—Sí… —admitió él.
—¡Eso es porque se supone que no deberías haber hecho tu primer vuelo con mi hija a cuestas!
Lo reprendió por segunda vez.
—¡Ninsianna se lo buscó! Me llenó de barro.
Reprimió una sonrisa. Cuando terminó de correr el circuito, ¡él estaba mucho más embarrado que ella!
más ellaNeeda le pidió con un gruñido que pusiera su ala en una posición más cómoda. Se sentó frente a la mesa y lo miró con una expresión ilegible mientras mojaba un trozo de pan plano en el delicioso aceite. El silencio se hizo ensordecedor mientras ella masticaba.
Finalmente, habló:
—¿Ninsianna te quiere?
Una oleada de culpa le golpeó las tripas. Había hecho una promesa a sus padres, pero todo lo que había hecho desde ayer era actuar como un jabalí en celo.
ayer —Eso no volverá a suceder —dijo miserablemente.
—Eso no fue lo que pregunté.
—¿Qué está preguntando?
está—¿La quieres?
quieres—Mucho… —respondió con sinceridad.
—Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto?
¿Hacer? ¿Qué hacían los hombres cuando una mujer se había convertido en su corazón y alma? O, lo que es más importante, ¿qué hacía un Angelical, que no poseía ninguna habilidad comercial tangible, cero posesiones personales (excepto un rifle de pulso sin potencia, una nave espacial en ruinas y una espada), y que no tenía recuerdos sobre quién era o cómo había llegado hasta aquí, cuando se estrellaba en un planeta primitivo y se enamoraba de la mujer que le había salvado la vida?
hacíanninguna —Nada —dijo con voz dudosa—. Le di a Immanu mi palabra de que no...
—Pídele —interrumpió Needa.
—¿Pedir qué?
—Pídele autorización a Immanu para cortejar a su hija.
—Pero... él... me hizo... prometer… —su ceño se frunció, perplejo.
Ella tomó su mano y la apretó.
—Sólo temíamos que nos quitaras a nuestra única hija —dijo ella—. Promete que te quedarás, e Immanu cederá.
quitaras—¡No puedo! —gritó—. ¡No puedo recordar quién soy!
—Pero sabemos cómo eres —dijo ella.
cómo—¿Un inepto social? —se burló él—. ¿Sin habilidades comerciales viables?
—Tratas a todo el mundo con respeto —dijo ella— desde la anciana más humilde hasta el ciudadano de más alto rango de este pueblo. Amas a nuestra hija —hizo una pausa, como retándole a contradecirla, y luego continuó— y no tienes miedo de trabajar.
trabajar—Soy un soldado... —dijo él moviendo su placa de identificación—. Un soldado sin ejército. ¿Y si llega una nave y me ordenan volver al servicio?
soldado—¿Volverías?
Volverías—¿A la milicia?
—Aquí —dijo ella—. ¿Querrías volver aquí, para estar con mi hija, cuando hayas terminado?
Aquíaquí—¡Por supuesto! —exclamó él—. Lucharía contra el propio Shay"tan para volver por ella.
Se aferró a la palabra Shay"tan y al sentido de misión que el nombre provocaba, pero el recuerdo desapareció tan pronto como la palabra pasó por sus labios.
Shay"tanmisión—¿Y si sales ahí fuera —Needa señaló el techo— y descubres que el mundo del que vienes es mucho más interesante que este?
—No creo que haya nada más interesante que Ninsianna.
nada—¿La abandonarías alguna vez?
—¡No, a menos que esté muerto!
Needa cogió otro trozo de pan plano y lo mojó en el aceite. Miró más allá de él, hacia su propio y lejano pasado.
—En la época en que nació Ninsianna —dijo— estábamos en guerra con los Uruk. Immanu siempre estaba lejos.
—¿Pero regresó, obviamente?
—Lo hizo —dijo ella—. Pero me costó mucho tiempo convencerle de que su lugar estaba con su familia y no allá afuera —hizo un gesto con la mano— persiguiendo todos los caprichos de la diosa.
familia Mikhail guardó silencio.
—No recuerdo a mi familia —dijo afligido.
—¿Pero es obvio que tuviste una?
tuviste Se palpó el bolsillo del pecho, donde solía guardar una figura de madera tallada. Un juguete de niño... Torpemente tallado, chamuscado y roto. Sospechaba que había sido tallado por su propia mano. Lo había dejado en la nave porque le producía una sensación de pena incorpórea.
solíaUn juguete de niño—¿Y si ya tengo una esposa? —se dio unos golpecitos en los puntos sanos de su cuero cabelludo—. No la recordaría, ¿verdad?
tengo—¿Qué te dice tu corazón? —preguntó Needa.
—¿Mi corazón?
corazón—Sí. Le señaló el pecho con un dedo—. Cuando miras a las estrellas, ¿sientes que falta alguien?
Eligió sus siguientes palabras con cuidado, no porque quisiera engañarla, sino porque la sensación de que había olvidado algo era tan vaga que no podía expresarla con palabras.
engañarla—Cuando estoy con Ninsianna —dijo con sinceridad— es la única persona en la que puedo pensar. Pero a veces...
—Ojos negros, asomando desde un arbusto.
Ojos negros, asomando desde un arbusto.—Una voz de niño...
Una voz de niño...—¡Mikhail, ven a buscarme!
¡Mikhail, ven a buscarme—Separo las hojas, pero ella no está...
Separo las hojas, pero ella no está...Se levantó del banco y comenzó a caminar.
—¿Tienes dudas? —preguntó Needa.
—Dudas no —dijo él— siento que...
DudassientoSe giró, ajeno a la forma en que sus plumas golpeaban los fardos de hierbas de los estantes, tratando de nombrar las emociones que sentía como si siempre hubieran estado congeladas, pero el cálido sol de Ninsianna había dejado al d*********o el más mínimo rincón de algo aterrador.
—Sé que debo hacer algo —dijo—. Terminar algún tipo de misión. Siento que...
hacerVolvió a sentarse y apoyó su cabeza en sus manos. ¿Cómo podía explicar que Ninsianna lo hacía feliz? Que, hasta que la conoció, no creía haberse sentido feliz en su vida, porque la sensación era tan desconocida... Pero siempre que ella estaba lejos, le susurraba una abrumadora sensación de deber: Completar la misión.
deberCompletar la misión.—Me temo —decía su voz— que seguir mi corazón está p*******o.
prohibidoNeeda le dio una palmadita afectuosa en la mano.
—¿Por qué tu dios prohibiría a sus Angelicales casarse?
—No lo sé.
—No puedo imaginar a un dios tan cruel.
un Recogió su cesta de curandera, y luego apretó el borde delantero de su ala.
—Bueno, si quieres sentirte útil —señaló la puerta del patio— debes saber que la cabra se ha vuelto a escapar de su corral.
útil Needa salió por la puerta para realizar su ronda de curandera.
Mikhail sacó sus placas de identificación y las sostuvo a la luz.
Con la otra mano, cogió una aceituna y la sostuvo al lado de sus placas de identificación, las cuales brillaban lisas y plateadas, pero el aceite que recubría la aceituna captaba la luz del sol, fructífera y madura, dándole la misma luminiscencia que los ojos besados por la diosa de Ninsianna.
Ahora que podía volver a volar, ¿qué podía hacer para ganarse el sustento?
Además de matar…
Además de matar…¿Y por qué se sentía tan ansioso por una misión que no podía recordar?