Semanas antes del primer encuentro…
POV Alesander Wolfman
Tropiezo con las botellas de alcohol vacías en el suelo, caí de nuevo en un maldito círculo vicioso. Las manos me tiemblan de la rabia, al enterarme que mi ex esposa quiere alejarme de la luz de mi vida. Veo el interior vacío del departamento con sus juguetes aún esparramados en el piso provocándome una sonrisa nostálgica. Caigo al suelo de rodillas liberando el nudo doloroso de mi garganta, ese que se formó en cuanto recibí la citación para el juicio de la custodia.
Mis ojos están ardiendo y sostengo el pequeño delfín de goma que le saca carcajadas a mi pequeña Angela. Ensancho la sonrisa, llenando mis pulmones con una bocanada profunda y dejo mi mirada en la nada, pensando que haré lo que sea con tal de no permitir que alejen de mí a mi prinzessin. [Princesa]
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Actualidad…
POV Katrina Manzur
Escucho el maullido de Filomena y me remuevo en la cama levantándome, estiro mis brazos para arrastrar mis pies descalzos en el suelo y poder servirle comida a mi gata. Ella me sigue sin parar de maullar y detengo mis pasos al oler el humo de cigarrillos.
Me cruzo de brazos mirando a Camilla; mi hermana mayor pegada de la ventana de la casa de nuestra difunta abuela intentando que el humo salga discretamente. Aclaro mi garganta sobresaltándola.
―¡Mierda, Kat! ―Exclama asustada tirando la colilla al lavaplatos en un intento torpe de apagarlo.
Se gira mirándome.
―Con ese vocabulario no conseguirás un protagónico ―digo―. Y fumando solo adelantarás tu muerte ¿Quieres que te recuerde lo que causa eso en…?
―No, no quiero que me recuerdes por onceaba vez, y hablé de esa forma porque me asustaste ¿Qué haces despierta tan temprano? ―Se baja de la mesa acomodando su camisón de dormir.
Camilla tiene la belleza de una estrella de Hollywood, un rostro dulce, carisma y mucha…elocuencia para no decir que sus ganas de sobresalir solo la hunden más en papeles de extras y anuncios de televisión muy extraños, como el último que fue sobre un limpiador de sarro para inodoros que no servía. Sus ojos miel se posan en mí.
―Filomena me despertó por comida ―murmuro caminando a su comedero.
―Tienes a esa gata muy consentida, está regordeta ―murmura.
―No hables así de ella, se sentirá mal.
―Es un gato.
―También tienen sentimientos, está comprobado que…
―No comiences, enciclopedia ―Me detiene rodando los ojos.
Se acerca a mí besando mi frente.
―¿Has recibido alguna propuesta para tu pasantía? No puedo creer que seas la persona más inteligente de tu curso y solo por ser becada no tengas las mismas oportunidades.
Niego con la cabeza.
―No pierdo la esperanza, he enviado propuestas a varios Doctores y directores de hospitales. Me convertiré en la mejor pediatra de este país y no tendrás que actuar para comerciales sobre vibradores con forma de tentáculos ―digo emocionada.
―Esa campaña me regaló muchos de ellos. Y actué muy bien.
Poso mi mano en su hombro mirándole y ella entorna sus ojos.
―Eres realmente buena, Camilla y de verdad quiero que seas tan famosa como tú lo quieres ser, llegues muy lejos como actriz o modelo ―digo.
Camilla me sonreí emocionada, cubre su boca a punto de llorar.
―Que linda eres, Kat. ―Me abraza emocionada.
Dejo salir un suspiro.
―Lástima que no tienes talento ―menciono.
Ella borra su sonrisa.
―¿Siempre tienes que ser tan sincera? Miente por lo menos un poco, para darme un halago o hacerme sentir bien ―chilla.
―No puedo mentir, a las personas les gusta decir mentiras, pero yo no puedo y gracias a eso me ha costado encajar en muchos lugares. Sé que piensan que soy una “rara” pero es imposible evitarlo ―digo con seriedad.
―No eres “rara” y quien se atreva a decirte así se las verá conmigo ―gruñe molesta abrazándome de nuevo.
―¿Cómo se las verá contigo? ¿Qué verá?
―Cállate, Kat y disfruta del abrazo ―murmura haciéndome sonreír.
Se aparta palmeando mis hombros.
―Ya que estás despierta, busca un lindo vestido, viajaremos a una fiesta de coctel donde podré hacer contactos y tú también ―indica.
