| No enamorarse del idiota sensual |

2030
Camino de un lado a otro en mi habitación y en mi mano observo la ecografía del supuesto bebé que crece en mí. Muerdo los cueritos de mis labios en un síntoma de ansiedad, mientras que mi corazón sigue palpitando muy fuerte. «¿Qué voy a hacer? Nunca pensé tener un bebé, estando soltera y con un maldito infiel» me cuestiono, provocándome un dolor de cabeza. Súbitamente, la puerta de mi habitación es tocada. Escondo la ecografía en mi espalda, cuando esta se abre de manera seguida. Mostrándome los ojos dulces de Melinda, mi mayordoma. Esbozo una sonrisa apretada, presintiendo que sabe algo; es como si ella me atravesara la mente con su mirada. ─¿Qu-qué sucede, Melinda? ─Cuestiono, nerviosa. ─Sus padres la esperan abajo, para la cena ─suelta, sin más, cerrando la puerta con ella. Suelto un resoplido, dejando mis brazos lánguidos a mi costado. Busco un lugar para ocultar la ecografía, y lo hago debajo de la caja de mis ahorros. «Con esto me alcanzará para irme de aquí y pagar mi graduación» pienso, tomando una bocanada de aire para ocultarlo debajo de la tarima de mi colchón. Acomodo mi cabello cobrizo y observo levemente mi reflejo, en el espejo, admirando mi vientre. Hago ademán de imaginarme con uno muy abultado y niego rápidamente con la cabeza, pensando que estoy loca. Salgo de la habitación, dejando salir un resoplido, cuando los ojos de mis padres se posan en mí; fríos e inertes. Así son los Peralta. ─Hija, siéntate con nosotros a comer, somos una familia ─ordena mi madre, de manera indirecta. Aprieto mis comisuras, asintiendo y sentándome al costado de la mesa, mientras ellos permanecen uno en cada punta. La vajilla elegante y costosa, adorna la superficie con petulancia. Muevo el vino de mi copa, pero me detengo en seco al recordar que estoy en estado. Aparto la copa de mí, carraspeando─. ¿No te agrada nuestra elección de hoy? Puedes pedir tu vino favorito, para acompañar el filete ─menciona mi madre, llamando mi atención. Mis ojos se abren ante su detallada observación de mí. ─Estoy un poco mal de estómago, es eso ─murmuro, mintiendo. ─Entiendo, puedes comer la ensalada nada más, así tampoco perderás la figura...aumentar unos kilitos no te harán encontrar un buen prospecto en la fiesta de inauguración de la nueva empresa, es posible que salgas desposada de allí ─acota, con una sonrisa gatuna, dándole un sorbo a su copa. Suelto el cubierto, resoplando. ─No me interesa asistir, así que no esperen que lo haga ─espeto, llamando la atención de mi padre. ─¿Por qué la desobediencia, pequeña Raquel? Te hemos dato todo lo que has querido; educación en las mejores escuelas, dinero para tus caprichos y hasta un maldito pony que ni lo montas, ya que has dejado las clases de equitación…tan buena que eras en eso, pero como todo lo que empiezas, lo dejas a medias ─manifiesta con crudeza mi padre, aunque es el menos severo de ambos, el que hable de lo mala hija que he sido, me enoja. ─Lo dejé porque me asustan los caballos, nunca pedí un Pony y solo acepté las clases, porque ustedes me obligaron, sino, sería: una chica de sociedad que no sabe montar un caballo enano ─declaro, los ojos de mi madre se abren indignados, llevando su mano al pecho. ─Vives bajo nuestro techo, comes nuestra comida, usas nuestras tarjetas con nuestro dinero ¿Y piensas llevarnos la contraría? Madura, Raquel, es hora de que sientes cabeza como lo ha hecho Virginia Lombardo, tu amiga…ella pronto se va a casar con el adinerado Maxwell ─declara, me levanto de un salto por su palabras que logran enervarme. ─Disculpe, su majestad, pero pueden meterse la comida, las tarjetas y todo eso por el trasero ¡Pronto no me verán aquí y dejaré de ser la oveja rebelde de los Peralta! ─Exclamo, sobresaltando los rostros fríos de mis padres, decepcionados una vez más por la boquita de su hija. Aparto la silla de golpe, caminando a la salida del comedor. ─¡Raquel Charlotte Peralta, no