Capítulo 2

1490 Kata
  Parker   Me encontraba sentado en la oscuridad, con un whisky escocés en la mano y sin poder dormir. Eran las tres de la mañana y, por más que lo había intentado, no había podido conciliar el sueño. No había tenido una noche de sueño decente desde que salí de Grecia. Me había acostumbrado ya a tener a Heidi a mi lado mientras dormía y la soledad y el dolor que sentía en aquel momento eran el recordatorio de que ahora ella estaría en la cama, con algún otro hombre.   Suspiré con cansancio, pasando mis dedos por mi cabello. Si esto sigue así, tendré que ver a un médico para que me dé algunas pastillas para dormir, pensé. Me recosté en el sofá y cerré los ojos. Nunca creí posible que aquello doliera tanto.   “Parker. ¿Estás bien?” Escuché una suave voz a mis espaldas.   “No podía dormir”, respondí. “No te desperté, ¿verdad? Si lo hice, lo siento mucho, Skye”, añadí, mirándola por encima del hombro.    “No. Solo me desperté con sed y vine por un poco de agua”, dijo.   Cogió una botella de agua del refrigerador y vino a sentarse conmigo en el sofá, volviéndose de lado para mirarme.   "¿Cuándo fue la última vez que dormiste?" preguntó Skye.    “Hace unos días”, suspiré, “tal vez he tenido una hora de sueño aquí y allá, pero no mucho más que eso”, confesé.    “Sé lo mucho que te duele, pero debes tratar de dormir, Parker”, dijo. “La falta de sueño no es buena para ti”, agregó suavemente, apoyando su mano sobre la mía con amabilidad.    “Lo sé. Es solo que hace años que no duermo solo y es extraño”, dije.   "Las cosas mejorarán", me consoló Skye. "Tal vez te convendría tener un cachorro", agregó.   Dejé escapar una pequeña risa ante su sugerencia.   "¿Un cachorro?", pregunté.   “Sí, te haría algo de compañía”, dijo.   "No creo que sea una buena idea", me reí. "No hasta tener mi propio lugar", agregué.   Bueno, al menos un cachorro sería leal y no me dejaría por otra persona, pensé. Y me pareció comprender mejor por qué algunas personas decían preferir los animales a las personas. Al menos los animales no te hacen daño.   "A Amy y a mí no nos importaría", sonrió Skye.   "Estoy seguro de que no", respondí.   Skye me ofreció una amplia sonrisa. La única luz en la habitación provenía de la luna y de la pequeña luz que ella había encendido al entrar. Me sentía un poco mejor con Skye haciéndome compañía. Me ayudaba a mantener mi mente distraída por un rato.   "Qué tal si dejas ese escocés y yo te preparo mejor un poco de chocolate caliente, a ver si eso ayuda. ¿O qué tal un poco de té?", dijo.   Iba a decirle que no, pero advertí que tenía una mirada severa en su rostro. Más que una pregunta era una afirmación. Le entregué el vaso con la pequeña cantidad de whisky escocés que quedaba y regresamos a la cocina. Vació el escocés en el fregadero y empezó a preparar chocolate caliente. Me ofrecí a ayudarla, pero ella se negó.   Apreciaba que ella se sentara conmigo por un rato. Ella se acercó, entregándome mi taza con chocolate, y le agradecí con una sonrisa.   “Skye, no necesitas sentarte conmigo, es tarde”, le dije.   "No me importa", sonrió.   Skye se acomodó en el sofá y yo hice lo mismo. Cogió la manta del sofá y la colocó sobre nosotros.    “Mañana, Amy y yo vamos a hacer que te distraigas y te olvides un poco de todo eso”, dijo.   "¿Y cómo planeáis hacer eso?", pregunté.    “Vamos a salir de este apartamento y a alejarnos de aquí”, dijo. “Mañana por la noche los tres saldremos a emborracharnos y a divertirnos. Y no aceptaremos un no por respuesta”, agregó.   No estaba de humor para nada de eso, pero era una discusión que sabía que no podía ganar, no contra ellas dos. Asentí levemente y lo dejé así. Luego pensé que tal vez me vendría la mar de bien y que incluso podría encontrar alguien con quien ligar. No era la clase de cosas que solía hacer, pero ahora que estaba soltero de nuevo, ¿por qué no aprovecharlo al máximo? Podría ser que me ayudara a sentir mejor, o que las cosas empeoraran. Como sea, lo sabría al día siguiente.   ***   Skye había estado sentada conmigo durante las últimas dos horas. Habíamos estado hablando de cosas al azar, pero fue una buena distracción, aunque me di cuenta de que Skye hacía esfuerzos por mantener los ojos abiertos.    “Skye, será mejor que te vayas a la cama, apenas puedes mantener los ojos abiertos”, le dije.   "No, está bien", dijo, sin poder reprimir un bostezo.    “Vamos, ve a la cama, Skye; yo estaré bien”, le dije.   “Tú también necesitas dormir”, dijo.   "Lo sé, pero no sucederá", le respondí.   Skye me miró pensativa por un momento. No sé en qué estaba pensando, pero parecía momentáneamente absorta en sus pensamientos. Se levantó del sofá y me ofreció su mano. La miré extrañado. Ella dejó escapar una ligera risa.   "Vamos", dijo ella.   "¿A dónde vamos?", pregunté, un poco confundido.    “A dormir”, dijo, y agregó: “Puedes dormir a mi lado”.   Estaba un poco sorprendido cuando dijo eso. Eran las últimas palabras que esperaba escuchar de ella.   "¿Qué has dicho?" pregunté con nerviosismo.   "Ya me escuchaste; eso puede ayudarte a dormir", dijo, "y no luzcas tan preocupado. Pondré una almohada entre nosotros”, agregó, riéndose.   No estaba seguro de lo que pensaría Amy si me encontrara en la cama con su mejor amiga, sin importar cuán inocente fuera la razón para estar allí.    “Sí, claro, eso le agradará mucho a Amy”, repuse.    “Ella no se enterará”, dijo Skye. “Y solo vamos a dormir, no es como si fuéramos a hacer algo que no deberíamos”, agregó.   Skye se curbió la boca rápidamente con ambas manos, después de darse cuenta de lo que acababa de decir.   "¿Y que sería eso?" pregunté, sonriendo con fingida ingenuidad.   Pensé que podría bromear un poco al respecto.   "Cállate", se rió, y moviendo la cabeza como para indicarme el camino, agregó: "¿Vienes o no?"   Podía intentarlo, ¿no? Tal vez tener a alguien a mi lado me ayudaría a dormir, o tal vez no. Estaba dispuesto a intentarlo si eso significaba conseguir un poco de descanso. Solo esperaba que no resultara algo incómodo. Me sentiría feliz aunque fuera con unas pocas horas de sueño.    “Está bien”, le dije, “Pero necesito asegurarme de estar fuera de tu cama antes de que Amy despierte”.   Sí, aquello tal vez sería un poco extraño, pero sabía que era algo que Skye hacía bondadosamente y de corazón. Siempre había sido una chica dulce y cariñosa y apreciaba que en aquel momento hiciera todo lo posible para ayudarme.   Me levanté del sofá y nos dirigimos a su dormitorio, asegurándonos de no hacer ruido al pasar por la habitación de Amy. Una vez que estuvimos en la habitación de Skye vi que ella colocaba dos almohadas en mitad de la cama. Había pensado que bromeaba cuando me lo dijo.    “¿Lo ves? Tú tienes un lado y yo tengo el otro”, dijo.   "Sí, ya veo", me reí.   "No se ría de mí, señor", dijo, haciendo un puchero. "Es más seguro de esta manera. Suelo moverme mucho cuando duermo, y no quiero tocar cosas que no debería", añadió, frotando con cansancio la parte de atrás de su cuello.   "No, no podemos tener eso ahí", dije riendo entre dientes, "Te prometo que mantendré mis manos conmigo", agregué.   "Sí, asegúrate de hacerlo", dijo, apuntando su dedo hacia mí.   Sonreí un poco. Era difícil sentirse miserable cuando Skye estaba cerca. Skye se metió en la cama primero. Por mi parte, vacilé por un momento, pues no estaba seguro todavía de si esta era la mejor idea.   "Parker, métete en la maldita cama de una vez", se rio, "No voy a morderte… Y tú necesitas dormir", agregó.   Me deslicé bajo las sábanas y Skye apagó la luz. Me dijo buenas noches, dándome la espalda y yo permanecí acostado, mirando al techo. Skye se durmió rápidamente y, curiosamente, el sonido de su respiración y sus movimientos me hicieron sentir un poco menos solo.   Dejé que mis ojos se cerraran y, sorprendentemente, el sueño comenzó a apoderarse de mí. Esto no parece una mala idea, después de todo, fue lo último que pensé antes de quedarme dormido.
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