Capítulo 2

901 Kata
  En la habitación privada, se encontraba Auster Mu fumando un cigarrillo tras otro y, aunque sus amigos miraban su rostro frío y distante, nadie se atrevía a decir ni una sola palabra. Inclusive, la habitación que antes era ruidosa, ahora estaba en completo silencio.   Era todo lo contrario a la habitación privada de al lado, pues en aquella sala se escuchaba la voz de una pareja cantando distintas canciones de amor, en especial aquellas que eran un clásico. Aquella que dice "Realmente necesitamos romper el pasado, para que podamos pasar al mañana..."   Sin embargo, cuando escuchó que la voz de aquella joven le era muy familiar, Auster Mu retorció ferozmente el cigarrillo en su mano.   ¡Jaycee!, dijo el hombre inmediatamente; quien luego, mientras se ponía de pie y salía de la habitación, pensó: ¿Crees que es fácil olvidar nuestros recuerdos? Acaso, ¿es tan fácil traicionar a Auster Mu?   Para Auster, la sola idea de imaginar a Jaycee acurrucada y riendo en los brazos de otro hombre, incluso durmiendo con otro, lo llenaba de inmensa ira; tanto, que le gustaría poder matar a ese p*ta con sus propias manos.   Jaycee, que se encontraba cantando gentilmente con un cliente, sintió un fuerte agarre en su muñera y fue arrastrada fuera de la sala; nuevamente era Auster mu, quien volvía a irrumpir en su trabajo.   "¿Qué está haciendo? ¡Suélteme!", protestó Jaycee en voz baja. Después de todo, era su lugar de trabajo y no sería bueno que los clientes y sus compañeras la vieran en ese escándalo.   "No quieres desafiar mi habilidad y posición, ¿verdad?", le dijo Auster Mu, mientras la subía al ascensor y le sostenía la mandíbula. Luego prosiguió: "¿Qué tal si disfrutas toda la noche conmigo? ¿No te apetece?"   Auster la sostenía fuertemente, y a pesar de que Jaycee sentía demasiada cólera, no hizo nada; simplemente, le dijo: "Un millón por una noche."   Al escuchar su respuesta, la mirada de Auster Mu de repente era más intensa; tanto, que apretó los dientes con fuerza, y le dijo: "Está bien, entonces veremos lo buena que eres complaciendo a la gente."   “¡Eres una p*ta! Recuerda siempre que eres una prost*tuta, no lo olvides.”, le dijo Auster Mu, mientras llevó a Jaycee hasta el estacionamiento subterráneo; para luego, empujarla groseramente hacia el auto.   Todo había sucedido tan rápido, que Jaycee ni siquiera podía respirar con tranquilidad; sin embargo, a Auster Mu no le importó, ni bien entró en el auto, sacó un fajo de billetes y tirándolos en la cara, le dijo: "¡Si me haces feliz, entonces serás recompensada!"   El rostro de Jaycee estaba ardiendo y adolorido por el golpe, pero su corazón sentía un dolor más grande, como si la hubieran acuchillado con fuerza.   Mientras sucedía todo esto, se decía así misma: “Auster Mu, ¿estarás satisfecho humillándome así? Ahora no puedo hacer nada, me hace falta dinero; así que tengo que soportar esto.”   Luego, le dijo sarcásticamente: "Gracias Sr. Mu, usted es un hombre muy amable, estoy segura de que será bien recompensado por sus buenas acciones.”   Jaycee se apresuró en tomar el dinero; luego, quitándose la ropa y acercándose hacia él para desabrocharle la camisa, le dijo: "Ya que el Sr. Mu es tan generoso conmigo, simplemente relájese y disfrute de este momento. Me esforzaré en complacerlo.”   Mientras Jaycee desabrochaba los botones uno por uno, el hombre apretaba con fuerza los dientes; pero, al ver que la mujer estaba decidida a todo, se llenó de ira y su mirada era cada vez más fría.   "¡P*ta!", dijo Auster Mu mientras la apretaba con disgusto; luego, colocando gran fuerza en su hombro, la giró rápidamente y le dijo: "¡Una p*ta como tú, no merece complacerme, solo merece ser repudiada por mí!"   Después de decir eso, le levantó bruscamente la falda hasta la cintura y empezó a intimar con ella a la fuerza.   Al ver su reacción, Jaycee agarró el cinturón de seguridad con ambas manos y apretó los labios con fuerza para soportar el ataque del hombre. Sabía perfectamente que las palabras que había dicho, lo habían irritado; y, probablemente esta vez, no se detendría hasta que ella sufriera.   "¡Grita!", le ordenó Auster Mu; y como estaba disgustado por su silencio, la golpeó con fuerza mientras jalaba de su largo cabello. Luego, le dijo: "Hace rato, ¿no estabas cantando y riendo con alguien más? ¿Cómo es que ahora estás tan callada?"   El hombre jalaba con tanta fuerza su cabello, que Jaycee sentía que estaba a punto de romperse, incluso, sentía un hormigueo provocado por el dolor; pero aun así, respondió: "¡Está bien, lo haré! Jefe Mu... ¡oh... increíble! Eres genial... el mejor de todos los hombres con él que he estado."   Al escuchar ello, los ojos profundos del hombre se entrecerraron de repente, y con una inmensa cólera, pensó: “¡Maldita sea! ¿Con cuántos hombres se ha acostado?” Luego, recordando la escena de hace dos años, cuando la atrapó en la cama con un hombre musculoso, él pensó: “¡Es una p*ta con ganas ilimitadas!”   Mientras pensaba en ello, Auster Mu actuó de manera más grosera y, de manera indiferente, manoseó el cuerpo de Jaycee con fuerza; luego, le dijo: "¡Grita! ¡Grita más fuerte!"
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