Capítulo 1
Dana frunció el ceño al bajar del taxi. Notó un coche estacionado frente a su casa, de él salió un hombre con un portafolio, a quien estimó que tenía unos cuarenta años.
Acercándose al hombre mientras caminaba hacia su casa, Dana le habló cortésmente. —Buenos días, señor— saludó al acercarse a él.
El hombre dejó de caminar y se volvió hacia ella. —Buenos días—respondió amablemente. —¿Vives aquí?— le preguntó, señalando hacia su casa.
Dana asintió en respuesta. —Sí, señor. Aquí es donde vivo— respondió cortésmente. —¿En qué puedo ayudarle?— preguntó, ya que no reconocía al hombre, y parecía ser un extraño en su área.
—Soy el abogado Enríquez— se presentó. —Estoy aquí de parte de Imperio David.
Al escuchar el nombre Imperio David, el corazón de Dana se aceleró. Imperio David era la empresa donde trabajaba su hermana mayor, Doreen.
Era una gran empresa. Dana había oído que su dueño era accionista mayoritario en grandes empresas como bancos, petróleo, minería y aerolíneas.
Semanas atrás, Dana había recibido una carta. No era cualquier carta, era un citatorio para su hermana, Doreen. Por la carta, supo sobre las acciones de su hermana en la empresa donde trabajaba.
Su hermana había robado millones, y su cómplice en el robo era su novio, un contador de la empresa. Dana nunca esperó que su hermana cometiera tal crimen, especialmente considerando su relación con el dueño de Imperio David.
Según los rumores, su hermana se había involucrado con el mayor de los multimillonarios, su jefe, para mejorar su vida. Su familia no era rica; su madre era ama de casa y su padre trabajaba como guardia de seguridad. Tuvieron que trabajar duro para que tanto Dana como su hermana pudieran estudiar. La beca de Dana también la ayudó a terminar la escuela de enfermería.
Solo había una diferencia de dos años entre Dana y su hermana. Dana tenía veintiséis años, y su hermana, Doreen, tenía veintiocho. Su hermana tenía grandes sueños; después de graduarse de la universidad, se mudó a Nueva York y encontró un trabajo allí. Rara vez volvía a casa. Cambiaba de trabajo con frecuencia hasta que Dana escuchó que trabajaba como secretaria del dueño de Imperio David.
Al principio, Dana no creía que su hermana se involucraría con un hombre mayor, pero con el tiempo, notó que algo era diferente en ella cada vez que volvía a casa. A veces, cuando los visitaba, llegaba en un coche caro. Una vez, Dana le preguntó de quién era el coche, pero su hermana se enojó y le dijo que no preguntara. También le dijo que no se entrometiera en su vida.
También, su hermana vestía ropa cara y llevaba bolsos caros. Incluso usaba joyas caras. Especialmente, cuando su padre tuvo un infarto, necesitaban mucho dinero para su operación. Y fue su hermana quien pagó la cirugía y las facturas del hospital de su padre.
Desde entonces, Dana había sospechado que su hermana trabajaba como algo más que una secretaria. Solo había estado trabajando allí menos de un año, pero ¿cómo podía ganar tanto dinero? ¿Cómo podía permitirse comprar coches caros y artículos de lujo?
La sospecha de Dana se confirmó cuando una vez encontró el teléfono de su hermana olvidado en su habitación. Vio en la pantalla del teléfono de su hermana que "Papi", la estaba llamando. Dana sospechó que era el patrocinador de su hermana, Franco.
La verdad era que Dana estaba enojada con su hermana. Le parecía bien que su hermana se involucrara con un hombre rico y mayor. Era su vida, después de todo. Pero lo que no le gustaba era que su hermana le robara a alguien que la había ayudado y, lo peor de todo, que tuviera una aventura con otro hombre. ¿No pensaba en sus padres?
Dana no informó a sus padres sobre lo que había sucedido. No quería añadirle esto a sus problemas, especialmente porque su padre acababa de regresar del hospital. Había sufrido un infarto, y su padre estaba parcialmente paralizado. Afortunadamente, había sobrevivido a la prueba. Pero si se enteraba de lo que había hecho su hermana, podría tener otro infarto, y podría no sobrevivir a un segundo ataque, y ella ama demasiado a su padre.