―¿Una fiesta de coctel? ―Pregunto pestañeando.
**
Pocas horas después…
Camino por el jardín de la inmensa mansión donde hay una fiesta con muchos Doctores, personas del medio artístico e influyentes reunidos en mismo lugar para crear lazos, convenios y ayudar a la beneficencia. No sé cómo Camilla nos logró meter en este lugar, pero al parecer tuvo un romance con uno de los camareros porque entramos por la puerta de la cocina.
―¿Cómo me veo? ―Me pregunta Camilla.
―Te ves hermosa.
―¿Lo dices de verdad o aprendiste a mentir? ―Inquiere.
Niego con la cabeza.
―Bien, gracias. Espérame aquí, si ves a algún Doctor, acércate a él y háblale de tu situación académica, pero no seas tan sincera ¿Está bien? ―Acaricia mi cabello.
Se aleja caminando entre las personas, respiro profundo sintiéndome un poco nerviosa. Quiero controlar mi boca y no decir lo primero que sucede en mi mente. Tengo veinticinco años, he vivido muchas experiencias en mi vida, tuve sexo con mi primer novio y terminamos porque le dije que no había sentido nada. ¿Por qué se ofenden con la verdad? La situación es que, si pude con todo eso, podré conseguir una pasantía.
Me acerco a la mesa de aperitivos plisando la falda de mi vestido rosa pastel, miro la champaña y sostengo una copa.
Giro mi rostro al sentir una mirada intensa sobre mí, encontrándome con un sujeto alto, fornido, de ojos verdes y cabello ligeramente rubio. No sé qué sucede conmigo, pero mis pulsaciones se aceleran y comienzo a sentir algo de calor en mis mejillas ¿Qué es esto? ¿Qué significa esta sensación? Me encuentro desconcertada hasta que él aparta su mirada de mí y boto el aire retenido.
Paso saliva bebiendo un sorbo del champán y otro sujeto se acerca a él.
―¿Piensas volverla una de tus conquistas? ―Escucho que le pregunta el nuevo sujeto al hombre de mirada extraña―. No sabía que te gustaban las de apariencia dulce e inocente.
―No me gustan ―responde el rubio pareciendo enojado y noto un acento marcado en su voz, uno muy tosco.
No debería de estar escuchando una conversación ajena. Pero mis pies no se mueven del lugar queriendo saber más.
―Las chicas como ellas son pésimas para una noche de sexo rudo, se terminan enamorando estúpidamente ―añade y aprieto mi cejo.
―Vamos, es preciosa, ¿crees que sus senos sean naturales? Eres el Dios de los implantes en este país, debajo de ese vestido rosa algo pudo haber pasado por tu bisturí. Ninguna es tan perfecta de forma natural ―suelta el hombre. ¿Están hablando de mí?
―Prefiero ir por lo fácil ―dice el de aspecto imponente.
Miro por encima de mi hombro vislumbrando que miran a una mujer indudablemente hermosa y de cabellera rubia, con muy buen escote.
―Es perfecta ―comenta el que parece amigo del hombre que llamó mi atención.
―No, no lo es. De hecho, no tiene buena simetría en su nariz, mentón y ojos, quien le haya hecho los senos solo le desgració la espalda por su poco balance. No es perfecta, pero funciona para un buen revolcón e iré ya mismo por ella, estoy asqueado de esta fiesta ―dice y giro mi rostro rápidamente.
La mujer se acerca a la mesa de aperitivos a mi costado.
―¿Qué tal están los canapés? ¿Son sin gluten? ―Me pregunta.
Encojo los hombros sin saber.
―Espero que no. ―Toma uno metiéndoselo a la boca.
―¿Puedo invitarte un trago? ―Inquiere el hombre hacia ella.
Nuestros ojos se conectan y aclaro la garganta. No digas nada.
―Claro, soy admiradora de su trabajo. ―La mujer le sonríe.
―He de decir que eres perfecta, han hecho un trabajo esplendido contigo ―dice. Está mintiendo.
―Él realmente no piensa eso ―suelto y cierro los ojos.
―¿Qué? ¿Por qué dices eso? ―Me pregunta ella.
Giro para encarar al hombre.
―Le escuché decir que tus operaciones estéticas están mal hechas, de hecho; que tienes la nariz, mentón y ojos sin simetría. También que tus pechos no están bien y tu espalda sufrirá las consecuencias. Que no eres perfecta ―digo sin más.
―¿Qué jodida mierda? ―Gruñe el hombre.
