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El Secreto Deluca

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Blurb

Karol Casper comienza la universidad como cualquier estudiante normal, pero se verá en la necesidad de trabajar como bailarina de pole dance para poder mantenerse, aunque no contaba en conocer a los hermanos Deluca, ni mucho menos al irritable Adonis Deluca que es su jefe. Karol comenzará a descubrir cosas que no debía saber, ¿Te atreves a conocer cuál es el secreto Deluca?

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Prólogo
  Mis ojos se deslizaban por la hoja donde estaba mi horario mientras Neida me decía qué pasillo tomar para mi primera clase de literatura, luego me explicó donde quedaban los baños y el camino a la cafetería, ella era mi compañera de habitación, habíamos sido asignadas juntas, parecía muy organizada y enfocada en lo que hacía, ella iba en el tercer año de derecho y ya se vestía como toda una abogada usando chalecos y faldas frisadas. Yo en cambio... bueno, mis jeans y botines nunca pasaban de moda según mi revista personal de: «No me importa un coño la ropa, primera edición» Si pudiera andar desnuda, sería muy feliz. Agradecía que ella me guiara en mi primer día de la universidad, porque a diferencia de la preparatoria donde era normal perderse y que cualquier ciudadano amable señalara la dirección, incluso podían surgir esas ridículas historias de película donde sale el chico lindo y dice que de hecho serán compañeros de clases, comportándose como todo un caballero hasta descubrir que es el jugador estrella de básquetbol y hacen un musical juntos a lo High School Musical...  La universidad no.  La universidad era otra cosa, aquí si alguien se perdía y aparecía en el pasillo equivocado posiblemente vería a un estudiante haciéndole sexo oral al profesor para que le apruebe la materia. Eso fue lo primero que me advirtieron cuando entré a la universidad del Brinstone, por ser muy prestigiosa corrían muchos rumores. Cruzamos el pasillo justo cuando Neida me señalaba algo en mi horario y un hombre que pasó como un carro sin freno me llevó por el camino ocasionando que soltara mi horario junto con mi bolso y cayeran al suelo, yo apenas pude mantenerme de pie. Lo hubiera dejado pasar... No hubiera sacado la tigresa que llevo dentro... Si ese imbécil hubiera tenido la decencia de al menos detenerse. —¡No seas tan hijo de puta! —grité volteándome en dirección a donde el sujeto se había ido caminando junto con su amigo como si no me hubiera atropellado hace apenas unos segundos.  El sujeto se detuvo abruptamente, llevaba una de esas chaquetas que tenía las iniciales de la universidad: «U.B» bordadas atrás. Volteó sin ocultar su confusión y se señaló así mismo alzando una ceja para decir: —¿Me hablas a mí? Guarda la tigresa, Karol, recuerda que debes mantener la calma... Pero no podía, ¿Cómo podía tener el descaro de preguntar algo así? —¡¿No, pero cómo se te ocurre?! —Grité con ironía— ¡Se lo decía a tu culo! El sujeto alzó ambas cejas pareciendo ofendido, sus ojos azules brillando de molestia, el otro chico que lo acompañaba era de estatura más baja y cabello pelirrojo, abrió la boca posiblemente por mi lenguaje irreverente. —Karol, basta. —dijo Neida jalándome del brazo, forzó una sonrisa mirando a los sujetos mientras recogía mi bolso y el horario del suelo: —Perdón, es que tiene el periodo, por favor, continúen, disculpen el mal entendido, ya tengo las cosas. ¿Qué yo tenía el periodo? ¿Qué le pasaba a Neida? Parecía nerviosa. Ella usualmente siempre luchaba contra la injusticia ¿Por qué no me defendía a mí? —¿Pero de qué estás hablando? —dije mirando a Neida como si le hubiera salido una oreja en medio de los ojos. Ella me siseó para que me callara y miró sobre su hombro a los sujetos, yo también voltee completamente confundida. ¿Neida tenía miedo o eran ideas mías? Los sujetos parecieron decirse algo entre ellos y luego continuaron su camino sin volver a dirigirnos otra mirada. A eso era lo que yo llamaba una completa falta de educación, lo admito, no debí sacar la tigresa, pero cuando me alteraba no había nada que me detuviera, odiaba que la gente creída pisoteara a los demás. —¿Qué pasa contigo? —dijo Neida lanzándome mi bolso y mi horario al pecho, apenas logré tomarlos y la observé comenzar a caminar completamente enojada, dejándome confundida. —¿Conmigo? —Refuté caminando rápido para poder alcanzarla—, ellos me tumbaron las cosas y siguieron como si yo fuera un fantasma, hellow, no estoy pintada. Neida giró los ojos y negó con la cabeza apenas mirándome. —Para los Deluca es mejor estar pintada —dijo jalándome del brazo para que siguiéramos nuestro camino por el pasillo—, ese sujeto al que le gritaste y llamaste “hijo de puta”, es Adonis Deluca, si te metes con él dile adiós a tu carrera universitaria. ¿Qué? ¿Deluca? ¿Se suponía que debía tener miedo? y por favor... ¿a qué madre se le ocurriría llamar Adonis a su hijo? Ni que fuera atractivo, bueno, lo admitía sí lo era, pero ese no era el tema aquí, seguía demasiado molesta. —¿Por qué? —Dije—, ¿conoce al decano o qué? —Es hijo del decano Adolfo Deluca  —dijo—, es intocable ¿comprendes?   Oh, hijo del decano Adolfo. Ahora comprendía por qué a Neida casi le daba un paro cardiaco cuando comencé a gritarle. Creo que podía evitarlo, después de todo, la universidad era un sitio muy grande, probablemente no lo volvería a ver... Que equivocada estaba.   

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