Secreto en familia

Los últimos meses desde que inicio la pandemia. Han sido una locura, pues de la nada nuestras vidas se paralizaron, forzosamente nos vimos obligados a dejar de lado cosas tan sencillas como dar un paseo por el parque. Si hace un año alguno de mis amigos, me hubiese dicho, que en este momento estaríamos encerrada por una cuarentena, habría respondido que dejara las películas de catástrofes mundiales y ciencia ficción. Pero, lastimosamente, es una realidad que me ha golpeado de frente, afectando todos y cada uno de mis planes. En el momento que el gobierno declaró cuarentena total, la paranoia de mi madre se fue hasta los cielos, su temor por nuestra salud, nos llevó a permanecer en un encierro absoluto, es más, casi llegué a sentirme como en un bunker militar. Lo más triste de todo, es que ya no pude asistir a la universidad y deje de ver a un chico con el que estuve saliendo durante largo tiempo, Sin mencionar que esto pasó justo cuando empezábamos a gozar de las ventajas de una relación, es decir, de mucho sexo. Por esa razón, mi actividad s****l sufrió una abrupta caída, aunque ahora que lo pienso, no creo que solo la mía se haya visto afectada. Cautivos en esta prisión llamada hogar, hemos estado bastante, puesto que básicamente, es lo mismo todos los días, de la cama al sillón a ver tele, comer y de regreso a la cama – ¡Divertidísimo! – Me presento mi nombre es Annie, tengo 20 años, mido 1.70 cm de estatura, piel morena, cabello largo liso de color n***o, delgada y con un cuerpo bastante definido; un trasero y piernas firmes, el busto de tamaño no tan grande pero paradito, ya que, me la pasaba en el gimnasio hasta que inicio la pandemia, y para ser honesta esa es unas de las cosas que extraño mucho, pues era un excelente lugar para mirar hombres fornido – ¡Que lastima! De lo que me he perdido. Para colmo de males, en casa somos 9 personas en total en una casa de 5 cuartos, Si estar encerrada por si solo ya es bastante malo, imaginen tener que compartir tu espacio personal con tantos individuos. Porque si, somos una familia, pero casi no pasábamos tiempo juntos, pues cada quien tenía sus responsabilidades y solo nos reuníamos a la hora de la cena. – Para volverse loco. En mi caso comparto cuarto con mi hermanastra, nuestros padres de casaron cuando aún éramos chiquitas así que la veo como una hermana menor, se llama Martha tiene 18 años, mide 1.75 cm de estatura, su es piel un poco más blanca que la mía, eso sí, tiene un cuerpo de infarto, con un gran trasero, grande senos, coronado con su carita de ángel. – Parece una muñequita de porcelana. Por otro lado, está mi primo Daniel, quien llego hace poco del interior del país para comenzar su carrera universitaria. Estaba tan ilusionado, que fue un choque muy fuerte, que todo se paralizara a pocos días de su entrada. Daniel tiene 21 años, es moreno, alto como de 1.73 cm de estatura, cuerpo rellenito sin dejar de ser atlético y comparte habitación con Sergio, mi otro primo. Bueno en realidad, no somos familia, pero me acostumbre a llamarlo así por cariño; es hijastro de Gaby, tiene 24 años, un poco más bajo de 1.69cm de estatura, cuerpo con abdominales y pecho definidos, de ojos y cabello castaño. – Si soy honesta, los dos están muy guapos. Gaby es la mejor amiga de mi mamá; una mujer de 41 años, de 1.68 cm de estatura, delgada, morena con un cuerpo bastante tonificado, que ha mantenido a lo largo de los años. Es madre de Isa de 18 años una chica hermosa de piel clara, cabello castaño claro, ojos claros y un cuerpo envidiable con la cual comparte habitación. Mis padres, Carmen y Rubén son un matrimonio de más de 20 años, de esos unidos tanto con nosotros como con la familia en general. Trabajan en una empresa constructora y les va bastante bien por lo que nunca nos ha faltado nada y podemos darnos nuestros gusticos, además para tener tanto tiempo casados, siguen manteniendo esa chispa de pasión, que a veces es un poco vergonzosa, cuando estamos en público. Y por último, con nosotros también vive el tío Tomas, hermano mayor de mi padre Rubén, Un Señor cincuentón, algo barrigón pero muy agradable al momento de compartir y bromear entre nosotros. Aunque hay un pequeño detalle, me he fijado como me mira en algunas ocasiones, notando que se sonroja y eso me pone un poco nervioso cada vez que lo miro – Es incomodo, sea como sea, es mi tío… Han pasado varias semanas, en las que admito, me ha sido difícil aguantar la tensión acumulada por la falta de sexo. Soy una chica bastante ardiente, me gusta disfrutar de una buena sesión de cama y por mala suerte, van demasiados días desde la última. En un momento, estando en la habitación ya a altas horas de la madrugada, no podía conciliar el sueño, por una idea recurrente que se me metió en la cabeza – Uy que rico la estaría pasando, si él estuviera aquí – pienso. Invadida por un fuerte deseo y las vivas imágenes de mis encuentros con mi novio, la humedad en mi concha no se hizo esperar – Imposible, ¡No aguanto más! – exclame en susurro para no despertar a Martha. Comencé a tocarme lentamente sobre la tanga la cual estaba bastante mojada, permanecí así durante un rato e introduje mi mano por dentro y alcance mi botón de deseo sintiendo un intenso placer el cual fue en aumento. Fui aumentando la intensidad e introduciendo primero un dedo y luego dos creando un mete y saca constante en mi sexo hasta llegar al clímax, quedando mis dedos muy mojados al terminar gire la mirada hacia la cama de mi hermana para percatarme si había despertado y por suerte no fue así. Al siguiente día al despertar en mañana, noté a mi hermanita Martha sentada en su cama observándome con una pronunciada sonrisa en sus labios, le di los buenos días – ¿Martha por me ves de esa manera? – Nunca había visto tanta picardía en su rostro. – Se ve que la pasaste muy bien anoche – Abrí mis ojos como platos. – ¡¿Queeee?! ¿Estabas despierta? – Las mejillas me pinchaban. – Así es y lo escuché todo…