6 Para la muchacha fue un gran alivio tener por fin la seguridad de que realmente iba a llevarse a cabo la espantosa mudanza. Ya desde un principio había sido incierto lo que podía suceder en caso contrario. Era absurdo presumir que hubiera alguna probabilidad de violencias: una agarrada, cabellos en desorden, empellones, arañazos, chillidos; y sin embargo Fleda se había prefigurado algo más bien dramático, una «gran escena», una escenificación relacionada de uno u otro modo con indignidades y miserias, con pesares infligidos y recibidos, en la cual decididamente, pese a que la presencia de la señora Gereth, acompañada de movimientos y sonidos, se le perfilaba grandiosa, Owen figuraba oscuro y globalmente nada agresivo. Él no permanecería allí con un cigarrillo entre los dientes, muy apue