Capítulo 4

1624 Kata
  Parker   Me encontraba en la cocina, preparándonos el desayuno. Actuaba como si no acabara de salir de la cama de Skye. Había sido extraño compartir la cama con ella, pero también se sentía bien en cierto modo. Y había sido entretenido escucharla hablando en sueños, aunque no le conté esa parte. ¿Por qué? Porque era mi nombre el que pronunciaba entre gemidos, mientras dormía. ¡Así era! Había tenido un sueño sucio sobre mí. No había querido avergonzarla y por eso no le dije nada al respecto. No sabía a ciencia cierta si ella de verdad había tenido ese tipo de sueño sobre mí, pero imaginé que tal vez fue debido a que estaba en la cama con ella. A lo largo de los años que llevaba de conocerla, Skye nunca me había dado ninguna razón para creer que yo le gustaba, ni nada por el estilo, así que por eso lo atribuí al hecho de que me encontraba a su lado.   "Buenos días hermano. ¿Cómo estás?", preguntó Amy tras un bostezo, entrando a la cocina. "¿Lograste dormir un poco?"   “Me siento un poco mejor”, respondí, forzando una sonrisa. “Logré dormir un poco y creo que eso me ayudó”, agregué.    “Me alegro. ¿Puedo ayudarte con el desayuno?”, preguntó.   "Casi está listo", sonreí.   Amy se sirvió un café y tomó asiento en la mesa. De nuevo me encontraba cocinando el desayuno para alguien. Estaba preparando huevos, tocino y panqueques para todos nosotros.    “Buenos días”, dijo Skye alegremente, al entrar.   La miré por encima del hombro y, según creo, por primera vez dejé que mis ojos la recorrieran. Solo tenía puestos un par de pantalones cortos y una camiseta. Estoy seguro de que tenía más que eso cuando estaba en la cama, o tal vez fue que simplemente no me di cuenta entonces. Sentí mi lengua entrando y saliendo de mi boca mientras mis ojos la observaban.   Solo dejé de mirarla cuando la sartén comenzó a chisporrotear un poco demasiado fuerte. Rápidamente me di la vuelta, tomando la sartén por el mango antes de que los panqueques se quemaran.    “Hmm, buenos días,” dije rápidamente negándome a mirarla.   ¿Qué fue aquello? Ni una sola vez había mirado a Skye de la forma en que lo hice, y en la que no debí hacerlo. Sabía que aquello estaba mal. Era la mejor amiga de Amy y era más joven que yo; casi diez años más joven. Era un camino que no seguiría. Hay líneas que no deben cruzarse, y Skye era una de ellas. Estoy seguro de que había sido sólo un momento de debilidad.   Coloqué toda la comida en platos que llevé a la mesa para que todos nos sirviéramos.   "Gracias, Parker, esto se ve genial", dijo Skye, con una amplia sonrisa.    “Espero que lo disfrutes”, sonreí.   "Estoy segura de que lo haré", dijo, relamiéndose los labios.   Dejé que las chicas sirvieran sus porciones antes de tomar la mía.    “Necesito ir a trabajar por unas horas. Alguien se reportó enfermo”, nos informó Amy, poniendo los ojos en blanco con un poco de fastidio.   "Eso apesta", se quejó Skye. "¿Todavía vamos a salir más tarde?"   "Sí, claro que lo haremos", rio Amy. "Para emborrachar a Parker y posiblemente hacer que tenga sexo para distraerlo", agregó.   ¿Ya notaron que estoy aquí, sentado con ustedes, escuchándolas?, pensé, y también pensé que no necesitaba que mi hermanita me sirviera de compinche. Si quisiera tener sexo con alguien lo haría, pero no creía que ello fuera posible entonces. Lo había pensado la noche anterior y sabía que no podría, que no me sentía preparado todavía, ni siquiera para eso.    “No quiero tener sexo. Emborracharme, sí; sexo, no”, me reí.   "¿Por qué no? El sexo casual ayuda”, se rió Amy.   "Vamos, Amy, déjalo en paz. Tampoco él lo quiere", dijo Skye, sacudiendo la cabeza con una risita.   Le dirigí una sonrisa de agradecimiento por su apoyo. Amy murmuró algo por lo bajo y empujó un tenedor lleno de comida en su boca. Skye y yo nos miramos y nos reímos.   “Estos panqueques están deliciosos, Parker”, gruñó Skye.   Un gruñido que pareció llegarme a lo profundo. Me metí comida en la boca y asentí con la cabeza. ¿Qué me sucedía aquella mañana?    “Skye, hazme un favor; hazle compañía a mi hermano hasta que regrese, ¿de acuerdo?”, dijo Amy.   "Lo haré con gusto. Bueno, si a él no le importa, claro", dijo Skye, mirándome.   "No me importa en absoluto", sonreí.   Amy terminó su desayuno antes de salir corriendo a ducharse y vestirse para el trabajo.   "¿Qué quieres hacer hoy? Tú eliges”, dijo Skye.   "Hmm…, no estoy seguro. ¿Quieres salir a almorzar?", le pregunté.   