Mantengo mi mentón alzado y mi porte, mientras aprieto mis dientes entre sí para fulminarle con la mirada. Él carga una sonrisa genuina que me provoca urticaria ya que, no quiero sentir más que odio por Sebastian Blackwell. Mi corazón dejó de pertenecerle en el momento en que lo rompió sin piedad. ─¿Ahora qué hice? ─Pregunta desconcertándome y pestañeo. ─¿De qué? ─Me estás mirando como si quisieras asesinarme ─menciona sin más. ─Oh, eso. No estás equivocado ─digo fingiendo que no estaba pensando que tiene una linda sonrisa. Aclaro mi garganta y comienzo a caminar para que él me siga. ─¿Cómo lo harías? ─Indaga sin quitar su estúpida sonrisa. ─¿El qué? ─El desvivirme ─suelta de forma burlona. ─No te diría, ¿qué sentido tiene si lo ya sabes cómo lo haría? Solo te puedo asegurar