Admiro la sonrisa en las comisuras de Hades, que me deliran. Es un ser con mucha belleza y lujuria; el perfecto demonio o ángel caído que te incitará a pecar de la mejor manera, como me comienza a guiar en este momento sujetando mi mano, veo su espalda con sus enormes alas negras, mi vista recorre su espalda musculada y sé que está llena de tinta debajo de su camisa como la mayoría de su cuerpo.
Remojo mis labios levantando mi vista para ver todo el espectáculo a nuestro alrededor. Los gemidos se afloran entre los seres lascivos que no tienen nada de vergüenza. Mis mejillas se ruborizan ardiendo y comienzo a pensar si es una buena idea ser guiada por el hijo de Lucifer como si nada.
─Hades… ─llamo y él me ignora pues mi voz no se escucha en medio de todo el ruido del lugar. Mis latidos golpean con fuerza mi interior y mis pies se dejan llevar por él.
Una puerta inmensa se abre para nosotros y en cuanto la cruzamos, parece otro lugar. No hay personas, pero…sí muchas otras cosas extrañas como fustas, vibradores, cadenas, látigos, pinzas y algunas cosas que no logro reconocer y me da miedo saber de qué se tratan por sus formas.
─No estés nerviosa, puedo sentirlo, Perséfone ─dice llamando mi atención.
─Recuerda que soy un simple mortal ─advierto alterada. Él sonríe guardando sus alas sin más. «Demonios aparecen danzando en su sonrisa»
─No eres nada “simple” ─reitera─. Y tienes que estar relajada, sino, no sentirás placer ─agrega colocándome más nerviosa.
─Me estoy arrepintiendo ¿Por qué mejor no me leo un libro erótico y fantaseo? ─Propongo dándome la vuelta para salir, él interpone su mano en la puerta deteniéndome. Coloco mis ojos en la miel de los de él, mis pulsaciones enloquecen al sentir su cercanía.
─Eso lo podemos hacer para la próxima y recrear alguna escena erótica ─propone en un tono juguetón.
─Nada de golpes, cachetadas, no meterás nada en mi trasero y todo lo doloroso que se te ocurra ─suelto rápidamente antes de que se le ocurra dejarme inválida. Posa su mano en mi mejilla calentándome con su tacto mientras clava sus ojos en los míos.
─Nada que no sea placentero para ti ─reitera y suelto un suspiro asintiendo. No sé cómo empezar ¿Me quito la ropa y hago un baile de rito satánico? No todos los días se folla con un inmortal del inframundo.
─¿Qué hacemos…? ─Pregunto y él me sujeta el rostro con posesión atrayéndome a él. Sus labios se acercan amenazantes a los míos y todo mi cuerpo vibra por su cercanía. Los presiona sobre los míos, besándome como la primera vez; vehemente, intenso y delicioso. El muy diablillo sabe besar tan bien.
Mis latidos terminan de alterarse y mi cuerpo comienza a perder control a medida que el beso avanza. Alzo mis manos a su cuero cabelludo enterrando mis dedos en sus cabellos oscuros y aprovecho de intensificar el beso en cuanto su lengua interrumpe mi boca y la voracidad junto al salvajismo; vienen con ella.
Mi cuerpo se calienta de una manera que nunca me había ocurrido, él suelta mi rostro y posa sus manos en mi trasero apretándolo con morbosidad, provocándome un jadeo en medio del beso. Nos apartamos para tomar aliento y sus ojos se denotan más oscuros igual que su semblante.
─Ese jadeo, Perséfone. Fue un elixir para mis oídos y quiero más ─susurra─. No te cohíbas y gime tan fuerte como quieras, grita mi nombre mientras te poseo ─agrega alzándome de repente, entrelazo las piernas en su cintura y trago con dificultad cuando me lleva hacia una pared, me coloca de espaldas a ella sin entender qué piensa hacer conmigo.
Aclaro mi garganta.
─¿Me sacrificarás? ─Inquiero nerviosa y él sonríe divertido.
─¿Con mi polla? Ese sacrificio sí me interesa ─responde con picardía. Tomo una bocanada de aire y me remuevo ansiosa con su mirada en mí, me escanea casi desnudándome como si prendiera en fuego mi ropa. Se acerca a mí y posa sus manos en mi saco ejecutivo quitándomelo, la piel se me eriza por sus dedos deslizándose por mis brazos. Me estremezco y mis pezones se endurecen marcándose en la blusa que él se encarga de alzar sobre mi cabeza liberando mis pechos que caen turgentes y sensibles.
Él clava la vista en ellos saboreándose con descaro. Los magrea provocando que mi coño se lubrique y me hace apretar los muslos por el cosquilleo que se siente en mi v****a. Hades los toma con mucha posesión y me sorprende el que sepa cómo me gusta que me toquen. De repente los pellizca haciéndome gemir, muerdo mi labio para retener los gemidos de primeriza.
Pero no sé cómo lo logra, pero hace que mi cuerpo se sienta tan sensible y estimulado. Mi respiración en jadeos es un indicio directo de que perderé la razón por completo.
