Mila tenía apenas nueve años cuando en un fatídico asalto perdió a sus padres. Diez, cuando desembarco en la prometedora tierra de oportunidades llamada Estados Unidos. Veinticinco, cuando se propuso atrapar a un codiciado y acaudalado soltero de una potencia mundial.
Con peculiar gusto por las ciencias económicas, los números y la Bolsa de Wall Street, Mila arrincono al aclamado magnate de los valores americanos.
Su propósito fue simple, pero maquiavélico: el fin justificaba los medios y para ella, entrometerse en su camino solo era el recorrido. Su desproporcionada sed de poder, audacia peligrosa e inteligencia despiadada ensamblaron un indestructible frente de batalla contra su mayor oponente: Jackson Lennox.
Conocido como El Lobo de la Bolsa, Jackson ha mantenido en pie la dinastía que padre y abuelo alzaron en el mundo de Wall Street; un mundo lleno de trampas, vicios e ilicitudes que engrandecían o, por el contrario, destruían.
Con la avasallante prepotencia de un hombre de las cavernas, Jackson creyó dominar la partida estableciéndole al pequeño cuervo un violento y amedrentador acuerdo: matrimonio. Los beneficios eran bilaterales, para él, quitarse de encima la estricta vigilancia de su padre y desterrar la mala fama que se había echado en los medios de cotilleo; medios que lo definían como un empresario mujeriego, de accionar mezquino y ciertamente agresivo con el sexo femenino. Mila en cambio obtendría lo que tanto deseaba y por lo que tantos años había estado esperando; para el mundo seria su ciudadanía americana, pero para el aquelarre, nada más y nada menos que el opulento, poderoso e invencible sistema de finanzas Norteamericano.
Nada podía salir mal.
Sin embargo y aunque el negocio parecía ser fríamente prometedor, las almas pendencieras, las almas oscuras, almas dañadas y corrompidas… No contaban con que el destino sería dadivoso, pero también caprichoso y en sus planes solo existía un final…
Amor… O la muerte.
Algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a aceptar.