La noche anterior…
Raegan Waldorf
Clavo mis pupilas en la vía de la muy aglomerada Manhattan anochecida, presiono el claxon y noto a los reporteros detrás de mí siguiéndome, chasqueo mi lengua mientras recibo llamadas insistentes del CEO del equipo Alpine y cuelgo cada una de ellas. Posiblemente ya recibió imágenes de ese desquiciado sitio Web de chismes y todo por esa mujer…sus ojos azules se incrustan en mi mente, me hace detestarlos como nunca antes. Odio lo que me provoca el recordarla y lo imbécil que fui al caer en una trampa adolescente. «Esa hija de…» pienso ardiendo por dentro como lava.
Estoy enfurecido, presiono más el pedal esquivando los autos mientras la adrenalina se me inyecta. Rechino mis dientes porque estoy odiándome a mí mismo al visualizar en mi mente de nuevo su figura envuelta en un endemoniado vestido azabache que marcaba tan bien sus curvas dejándome ver una larga pierna y sexy en la abertura del mismo. «¿Quién carajos es Milenka Williams? ¿Qué le hice a su maldito padre para que venga a mí a joder más mi reputación?» Me cuestiono.
─Justo cuando comenzará la temporada de la F1 y necesito ser fichado con Ferrari para salir del yugo de los Waldorf…nadie quiere al corredor problemático. Solo Alpine y porque mi padre tiene el poder de todo ─gruño entre dientes sintiéndome impotente. Golpeo el volante enfurecido y me desvío hacia la persona que podrá ayudarme con la presión en mi cabeza y el peso de mis hombros.
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Golpeteo con desespero mis nudillos contra la puerta de madera. Esta se abre a los minutos dejándome ver el rostro adormitado de Kendra Bianchi, su melena cobriza está alborotada y sus ojos cafés me miran entrecerrados.
─Rae…¿Qué haces aquí? Recuerdo que dijiste que no querías volver a verme ─pregunta con desconcierto. Lo cierto es que tengo unos cuantos tragos en mi sistema y la dignidad la desconozco en este momento. Tanto que podría obviar el hecho de que Kendra me rompió el corazón incontable veces haciéndome no creer en el amor o en otra mujer, aunque hay unos traumas principales que se los doy a mi madre quien me abandonó luego del parto y mi padre me confirmó a los años su misterioso fallecimiento.
─Te necesito, preciosa ─respondo con una sonrisa ladeada, ella suelta un jadeo y me voy hacia su cuerpo terminando de cruzar la puerta. Sujeto su nuca y pego mis labios de los suyos besándola mientras doy un portazo con mi pie.
Levanto la blusa que cargaba descubriendo sus pechos turgentes que rebotan libres y magreo para intensificar el beso.
«Sus ojos azules, tan escandalosos y despreciables…te encontraré, ratoncita y pagarás lo que me hiciste. Iniciaste la guerra, espero tengas con qué pelearla»
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Despierto colocándome la camisa tirada en el suelo y veo la pantalla de mi celular con los mensajes eufóricos de mi padre, quien es el director de mi escudería y también quien me recuerda cada día que soy su peor error. Mis fotos comprometidas están en todos lados, con enunciados cada vez más amarillistas que otros, me tachan de: irresponsable, borracho, descontrolado y que soy un maldito desastre. Me froto la cara y veo que Kendra se ha levantado temprano, escabulléndose de nuevo y recordándome el porqué terminé con ella o quizá ha visto las fotos…mierda.
Le devuelvo la llamada a mi padre.
─Raegan Archibald Waldorf ¡¿Qué mierda te ocurre en la cabeza?! ─Contesta alterado y vociferando. Entorno mis ojos resoplando y miro por el balcón del apartamento de Kendra. Ella se encuentra en Brooklyn.
─Padre…puedo explicarlo ─declaro enfurecido al recordar nítidamente lo de anoche y lo que causó aquella mujer en mi vida que no iba del todo bien.
─Es mejor que me des unas buenas explicaciones. Hemos perdido tres patrocinadores porque no desean que un piloto desastroso les represente, ¿sabes lo que significa eso? Tu carrera como piloto se está yendo a pique y solo esperan a que renuncies de una vez por todas sin esperanzas de que te poses en el podio de campeones nuevamente ¡Eres un Waldorf! ─Grita y mi pulso se altera más y más.
