MP3. Divisa que en el lugar hay escasas quince personas. Mira a su alrededor, buscando un lugar adecuado para sentarse y no puede evitar fijar su mirada en un hombre que lee el periódico. ¡Es muy guapo! Se queda observándolo por unos segundos, hasta que decide sentarse en el asiento que está frente a él. Su intención es poder mirarlo un poco más, con disimulo, y no parecer una acosadora en el proceso. Un par de ojos azules miran con disimulo, por encima de su ejemplar de Los Angeles Times. El hombre no puede evitar que una sonrisa emane de sus labios, al ver como unas lindas piernas femeninas se cruzan frente a él. En cuestión de segundos escanea todo el panorama. Mujer joven, de unos veintitantos años de edad. La forma de mirarla es tan sutil, que ella no nota que la está viendo, o mejor dicho, detallándola. La dama frente a él se humedece los labios con la lengua y lo escudriña de pies a cabeza. «¡Madre mía! Está muy bueno». Retumba el pensamiento en la cabeza de Eun-Yeong. No puede dejar de observarlo. Aprovecha que el sujeto está muy concentrado en su lectura, para examinarlo con detenimiento. No hace falta que se ponga de pie para saber que es altísimo, pues a simple vista se ve. Tiene piernas largas y brazos fuertes, los que se le marcan en las mangas de la camiseta verde olivo que lleva puesta. Tiene rasgos típicos de la gente caucásica, pero su piel es de color caramelo, debido al bronceado típico de California. Continúa su escrutinio, procurando ser lo menos evidente posible. ¡Dios! Anhela que baje el periódico para poder verle el rostro, y cerciorarse que tremendo cuerpazo esté acorde con la fisionomía de su cara, pero a duras penas logra ver un par de ojos muy azules que… ¡la miran! —Joder —ella masculla entre dientes y baja la mirada de golpe, clavándola en el suelo. Él sonríe con picardía. Sabe a la perfección el efecto que causa en las féminas. Menea de forma sutil la cabeza, sacude el periódico, pasa la página y vuelve a retomar su lectura, o al menos eso le hace creer a la mujer. Al volver a mirar al hombre, Eun-Yeong nota que este ríe. «¿Se está burlando de mí?». Frunce el entrecejo. «Seguro que es un creído petulante que sabe que está bueno y se aprovecha de eso». Mueve débilmente la cabeza y se obliga a dejar de verlo. De repente, el hombre ha dejado de parecerle interesante y ha comenzado a parecerle un completo imbécil arrogante. Toma una profunda inhalación y prosigue a acomodarse en su asiento. Pone su bolso a un lado, mientras se quita el abrigo. De repente ha comenzado a sentir mucho calor. Repentinamente, algo sale despedido del bolsillo de su gabardina y el sonido a continuación le congela la sangre: CRASH. Eun-Yeong abre mucho los ojos al ver como su teléfono celular cae al suelo y se fragmenta en varios pedazos: batería por un lado, tapa por el otro... —¡Genial! —musita, poniendo los ojos en blanco. Se agacha para recogerlo, pero el vagón se mueve tan rápido, que hace que la vibración del mismo haga que las partes del móvil se desplacen por todo el lugar. Masculla varios improperios, mientras trata de reunir los restos de su destrozado celular. El hombre deja el periódico a un lado, y hace lo que cualquier caballero haría en una situación como esa: ayudar a una damisela en apuros. Se pone de pie y camina en busca de lo que parece ser una batería, se agacha y la agarra. Acto seguido, se aproxima a la atareada mujer que lucha por mantener el equilibrio dentro del vagón en movimiento. —Creo que esto le pertenece —dice. Eun-Yeong da un respingo al oír una voz ronca muy cerca de ella. —Gracias —musita e intenta agarrar lo que le entregan. Al levantar la mirada, su cerebro queda mono-sináptico. ¡Por Dios! ¡Qué manos tan perfectas! Son grandes y de dedos largos. Traga grueso y se le entrecorta la respiración. Muy despacio, dirige su vista hacia el rostro de ese caballero. Puede ver que, además detener los ojos muy azules, también son penetrantes, y