─Son hermosos ─manifiesta llamando mi atención. Abro los ojos de golpe sintiendo el calor más intenso en mis mejillas─. Y son ahora míos ─gruñe con ronquez y mi coño gotea con su lubricación «Maldición»
─No hay anillo en mi mano que diga que soy tuya ─digo provocándole.
─Lo habrá ─afirma sin más.
Coloca sus manos en el bordillo de mi falda ejecutiva y la desabotona para que esta caiga en el suelo a mis pies. La aparto con mis tacones y me quedo en tangas al frente de Hades. Él suelta un jadeo ronco apartándose un momento de mí para observarme mientras se quita la camisa mostrándome sus abdominales marcados junto a sus tatuajes. Me saboreo y mi coño se aprieta al ver la “V” marcada en su vientre que guía hacia el gran bulto en su pantalón.
Mis piernas quieren temblar y ni siquiera ha iniciado, me siento una adolescente virgen en este instante con el hombre más s****l de todo el inframundo y el reino mortal. Vuelve a acercarse a mí y no sé lo que piensa hacer, pero sostiene mis manos alzándolas a lo que parece ser unas muñequeras, las aprieta y quedo con los brazos tendidos, mis pechos se tornean también.
─Separa las piernas para mí ─demanda imponente, le miro sorprendida y lo hago, pero, no parece suficiente para él así que, coloca su mano entre mis muslos haciéndome temblar ante esa estimulación, muerdo con fuerza mi labio inferior aguantándome. Y me separa más rozando sus dedos en los labios de mi coño, quizás pudo sentir la humedad que traspasó la tela de mi tanga.
La vergüenza se plasma en mi rostro. Pero él no dice nada, cosa que me hace suspirar, se inclina y me ata los tobillos ahora. Quedo tendida contra la pared brazos y piernas separadas totalmente inmóvil. «¿Qué mierda?» me cuestiono desconcertada de que no le detuve.
─Estás mojada y aún no te toco, tu cuerpo no miente, Perséfone ─declara llamando mi atención.
─¿Qué me harás? ─Pregunto tragando con dificultad.
─Llevarte al límite ─responde estremeciéndome. No sé a qué se refiera con eso, es primera vez que me lo dicen.
─¿Esto sucederá solo una vez? ─Inquiero.
─Las veces que desees.
─Será una sola vez ─digo no muy segura de ello.
Él vuelve a sonreír «Estoy obsesionándome con eso»
─Como quieras ─declara encogiendo sus hombros restándole importancia, corta la distancia colocando sus dedos en el elástico de mi tanga y tira de ella haciéndome gruñir por la sensación excitante que provocó en mi piel y mi sexo. Se sintió como un latigazo. Sostiene el pedazo de tela destrozado y lo olisquea. Mis ojos se abren con asombro por la morbosidad con la que actúa.
Él la guarda en el bolsillo de su pantalón como si fuera un dulce.
─Tu coño huele tan bien ─gruñe excitado acelerando mis latidos. Toma una fusta en su mano y vibro por lo que se avecina. No creo poder aguantar mucho tiempo, nunca había estado tan desesperada por correrme ni tan excitada al punto de sentir mi goteo.
Acerca la punta a mi mejilla y me tenso apretando los dedos de mis pies, lo roza en mis labios bajando a mi cuello para alterarme, llega hasta mis tetas y golpea levemente mis pezones con la fusta. Suelto un gemido y brinco por la sensación que me desestabiliza, haciéndome sudar.
─Hades… ─jadeo.
─Tienes que aguantar, mi preciosa ninfa ─suelta y lo hace de nuevo con mi otro pezón, mi cuerpo vibra y mi coño palpita ansioso y celoso─. Están tan duros y rosaditos ─dice inclinándose hacia mí para meterse a la boca uno de ellos mientras magrea el otro, su lengua chupa, lame y me tortura.
Mis gemidos se descontrolan, estiro mi cuello y alzo mi rostro pegando mi cabeza de la pared. El aire me falta y ahora solo jadeo muy excitada. Él no deja de arremeter contra mis pechos y muerde levemente uno de ellos, haciéndome gritar de placer. Se aparta y ya he perdido total control de mí.
─¿Quieres que siga? ─Pregunta llamando mi atención.
─Quiero que no te detengas ─reclamo con frustración y eso parece gustarle.
Él vuelve a pegar la fusta en mi piel, las trencitas de cuero me estremecen con el tacto. La desliza por mi vientre que se mueve rápido por mis respiraciones y lanza un latigazo suave en el área, provocándome más gemidos, sigue bajando y llega a mi monte de venus donde lo roza y golpea con la fusta haciéndome temblar de lo bien que se sintió. Mi clítoris se hincha de inmediato, él parece percatarse y vuelve a golpear el área estimulándolo.
─¡Ah! ─Gimo desesperada.
─¿Quieres sentirme? ─Pregunta y trago con dificultad.
─Sí…
─¿Cuánto?