─Esto no fue mi culpa, una mujer provocó esto; fue la misma que envió las fotos a “La dinamita”
─Eres una decepción, Raegan ─gruñe y mis ojos se escuecen de la rabia mientras aprieto mis manos en puños─. Por algo tu madre fue inteligente y te abandonó conmigo ─manifiesta fríamente y mis ojos se abren con sobresalto. «Sí que lo fue» Aprieto mis dientes con rabia.
─Resolveré esto ─propongo sin saberlo a ciencia cierta.
─No, lo haré yo. Confírmame el nombre de la mujer, tengo unas fotos donde aparece y se me hace familiar de cierta manera ─demanda en un gruñido.
Paso saliva asintiendo.
─Milenka Williams ─respondo y a los segundos él se carcajea confundiéndome.
─Es Milenka Hidalgo, imbécil. La hija de Apolo Hidalgo, quizá tu entrevista le afectó y quiso jugar en contra de los Waldorf…digamos que le aplaudo la valentía. Ven a mi oficina ya mismo, coordinaré una reunión ─dice─. Y Raegan, no jodas más mi puto apellido ─advierte colgando la llamada. Suelto un gruñido mientras que mi respiración se altera. «Con que eres una Hidalgo, eso no me lo esperaba» ahora me siento más imbécil por caer en una trampa de la hija del enemigo de mi padre, quien pensó que su muerte sería el fin de una guerra, pero…ha dejado una piedra en el camino, por cierto, una muy sexy.
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Llego al edificio y camino hacia la oficina de mi padre, pero, detengo mis pasos al verlos hablando. Ella está de espalda y puedo notar su trasero apretarse en la falda ejecutiva que decidió colocarse hoy, esta vez trae su cabello largo y azabache suelto, es tan sedoso y brillante. Me provoca acariciarlo y olisquearlo, enterrar mis dedos en él…¿Qué mierda, Raegan? La odias, es lo que sientes por ella; puro desprecio inhumano y quieres verla sufrir. Lleno mis pulmones de aire para terminar de llegar hacia ellos.
─Hola, ratoncita ─saludo y ella se da la vuelta mostrándome sus enormes ojos azules. «Maldición» Mis latidos se alteran y ahí va ese sentimiento que detesto, invadiéndome al verla, con su belleza maldita. Sus cejas son oscuras igual que su cabello, labios grandes y jugosos con una nariz fina junto con pómulos marcados. Si pudiera describir su belleza diría que es de otro planeta, definitivamente una mujer no puede ser naturalmente así de preciosa. Y odio que sea así…
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Milenka Hidalgo
Los ojos cafés de Raegan se incrustan en los míos. No puedo creer que esté aquí, al frente de los despiadados Waldorf y haya venido a este lugar a ciegas. La frustración me invade y mis latidos son certeros contra mi esternón. Remojo mis labios y con la sonrisa petulante de Raegan.
─Creo que no debo de estar aquí ─digo tratando de irme de una vez por todas.
─Detente ahí, ratoncita ─ordena sujetando mi brazo, la sensación que me provoca me desconcierta, arrugo mi cejo y le miro con molestia mientras que él se inclina hacia mí dejándome oler su perfume intenso─. No juegas con el diablo y luego huyes ─insinúa, mis ojos se abren como platos y me zafo de su agarre.
─No estoy huyendo ─gruño─. Simplemente no tengo el deseo de ver tu estúpida cara ─declaro sin importarme la presencia de Jack Waldorf.
Raegan aprieta sus puños y me encara un gruñido.
─Repite lo que dijiste ─reta enfurecido hacia mí.
─Hablemos en la sala de reuniones ─demanda Jack al ver que nos mataremos en el pasillo. Tomo una bocanada de aire no sé si sea buena idea encerrarme en un lugar con los Waldorf, no soy controlable ni mucho menos, su poder me da igual como lo es su apellido. Suelto un resoplido tronando mi cuello en cuanto Jack me invita a caminar, ruedo los ojos golpeando mis tacones en el mármol. Empujo la puerta y al entrar veo la mesa redonda rodeada de sillas─. Puedes tomar asiento…
─No, gracias. Esto será rápido ─intervengo cruzándome de brazos para encararle. Raegan se lanza en una de las sillas mientras que Jack hurga en su celular para enseñarme la pantalla. Donde aparece la foto que envíe a “la dinamita”
─Hiciste esto, ¿cierto? ─Pregunta.
