Capítulo 10: Beta

1108 Kata
Lacey y Julien fueron el resto del camino en silencio. En el camino, Lacey se preguntó qué le había pasado para que se pusiera tan duro y carente de amor. Aunque había vislumbrado su capacidad de ternura, estaba segura de que una mujer le había roto el corazón, o tal vez algo más había sucedido para endurecer su corazón. Pero rápidamente hizo a un lado el pensamiento cuando giraron a la izquierda en un camino angosto bordeado de árboles y su mansión apareció a la vista. Lacey se sorprendió al ver que no era una mansión en absoluto... sino un castillo. ¡Y era enorme! Mucho más grande que la mansión de su padrastro. Se preguntó cómo Julien podía permitirse tal extravagancia. Pero cuando eres casi inmortal e inviertes sabiamente, puedes acumular mucha riqueza. —Wow —expresó Lacey cuando la limusina se detuvo frente al castillo. Las paredes de piedra eran de color gris claro, resplandeciendo a la luz del sol, y un frondoso bosque las rodeaba—. ¡Esto es hermoso! —Su ser lobo ansiaba explorar el bosque circundante, complacido con la cantidad de tierra para correr y cazar. Julien asintió, sonriendo. —Ven y te daré un recorrido. Lacey estaba feliz de que él ahora le hablara en un tono cortés, al menos. Sus comentarios positivos sobre el castillo deben haberlo complacido. Por una vez, hizo algo bien, no es que le importara, pero al menos puede hacer que su vida aquí sea más fácil. —Entonces, ¿dónde está nuestra habitación? —Lacey miró por encima del castillo, claramente intrigada. Julien entrecerró los ojos y señaló hacia arriba. —¿Ves la torre a la izquierda? —Sí —respondió ella, emocionada. —¿Y esa pequeña ventana? —Sí. —Su entusiasmo se desvaneció. —Esa es tu habitación. —Julien sonrió, midiendo su reacción. Estaba claro que encontraba algún placer enfermizo en atormentarla. La mujer pelirroja se rió entre dientes. —Pensé que íbamos a compartir una habitación —dijo Lacey sin pensar. En realidad, estaba contenta de no tener que compartir una habitación con esta bestia autoritaria. Julien negó con la cabeza. —No. No hasta que estemos casados. La pelirroja se echó a reír de Lacey. —¡Él aún no es tu pareja! —¡Scarlett! —Julien gruñó. Lacey arrugó la nariz, harta de las payasadas de esta mujer. —¿Quién diablos te crees que eres, hablándome de esa manera? Scarlett se acercó a Lacey, nariz con nariz. —Soy su Beta. Y no eres nada... todavía. Pero Lacey no estaba dispuesta a dar marcha atrás. —Te sugiero que des un paso atrás. Pronto seré la Reina Alfa y me tratarás como tal. Scarlett sonrió, poniendo sus manos en sus caderas. —No si puedo evitarlo. —¡Scar! —Julien gritó, luego se giró para mirar a Lacey—. En realidad, debes respetarla, —dijo Julien, interponiéndose entre ellas. Lacey sonrió, sacudiendo la cabeza. —Ella no obtendrá ningún respeto de mí a menos que me respete como la futura Reina Alfa y tu pareja primero. Julien tiró de su cabello hacia atrás, casi rompiéndole el cuello nuevamente mientras la pelirroja sonreía. —En realidad, la respetarás... porque yo lo digo. —Okey.... —dijo Lacey, tratando de liberarse—. ¿Estás durmiendo con ella? —No, ella es mi segunda al mando. —Julien sacudió la cabeza y la soltó, lanzándola hacia la pelirroja—. Esta es Scar, abreviatura de Scarlett. Ella ha estado conmigo por un tiempo ahora y le darás el respeto que se merece. —Luego miró a Scar—. Y aceptarás a Lacey como mi futura pareja y Reina Alfa. Una comisura del labio de Scar se curvó en una mueca, pero no dijo nada. Los ojos de Lacey se encontraron con los de él mientras daba un paso más cerca de él. —Ella obtendrá mi respeto cuando se lo gane. No antes. Scar gruñó, sus ojos se pusieron de un rojo brillante, y el ser lobo de Lacey se enfureció por matarla, lista para enfrentarse a ella. Pero Julien levantó una mano, deteniéndolas a ambas. Se acercó a Lacey de nuevo. —La respetarás y harás lo que yo diga. —Él sonrió—. Ella no va a ninguna parte. Los ojos de Lacey se entrecerraron. —Entonces, ¿por qué no la elegiste a ella como tu pareja en lugar de a mí? De repente, una joven bajita salió del castillo, obviamente habiendo escuchado el intercambio. —Bienvenido a casa, Señor. Lacey se rió, sacudiendo la cabeza. Entonces, se creía el Señor de la Mansión, ¿eh? De acuerdo... a menos que realmente fuera tan viejo. Pero, de nuevo, no parecía tener más de veinticinco o veintiocho años como máximo. Pero podría ser posible. Julien gruñó, sus ojos brillando con un dorado brillante mientras miraba a Lacey. —Gwen es tu doncella. Ella te dará un recorrido por el castillo y te mostrará tu habitación. Vístete para la cena. Comemos puntualmente a las ocho. —Pensé que me ibas a dar un recorrido —observó Lacey. —Cambio de planes. —Luego caminó resueltamente hacia el castillo, dejando a Lacey sola con Scar. —Mantente fuera de mi camino. —Scar sonrió—. Aún no eres su pareja. Lacey dio un paso más cerca de ella. —Y tú tampoco. Scar gruñó, y luego caminó resueltamente hacia el castillo. —¡Ugg! —Lacey apretó los puños a los costados—. ¡Son tan exasperantes! —Hola. —Gwen se acercó a ella con cautela, probablemente preguntándose si iba a ser tan cruel como su amo—. Mi nombre es Gwen. Seré tu doncella. Lacey se obligó a dejar de temblar, haciendo un esfuerzo por calmarse. Después de todo, Gwen parecía lo suficientemente amable. No era su culpa que su maestro fuera un idiota. Pero, de nuevo, el idiota era su futura pareja. —Hola. —Lacey forzó una sonrisa—. Me llamo Lacey Taregan. Gwen hizo una leve reverencia. —Sí, Princesa. Es un placer conocerte. Lacey se rió a su pesar. —Por favor. No me llames Princesa. Puedes llamarme Lacey. En privado, al menos. —Sí, Princ... eh... Lacey —respondió Gwen, pareciendo relajarse un poco—. Si fueras tan amable de seguirme, te daré un recorrido por el castillo. Lacey asintió. —Gracias. Es muy amable de tu parte. —Mientras seguía a la pequeña rubia al interior del castillo, Lacey se preguntó en qué se había metido... por centésima vez.
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