—¿Puedo hablar con tus padres?— preguntó después de un rato.
Dana se mordió el labio inferior. —Lo siento, pero mis padres no saben lo que hizo mi hermana— le dijo. Notó un atisbo de sorpresa en el rostro del hombre, así que continuó hablando. —Recibí el citatorio para mi hermana. No les he contado a mis padres sobre esto. Mi padre acaba de regresar del hospital. Tuvo un infarto y todavía se está recuperando. Temo que tenga otro ataque si se entera de lo que hizo mi hermana— le explicó sobre la condición de su padre.
—La entiendo, señorita. Pero el señor David es un hombre impaciente. Está realmente enojado con tu hermana. Si tu hermana no se presenta y devuelve los millones que robó, tus padres no tendrán más remedio que pagar por lo que robó tu hermana— dijo.
—Pero no tenemos tanto dinero— dijo. ¿De dónde sacarían un millón de dólares, si ni siquiera tenían la mitad? Sus padres estaban desempleados. Y ella solo ganaba lo suficiente como enfermera en un hospital privado para sus gastos diarios.
—No puedo hacer nada al respecto. Solo estoy haciendo mi trabajo. El señor David les está dando a ti y a tu hermana una semana para hablar con él. Pero si tu hermana no se presenta, prepárense para entregar un millón de dólares— dijo, antes de despedirse y marcharse en su coche.
Dana se mordió el labio inferior mientras el auto del hombre se alejaba. Entró en su casa con los hombros caídos. Se sobresaltó al abrir la puerta y ver a su madre saludándola.
—¿Quién era el hombre con quien hablabas, Dana?— le preguntó rápidamente su madre.
—Solo estaba preguntando, mamá. Parecía estar perdido— mintió.
—¿De veras?— respondió su madre. —Por cierto, ¿has hablado con tu hermana?— preguntó enseguida. —He estado tratando de llamarla, pero no puedo comunicarme con ella. Me pregunto qué le habrá pasado a esa chica.
Se mordió el labio inferior de nuevo. Su madre realmente no tenía idea de lo que había hecho su hermana. —Todavía no he hablado con ella, mamá. Intentaré llamarla más tarde— le dijo.
—Bueno, está bien. Cuando hables con tu hermana, dile que me llame.
—Está bien— respondió. Después de eso, se excusó y se fue a su habitación.
Se dirigió a su habitación. Tan pronto como entró, sacó su teléfono e intentó llamar a su hermana. Pero, tal como paso con la primera vez que la llamó desde que se enteró de lo que hizo, no pudo comunicarse con ella.
—Argh, ¿en qué tipo de problema te has metido?— no pudo evitar murmurar para sí misma con frustración.
***
Después de la reunión de Franco con la junta directiva del Imperio David, se levantó y salió de la sala de conferencias, seguido por su secretaria.
Mientras caminaban, la secretaria de Franco comenzó a hablar. —Señor, tiene una cita...
Antes de que pudiera terminar, él la interrumpió. —Cancélala— le dijo secamente.
—Pero señor...
Franco fulminó a su secretaria con la mirada, su expresión era fría e inexpresiva. Él notó el miedo en su rostro. —Lo siento, señor— se disculpó rápidamente, su voz era temblorosa. —Cancelaré su cita.
Él apartó la mirada de ella y siguió caminando. Su mayor molestia era la desobediencia.
Cuando llegaron a la puerta de su oficina, se volvió hacia su secretaria de nuevo. —Llama al abogado Enríquez. Dile que quiero hablar con él ahora— le ordenó.
—Está bien, señor— ella respondió. Abrió la puerta de su oficina y entró. Él se sentó en su escritorio ejecutivo y comenzó a leer los papeles que tenía encima.
Después de unos minutos, se oyó un golpe en la puerta de su oficina. Poco después, su secretaria entró. —Señor, el abogado Enríquez está aquí— le informó.