un tanto risueños. El hombre que tiene en frente posee un rostro muy masculino, aunque de rasgos perfilados, con una barba de unos tres días espolvoreada en su barbilla y parte de sus mejillas. Cejas rectas y pobladas. Es joven. Su mente de artista trabaja a toda velocidad, tratando de detallar todo lo que ven sus ojos. Tiene el cabello castaño medio, abundante y a ras de la quijada. Su boca… es hipnótica. ¡Dioses! Vuelve a tragar grueso y se obliga a dejar de verlo, o de lo contrario su imaginación comenzará a volar como abeja drogada. El subterráneo disminuye la velocidad de manera abrupta, haciéndola tambalear sobre sus tacones. Una mano fuerte impide que caiga, al sujetarla del brazo con ímpetu. —¿Se encuentra bien? —indaga el hombre. «¿Qué? ¿Cómo? ¿Dónde?». Ella sacude su cabeza para obligar a sus neuronas a hacer contacto. De manera rápida, toma la otra parte de su muy dañado celular, que el hombre le entrega .Con una sonrisa tímida dice: —Sí. Estoy bien. Gracias por preguntar. Él corresponde con un leve movimiento de cabeza. Eun-Yeong no sabe si son los nervios que siente u otra cosa, pero sus manos tiemblan como gelatina, dificultándole la tarea de armar el aparato telefónico. Cuando por fin puede ensamblarlo, oprime el botón de encendido. En cuanto el dispositivo cobra “vida”, se visualiza una pantalla partida con una enorme mancha negra en el medio. —Que en paz descanse —murmura ella. El hombre abre los ojos con sorpresa y no puede reprimir sus ganas de reír a carcajadas. Dicha risa también la contagia a ella. En cuestión de segundos ambos están riendo y la gente los mira como si fuesen un par de locos. Luego de unos segundos, dejan de reír. Él vuelve a sentarse en su puesto, y ella hace lo mismo, pero frente a él. Eun-Yeong guarda su inservible móvil en el bolsillo externo de su bolso, para luego cruzarse de brazos. «¡Mierda! Me he quedado sin móvil. ¿Ahora cómo le voy a avisarle a mi madre que voy en camino?». Sin darse cuenta, comienza a mover su pie, dándole golpecitos al suelo. —¿Segura que se encuentra bien? —la voz de ese apuesto hombre la hace espabilar. Ella parpadea repetidas veces y asiente con la cabeza—. Parece angustiada. —Lo estoy. Me quedé sin móvil —dice sin más. Él frunce el entrecejo ante el notable malestar de la dama—. No me malinterprete. Me da igual el aparato como tal —ella da un manotazo en el aire—. Lo que me importa es la lista de contactos que… —No se preocupe, ahora los teléfonos inteligentes están programados para hacer una copia de seguridad cada cierto tiempo. Seguro que están almacenados en la nube. Además, se almacenan en la sim card también. —Sí. Eso lo sé —masculla ella—. La cuestión es que necesito un móvil para avisar que voy en camino… —Le puedo prestar el mío para que lo haga —la interrumpe. Se mete la mano en el bolsillo de su pantalón y saca un móvil de última generación—. Si desea me da su chip y comprobamos que estén todos sus contactos en la tarjeta —se pone de pie, se acerca a la mujer, se sienta a su lado y extiende su mano, apremiándola para que le dé su sim card. Sin perder tiempo, Eun-Yeong destapa su móvil, le quita la batería y remueve el chip para dárselo a él. El hombre le obsequia una cálida sonrisa para tranquilizarla. «¡Por los clavos de Cristo! ¿Será un hermano perdido de Chris Hemsworth?», piensa. ¡El sujeto es un adonis, un jodido dios nórdico encarnado! Eun-Yeong logra observar que él tiene hombros anchos y los brazos más musculosos de lo que los había percibido a primera vista. «¡Madre mía! Un abrazo suyo debe sentirse muy bien», especula.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
47.4K
bc

Navidad con mi ex

read
7.9K
bc

Bajo acuerdo

read
4.1K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
151.8K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
83.4K
bc

Tras Mi Divorcio

read
503.4K
bc

Yo, no soy él

read
86.9K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook