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De stripper a abogada

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La trama comienza cuando Sara pierde a su madre cuando era pequeña y pese a que había las pruebas, la falta de recursos y de apoyo por parte de las leyes hizo que los asesinos de su madre queden libres, con un papa ausente casi todo el tiempo y viviendo en un barrio pobre en la ciudad de Quito - Ecuador con pocas posibilidades de salir adelante, recure a la prostitución, trabajos eróticos y exóticos en clubs para adultos, hasta que un día ella decide cambiar y se propone estudiar derecho con el fin de ayudar a la gente de bajos recursos.

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Sara Diaz
Creerías si te digo que pase de ser una stripper a una de las mejoras abogadas de Quito, si es así, déjame contarte mi historia, para ello debemos viajar al 19 de mayo de 2015 en la cuidad de Quito donde todo comenzó. Eran cerca de las 10 de la noche y todo estaba oscuro y lloviendo, hacia tanto frio que las ventanas se empañaron, la tristeza se veía en la cara de una niña y en la de una madre agonizando, se veía a unas personas encapuchadas corriendo a lo lejos y unos pares de billetes cayéndose por los bolsillos, la gente se acercaba por la curiosidad, mientras que sonaba muy a lo lejos unas sirenas, un llanto comenzó a sonar muy de cerca y no era el mío. Era el de mi madre, sonaba cada vez más lento y más triste, veía cada vez más sangre y mi madre más pálida, oí la puerta abrirse y alguien que me hablaba, pero no entendía nada, solo oía un sonido agudo y sentía desorientada, me costaba ver y respirar, cuando en eso vi a papa, estaba llorando y gritaba ¡Anna! Y ¡por qué!, me vio y se lanzó sobre mí, me abrazo —todo va estar bien— exclamo mientras sentía que una lagrima corría por mi cara, no podía creerle sabía que mama ya no estaría, pero me negaba a aceptarlo en ese momento, cerraba mis ojos y mis lágrimas salían involuntaria mente hasta el punto que yo no tenía más y me dormí. Al despertar vi a mi papa tomando solo en la mesa, era una cerveza y no preocupe, tenía que desayunar, pero no tenía hambre, solo quería saber de mi madre. Apenas tenía 12 años y no sabía que sentir, me volví a acostar y en vez de dormir me puse a llorar, me dolía el pecho, sentía frio y no sabía que hacer solo sentía las lágrimas correr por mis cachetes, sentía como cada vez salían menos y menos, cuando entendí que ya no podía llorar más, quería gritar y tampoco podía, me sentía impotente, sentía como una parte de mi corazón se había ido y un enorme vacío en mi estómago, no sabía si la soledad que tenía o el miedo, solo sabía que se sentía cada vez era peor. Abrace mi almohada y sentía que mis ojos se cerrban y recordaba ese momento, cuando llegue al local de mi madre y ella estaba en el suelo con dos disparos en el estómago y dos hombres altos y todo vestido de n***o llevándose el dinero recuerdo que cuando entre me pusieron la pistola en mi cara, yo me paralice. —Que haces aquí niña — digo uno de ellos mientras me miraba a través del pasa montañas, —ándate antes que te hagamos daño— comento el otro, yo como una niña tonta no sabía que decir, mientas desde lejos que le oía a mi madre estaba suplicando —no le hagan nada es mi niña— mientras se les salía lagrimas —solo dejen que venga donde mí —exclamo, uno de ellos voltio a ver y con un pequeño gesto me dejo ir donde mi mama. En eso algo me despertó y comencé a llorar de nuevo era mi papa, apestando a cerveza y mientras decía, —eres lo único que me queda y por ti daría todo en mi vida— solo me acomode, cerré los ojos y dormir con las lágrimas cayendo por mis cachetes, mientras mi padre me abraza y susurraba una canción. Cuando desperté ya era Sábado noche, mi padre no estaba en casa y todo estaba muy oscuro, no sabía dónde estaban mis zapatos o mis lentes, no sabía dónde estaba el interruptor de la luz así que aproveche una pequeña luz que entraba por el techo de mi casa para guiarme, no era la mejor forma y tenía miedo, al prender la luz, vi una nota de mi papa, vuelvo más noche hay comida el refri, sabía que no fue a trabajar porque era noche, en ese momento pensé que todo estaría bien, que se fue a caminar o hacer compras, por otra parte en mi mente comenzó a alucinar, mientras oía una voz que decía para