Skye sonrió y asintió. Espero que no piense que la estoy invitando a salir en una especie de cita, pensé. Diablos, no; ¿por qué iba a creer eso? Creo que mi problema aquel día era que tenía tanto que hacer que mi cabeza se estaba rompiendo.   Pensé que, por lo menos si pasaba el día haciendo algo con alguien tendría menos oportunidades de pensar demasiado en Heidi. O por lo menos era lo que esperaba.   ***   Estaba esperando a Skye, quien se estaba preparando. Saldríamos antes de lo planeado porque yo tenía algunas cosas que conseguir y Skye quería ir de compras.   "Ya estoy lista", dijo, entrando en la sala de estar.   Se había puesto un lindo vestidito de verano con el que se veía hermosa.   "Ya era hora", bromeé.   "Oye, no seas imbécil", se rio, golpeándome el brazo juguetonamente.   "Solo estoy jugando, dulzura", me reí.   Skye giró sus ojos hacia mí y salimos. Era un día hermoso, bañado por el brillo del sol, lo que ayudó a levantarme el ánimo. Skye y yo caminamos por la calle, hablando y riendo. Creo que ella era el tipo de persona con la que necesitaba estar ahora. Ella era como un rayo de sol en un tiempo oscuro. Aprecié que ella tampoco mencionara la situación.   “¿Primero un café?”, sugirió Skye.   "¡Siempre!", le respondí.   Encontramos una cafetería a la que entramos e hicimos nuestros pedidos antes de tomar asiento. Nos sentamos junto a la ventana para ver pasar el mundo. Escuché que la puerta se abría y, de repente, vi el rostro de Skye cambiar por completo, pasando de sonreír a mostrarse molesta y enfadada.   “Skye, ¿estás bien?”, pregunté, confundido.   "No. Spencer acaba de entrar. Imbécil…", murmuró, apretando los dientes.   ¿Spencer? ¿Cómo era que sabía ese nombre? Ah, claro, lo sabía porque era su ex.   "¿Quieres que nos vayamos?, le pregunté.   "Por supuesto que no. No voy a dejar que ese idiota arruine mi café", dijo con firmeza.   Puso toda su atención de vuelta en mí y su rostro se suavizó de nuevo. Se disculpó por su pequeño arrebato, pero no tenía por qué hacerlo. La comprendía perfectamente. Él era un idiota. Ella se merece algo mejor que lo que él era. Se arrellanó ligeramente en la silla, esperando que él no la notara dado que yo estaba frente a ella.   Skye retomó la conversación que habíamos estado teniendo, actuando como si Spencer no existiera. Esa es la mejor manera. Estábamos riéndonos de algo, pero Skye se detuvo cuando escuchó mencionar su nombre. Levantó la vista y supe por la expresión de su rostro que era Spencer.   "¿Qué quieres?", le gruñó ella.   "Hola a ti también", respondió él, sarcásticamente.   "Hola y adiós ", dijo ella, girando sus ojos con fastidio.   “Vamos, nena, no seas así”, dijo él. “Te he extrañado”.   Qué insolencia la de este imbécil, pensé. ¿Y si yo fuera su cita y él le estuviera diciendo esto? Pude ver a Skye cada vez más enojada e incómoda, cuanto más se esforzaba él por tratar de hablar con ella. Era hora de que interviniera. Yo no lo conocía y él no me conocía. Lo poco que sabía lo había sabido a través de Amy.   "No sé quién diablos eres, pero es hora de que te vayas", le dije.   "¿Y tú quién diablos eres?", preguntó, mirándome, aunque sin moverse.   Me puse de pie y comprobé que tenía la misma estatura que él. Me giré para mirarlo de frente.    “Soy el novio de Skye. No aprecio que le hables así a mi novia”, le susurré, “así que te lo diré de nuevo: Vete ahora mismo”.   No estaba retrocediendo y tampoco rompí el contacto visual con él. Él necesita saber que yo hablaba en serio. Miró a Skye como si esperara que ella lo defendiera.   "Ya lo escuchaste, vete", dijo Skye, alejándose de él.   Él murmuró algunas cosas en voz baja antes de irse. ¡Dios, realmente era un idiota! Y eso que solo lo había tratado por unos minutos. Lo vigilé hasta que se perdió de vista.   "¿Estás bien?", le pregunté.   "Sí, estoy bien", dijo. "Gracias por eso", agregó, con una sonrisa luminosa.    “Es lo menos que puedo hacer después de que me dejaste compartir tu cama,” dije, devolviéndole la sonrisa.   "Te lo dije, eres bienvenido en mi cama cuando quieras", dijo. "También para dormir", agregó, riéndose.   "Hmm, sí, no dejas de repetirlo", respondí, ofreciéndole una sonrisa descarada.   Skye se rio y sacudió la cabeza antes de volver a su café.   Con suerte, no habría nada más que se interpusiera en el camino por aquel día. Ambos necesitamos el hoy, pensé.
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