Capítulo 7 Duro como una roca Leonardo No puedo creer que haya pasado casi dos malditos años en esa cama de hospital. Lo más absurdo es que terminé tan pobre como si estuviera en una de mis peores pesadillas. El recuerdo de cuando tuve que subsistir con nada más que la ropa que llevaba puesta minaba poco a poco mi paciencia. Era difícil para mí imaginar que tal vez nunca recuperaría la vista, soy consciente de que uno de mis ojos está completamente muerto, pero con el otro, al menos, me queda algo de esperanza. Sin embargo, sin dinero, no podré hacer mucho al respecto. No he dejado de sentirme miserable, abandonado por todas las personas que alguna vez fueron importantes para mí. Le pedí a Simon que me dijera de dónde salió Maia, ella también estudia arquitectura y tiene veinticinco a