fue por mama, ella está bien, que estaba en el hospital y que no estaba muerta. Sali del cuarto hacia la cocina, ya podía ver mejor por el reflejo de la luz del cuarto y la de la luna los cuales fueron lo suficiente como para llegar al refrigerador, al abrirlo se alumbro todo y vi que había un poco de pollo y ensalada de papa, lo saque con mucho cuidado y me los serví en un plato aparte para poderlo calentar en el microondas, no sabía muy bien utilizarlo, solo recuerdo que mama siempre aplastaba el 1 y funcionaba solo, así que hice lo mismo, cuando acabo el tiempo, la ensalada sabia feo y el pollo estaba muy caliente, pensé en ese momento que mi mama ponía algo más para que no se caliente tanto y la ensalada no este fea, pero pese a todo me termine comiendo, el hambre que tenía era mayor al sabor de la ensalada. Terminando de comer llego papa, casi no podía caminar y gritaba —¡mama ya viene, no se fue, solo necesitaba dormir, todo va estar bien!, en eso se encerró en su cuarto y lo oía llorar, trate de entrar, pero estaba puesto seguro, quería preguntarle si lo de mama era cierto, así que me senté en una silla que da ha la ventana donde se puede ver la entra y me quede esperando, esperando y esperando, al final el sueño me volvió a ganar. Al despertar estaba en mi cama cobijada y bien acomodada, ni bien desperté salí corriendo a ver si estaba mama, le vi a papa y recuerdo que pregunte —¿donde esta mama?, ¿porque me llevo a la cama y no me despertó?, la extraño… mi papa se acercó a mí y digo —Sara tu mama no va a volver, ella se fue a lado de Dios. me negué a aceptarlo y le grite, —¡mama está bien yo la vi, ayer la vi, me decía que todo va estar bien, que nunca nos va dejar!, mi papa me abrazo y entre lágrimas me digo —nena, mama se fue, acéptalo, ya nunca volverá, lo quede viendo y comencé a llorar y preguntaba —¿Por qué, porque se fue, por qué tan pronto, porque nos dejó? —no lo sé, pero lo que si se es que ella nos amaba con todo el corazón, susurró papa, —anda a comer que la tía te va cuidar hoy, mientras que yo hago todos los papeles para el funeral de mama. La comida solo era una taza de leche con chocolate y un pan con queso, lo comí muy lento puesto que no tenía hambre, al terminar de comer, mi papa me mando a cambiarme para ir donde mi tía, quien no tenía hijos y siempre me decía que yo era lo más cercano a tener una hija. Entre a mi cuarto y escogí la misma ropa de ayer, unos jeans azules y una blusa negra, con los zapatos blancos del colegio, al estar lista mi papa ya me esperaba sentado en la sala, viendo la misma ventana que yo vi la noche anterior. Me acerque a él y me le dije que estaba lista, me subió al carro y nos fuimos, mi tía vivía a 15 minutos de mi casa, al llegar ahí estaba toda la familia de mi madre y algunos amigos, todos reunidos, al llegar todos me abrazaron y me decían que todo va estar bien, papa se fue a hablar aparte con mi tía pero oía como todos hablaban de que hacer conmigo, decían algunos que mi padre no debía cuidarme otros que sí, todo era muy extraño así que me acerque a mi tía María y le pregunte — ¿Dónde va a enterrar a mama y crees que podre visitarla?, —todavía no sabemos el lugar, pero cuando lo sepamos, te prometo que le iremos a visitar todos los días, mientras tanto estate tranquila que todo va estar bien, yo voy a estar aquí para ti. Al pasar el tiempo en la reunión familiar, yo comencé a sentirme más segura, comencé a olvidar poco a poco el suceso de mi madre, me puse a jugar a las escondidas con unos primos y me estaba olvidando por primera vez lo que había sucedido hace dos noches atrás, creo que era la primera vez que volvía a reír y sonreír, no había pensado en mi madre por 30 minutos y lo único que pensaba era en jugar y divertirme, lamentablemente la reunión acabo y comencé de nuevo a sentir poco a poco la realidad de la situación, comencé a pensar en esa noche y recordad más cosas que ese momento pensaba irrelevante. Comencé a recordar que uno le los asesinos de mi madre llevaba un tatuaje de forma de dragón, como los que vi alguna vez en la televisión, la diferencia es que este tenía algo muy especial, que no tenía color y tenía unos nombres tatuados en las alas, no recuerdo bien los nombres pero creo que el uno era Rachel, me comienzo a preguntar porque un asesino, ladrón y escoria de la sociedad tendría