Capítulo 02 | Diaval Gambino |

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Me subo al auto que me llevará al club, donde Los huracanes Gambino, han comprado las acciones del mismo y donde querrán disfrutar de un buen espectáculo de la capitana. Resoplo, luego de recibir las indicaciones de la misión, antes de salir del auto. Jennifer me detiene del brazo, llamando mi atención, sus ojos verdes se posan en los míos, provocándome curiosidad. ─Cuídate mucho, Megan, estos hombres son muy peligrosos y no creo que se conformen con un baile…querrán más ─expresa acomodándome el auricular en el oído, siendo bastante discreto, y será donde recibiré las indicaciones de la misión. ─Tranquila, sé a lo que me enfrento ─digo dándole una sonrisa. Ella asiente, para alentarme a salir del auto. Camino con mi bolso de cambio, en las manos golpeando la puerta trasera del club. Un hombre fornido abre la puerta para mí, mirándome de arriba abajo. ─Dile tu nombre, saben a quién esperan, nosotros entraremos camuflados en unas horas ─indica en mi auricular, el coronel Ocando. ─Soy Cobra ─anuncio ante mi seudónimo. El sujeto asiente, apartándose para dejarme entrar, lo hago. Sintiendo las miradas sobre mí. ─Solo contratan a las mejores por los invitados especiales, no es justo ─suelta uno al querer acercarse. El fortachón, le detiene. ─Si la tocas, tendrás que pagar una fortuna que ni en tus sueños tienes, ella fue traída para los invitados y dueños de este lugar ─gruñe el fortachón abriéndome paso entre los hombres que, por obvias razones, se notan que son lacayos de organizaciones criminales. Mantengo mi semblante serio, hasta que me abren la puerta de los camerinos, encontrándome con varias mujeres a medio vestir o completamente desnudas─. Vístete con lo mejor que encuentres, serás el regalo para los jefes ─demanda empujándome dentro. Las mujeres me vislumbran con recelo «estoy acostumbrada a esta reacción, también me molestaría que trataran a una recién llegada con privilegios» pienso, y presiono el botón de mi collar, dos veces. Este, envía una señal a mis compañeros de la misión, avisando que he entrado a la “fase dos” Comienzo a sacar la ropa de mi bolso, observando lo que han preparado las especialistas para la misión «maldición» pienso, al ver solo lencería de dos partes. Gracias, Jennifer, por hacer esto más complicado para mí. ─¿Te perdiste, princesa? ─Cuestiona de repente, una de las chicas. Ruedo los ojos. Lo que faltaba. ─No estoy de humor para pelear, y si lo estuviera, tendrías que comenzar a rezar, para que no te arranque la cabeza ─manifiesto girándome para encararla, sostengo en mi mano una botella, rompiéndola contra el tocador envejecido para apuntarla hacia ella, alzo mi ceja, observando cómo da un paso atrás, temerosa─. Así me gustan, colaboradoras y tranquila, solo estaré esta noche…así que déjenme hacer mi puto trabajo, vengo por el dinero igual que ustedes, solo que a mí no me importa ver sangre correr por mis dedos ─agrego sintiendo que estoy pagando mi rabia con la chica. Comienza a temblar asustada. Suspiro, lanzando la mitad de la botella al cesto de basura. Para tomar uno de los conjuntos y terminar de una vez por todas con esta misión. Retoco el labial carmesí de mis labios, cuando la puerta se abre, mostrándonos al fortachón de seguridad con su calva y a un sujeto de estatura baja, con la cara cortada «mafioso, y de los idiotas» pienso, detallándolo. ─¡Aquí está mi regalo de esta noche! Eres muy costosa y ganaré mucho dinero contigo, Cobra, y para hacer las cosas bien, espero te gusten las serpientes, como tu