—¿Papi? —Pippa, ¡mantente alejada! Adam dio un paso atrás. La serpiente se movía como un rayo. La vi morder la pernera de su pantalón. Pippa y yo gritamos al mismo tiempo. Era su terror lo que finalmente me sacó de mi letargo. «¡Imbécil! ¡MUEVETE!» Me puse de pie y la agarré antes de que pudiera tratar de ayudar a su padre. Mi corazón latía con tanta fuerza que podía escapar de mi caja torácica. «¡Dios mío! No dejes a Pippa ver a su padre ser asesinado.» Apreté su cara en mi pecho. Pippa me golpeó, tratando de liberarse. La serpiente se alzó y siseo su horrible sonido susurrante. Adam se movió para que la serpiente se dirigiera hacia él y lejos de nosotras. Parecía extrañamente confiado para ser un hombre a punto de morir. —¡Llévate a Pippa fuera de la zona de peligro! —Adam gritó.