En el umbral de la penumbra, mi esposa y yo dábamos fin a una deliciosa sesión de lujuria. Tenía el estomago húmedo por el sudor del sexo y el calor que hacía, así que le dije a Simona que me iba a dar una refrescante ducha, para regresar continuar follándomela. Esa tarde la veía bien sabrosa – ¿Vienes conmigo a ducharnos juntos? – Sí te acompaño, porque me llenaste de leche como a una vaca… estoy toda pegajosa sin contar que tengo el coño relleno de ti. Me levanté con la v***a aun tiesa… mi esposa me siguió, cuando nos disponíamos a entrar al baño, apareció de improviso nuestra hija en el cuarto de baño encontrándonos desnudos y en pelotas, naturalmente a mí con la v***a empalmada. – ¿Estáis despiertos aun? Voy al baño primero que me estoy orinando. Ya plantada delante del váter nos e