nombre ─expresa, de repente, aparece otro sujeto, con una jaula cubierta. Se la quita, mostrándome lo que hay en su interior «una Boa constrictora amarilla» pienso al tener un leve conocimiento de las especies que podría encontrarme en una selva. Esta, es inofensiva. Esbozo una sonrisa, acercándome a ella, mientras las mujeres detrás de mí gritan despavoridas. ─Es preciosa ─agrego haciendo ademán de aceptarla y alzarla en mis hombros─. Dénmela en el segundo baile ─menciono llamando la atención del mafioso embelesado. ─Tú eres…preciosa, si no fueras un regalo, te tendría para mí. Es que mírate, toda una Cobra majestuosa ─suelta baboseando mi cuerpo con el diminuto atuendo. ─Soy costosa por un baile, no podrías pagar por más ─espeto con desdén. Regreso la serpiente a su jaula, luego de dejar que oliera mis feromonas. ─¡Maldita zorra! ─Grita el sujeto. ─Señor, ya llegaron ─anuncia el fortachón. El mafioso gruñe, mirándome con odio. ─Más te vale hacer un buen espectáculo, prostituta de trasero costoso ─espeta y trago con dificultad, esperando que todo marche de acuerdo al plan. Me doy un último vistazo en el espejo, admirando mi cabello largo y castaño junto a mis ojos oscuros bien maquillados. «Solo esta misión y tendrán que respetarte, te darán una mejor, eres capitán, recuérdalo, Megan» me mentalizo, ante el llamado a salir. La música del sur de América, es puesta para mi presentación, vislumbro a los sujetos al frente de la inmensa tarima con postes de baile. «Diaval Gambino, Flavio Gambino y el menor de los hermanos; Massimo Gambino» pienso, recordando lo que les gustan…las chicas latinas―no lo soy, pero mi madre sí lo era, gracias a eso; mis rasgos y el encanto que tengo para los hombres de su calaña―. Aprieto mi collar dos veces más. Anunciando mi subida al escenario, camino en mis tacones, admirando a mis objetivos. Muevo mis caderas al ritmo de la música, sin dejar de mirar al líder de Los Huracanes…Diaval, que, con sus ojos intensos y grises, me come con la mirada, mientras enciende un puro cubano. Su hermano del medio, mueve su lengua con desagrado, lanzando billetes hacia mí y el menor, se encuentra con una de las chicas en el regazo. «Serán entonces los dos grandes para mí» pienso, frustrada por no tener la atención de los tres, pero, tengo la más importante, la del…Líder de la mafia. ─¡Queremos ver esos billetes por la enigmática Cobra! ─Exclama el presentador, en medio de mi baile. Rodeo el tubo de baile, moviéndome de manera seductora para ellos, quiénes no dejan de mirarme con excitación «lo estoy logrando» pienso, esbozando una sonrisa, y estirando mis brazos hacia él. Diaval, se mueve en su sillón, inclinándose hacia mí. ─Bella ragazza ─menciona, Diaval queriendo tocarme, pero me alejo, volviendo a mi baile. Él chasquea su lengua, intensificando su mirada en mí. De repente, me entregan a la serpiente, y la coloco en mis hombros, el líder, muerde sus nudillos de manera atónita con mi baile. Mientras que su hermano, intenta subir ebrio a la tarima. Diaval lo detiene, llamando mi atención. Alzo mi vista encontrando a mis compañeros de la misión, interceptando entre las personas de incognito. «Adiós, Diaval» pienso. Mi música que termina, al mismo tiempo que mi baile. Mi pecho sube y baja por la respiración alterada, así que hago una reverencia, bajando de la tarima, entrego a la serpiente y noto cómo los ojos del líder se clavan en mí, los latidos de mi corazón se alteran en demasía por la presencia de ese hombre «¿Qué está ocurriendo conmigo?» me cuestiono, tratando de pensar en mi prometido; Harry. Súbitamente, una