─Mucho…Hades ─jadeo y él manotea mi clítoris, tiemblo con excitación y a punto de correrme. Él suelta la fusta y con sus dedos separa mis pliegues brillosos, para sentir lo mojada que estoy, acerca su cuerpo al mío y respira en mi mejilla. Su olor, calor y todo él me tienen tendida en un hilo.
Introduce sin más, dos de sus dedos en mi coño dejando su pulgar estimulando mi clítoris o torturándolo en desmedida. Él crea un chapoteo con el movimiento de sus dedos saliendo y entrando en mí con rapidez, puedo escuchar el sonido de mis fluidos y siento cómo cada vez estoy más empapada. Los gemidos roncos de Hades se afloran en mi mejilla dándome el placer de escucharle.
─Maldición, Perse, estás tan mojada…eres oro puro ─jadea y coloco los ojos en blanco cerrándolos, tiro de mis brazos con desespero queriendo enterrar mis manos en su cabello y obligarle a que me tome con rudeza. Estoy muy frustrada, ya no pienso con claridad.
─¡Hades, por favor! ─Suplico sin aguantar más.
─¿Llegaste a tu límite? ─Pregunta ronco empujando sus dedos en mi interior.
─¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ─Exclamo a nada de correrme en su mano.
Saca sus dedos ante mi respuesta dejándome frustrada.
─No…por favor ─suelto a punto de llorar.
─Tranquila, te correrás conmigo dentro ─dice bajando su cremallera.
─¿Tienes preservativo?
─¿Quieres que use uno? ─Pregunta y la verdad es que no, pues deseo sentir su carne contra la mía. Niego con la cabeza─. Puedes estar segura de que estoy limpio y no puedo embarazarte ─menciona desconcertándome.
─¿Porque soy una mortal?
─Es más complicado que eso, es la razón por la que me convertiré en rey del inframundo ─responde dejándome con esa duda en la mente, que se me nubla cuando veo su enorme v***a erecta ante mí. Paso saliva, mi corazón palpita y nunca había visto una así, menos, así de hermosa. Su glande está brilloso por su preseminal escurriéndose y opto por no preguntar nada más, le deseo dentro de mí en este maldito instante.
Se acerca sosteniendo el tronco de su v***a pesada e imponente, y roza la punta en mis pliegues enloqueciéndome. Tiro mi cabeza hacia atrás gimiendo.
─Te voy a desatar los tobillos ─anuncia.
─Hazlo rápido ─Desespero. Él lo hace y sostiene mis muslos alzándolos para rodear con mis piernas sus caderas, súbitamente, clavándome sus ojos oscurecidos se entierra en mí abriéndose paso. La presión me hace abrir la boca con impresión, al sentir que me reventará en dos─. Es muy…grande ─jadeo y él termina de entrar llenándome por completo, hasta podría sentirle en mi útero.
─Es perfecta para ti ─dice sonriendo con descaro como si no fuera a dejarme en silla de ruedas. Sostiene mi rostro con una de sus manos y toma mis labios con frenesí para penetrarme con brutalidad una y otra vez haciendo que mis tetas reboten. Siento que estoy en un sueño lujurioso, viviendo una lujuria infernal que arde desde mis entrañas y está a punto de estallar de manera intensa con sus embestidas.
Se siente tan bien el cómo me folla, entra y sale. Empapo por completo su falo y siento cómo mis jugos se deslizan por las caras de mis nalgas, grito de placer en su boca para correrme sin previo aviso. Mi cuerpo se tensa, tiembla y se estremece al sentir tal intensidad de lujuria explotar.
─¡Hades! ─Gimo separándome de sus labios. Él empuja con más fuerza mi interior y el clímax se acerca amenazante.
─Entrégame toda tu lujuria, hazlo, ninfa ─pide con posesión y con ronquez. Estoy anonadada y desorientada, me siento flotar con su v***a en mi v****a empujándose más y más dentro de mí. Grito y él entierra su mano en mi nuca mientras la otra se sujeta de mi trasero, para sentir el clímax y cómo el se corre explotando en mi interior.
Su semen caliente se combina con mis fluidos y mis latidos se sofocan.
─Asael… ─jadeo abriendo los ojos que se sienten pesados encontrándome con su rostro de recién orgasmo.
─Solo tú puedes llamarme así ─gruñe besándome.
─Me gusta: “Hades” ─digo suavemente.
─Dime como tú quieras, Perséfone ─declara y súbitamente, algo me suelta las manos y me aferro a su cuerpo, aún con él dentro de mí. Me siento caer y grito cerrando mis ojos, para sentir cómo rebotamos en una cama. Abro los ojos lentamente mirándome sobre él quien sonríe. «Funcionó, estamos en el inframundo» pienso aún queriendo más.
─Otra vez ─pido en un arrebato que le sorprende.
─Sigo dentro de ti ¿Estás segura?
─Sí ─respondo decidida provocándole una sonrisa.
─Está bien, pero, intentemos quedarnos en el inframundo ─declara y jadeo para sentir sus labios presionados nuevamente en los míos con vehemencia.