algo así, a no ser que el también perdió a alguien querido en su vida y Rachel es la forma de llegar a él, aparte Rachel es un nombre poco común en Ecuador, creo que sería más fácil llegar a él si la policía supiera esto, creo que podrían atrapar al asesino de mi madre. Al rato llego mi padre a pasarme viendo —¿Cómo estás? ¿la pasaste bien? Pregunto mi pa —sí, estoy bien, algo cansada pero bien, —vamos a la casa creo que ya es un poco tarde y mañana ya deber ir al colegio, asentí con la cabeza y caminé junto a él hasta el carro. Paso un rato y comencé a preguntarme si hablar con la policía, si llegarían a creer a una niña de 12 años, que a lo mejor la llamen loca o que alucina que está fuertemente afectada por la muerte de su madre, pero soy a su vez la única testigo visual del suceso, no directamente de los disparos, pero si vi cuando sacaban plata de la registradora, como me apuntaban en la cara con un arma, recuerdo que uno de ellos tenía corazón, o al menos sus palabras me hicieron creer que él no quería hacer eso y que el no disparo, en el fondo se oía una voz hablarme, —¿por que estas en silencio?, ¿quieres comer algo? Pregunto mi padre, pero yo estaba perdida en mis pensamientos, solo tenía en mente si debía decir sobre mis recuerdos y se me podrían creer y si papa estaría de acuerdo con ello, en eso siento una mano tocándome el hombro y salí de mi pensamiento a la realidad, recuerdo que comencé a temblar un poco, no sabía si era por frio o por miedo, pero recuerdo que papa me volvió a preguntar —¿estas bien?, yo moviendo lentamente la cabeza dije que sí pero no me creyó. Parqueo el carro fuera de una tienda se bajó y me compro una agua y un chocolate, cuando el entro al carro, le dije susurrando —recuerdo algo de quien mato a mama, me quedo viendo en silencio y vi como su cara comenzó a cambiar y esa sonrisa se volvió seriedad, cerro los ojos y me digo —¿que recuerdas?, yo mire al suelo y dije en voz baja, —cuando llegue el local, los vi robando y a mi mama en el suelo, uno de ellos se acercó a mí y con el arma que tenía me apunto en la cabeza, yo cerré los ojos y tenía miedo, hasta que oí la voz de mi mama y volví a abrirlos, cuando abrí ya no tenía el arma en la cabeza , pero tenía uno de ellos arrodilladlo al frente mío, me dijo niña eres fuerte, anda donde tu mama y abrázala mientras puedas, perdón por arrebatarte lo más querido de tu vida, cuando corrí donde mama regrese a ver y vi en el brazo de uno de ellos un tatuaje de dragón, con un nombre en cada ala pero solo pude ver uno, el cual decía Rachel, mi papa me quedo viendo —¿has hablado de esto con la policía, pregunto el —no, respondí lentamente se me acerco y me abrazo, los dos nos quedamos en silencio y el prendió el carro. No sabía que iba a hacer, en mi mente decía que íbamos a ir a la policía para que yo declare todo lo que no había visto, pero no fue así, me llevaba por una ruta que jamás había visto, había muchas curvas cerradas y ningún carro, algunos buses parqueados y la ruta con muy poca luz, me sentía cansada creo que era por todo lo que jugué o por las altas horas en la noche que eran, poco a poco iba cabeceando, el sueño ya me iba ganando y no recuerdo más. Me desperté en la madrugada y ya estábamos en casa, mi papa seguía despierto con unas cervezas sobre la mesa, con una mirada muy distante, no me atreví a acercarme, pensé que no era el momento, me quedé en mi cuarto viendo la luz que entraba por el hueco del techo, pensaba en muchas cosas, pero la principal es en que sería de mi a partir de ahora, que pasara conmigo y con mi papa, que voy a hacer cuando el regrese a trabajar, quien me va a dejar en el colegio y como me miraran mis amigos, no sabía cómo iba a hacer todo a partir de ahora, como cualquier niña de mi edad tenía miedo, pero sabía que iba a tener el apoyo de mis amigas y de mis amigos, solo me preocupaba los molestosos de la clase, que no suelen tener sentimientos, no quería ir a clases, solo quería quedarme en casa durmiendo y sintiéndome segura en un lugar conocido, donde nadie me molestara donde nadie me dijera sin madre o bromas parecidas. Había pasado ya el fin de semana, era el primer lunes desde que mi mama falleció, no quería ir al colegio pero mi papa decía que tarde o temprano tendría que enfrentar a los problemas y a mis compañeros, me digo que si alguien