figura alta y musculosa se interpone en mi camino. Detengo mis pasos de golpe y elevo la vista, encontrándome con el semblante de Diaval. ─¿Por qué tan apresurada? La noche apenas comienza ─Inquiere con voz ronca y frialdad, provocándome una corriente en la columna vertebral. ─Mi turno ha terminado, si quieres un baile privado tienes que pagar por él ─suelto sin saber lo que acabo de insinuar y trago con dificultad por su presencia. Él sujeta mi brazo encarándome, mis latidos estallan en mi pecho y puedo detallar mejor el color gris plata de sus ojos. «Nunca había visto unos ojos tan seductores como malvados» ─Como una serpiente; escurridiza y exquisita…bella ragazza, te hace una divinidad ─suelta posando su mano en mi rostro, pestañeo, sintiendo su tacto en mi piel. Una presión en mi vientre arde. ─Estamos teniendo un problema, las chicas se llevaron a los hermanos Gambino a cuartos privados, no tenemos visión de los objetivos...tendrás que improvisar, Megan ─suelta de repente la teniente Jennifer en mi auricular. «Demonios» pienso, con la mirada filosa del mafioso al frente de mí. ─Tengo que… ─¡Señor Gambino! Veo que le ha gustado a mi Cobra ¿Desea llevar esta conversación a algo más privado? Seguramente, podrás pagar por más…ella lo vale ─suelta el mequetrefe detrás de mí, interrumpiendo mi rechazo. Si entro en una habitación con él, dudo que pueda zafarme fácilmente de lo que desea su mirada. ─¿Con quién crees que estás hablando? Soy Diaval Gambino y la mujer que quiero, termina siendo mía; por las buenas o por las malas…Dame la puta habitación más lujosa, pero luego de que pruebe sus labios…veré si son venenosos ─manifiesta proporcionándome otra corriente en la columna vertebral ante su voz masculina y excitante. «Un beso, solo es eso, he hecho cosas peores con otros criminales» digo en mis pensamientos. Diaval se acerca a mí, posando su mano en mi mejilla, suelto un jadeo cuando sus labios se colocan encima de los míos; impetuosos, lujuriosos y vehementes. Mi cuerpo se eriza por completo; puedo sentir cómo reacciona y él se separa de mí, mordiéndose el labio. ─¿Dónde está la maldita habitación? Cueste lo que cueste, la quiero a ella ─declara de repente. Trago con dificultad, comenzando a caminar con él. ─¡Capitana Miller, no tendremos vista ni control de usted si entra a la habitación! ─Exclama uno de los cadetes en mi auricular. Suelto un suspiro «no me digas, idiota» pienso. Tratando de que no se me note la ansiedad y el curso terrible de la misión─. Tendrá que distraerlo lo más posible mientras atacamos a los hermanos…el líder queda para usted, capitana ─agrega, alentando a mi corazón a palpitar más rápido. Abren la puerta de una habitación enorme y lujosa, para cerrarla detrás de mí mientras me doy la vuelta encarando al mafioso. Él me observa con intensidad, recorriendo mi cuerpo. ─¿Estás nerviosa? Puedo mirar cómo tu respiración está alterada…tranquila, solo…sentirás placer ─suelta el líder Gambino hacia mí. Quitándose el saco de su traje. «¿A qué tanto podría llegar a hacer por esta misión?» Me cuestiono, apretando mis manos en empuñaduras para sentir la respuesta en mi mente: «Lo que sea necesario» ─Baila para mí, ragazza ─pide sin más. Comienzo a mover mi cuerpo ante una música imaginaria y me acerco un poco a él. Quizá si solo bailo haré el tiempo suficiente para que los demás puedan atrapar a los hermanos Gambino y vengan a apoyarme o…me tocará improvisar de más. «No debo de matar al objetivo» repito en mi mente evitando pensar en las anteriores misiones fallidas. Remojo mis labios dando una vuelta y meneo mi cadera