Una esposa para el mafioso

Una esposa para el mafioso

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Descripción

Franco Bernaldi, es el hijo menor de Francisco Bernaldi, el jefe de la mafia italiana, joven de 26 años hombre imponente y frío, un hombre calculador tan cruel como su padre, un hombre de sangre fría. Franco a luchado contra sus hermanos toda su vida para obtener el lugar que ahora tiene como el jefe de la mafia, su única condición para obtener por completo el poder de su padre es casarse, su padre más que nada quiere que sus hijos tengan familia para seguir el legado familiar, Franco es el único que se rehúsa a casarse, sin embargo, haría lo imposible por obtener el poder por el cual ha luchado desde que tiene 15 años, sin pensarlo le pide matrimonio a su novia con la que juega de vez en cuando, la boda más esperada de la familia Bernaldi, en ella se reúnen los amigos y enemigos la familia, una celebración memorable cuando la novia quien es la pieza principal de todo, no llega, despertando el demonio que Franco lleva dentro, ordena a su más fiel hombre de confianza a buscar a cualquier mujer, cualquiera tan hermosa que ocupe el lugar como su esposa, llevándolo a la vida de Emma López, una joven de 23 años, humilde que iba a la celebración de la boda de su amiga, siendo secuestrada por los hombres de Franco, convirtiéndose en la elegida y la peor pesadilla del hombre más poderoso de la mafia. Una boda como ninguna se lleva a cabo en el ayuntamiento, sin saber que sus mundos cambiaran en cuanto digan la palabra, “Acepto”.

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Capitulo 1. Boda.
Capítulo 1. *Boda. En el ayuntamiento, una boda como ninguna da lugar; los presentes se aglomeran en la entrada para entrar, hombres se movilizan de un lado al otro y los francotiradores toman su posición. En la habitación principal está el hijo de uno de los mafiosos más importantes de Italia, el hijo menor de Francisco Bernaldi, el rey de la mafia italiana, Franco Bernaldi, la reencarnación del demonio mismo, un hombre de 1,80 m de alto, blanco de contextura, acuerpado debido al gran ejercicio que ejecuta, de ojos azul grisáceo, un galán empedernido al cual ninguna mujer se resiste a sus encantos. Su mirada transmite el terror mismo entre las personas que lo rodean, un hombre imponente que desde los 15 años ha luchado contra sus hermanos por el poder que hoy adquiere y solo un obstáculo le impide tener la gloria. Decidido a desposar a su juguete s****l para obtener ese objetivo, no se detiene siendo ella la única mujer ambiciosa y manipulable que él puede manejar. Sin duda, la pareja perfecta ante los ojos de su familia, ya que ella obedece a Franco como una mascota a su dueño; sin embargo, las dudas de su llegada dan lugar entre los hombres de Franco, quienes aún la esperan, mientras Franco está reunido con sus invitados en la sala norte del lugar celebrando con anticipación. — Vamos, vamos, tomen su posición; la que quiera jugársela hoy saldrá muerta. — Dice Pablo Dacher que es la mano derecha de Franco, el único que se atreve a hablarle y es el que ha recibido disparos por él; se puede decir que se ha ganado su lugar muy bien merecido, pero hoy su virtuoso puesto está en duda cuando se ve afectado por el tiempo y la hora en que no ve a la futura señora Bernaldi llegar. — ¿Dónde carajo está? —grita a uno de sus hombres que envió a buscarla. — No lo sé, señor, fuimos a su casa y es como si se los hubiera tragado la tierra; la mujer y sus padres desaparecieron del lugar sin dejar rastro. — MALDITA mujer, se fue con el dinero que Franco le dio, desgraciada; tendrá que esconderse debajo de la tierra para poder gastarlo. ¡Demonios! Estaremos muertos todos cuando Franco lo sepa. — ¿Qué hacemos, señor? Ya los invitados y el