La mujer abre la boca indignada mirando al que parece ser un cirujano estético.
―Eres un imbécil, todas tienen razón sobre ti. ―Le lanza el trago al torso yéndose molesta.
Abro los ojos impresionada. Él respira furioso sacudiéndose el saco mientras me clava su mirada verdusca, volviéndose muy acalorada. Paso saliva al darme cuenta de que me he metido en problemas nuevamente.
―Lo que acabas de hacer, es tu sentencia ―amenaza dando un paso hacia mí.
―¿Qué hice? ―Pregunto inocentemente.
Él se masajea la barba respirando profundo.
―¿Es una puta broma? ¿Quién eres? ―Inquiere en un gruñido.
―No estoy bromeando y soy…
―¡Tenemos que irnos! ―Interrumpe mi hermana sosteniéndome el brazo―. Dime por favor que tú no le acabas de arruinar el traje a este sujeto ―murmura mirando al hombre.
Me quedo sin palabras y Camilla me hala del brazo sacándonos de la fiesta, arranca la copa de mi mano.
―¿Pudiste conseguir el contacto? ―Pregunto en cuanto salimos del establecimiento y nos dirigimos a su viejo auto.
Guiña un ojo para mí y me da una sonrisa subiéndose al puesto del piloto. Tomo asiento en el de copiloto mientras coloca el auto en marcha.
―Conseguí algo mejor y pronto lo sabrás ―dice en un tono de emoción.
Enciende la radio y coloca una canción que cantamos a todo pulmón de camino a la casa.
**
Una semana después…
Recibo una llamada del director de cirugía del hospital privado MedWell Washington, misma que consiguió mi hermana en una corta conversación en la fiesta. Respiro profundo viendo a Camilla dándome ánimos con una gran sonrisa.
―Señor Adams, es un honor recibir esta llamada ―digo finalmente luego de la conmoción.
―¿Cómo no llamar a la mejor alumna del colegio médico? Sería un error no darle un espacio en el mejor hospital de Washington. ―Su voz se escucha alegre.
Abro los ojos como platos mirando a mi hermana mientras ella salta y celebra en silencio sin dejar de sonreír. Pestañeo sin creérmelo.
―¿Sigues allí, Manzur? ―Pregunta Parker Adams; Doctor con gran trayectoria.
―Sí, disculpe, es que…estoy sorprendida.
―Has conseguido la Beca Medwell y creo que deberías de comenzar a hacer maletas ―anuncia.
Me quedo boquiabierta, mi corazón palpita a mil por hora.
―Entrarás como interna becaria, donde podrás demostrar todo el talento que tienes y volverte profesional en el área que más sea de tu agrado, pero debes de mantener buena puntuación, reputación o perderás la beca ―dice y asiento acatando todo.
―Todavía quieres aceptarla, ¿verdad?
―Sí, sí, por supuesto ―murmuro a punto de gritar―. Gracias, señor. Muchísimas gracias por su apoyo...
―No te preocupes, Manzur, da todo de ti y diviértete. Felicidades, interna.
Cuelga la llamada y mis ojos se escuecen en cuanto cubro mi boca.
―¿Y? ¿Lo conseguiste? ―Me pregunta Camilla.
Asiento con mi cabeza.
―¡Sí! ―Chilla celebrando para abrazarme.
―Pero…tendré que irme, te quedarás sola y…
―No pienses en eso, es hora de que logres tu sueño, Kat.
Le doy una sonrisa nostalgica.
―Gracias, Cam ―mascullo llorando.
―No hay de qué. Eres mi hermanita, debo de protegerte, mamá hubiera querido que esto sucediera igual que la abuela Carmen. ―Me vuelve a abrazar―. Pero tendrás que llevarte a Filomena ―añade haciéndome reír.
―Tengo que hacer maletas ―digo, no puedo asimilarlo.
―¿Cuándo te tienes que mudar? ―Pregunta.
Me seco una lágrima por debajo del ojo y sacudo la cabeza, sigo sin creérmelo y estoy conmocionada, un poco aturdida.
―Lo más pronto posible ―respondo sonriente por todo lo que me espera en el MedWell Washington.
**
Washington - Seattle
Arrastro la vieja maleta abarrotada de libros y ropa que me ayudó Camilla a empacar mientras acomodo el bolso en mi hombro. Enviará a Filomena en cuanto me instale en el nuevo lugar donde viviré y espero conseguir un alquiler barato, respiro profundo luego de salir del aeropuerto porque no encontraban mi maleta y no he dormido nada de la emoción.