─No contestaré nada sin un abogado presente ─espeto frunciendo mi cejo.
─No seas ridícula, Hidalgo. Creo que sabes que tengo el poder de Manhattan y buenos contactos en la comisaría, de hecho, el juez del momento fue a comer conmigo hace unos días, así que, no arruinas la puta reputación de mi hijo y pretendes no recibir las consecuencias ─amenaza provocando que mi pulso estalle─. De hecho, no hace falta que afirmes que has sido tú, tengo pruebas que la prensa me ha dado y sí, me costaron mucho dinero ─agrega mostrándome ahora una foto donde aparezco junto con Raegan hablando muy cerca. Siento cómo mis mejillas arden del enojo y aprieto mis brazos entrecruzados. Me encuentro entre la espada y la pared en este instante.
─¿Qué quieres? ─Pregunto de repente.
Jack sonríe guardando su celular.
─Decidida, igual que tu padre.
─¡No hables de mi padre! ─Exclamo señalándole con mi índice. Él muestra las palmas en modo de rendición.
─Tranquila, eso sería un desperdicio ─dice y mis ojos se enfurecen más mientras que un nudo se me forma en la garganta─. Milenka Hidalgo; trabajarás para mi hijo reparando su reputación, sé que estás capacitada, he leído tu currículum.
«¿Trabajar para ese sujeto? ¡Prefiero morir!» pienso viendo el rostro de Raegan que permanece serio.
─Ni muerta ─gruño encarando a Jack.
─No tienes opción, es eso o arruinaré tu maldita carrera. Nadie querrá contratar nunca a Milenka Hidalgo y necesitas el empleo ya que, pude tener información de una deuda que ha dejado tu padre. Así que; primero comenzarás con una rueda de prensa que he pactado donde darás tus disculpas y dirás que todo fue una “jugarreta” que se salió de control y más te vale ser convincente ─reitera con frialdad estirando el saco de su traje de sastre, que parece ser un Kiton exclusivo.
─Pagarás por esto, Jack Waldorf ─amenazo, y él suelta un resoplido.
─Claro que sí, niña ─afirma sarcástico─. Bienvenida a industrias Waldorf ─dice saliendo de la oficina y dejándome con Raegan. «¿En qué mierda me he metido?» Me cuestiono encarándole. Él se levanta llevándome a alzar mi mentón por su altura.
─Habla bonito de mí, ratoncita ─dice sujetando mi quijada y manoteo su mano alejándola de mí.
─Te voy a matar ─advierto en un gruñido. Raegan ríe por eso.
─Inténtalo...además ¿Por qué tan amargada? Tienes el jefe más sexy de Manhattan.
─¿Sí? ¿Dónde está? Que no lo veo ─Pregunto con ironía chasqueando mi lengua y mirando a los lados fingiendo que lo estoy buscando. Él rompe la distancia, pero me mantengo erguida sin reaccionar a su cercanía peligrosa.
─Quizá ahora sí puedas verlo, ratoncita ─dice con su ahora su voz más grave. Mi pulso sigue alterado.
─Narcisista, ególatra e imbécil ─detallo mirando su rostro.
─Todo eso, pero sé que te coloco nerviosa, puedo olerlo, quieres que te tome aquí mismo. Quizá así te quito lo amargada ─manifiesta y abro mis ojos por su ofensa, alzo mi mano haciendo ademán de apartarle de mí. Me sujeta de las muñecas acorralándome contra la pared, trago con dificultad por sus labios tan cerca de los míos.
─Te odio ─gruño enfurecida.
─Y yo a ti, que bien, en algo estamos de acuerdo…termina lo que te pidió mi padre y desaparécete de mi vista, ratoncita ─manifiesta apartándose de mí. Sus palabras salieron punzantes y el desconcierto me invade por cómo las sentí. Él camina hacia la salida y desaparece. Suelto el aire retenido apoyando mis manos de las rodillas.
─Ese hijo de perra ─espeto para mí.
