Frunzo el ceño con desconcierto.
─Tengo que trabajar en la oficina de la casa─ reitero.
Ella levanta sus hombros demostrando falta de importancia.
─Ya no─ afirma.
─Joder, Lauren, ¿qué te traes en manos?─ Insisto, levantándome.
─Tenemos cosas importantes que hacer, vístete, salimos en veinte minutos─ hace sonar sus tacones acercándose a mí.
─Y ni se te ocurra llevarme la contraria, Kilian Valech─ me advierte.
Súbitamente, sus labios doman los míos, saboreando su dulce néctar.
Sus labios se apartan de mí, dándome una mirada imponente, de las miradas que me ponen a caer en el abismo.
Levanta sus comisuras y procede a salir de la habitación. Dejándome embelesado y el junior emocionado.
Sujeto la mano de Lauren, quien camina a mi lado, de manera imponente y sublime. Mis ojos no pueden evitar no quitarle la mirada, es imposible no querer admirarla a cada rato.
Lauren suelta una risa, llevándome a la realidad. Giro mi rostro, encontrándome con el imbécil de Estefan. Hago un ademán de apretar la mano de Lauren con dominación. La sangre me hierve y me entran unas ganas domadoras de querer decirle todo a Lauren para que se aleje de ese patán de una vez por todas, pero algo en mi interior evita eso.
─Hola, hermosa─ saluda él, acercándose a ella con una sonrisa bailante en sus comisuras.
Mi mandíbula se tensa cuando su cercanía hacía ella es demasiado.
Ella no suelta mi mano, cosa que me hace sentir en calma. Le saluda con un beso en la mejilla, y cuando él se aleja de ella, su mirada se fija en mí, encontrándose con mi gélida y nada agradable mirada.
─¿Qué haces aquí, Estefan?─ Inquiere rápidamente Lauren al sentir que el aura se volvía pesada.
─Valentina me comentó que venían a comprar las cosas para el bebé, y no quería desaprovechar la oportunidad de ayudarte con eso. Recuerda que tengo una clase de don en decoraciones─ adquiere con petulancia.
─Claro, cómo olvidarlo. Eres muy bueno en eso. Gracias por venir… pero, Kilian y yo, queríamos hacerlo solos─ informa Lauren. Llevándome a mirarla con más amor del que mis poros desbordan.
─¿Ya oíste?─ Agrego con una sonrisa ensanchada.
Lauren me da un leve golpe en el costado, justo en las costillas. Hago un gesto mirándola con sorpresa.
─¿Y eso por qué?─ Pregunto dolido.
Ella coloca los ojos en blanco, demostrándome molestia.
─Lo siento, Estefan. Todavía no lo tengo domesticado. Pero, gracias por venir, ha sido muy lindo de tu parte─ manifiesta.
Abro la boca queriendo decir algo.
─Sí, muy lindo─ murmuro no lo suficiente bajo.
Lauren deja mi mano a un lado, caminando nuevamente hacía el títere ese llamado Estefan. Le da un abrazo, el cual hace que mi cuerpo se sienta de algún modo, traicionado. Realmente, él me provoca algo que con ninguno otro que se acerca, a mi Lauren me produce. Es como repulsión.
─Sí, nos vemos para comernos esa torta─ dice Lauren, sonriendo de manera juvenil.
Me quedo inerte, mirando la escena que crean ellos dos. Como si tuvieran una especie de química extraña.
─Cuídate, hermosa─ murmura él, dándole un beso sonoro en la mejilla a Lauren.
Cuando pasa por mi lado, en dirección a la salida de la tienda. Sus ojos se clavan en mi perfil, dándome a observar una faceta que no había visto en él, oscuridad.
─Nos vemos, Bestia─ dice, pasando de mí.
Aprieto los nudillos, preparados para zamparle unos cuantos golpes al idiota. Súbitamente, una mano, roza esos nudillos casi incontrolables. Desvío mi mirada, encontrándome con aquellos ojos verduscos, que hacen de mi mundo algo excitante.
─Contrólate─ me advierte, acercando sus labios a los míos.
─Bestia─ murmura en mis labios, convirtiendo aquella ofensa en algo de ella, perfecto.
Me besa, de la manera en que ella sabe, controlándome. Domando a esta bestia que solo puede ser calmada por ella.
Comenzamos a caminar por toda la tienda, sin dejar atrás cada detalle. El color, el material; todo lo que conlleva a compras para la habitación del bebé. Cosa que se ha vuelto una aventura realmente hermosa, al no saber su sexo… definitivamente, deseo que sea una niña. Con los ojos de ella y ese cabello oscuro, joder. Una Lauren en miniatura.
─¿Qué piensas de este?─ Pregunta Lauren, sacándome de los pensamientos vagos.
Mis pupilas captan el objeto. Es un peluche de un osito, con un lazo amarillo. Frunzo el ceño al tomarlo en mis manos. Siento su peso, y le doy la vuelta.
─Kilian…─ me llama, pero me quedo hipnotizado.