insinuante para él. De repente, sus manos se posan en la piel de mis muslos desnudos presionándolos con posesión. ─Te quiero desnuda ─pide de manera súbita. Abro mis ojos de golpe deteniendo mi baile. Dejo salir un jadeo y le miro, él está expectante. Saca su Glock mostrándomela con descaro, como diciendo: tengo el poder de destruirte si lo deseo. Lo que él no sabe es que puedo quitarle el arma con facilidad. Me acerco a él, seduciéndolo con mi mirada y la presencia de mi cuerpo casi desnudo. Diaval se sienta en el taburete delante de la cama, abriéndose de piernas mientras me admira con deseo. Comienzo a quitarme la parte de arriba del traje, liberando mis pechos que rebotan turgentes ante él. ─Deliciosos ─jadea ronco y comienzo a inclinarme para quitarme la parte de abajo, tratando de hacer tiempo. Pero, él se levanta, caminando hacia mí, para posar sus manos en mi ropa interior─. Me encargaré de esto, ragazza ─gruñe provocándome un gimoteo cuando arranca la tela de mi piel de un tirón, dejando el ardor excitante de su arrebato. Abro mis ojos con asombro, percatándome de que no se quedará en un baile y mirarme. Sus manos sostienen mis pechos, sintiendo la dureza de mis pezones. «¿Por qué mi cuerpo reacciona ante sus estímulos?» cuestiono en mi interior cuando su mano baja por mi vientre, encontrándose con mi monte de venus, sus dedos estimulan mi sexo, que comienza a humedecerse y mis gemidos se proliferan como una perfecta actriz. Mi cuerpo se tensa cuando se hincha mi botón de placer, sus labios se presionan con los míos, besándome con brusquedad y desespero. De repente, me alza, lanzándome a la cama. Mi cuerpo rebota en ella y él abre mis piernas, observando mi desnudez. ─Eres tan preciosa…y te has puesto tan húmeda, no eres como las demás…¿Quién mierda eres? ─Gruñe acercándose a mí, mientras baja el cierre de su pantalón «¡No puede ser, esto ocurrirá…no puedo flaquear, será muy obvio y arruinaré la misión o tal vez me mate!» pienso alarmada al ver su polla enorme y erecta ante mí. Él se inclina hacia mi coño y saca su lengua húmeda lamiendo mis pliegues abiertos, es tan…grotesco y excitante que logra arrancarme un gemido de mi garganta. Arqueo mi espalda cuando él aprieta mis tetas con brusquedad en sus manos y se aleja de mi coño que sorprendentemente se encuentra preparado. Salta a mi cuerpo, hundiéndose en mi interior, para embestirme con rudeza provocándome…placer, nunca lo había sentido de esta manera tan animal, siempre es dulce cuando lo hago con Henrry, en cambio…Diaval es imponente y lujurioso. «No puede ser, me está follando y sin protección» ─¡Miller, estamos por entrar a la habitación de uno de los hermanos, prepárate! ─Anuncia el teniente en mi auricular. Pero mis sentidos y deseos, me pueden en demasía, mientras él succiona mis pezones enloqueciendo a mi cuerpo, para proporcionarme un orgasmo con rapidez. La sorpresa se palpa en mi rostro «esto nunca…había ocurrido» pienso. Súbitamente, hago ademán de apartarle, pero, siento el cañón de un arma en mi sien. Sus labios se separan de mí, admirándolo. ─Dime quién eres…no eres una simple prostituta ─gruñe y mi corazón late con fuerza «No puede ser…se dio cuenta» ─No, no lo soy ─suelto, sin más─. Podría ser tu maldito tormento o no, si terminamos de una vez por todas ─suelto dándole la vuelta, ignorando el arma en mi cabeza para mover mi cadera encima de él, mientras doy sentones y él gruñe de placer; enloquecido por mis movimientos…súbitamente, me llena de su calor incesante junto a un gemido de goce. Me salgo de él, tomando mi ropa para vestirme con la mayor