señor Franco están en el gran salón. — Dice uno de sus hombres, muy nervioso. Las expectativas son grandes. Nervios invaden el cuerpo de Pablo mientras piensa en silencio la situación. — No te preocupes, es un gran evento, no hará un escándalo, su reputación es muy importante, veremos cómo reacciona. — Suerte con ello, señor. Pablo camina al gran salón, los Invitados toman de su champán, amigos y enemigos reunidos para ser testigos de este gran momento, el más esperado en la familia Bernaldi. Franco, al ver a su hombre de confianza, se aleja de su madre y su hermana, que lo halagan por lo guapo que está. Franco se acerca a Pablo intuyendo que algo pasa. La expresión sombría y analítica de Franco hace temblar a Pablo mientras lo espera apartado de los invitados. Pablo sabe que Franco es un hombre que no se le escapa nada y se da cuenta hasta del más mínimo detalle de lo que pasa a su alrededor; por eso no duda en abordarlo sin reparo. — Vamos, dilo. — dice siendo muy directo. — Señor, su novia no vendrá. Aquellas palabras dichas por su hombre de confianza lo llenan de enojo. Mira a los presentes en el lugar; sus socios, amigos y enemigos están presentes. No pueden verlo ser plantado en el altar. Un hombre poderoso y respetado como él no puede ser burlado, no lo permitirá, mucho menos por la puta a la que decidió desposar. Franco se voltea a ver a su hombre de confianza mientras parte la copa en su mano de un apretón. — Ya sabes qué hacer, hazla pagar; en cuanto a nuestro pequeño problema, tráeme a cualquier mujer, cualquiera que vaya a casarse o que sea lo suficientemente hermosa, tan hermosa de ser digna de mi apellido, tráela ante mí AHORA. Los ojos de Pablo se abren como platos por tal petición; es una responsabilidad sobre sus hombros, sin embargo, no esperaba menos de su jefe. Tomó las cosas con mucha calma en esta ocasión, pero sabe que si no le resuelve el problema, hará de este lugar un infierno. —Como ordene, señor. — Responde sin más, retirándose a cumplir sus órdenes. Franco limpia su mano que brota un poco de sangre con el pañuelo de su bolsillo y se aproxima a la mesa para tomar otra copa, incorporándose nuevamente con los invitados como si nada hubiera pasado. Está tranquilo, sabe que en media hora estará una mujer frente a él y esta burla no será más que pasado; de igual manera, nadie más que su familia conoce a Madison, o la conocía, puesto que en unas horas estará bajo tierra junto con su familia. * Por otro lado, en el área superior, los hombres de Franco hacen su trabajo, buscan en cada rincón del lugar sin éxito hasta ahora; las mujeres que están, ya están casadas y las que se van a casar no cumplen con los requisitos. Buscan a una mujer tan bella que pueda opacar el mal momento que acaba de pasar Franco. Pablo mira a los invitados de la planta baja, donde una pequeña celebración da lugar. Todos se preparan mientras la dama de honor corre por el pasillo debido a lo atrasada que está. El sonido de sus tacones llama la atención de Pablo, quien voltea a verla. Su vestido color champán y su piel blanca lo hechizan, es la mujer perfecta, su belleza resalta por la luz del día: altura de 1,65 cm, cuerpo abultado de una hermosa figura natural, una bella que le expresa una sonrisa a Pablo tan blanca como la nieve. Sus ojos azules son tan hermosos que lo distraen fácilmente. Esa dama misteriosa que brilla por la luz del sol lo tiene cautivado, llenándolo de curiosidad por saber quién es. Emma López es una camarera de un Restaurante en el centro de la ciudad. Desde que su madre falleció de cáncer y su padre la abandonó a ella y a su hermana pequeña de 8 años, se ha tenido que hacer cargo de ella y de su abuela, dándoles todo lo que ella cree que merecen. Tras su graduación universitaria ha planeado trabajar de