Al darle la vuelta, observo cómo tiene una escritura en pintura roja, albergando en mí, un sentimiento tétrico.
“Te veo” es lo que sobresalta en el peluche afelpado. De manera inertica, tomo la mano de Lauren y nos dirigimos con velocidad hacia la recepción del lugar. Sostengo con fuerza el peluche en mi mano.
La chica cuando nos ve caminar hacia ella, sonríe. Pero se borra inmediatamente al observar mi rostro. Planto con fuerza el peluche en el recibidor al frente de la chica.
─¿Quién mierdas escribió eso?─ Le pregunto tajante a la rubia de ojos marrones.
Ella niega rápidamente con la cabeza, demostrando nerviosismo.
─No lo sé, señor… esto… es muy extraño─ expresa.
─¿Crees que no lo sé? Joder… necesito ver las grabaciones del lugar ¡¿Quién escribió eso?!─ Me exalto, sin poder darme cuenta que Lauren se encuentra a mi lado.
─Kilian… cálmate, tal vez, sea una simple broma─ acota Lauren tratando de calmarme. Lo haría, pero todo me altera cuando se trata de la vida de Lauren.
─Señor, puedo hablar con el gerente, él les enseñará las grabaciones. Pero, por favor, cálmese─ añade la chica, moviendo las manos con ansiedad.
Corre hacia un chico, vestido en traje que se sobresalta cuando nos reconoce. Asiente hacia mí, dándome permiso de acercarme. Cuando lo hago, Lauren suelta mi mano.
─Señor Valech, lamento que tenga que pasar por esto. Ustedes son unos clientes distinguidos para nosotros. Y queremos velar por su seguridad. Les mostraremos las grabaciones, con total discreción─ explica, haciendo un ademán para que avancemos a su lado.
Nos dirigimos a un cuarto oscuro que está lleno de pantallas de todas las cámaras del lugar. El gerente habla con el chico encargado, pidiéndole examinar las grabaciones.
─Les mostraré las grabaciones de la hora en que se hace el inventario, solo a esa hora no había clientes, y todo lo que está en los anaqueles es nuevo─ informa. Asiento con la cabeza, sin decir alguna palabra.
Las imágenes pasan con rapidez, y no se ve nada sospechoso. Solo, que el oso de felpa, no está en ningún anaquel.
─Muéstrame las horas después─ le ordeno.
Él se queda mirándome con curiosidad, pero le indica al chico que lo haga.
Las imágenes comienzan a correr, los clientes se ven entrar y salir de lugar. Pero, una persona en particular llama mi atención, es una chica, de melena rubia y vestida con una chaqueta roja… ella camina hacia el anaquel donde encontramos al peluche y lo deja ahí… Ella caminó de manera discreta y sigilosa, sabiendo qué cámaras le grababan. Pues su rostro, nunca se visualizó.
─Detenle ahí─ le indico con impulso.
Cuando la imagen se congela. La figura de Estefan se queda inmóvil, observando hacia la dirección del anaquel.
─Gracias. Nos vamos─ expreso. Tomando a Lauren del brazo.
Ella forcejea conmigo, soltándose de mi agarre. Para ella caminar con molestia al frente de mí.
Rubén, se encuentra recostado en el auto, leyendo el periódico. Se sobresalta cuando nos ve salir y cuando su mirada se encuentra con la de nosotros, adivinando nuestro humor. Lauren se introduce con agilidad en el auto, para yo seguirla.
Cuando nos encontramos dentro del auto, nuestras voces se inmutan a no salir. Sin intercambiar alguna palabra, Rubén se sube al auto y lo coloca en movimiento.
Puedo notar de soslayo el rostro tenso de Lauren, ella quiere saber todo e inmiscuirse… todo lo que no quiero que haga. Pero para mi pesar, los problemas van en crescendo, es como si esto fuera un puto círculo de la pesadilla, donde la tranquilidad es nula.
Al llegar a la casa, Lauren sale del auto sin decir alguna palabra, cosa que tuvo constancia durante la estadía en el auto. Que no me quiera hablar me duele aún más, me hace sentir más culpable de lo que ya me siento.
─Señor, podemos hablar de esto, luego de que se arregle con la señora─ habla Rubén detrás de mí.
Suelto una bocanada de aire, con la mirada en la entrada de la casa.
─Bien─ murmuro, caminando hacia la puerta abierta de la casa.
Mis pupilas buscan con ansiedad prolongada aquella figura excitante. Subo las escaleras, llegando al cuarto principal, las luces se encuentran apagadas cosa que me hace pensar que Lauren no se encuentra en el lugar. Me doy la vuelta, pero, un ruido en la parte baja de la casa llama mi atención. Me detengo, esperando a que vuelva a sonar. De repente, se escucha otro golpe que proviene de mi oficina.
Camino a paso apresurados hacia donde se pueda encontrar el cuerpo de Lauren, paso por la oficina, encontrándomela, sentada y con sus lucero observándome. Paso el umbral, para cerrar la puerta detrás de mí y dejarnos solos en el cuarto oscuro.