Mis luceros observan cómo el rechazo me acaba de bofetear con su hermosa espalda ancha y sus ojos grises excitantes ¡Necesito comerme a ese hombre! Exclama mi interior como una misión sin retorno. Apresuro mis pasos colocándome de nuevo a su costado. ─¿Qué haremos ahora, alguna misión suicida en mente? Soy experta en esas, tú dime y me lanzo a los cocodrilos ─pregunto de manera efusiva, escuchando como gruñe particularmente. Sin percatarme del lugar, llegamos a una puerta. Él la abre, entrando, pero se detiene en el marco, evitando que entre. Abro mis ojos, mirándole. ─Dormiré y descansaré de tu presencia ─gruñe, cerrando la puerta en mi cara. Me sobresalto, quedándome desconcertada, observando su sobrenombre grabado en ella “Muerte” ruedo los ojos, girando sobre mis tobillos y dándo