—Déjalo entrar— ordenó, bajando los papeles que sostenía mientras el abogado Enríquez entraba en la sala.
El abogado se acercó a él. —Buenos días, señor— saludó.
Franco asintió en respuesta. Luego señaló la silla de visitas frente a él, y el abogado Enríquez tomó asiento.
Franco se reclinó en su silla giratoria antes de hablar. —¿Alguna novedad sobre Doreen y Mark?— preguntó.
—Según el agente, están haciendo todo lo posible por localizarlos. Llamarán tan pronto como tengan noticias de su paradero.
Franco no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar eso. —¿Y la familia de Doreen? ¿Hiciste lo que te instruí?— Le había solicitado al abogado Enríquez que visitara a la familia de Doreen y les advirtiera sobre las acciones de su hija.
—Solamente hablé con el hermano de Doreen— respondió, haciendo que Franco frunciera aún más el ceño. Continuó hablando. —La hermana de Doreen me impidió hablar con sus padres. Dijo que su padre acababa de regresar del hospital. Tenía miedo de que tuviera otro ataque al corazón si se enteraba de lo que había hecho Doreen— le explicó. —También le informé de sus instrucciones. Que si Doreen no se presenta, sus padres tendrán que pagar por lo que ella robó.
Franco asintió. —Está bien, manténme informado de vez en cuando— le instruyó.
—Está bien, señor— respondió, antes de retirarse.
Doreen era su secretaria. Era hermosa, con una buena figura y un rostro inocente. Y era competente en su trabajo. Su trabajo erra muy bien organizado y pulido.
Era diferente de sus secretarias anteriores que prácticamente se exhibían ante él. Era formal y correcta. También era agradable y amable. Admiraba su dedicación a su trabajo y su amor por su familia. La había escuchado hablar por teléfono una vez. Basado en su conversación, parecía que estaba hablando con su familia porque su voz estaba llena de afecto y anhelo. Y fue entonces cuando la admiró aún más. Esa era una de las cualidades que le gustaban en una mujer.
Él se sentía atraído por ella. En realidad, Franco se había sentido atraído por esa mujer durante mucho tiempo.
A la edad de treinta y dos años, nunca había tenido una relación seria. Tenía novias, pero ninguna de ellas era seria. Bueno, no había encontrado una mujer a la que tomara en serio porque la mayoría de las mujeres con las que había estado solo estaban detras de su dinero.
Él era un buen partido. Era guapo y rico. Pero lo que él quería en una mujer, era alguien que no se dejara deslumbrar por su riqueza, alguien que lo aceptara por quien era. No porque fuera Franco David.
Así que, Franco intentó salir con Doreen y cortejarla. La llevó a restaurantes caros e intentó darle regalos costosos, pero ella devolvió todo lo que él le dio. Ella le dijo que no necesitaba esas cosas y que no era una mujer materialista. Franco se dio cuenta de que era muy diferente de las mujeres que había conocido antes. No se deslumbraba con su dinero.
Franco continuó intentándolo porque quería tener una relación seria con ella. Tal vez, era la mujer de la que se enamoraría. Le tomó un mes antes de que finalmente lo aceptara. Ella rápidamente ganó su confianza, pero lo que él no sabía era que ella ya le estaba robando, y su cómplice era el contador de su empresa, Mark. Su comportamiento era lo opuesto a su apariencia inocente. Todo lo que le mostró fue solo una actuación.
Fue entonces cuando Franco descubrió que los dos estaban en una relación y que el trabajo de Doreen para él estaba planeado. Después de que robaron millones de su empresa, escaparon.
Ambos rompieron su confianza, y una de las cosas que más detestaba Franco era perder su confianza. A eso se sumaba lo que hicieron, lo engañaron.
Y él era Franco David, CEO uno de los más jóvenes y multimillonarios. Nadie quería meterse con él por miedo a lo que podía hacer. ¿Pero aun así lograron engañarlo y robarle a su empresa? Pagarían por lo que hicieron. Verían lo furioso que podía llegar a estar un hombre como Franco David.