La puerta se abre a los minutos y giro mi rostro para ver a una pelirroja exuberante con una carpeta en las manos.
─Soy Kendra Bianchi, la asistente de Jack Waldorf, tienes que firmar estos dos contratos ─dice sin más como si el hecho de que trabaje para Waldorf la hace odiarme.
─¿Qué son…?
─Contrato de confidencialidad y contrato de empleo como relacionista pública ─explica moviendo su cabello con su mano, sus uñas son largas y de colores, quizá acrílicas y lleva un escote algo pronunciado. Es notablemente hermosa.
Sostengo los contratos y resoplo. «¿En serio firmaré? De lo contrario Jack es capaz de arruinarme la vida» pienso y sostengo un plumón para trazar mi firma en el primer contrato, comienzo a leer el otro y maldición; me está contratando por un año e indica una cifra de…veinte mil dólares al mes, incluyendo pasajes de avión y hospedaje en diferentes países donde se realizarán las carreras de la Fórmula 1 de este año. «¿Tendré que estar todo el tiempo con él? Esto es casi una tortura China»
Firmo pensando que realmente necesito el dinero y en definitiva no quiero vender mi cuerpo al mejor postor. Le entrego los contratos a la pelirroja, quien los toma y me mira de arriba abajo con escrutinio confundiéndome. Ella suelta un resoplido y sale del lugar dejándome estupefacta. Acabo de firmar, vendiéndole mi alma al diablo Waldorf.
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La rueda de prensa empieza, todos los reporteros están a la espera de lo que diré. Maldigo mil veces a Raegan en mis pensamientos cuando le veo a un costado de mí. Subo al podio al frente del micrófono, los flashes impactan en mí y entorno mis ojos, tratando de controlar mis impulsos de arruinar más la carrera de Raegan. Muerdo mi labio inferior y tomo aire para enterrar mis uñas en el podio, alzo la vista y veo a Jack dándome un asentimiento casi en una advertencia.
Mis latidos me están torturando.
─Gracias por venir…seré breve ─comienzo y mi voz se duplica en los altavoces mientras que los reporteros enloquecen─. Mi nombre es Milenka Hidalgo, como deben de saber ya, por algo están aquí ─digo torpemente aclarando mi garganta. «Me está costando fingir esto»
Bajo la vista a los apuntes que me entregaron para leerlos. Será mejor que improvisar.
─La foto que observaron en los medios, la he tomado y enviado al portal de “la dinamita” con intención de desmeritar y dañar la reputación de Raegan Waldorf…fue una jugarreta que se salió de control y quiero disculparme por ello. Yo planifiqué y pagué a las modelos para que colocaran a Raegan en una situación comprometida y… ─Detengo mis palabras, pues mi padre no estaría nada orgulloso de esto, no lo estoy ni de mí misma. El rostro de Jack se endurece con la expectativa. «Al demonio» esbozo una sonrisa─. Raegan y yo somos muy buenos amigos, y le aprecio muchísimo, es decir ¿Quién no lo querría? ¿Sabían que me salvó de un mapache cuando estaba pequeña? Todo lo que han escrito de él de que es un “borracho” “mujeriego” y demás, no es cierto ─manifiesto y los reporteros enloquecen más. Miro el rostro de Raegan quien abre los ojos con sobresalto y Jack ordena a que me bajen del podio.
─Deben de saber que Raegan Waldorf les demostrará que pueden confiar en él, por algo es el bicampeón mundial del Gran campeonato. ¿Alguna pregunta? ─Propongo mirando a los reporteros que se pelean por ser el primero.
Señalo a la televisiva de NBC.
─Señorita Hidalgo, gracias por aclarar el incidente que hubo, pero, ¿es una afirmación de sus sentimientos hacia Raegan Waldorf? ─Pregunta de repente la mujer.
Abro mis ojos con sobresalto y niego con la cabeza.
─Eh… ─Mis palabras se cortan con Raegan llegando a mi lado.
─Se terminó la rueda de prensa ─anuncia de repente bajándome del podio. «¿Sentimientos hacia él? Lo único que podría sentir es asco y odio» ¡¿Qué demonios ha ocurrido?! No me pueden relacionar sentimentalmente con él…eso sí que no.