Hago maromas con mi bolso para sacar mi celular y poder llamar al contacto que me dio el Doctor Adams y que me puedan recoger en el aeropuerto. No conozco esta ciudad y comentó algo en su mensaje de que no tendría que preocuparme en ubicarme. Espero no haber entendido mal.
Llamo al número unas cuantas veces y este me envía al buzón, le dejo unos mensajes esperando a que los vea.
Miro a los lados e intento que las personas que caminan con apuros no me empujen o tropiecen mi maleta a punto de reventar. Comienzo a sentir ansiedad y cierro los ojos suplicando mientras llamo esta vez al Doctor.
―Manzur, ¿qué ocurre, ya estás en camino?
―Eh…llegué al aeropuerto, pero el contacto que me dio no contesta. Creo que tomaré un taxi…
―No, quédate allí. Ya he mandado a buscarte y es alguien de confianza que me debe un favor, tiene un auto deportivo de color n***o y es muy vistoso ―indica.
Barro la mirada en mi periferia y vislumbro a lo lejos un auto deportivo.
―Creo que le he visto ―jadeo.
―Bien, nos vemos en el hospital. ―Cuelga la llamada.
Tomo una bocanada de aire sosteniendo mi maleta para dirigirme al auto parqueado. Cuando me acerco; de él sale un sujeto alto y fornido que se quita los lentes de aviador para clavarme su mirada verdusca, alabado sea el cielo. Es la perfección hecha hombre y se mueve con gracia ¿Será el mismo sujeto…?
―Hola ―dice fríamente―. Llevo esperando más de treinta minutos.
Definitivamente, es él.
―No conseguían mi maleta, disculpa ―murmuro con los latidos acelerados.
Él chasquea su lengua con desagrado en cuanto vislumbra mi maleta envejecida, todo lo contrario, a su lujoso auto. Se inclina sin decir nada tomándola para intentar meterla en la cajuela.
―Soy Katrina Manzur. ¡Lo siento muchísimo, de verdad! Estuve llamando y perdieron mi maleta, llevo despierta unas veinte horas y me estoy asando, Dios, hace mucho calor. Pero ya estoy aquí y estoy lista para que nos vayamos y…madre mía, eres tan guapo ―manifiesto nerviosa sin poder controlar mi boca.
Se detiene mirándome. El efecto de sus ojos penetrantes, cejo arrugado y nariz rustica se va a quedar conmigo un largo tiempo. Una barba rubia de dos o tres días le recorre la mandíbula y sus labios dibujan el mohín más atractivo del mundo.
―Yo…Dios, no quise decir eso. Digo, sí lo quise decir porque lo pensé, eres guapo, pero…mejor me encargaré de no hablar y de meter la maleta ―propongo rápidamente sosteniéndola e intento apartarle.
―Dame, déjame a mí ―masculla.
―No, no te molestes, ya te hice esperar ―digo y mi voz sale chillona por la vergüenza y es que no quiero que vea mis mejillas sonrojadas por su presencia.
Recuerdo también que por mi culpa aquella mujer le tiró el trago encima. ¿Por qué tengo tanta mala suerte? De por sí no encajo en ningún lugar y me esmero en pasar vergüenza.
―Parece que pesa mucho. ―Gruñe halándola de mis manos.
―Soy una chica adulta y fuerte ―recalco levantándola por el asa para intentar lanzarla a la cajuela.
―¡Déjame a mí! Soy un caballero ―Grita insistente.
Hala de la maleta y la suelto para que ver cómo ha sido una mala idea. El cierre de la maleta explota sin poder aguantar el forcejeo un minuto más, oigo como la tela se desgarra y mis pertenencias salen desparramadas de su interior como si las hubiera metido a presión porque algunas salen volando.
Alzo la mirada vislumbrando cómo un vibrador en forma de tentáculo de pulpo salta cayendo en la cabeza de él. El corazón se me sale del pecho, necesito que alguien me entierre aquí mismo, en esta zona de carga y descarga del aeropuerto. Y que se asegure también de cavar un hoyo para Camilla a mi lado, ¡porque pienso atormentarla hasta que se muera!
Él sostiene el vibrador en su mano luego de agacharse y recogerlo después de que le golpeara en la cabeza. El vibrador es largo y rosado con la forma peculiar como los muchos que tiene Camilla en una caja porque se los regalaron y al parecer le ha parecido divertido meter uno de polizonte en mi maleta…