Respiro profundo. Tomo mucho aire. Lleno mis pulmones hasta que no aguanto más y exhalo despacio. Voy hasta la puerta y le pongo traba. Apoyo mi espalda contra ella y busco el número de Kerem en mi agenda de contactos. Dudo un momento antes de llamarle. Sé que no es correcto pedirle a él explicaciones sobre mi marido y su amigo, pero es que aparte de la relación fraternal que tiene con Rashid, Kerem es también parte de mi familia y la única persona que podrá acabar con mi incertidumbre. Sin dar más vuelta al asunto, presiono sobre su número y aguardo a que me atienda. Me urge hablar con él porque de su propia boca voy a poder oír la verdad por más cruda que ésta sea, y solamente así, conseguiré ayudar a mi esposo. Solamente así encontraré la forma de salvar a Rashid, igual a co