Luego, de pasar la vergüenza de mi vida, recuerdo que Ezra, tuvo que limpiar el vómito de sus zapatos. Me encuentro sentada en la cama, con una intravenosa en el brazo y una Doctora que ha sido llamada por Ezra, en su insistencia de que debía de verme con alguien. Suelto un resoplo y levantando la vista hacia él, quien entra a la habitación, con sus ojos excitantes, aclara su garganta, llamando la atención de la mujer de cabello castaño y amable sonrisa. ─Ya he terminado con la paciente ─anuncia, Sabrina, enrollando su estetoscopio─. Le he dejado suero, ya que me indicó que había vomitado dos veces, esto, la ayudará a no descompensarse. Hice el recojo de la muestra de sangre y los resultados serán enviado en unos cinco días hábiles, también, pacté la cita con ginecología, como me lo indi