se pasa molestándome, le pegue o busque a un profesor para que me apoye puesto que todos sabían la situación que yo estaba viviendo, solo respire profundo y dije bueno, sabía que los profesores no iban hacer nada, pero sabía que tenía amigos que me iban apoyar en estos malos momentos, cuando íbamos al colegio mi papa comento —voy a ir a hablar con la policía, contarles lo que me contaste y voy ver que tan avanzada va la investigación, hoy será el funeral de mama y que no quiero que tu vayas, porque no quiero que tengas que vivir ese mal momento, escuchaba a mi papa pero realmente no le ponía mucha atención solo pensaba en cómo me iban a recibir en el colegio y las bromas que me iban ha hacer el primer día. Al llegar al colegio todos me quedaron viendo, conocidos como desconocidos, amigos como enemigos, autoridades y profesores, todo era un silencio para mí, como si para todos estuvieran viendo una cosa rara, para mí era como si todo fuera raro y extraño, sabía que eso iba a hacer así cada día de mi vida por el resto de mi vida, comprendí que desde hoy en adelante todos me van a ver como la niña sin madre, la niña que vio morir a sus madre, me sentía rara y con ganas de llorar por el miedo que tenía y más que nada la ganas de gritar a todos dejen de verme, me sentía como la rara, hasta que un chico se me acerco, —lamento tu perdida y si necesitas un amigo estoy para ti, ese día conocí a Luis el típico chico de películas, deportista con buenas notas, el que toda compañera moriría por estar con él y eso me incluía pero en ese momento no pensaba en eso, solo pensaba en que el era el único que se me acerco en los 15 minutos que ya estaba en el colegio, el único que se atrevió a sentarse a lado mío, el único que no me vio como una rara y se atrevió a hablarme. Después de él se acercaron unos profesores y me preguntaron —¿cómo estás?, ¿Cómo te sientes? les conteste —algo confundida por que no sabía cómo sentirme, tenía ganas de llorar y de gritar pero no podía, no me salían las lágrimas y la voz no me daba para poder gritar, una profesora me abrazo y me dijo —que todo estaba bien, no saben lo harta que estaba que todo el mundo dijera eso, porque no todo va estar bien, ya poco a poco la gente me dejaba de ver como la rara y me quedaban viendo con cara de lastima y eso era peor, porque creían que no me daba cuenta y que su lastima me ayudaría, prácticamente así fue los dos siguientes meses, donde iba sea la escuela, la tienda, donde mi familia o donde sea todos me veían con cara de la niña sin madre, la niña que necesita la lastima de los otros y no, no era así solo necesitaba, paz y sabía que lo conseguiría cuando los culpables de la muerte de mi madre fueran condenados. Por fin un 30 de agosto de ese mismo año recibimos una llamada en la que decían que capturaron a unos posibles sospechosos del asesinato de mi madre y querían que yo fuera a identificarlos, sea la voz o los rasgos que he podido ver de ellos, al acercarme a identificarlos todo fue muy raro, estaba en una sala con unos guardias cuidando la entrada, se me acerco una oficial y me dijo —ellos no te podrán ver, solo tu podrás ver a ellos, si identificas a uno de ellos, me lo dices para ver si concuerda con la identificación de otras personas pues él que concuerde va a ser llevado a juicio, en eso aparecieron 6 sujetos, dos de ellos tenían tatuajes de dragón pero me di cuenta que uno tenía el nombre de Rachel y el otro no recordaba más que sus ojos oscuros medios marones y el sonido de su voz, al decir eso la oficial separa al que pude identificar y pidió que el resto hable, la verdad no pude identificar su voz y me sentí que le falle a mi madre porque no pude identificar más que solo a uno de sus asesinos y que su justicia jamás llegaría, así que me heche a llorar y gritaba ¡le falle! la oficial me abrazo y me digo —hiciste lo que pudiste, ahora vamos a sacar la información de el para saber quién era su compañero así saber quiénes eran los que estaban esa noche el día de la muerte de tu madre . Sus palabras me llenaron de confianza y me comencé a estabilizar poco a poco, sentí que al salir un peso de mi se había ido, sentí como si estuviera más ligera y al llegar al carro solo volví a llorar… hasta dormirme y tratar de no recordar ese momento nunca más.

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