te atrevas a abandonar la mesa así! ─Grita mi madre, enervada. ─Mírame el trasero, madre ─espeto, provocándole una risa apretada a Melinda, quien en sus manos trae los platos de comida. Paso por un lado de ella, echando humo por las orejas para subir los escalones hasta mi habitación. ─¡No te eduqué de esta manera! ─Exclama la voz de mi madre. ─Exactamente, no me educaste, más estuvieron presentes en mi vida…los rectores del internado, y Melinda, no te hagas la dolida como si me hubieras amado ─murmuro, apretando la mano en el barandal de la escalera. Cierro la puerta de golpe, de mi habitación, apretando mis ojos para evitar las lágrimas que se quieren desbordar. Tomo mi celular, llamando a Virginia, aún con el nudo en la garganta. Ella atiende a los dos tonos. ─Raque… ─Gini, siento que me voy a ahogar, no quiero seguir viviendo aquí y ver la cara de mi madre decepcionada de que fui la razón de que la casaran con mi padre y su infelicidad ─interrumpo, escucho cómo suspira y al fondo se escucha el llanto de Destiny. Aprieto mi labio, con los ojos desbordados «¿Tendré que pasar por lo mismo que mi madre? No…nunca odiaría a mi bebé» pienso, sintiendo cómo el corazón se me acelera al recordar mi estado. ─No eres una decepción ni su infelicidad, Zanahoria…no eres la razón de nada de eso. Eres maravillosa y muy inteligente, ellos son unos idiotas ─menciona, Gini, provocándome una sonrisa cuando los insulta. ─Lo son ─murmuro, dejando salir un suspiro. ─Raquel, pronto podrás irte lejos, eres la mejor diseñadora que he conocido y no es porque seas mi mejor amiga, pero mereces ser feliz ─declara, llevándome a suspirar por lo dulce que es ella. ─Gracias, Gini, eres la mejor ─expreso, escucho cómo Destiny balbucea, necesitando la atención de su madre─. Dale un beso a la pequeña de mi parte ─acoto, rápidamente, mientras me acaricio el brazo. ─Le doy millones de besos de tu parte, auch… ¿irás a la reunión en el viñedo? ─inquiere, suelto una carcajada, al escuchar cómo se ha tropezado con algo. Niego con la cabeza, suspirando. ─Sigues siendo torpe, Gini…ahí estaré, te quiero, hasta que muera ─digo, aspirando la mucosidad que se forma en mi nariz. ─Te quiero, hasta que muera, Zanahoria ─expresa, con cariño. Suspiro, escuchando cómo se cuelga la llamada. Bajo mis ojos a la pantalla, al recibir un mensaje de mi i********:, siendo una solicitud de una cuenta nueva. Arrugo el entrecejo, abriéndolo, mi corazón comienza a palpitar con fuerza al leerlo. User0108: Hola, pelirroja sexy ¿Creíste deshacerte de mí? Has intentado arruinar mi matrimonio, y eso no estuvo nada bien de tu parte divertida…además, me hacen falta tus labios pintados de rojo besando mi m*****o como una desquiciada…Sé que tú también me extrañas, no por algo querías casarte conmigo. Pero, aquí me tienes, cuando quieras repetir. Estaré dispuesto a recibir tus disculpas por todo el espectáculo que causaste por una insignificancia. Con cariño, siempre tu Noah. Aprieto con enojo el celular en mi mano. ─¡¿Quién se cree este imbécil?! ¡Insignificancia dice! ─Exclamo, alterada, lanzándolo en la cama para pasar mis manos por mi cabello en frustración «¿Cómo se atreve a insinuar que debo disculparme? ¿Este en serio será el padre de mi bebé?» Me cuestiono, tragando con dificultad. Súbitamente, se escucha el timbre de la mansión Peralta. Mi corazón sigue acelerado de la molestia al leer ese mensaje, abro la puerta de mi habitación para poder escuchar de quién se trata. ─Señorito Vallejo, que grata es su visita ¿Viene por la señorita Raquel? Pase adelante ─menciona Melinda. Abro los ojos ¿Qué hace Logan aquí? Salgo de la habitación, bajando las escaleras para encontrarme con sus luceros oscuros, cabello azabache y chaqueta de cuero de marca. Detengo mis pies, ante su presencia en mi casa, ya que él la evita lo más posible por mis padres, que tienen una leve obsesión de preguntarle por los suyos. Siendo unos millonarios opulentos de la