Capítulo 3

1496 Kata
  Cuando Gina Hsiao entró en el despacho, Eason Lu estaba sentado frente a su escritorio. Estaba mirando el currículum que ella le había enviado. El sol brillaba en su rostro a través de la ventana francesa, delineando su bello rostro. Su postura débil y perezosa reveló una elegancia fatal.   Siempre había sido así. Sin querer, le quitó el alma a una mujer.   Cuando la escuchó entrar, Eason Lu no la miró. Mientras miraba el currículum, dijo:   —El currículum y el título académico de la señorita Hsiao son realmente excelentes.   Gina Hsiao acababa de terminar su doctorado y había ganado muchos premios con los trabajos que había escrito. Tenía una buena experiencia clínica. De hecho, era un envoltorio muy bonito desde el exterior; sin embargo, había un toque de ironía en sus palabras.   Gina Hsiao bajó la cabeza y no dijo nada.   Eason Lu tiró su currículum sobre el escritorio y se sentó en la silla de la oficina con los dedos cruzados. Él la miró y le dijo:   —Pero no importa lo magníficos que parezcan, solo es la apariencia.   Había un significado oculto en sus palabras, pero Gina Hsiao permaneció en silencio.   Eason Lu se apoyó de nuevo en la silla de la oficina, y su tono era igual de tranquilo que antes.   —Para ser honesto, te queda mucho para alcanzar mis estándares, pero este es el hospital de mi hermano. Él tiene fe en ti y me pidió varias veces que te cogiéramos.   ¿Su hermano menor? ¿Mike Lu?   Que pequeño era el mundo.   —Y debido a eso puedo plantearme darte otra oportunidad.   Allí, Eason Lu era como un emperador de los grandes. De hecho, su futuro estaba en sus manos.   —Responde la pregunta que te hice en la sala de entrevistas hasta que esté satisfecho. Entonces podrás quedarte.   ¿Qué pregunta? ¿Por qué quieres ser médica? ¿O tienes ética médica?   ¿No pensó que la vergüenza que había sentido en la sala de entrevistas había sido suficiente?   Caminó hasta su escritorio y cogió su currículum, fingiendo estar tranquila.   —Lo siento, no cumplo con los requisitos de vuestro hospital. Renuncio a mi solicitud. El Sr. Lu puede contratar a otra experta.   Sin embargo, tan pronto como ella cogió el currículum, él se adelantó. El currículum cayó directamente al suelo, haciendo un ruido fuerte. Aún no se había recuperado del impacto, y descubrió que él la había agarrado por la muñeca.   —Eason Lu, ¿qué estás haciendo? —gritó Gina Hsiao. Le dolía la muñeca de lo fuerte que le agarraba. Cuanto más luchaba, más fuerte la agarraba—. ¡Déjame ir!   —¿Qué crees que quiero hacer?   Su voz fría provenía desde encima de su cabeza.   —Eres solo una candidata. Depende del hospital tomar la decisión de cogerte o no. ¿Desde cuándo tienes derecho a decidir?   —Sí, soy solo una candidata. ¡Tienes derecho a no contratarme, pero no a humillarme!   Gina Hsiao levantó la cabeza y observó sus ojos abrasadores. Ella también gritó fuerte, pero obviamente, estas palabras lo enfadaron, y siguió apretándola con fuerza.   —¿Que no tengo derecho?   Los ojos de Eason Lu desprendían rabia.   —Incluso te di la vida, ¿cómo puedes atreverte a decir que no tengo derecho? Gina Hsiao, te lo digo, mi mundo no es un lugar al que puedas ir y venir a tu antojo. Ya que decidiste irte, te dejaré que lo pagues. ¡Hace seis años que me lo debes!   El corazón de Gina Hsiao era como un tambor golpeado a lo loco por un montón de baquetas. Sí, ella se lo debía.   Gina Hsiao dejó de luchar y le dejó que se desahogara. Si dejara de agarrarle la muñeca y quisiera estrangularle el cuello, ella le dejaría hacerlo. Él le había dado la vida. Si quisiera, podría.   Gina Hsiao dejó de luchar, y Eason Lu se sintió aún más indignado. Le soltó la muñeca. Quizá ella estaba débil, porque tan pronto como la soltó, se cayó al suelo.   —El hospital te dará una respuesta después de considerar si te contratamos o no.   Eason Lu se dio la vuelta.   —¡Sal!   Gina Hsiao se sintió muy aliviada. Dejó la oficina del director lo más rápido que pudo. Salió corriendo del hospital sin entretenerse. Cogió un taxi delante de un joven y se subió a él. Al mirar por la ventana, el joven seguía regañándola.   