Clementina Busco los ojos celestes de Alexander luego de ver cómo se ahogaba con la cebada especial de Arturo; quién está muy enojado gritando mi nombre. Al subirme en la barra del bar, me agacho para ver mejor el rostro del sacerdote, noto cómo me mira, pero no puedo descifrar si es odio o deseo…quizá ambas. ─¡Baja de allí! ─Exclama Arturo. ─¡Apenas comienzo! ─Digo acariciando el rostro de Alexander con mi mano─. Quiero darle una buena bienvenida al sacerdote, de mano de las hijas de Dios ─expreso hacia él. Vislumbro cómo traga con dificultad. Me coloco erguida y doy la vuelta meneando mi trasero al ritmo de la canción y comienzo a corearla igual que las personas del bar. Bob, el dueño de una de las granjas se acerca a la barra sonriente quizá con varios tragos de más encima, él me