sociedad. ─Logan, ¿qué haces aquí? ─Pregunto, él alza su mano, mostrándome en ella un forro oscuro de traje. ─Dejaste tu vestido vomitado, quizás lo querrías, además de que lo he mandado a la lavandería. Es muy bonito para botarlo y dijiste que lo habías hecho tú ─menciona, asiento, mordiendo mi labio para terminar de bajar las escaleras. ─Gracias, ¿cuánto pagaste por la lavandería? Te lo regresaré ─digo, apenada. ─Tranquila, Zanahoria ─dice, guiñándome el ojo. ─¿Desea comer algo? Le iba a llevar la comida a la señorita a su habitación ─comenta, Melinda. Él niega con la cabeza, de inmediato. ─Solo vine a entregar esto ¿Estás bien? ─Cuestiona, posando sus ojos en mí, con cierta intensidad. ─Sí…yo… ─¡Logan Vallejo, que honor verte de nuevo por aquí! ─Interrumpe la voz chillona de mi madre. Aprieto mis labios, cuando ella termina de llegar hacia él, besando sus mejillas con hipocresía―ella odia a sus padres, solo es política porque es un Vallejo y su familia tiene renombre en la sociedad―. Él se muestra incómodo, rascando su nuca, haciendo que su chaqueta y camisa se levanten, para darle un vistazo a sus abdominales «Este idiota, tiene buen cuerpo» pienso, rodando los ojos. ─Igualmente, señora Peralta… ─Sabes que me puedes decir Felicia, ¿vienes a alentar a mi hija a sentar cabeza y que deje las tonterías que rondan en su cabeza? ─Espeta, mi querida madre. Logan, carraspea, mirándome. No puedo creer que le haya preguntado eso a él, cuando el idiota sensual ha mandado al infierno a su familia para perseguir sus sueños. ─Madre…por favor ─gruño, con molestia. ─Su hija, es excepcional, no cabe duda que ha sido criada de la mejor manera. Pero la entiendo, a mis padres tampoco les gustó la idea de que ejerciera una carrera que no era para dirigir la dinastía…Raquel podrá con ambas cosas, lo contrario a mí ─manifiesta, Logan, sorprendiéndome. «¿Qué mosco le ha picado para defenderme?» Los ojos de mi madre se quieren salir. Resopla, estirando su suéter de cachemir. ─Emma tiene razón, eres igual o peor que Raquel con tu libertinaje…esta generación se fue al caño con ustedes, porque, lo que sé, es que no has querido sentar cabeza ¿Acaso una esposa no está en tus planes? ─Replica mi madre con veneno. Me termino de acercar a él, tomando el vestido en mi mano. ─Madre, él no vino a recibir tus ataque ni mucho menos, me trajo un vestido y ya se va ¿cierto? ─Inquiero, abriendo mis ojos en los de él. Comienzo a empujarle a la salida. ─¡Raquel, no seas irrespetuosa! ─Exclama la señora Peralta detrás de mí, mientras lo termino de sacar y Logan ondea su mano, con una sonrisa. Cierro la puerta, observando su motocicleta. ─Disculpa, por eso…últimamente está intolerable ─menciono, apenada. Abrazando el vestido, él alza sus comisuras, sentándose encima de la motocicleta para hacer ademán de colocarse el casco. ─No permitas que ella arruine tu esencia, Raquel, es lo que me gusta de ti…y últimamente has estado actuando extraño ─declara, escaneando mi cuerpo. Tomo una bocanada de aire «Si tan solo supieras lo que ocurre» pienso, él posa su dedo en el Sticker que he colocado en su motocicleta. ─Lindo detalle, Zanahoria revoltosa…te quiero… ─Hasta que muera ─completo, él asiente, haciendo rugir su motocicleta y alejarse de mí. Arrugo el cejo, al sentir mi corazón latir. Dejo salir un suspiro, volviendo al interior de la mansión. Detengo mis pasos cuando los brazos cruzados de mi madre se posan en mi camino, resoplo, rodando los ojos. ─Estoy cansada, madre no quiero… ─Ni se te ocurra enamorarte de ese chico, está peor que tú, si piensas traer un prospecto a la familia tiene que seguir la dinastía de su apellido…no uno que parezca un vándalo con tatuajes y motocicleta ─suelta sin tapujos, sobresaltándome, alzo mis cejas «¿Pero qué demonios? ¡Nunca me enamoraría de Logan!, él es un mujeriego y mi…mejor amigo, es imposible» pienso, mirándole, ofendida.
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