Pero ella no podía oírlo y todo su cuerpo estaba paralizado. De hecho, había fantaseado con encontrarse con él innumerables veces. Pensó que podía enfrentarse a todo con calma, pero cuando sonrió de la manera que a él le gustaba, se dio cuenta que su rostro estaba lleno de lágrimas.   Cerró los ojos, y todos los recuerdos del pasado pasaron por sus ojos como la escena de una película. Desde el principio hasta el final, se repetían una y otra vez.   —Señorita, ya hemos llegado —la avisó el conductor.   El coche se detuvo en el lugar donde la pequeña Rainy tenía clase de música. Cuando se dio la vuelta, se sorprendió al verle la cara llena de lágrimas. No pudo evitar preguntar:   —¿Se encuentra bien?   —Estoy bien, gracias.   Gina Hsiao se secó rápidamente las lágrimas, le pagó y salió del coche.   Pero no podía calmarse. Intentó recuperarse y fue al baño a maquillarse por miedo a que su hija se diera cuenta.   Después de que Rainy terminara la clase, su madrina, Yvette Lian, la recogió.   —¿Qué tal la entrevista? —le preguntó Yvette Lian—. Fijo que has sorprendido a todos los entrevistadores.   Yvette Lian era la única amiga que había hecho desde que dejó a Eason Lu. Era honesta y honrada. Al ver que había trabajado duro para cuidar a su hija, le pidió que fuera la madrina de Rainy. La había ayudado mucho durante los últimos años.   —Ni me hables. La cagué.   Gina Hsiao cogió a la pequeña Rainy de la mano de Yvette Lian.   —¿En serio? —respondió Yvette Lian sorprendida—. ¿Cómo pudiste cagarla con tu nivel?   —Mami, ¿no lo has conseguido? —La cara de Rainy estaba llena de frustración—. ¿No puedes trabajar en el hospital que quieres?   No podía soportar ver a la pequeña Rainy así. La levantó, sonrió y le dijo:   —Más o menos. Escuché que el director quiere tenerme allí, así que debería haber una oportunidad.   —J*der.   Yvette Lian le dio un fuerte puñetazo.   —Si el director ha dicho que se quiere quedar contigo, ya debería estar cerrado el trato. ¿Por qué sigues actuando como una tonta? Aunque no lo creas, te golpearé hasta matarte.   Gina Hsiao no podía asegurar, su asistente tenía razón, pues quedarse o no dependía completamente de aquel hombre. Mike Lu nunca había podido tomar decisiones por su hermano.   —Bueno, de acuerdo. Rainy, dentro de poco tu mamá se convertirá en médica en un gran hospital. Ya no tienes que sufrir más por ella.   —Mami, eres genial. Mami, eres la mejor.   La sonrisa de la pequeña Rainy denotaba felicidad, pero cuanto más sensata era, Gina Hsiao se sentía más triste y culpable. A lo largo de los años, la pequeña Rainy había sufrido mucho con ella. En este momento, tenía miedo de que la rechazaran en el hospital. Tenía mucho miedo de lo decepcionada que se pudiera sentir la pequeña Rainy.   —Enhorabuena, pequeña Gee. Al final lo has conseguido. Hoy no trabajo. ¿Salimos a celebrarlo con una buena comida?   —¡Sí, quiero cangrejos de río picantes! —dijo la pequeña Rainy emocionada.   Gina Hsiao todavía estaba hecha un lío, por lo que no tenía ganas. Además, en los últimos días, había puesto toda su energía en prepararse para la entrevista.   —Estoy muy cansada. Quiero ir a dormir. Yvette, dijiste que no trabajabas, ¿no?   —Bueno, he cazado algunas grandes presas durante los últimos días, así que no tengo que ir a la prensa.   Yvette Lian trabajaba en una prensa. Para decirlo de forma bonita, trabajaba como periodista de ocio. Para decirlo sin rodeos, era paparazzi. En cuanto a la gran presa que había mencionado, no tenía ningún interés en ella.   —Entonces puedes acompañar a Rainy hoy. Yo os pagaré todo.   —Lo siento, cariño. Mamá está demasiado cansada hoy. Deja que tu madrina te lleve por ahí todo el día. Mañana mamá te llevará al parque de atracciones, ¿de acuerdo? —le dijo Gina Hsiao en tono de disculpa a la pequeña Rainy.   —Está bien, mami, deberías descansar más. Estaré bien.   Gina Hsiao sonrió y le dio otro beso en la mejilla.   —Vale, no tengo nada que hacer hoy, así que te ayudaré a cuidar a la niña. Pero si mi gran presa muerde el anzuelo mañana, tienes que ayudarme.   —De acuerdo —respondió Gina Hsiao.
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