Odiarnos hasta Amarnos

| Querer equivocarse |

Sigo en un intento de asimilar lo que estoy sintiendo, hacia el hombre que está parado al frente de mí, con un moretón en la mejilla, solo por traerme un libro, mismo que, aprieto entre mis dedos mientras mis latidos siguen golpeando con fuerza mi esternón. Separo mis labios, girando mi rostro para ver cómo Volker, y Ezra, se abrazan con hermandad.

─Gracias, por sacarme de allí, hasta, recibí unas disculpas…escuché que despidieron al oficial, ese maldito, es lo menos que se merecía ─manifiesta, Ezra. Remojo mis labios, dejando salir un suspiro.

─No fui yo, quien te sacó de allí, fue Ginebra, usó sus contactos e hizo lo imposible, hombre, tienes suerte de tenerla ─suelta, Volker, la mirada de Ezra, se coloca en mí, con asombro.

─Eres mi esposo, tenía que hacerlo ─menciono, apenada por