Trago con dificultad, al sentir mis mejillas tornarse calientes ante su hermosa mirada imponente. ─Lo sé, pero mi hambre es más fuerte que mis modales─ manifiesto sonante un poco tajante, sus ojos azules me penetran el alma y me derrito en un instante. Él suelta una risa juvenil rozando su pulgar por su labio inferior, tratando de detener esa bella sonrisa. Todos los ángeles tendrían celos, malditos celos de esa sonrisa incandescente. ─Me haré cargo de su hambre. Puedes buscar una mesa─ suelta, sobresaltándome. Ya que mis sentidos, tomaron esas palabras con otro significado. Aumentando la temperatura en mi rostro. ─No, gracias, yo puedo solita─ le aclaro, dándole la espalda en un giro. Tratando de que él no visualice más mi rostro. Inesperadamente, él sostiene mi antebrazo, enviándome