velocidad para huir. ─¿A dónde vas tan rápido? ─Cuestiona en un jadeo, aún con su falo erecto. ─Se acabó, Diaval ─murmuro encarándole con enojo. De repente, se escucha fuera de la habitación, la detonación de un arma y gritos. El rostro de él se perturba, percatándose de que ha caído en una trampa y yo he sido la carnada. Hago ademán de correr, ignorando el hecho de que me está apuntando con su arma. Abro la puerta, corriendo lo más que puede mi cuerpo. Detengo mis pies, ante un disparo muy cerca de mí. ─¡Diaval, tenemos que irnos, ha sido una trampa! ─Exclama su hermano, llorando por el hermano de los Gambino…muerto, que intenta sostener. Diaval chasquea su lengua, sujetándome con fuerza del brazo. Halo de él, pero su fuerza es más intensa. ─¡Suéltala! ─Amenaza uno de los Sargentos de la misión. El líder de la mafia apunta hacia mi cabeza, provocándome un jadeo. Pero esboza una sonrisa perversa, sin importarle la muerte de uno de sus hermanos. ─No podrás vivir sin que aceche cada uno de tus malditos movimientos porque la parte más perversa de mí ansía poseerte de nuevo…Y marcarte de tal manera que a nadie se le ocurra acercarse a ti, y mucho menos tocarte, serás mía, Cobra ─Manifiesta mientras mis latidos golpean con más fuerza mi esternón. Sostiene mi cuello con fuerza y pega sus labios a los míos dejándome un beso ardiente que remueve mis sentidos. Él parece muy confiado de que podrá escapar cosa que me enerva con su petulancia. ─A presto, Ragazza, este orgasmo ha sido tu sentencia ─amenaza corriendo hacia su hermano. Le quito el arma al Sargento, disparándoles mientras gruño. Corro detrás de ellos quitando de mi camino a quien se me atraviese. Derribo a varios hombres es Diaval pero, noto que ellos cruzan la puerta y de repente…una explosión me lanza al suelo aturdiéndome. Toso con el pitido retumbante en mis oídos. Uno de los agentes me levanta del suelo y maldigo en mi interior «No pude detenerlos» pienso. ** Trato de no pensar en lo que ocurrió en esa habitación, pero me es imposible, el haber sentido placer con un hombre tan perverso me dejó marcada. Subo al auto que nos saca del lugar a los agentes sobreviviente de la misión fallida. Jennifer me observa, con pesar. ─Han escapado ─anuncia, «demonios» tenía algo de fe de que los habrían podido capturas en su huida, pero, estos parecen más inteligentes de que los que pensábamos. La derrota queda en mi interior, como aún las acometidas del mejor orgasmo. Luego de llegar a la casa, vencida, infiel y por una misión fallida. Los brazos de Harry me esperan para reconfortarme. Sus labios y sus caricias encienden mi cuerpo rápidamente. Suelto un jadeo, besándole con intensidad, con ganas de que me folle con rudeza como lo hizo el mafioso. De repente, en mi mente, se incrustan las imágenes de los ojos de Diaval, ese gris hipnotizador y su mirada cuando me tomaba. Suelto un gemido en medio del beso, bajando mis manos a su pantalón para sostener la curvatura de su m*****o. Él me aparta un instante, desconcertándome. ─Sé que estás deseosa, siempre lo estás…pero necesito descansar, amor. No podemos fornicar todo el tiempo, por más que quiera, estoy cansado ─suelta sorprendiéndome, sintiéndome rechazada e infiel, una enferma s****l frustrada. Me abrazo a mí misma, asintiendo, él besa los labios para adentrarse a la habitación. Mis ojos se escuecen, y el nudo en mi garganta, arde «Tengo que controlarme de alguna manera, ¿Qué hacía pensando en él, por qué me he puesto tan caliente?» me cuestiono, sintiendo aún algo extraño en mi cuerpo.
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