diseñadora; su sueño se lleva a cabo siendo quien ha confeccionado los trajes de la boda de su mejor amiga, Omaira, todo un sueño hecho realidad, ya que todos admiran el traje de las damas de honor mientras la novia hace su aparición luciendo perfecta. Para Emma es una ocasión muy importante; desea que todo salga bien. De ello depende su trabajo si la novia y las damas brillan. De estos frutos espera tener mucho trabajo en el futuro, eso sí logra llegar. Emma corre por el último pasillo cuando es atrapada por Pablo, quien al ver los pasillos solos aprovecha la oportunidad tomándola desprevenida. La lleva arrastrada hasta el ala superior, donde uno de sus hombres le administra un tranquilizante a Emma, quien forcejea con todas sus fuerzas tratando de liberarse. La drogan con una dosis que le permite estar despierta y perdida a la vez, como si fuera un títere que pueden manejar. Está tan asustada que no puede entender lo que pasa, se siente cansada, está en una habitación que observa con calma mientras una chica le coloca un velo a juego con el vestido que lleva puesto. Emma no puede creer lo que está pasando; varios hombres armados la observan a lo lejos. Está destrozada, no sabe qué pasa y su cuerpo se siente tan débil que apenas le permite moverse o reaccionar. Pablo llega para escoltarla al altar. Ha llegado el momento; todos la esperan ansiosos, tomando posición en sus lugares y liberando la entrada para su llegada. Emma camina junto a Pablo quien la amenaza con matar a su hermana si se mueve un milímetro del altar o no responde como debe, en solo media hora esos hombres investigaron su vida completa y saben exactamente de qué hablan, su identificación fue registrada para la boda y todos los permisos fueron otorgados, no tiene salida más que caminar al lado del hombre que tienta contra su vida, no sabe qué sucede, sus lágrimas corren por sus mejillas mientras Franco la mira atentó, está observando cada detalle de ella, cada movimiento le deja saber que está drogada aunque ella lo trate de disimular, al estar ante él, Pablo la entrega en sus manos sintiendo paz al hacer lo correcto, sabe que ella es exactamente lo que él quería y puede notarlo en su mirada. Franco la toma de la mano sintiendo cómo tiembla; ella no puede ni siquiera mirarlo. Él levanta su velo, dejando a todos perplejos por lo hermosa que es. Los muchos que conocían a Madison no entienden lo que pasa; se escuchan murmullos por la situación que los deja desconcertados. — Es hermosa, está tan feliz que no Puede dejar de llorar. — Es bellísima, ¿de dónde la saco? — ¿Qué pasó con Madison? Esta chica es lo contrario a la vulgar de Madison. ¿Dónde está? — Su madre no entiende nada y su padre solo mira a la hermosa chica que su hijo toma de la mano. Franco se acerca a ella para hablarle al odio. Es hermosa, más de lo que esperaba. Está hechizado, su perfume lo hipnotiza, no deja de detallarla aunque ella aún no lo mira a los ojos, causando más curiosidad en él. — Mírame. — Ordena, limpiando sus lágrimas con el pulgar de su mano derecha. Ella levanta su mirada, permitiendo que Franco confirme su teoría. Es hermosa, sus ojos azules le producen una extraña sensación que no puede entender, pero se controla. — No llores. — Ordena en un tono Fuerte. — Sonríe. Ella hace lo que él le pide; aún tiembla y está muy confundida, al igual que sorprendida. El hombre frente a ella es muy guapo, su mirada es profunda y penetrante, causa temor en su cuerpo, mezclado con una sensación extraña que tampoco puede entender. El juez empieza la ceremonia dando inicio a las palabras que Franco quiere escuchar. — Emma López, ¿acepta por esposo al señor Franco Bernaldi? — Las palabras del juez son un golpe que no esperaba; no era esta la manera en la que deseaba casarse, mucho menos con un extraño que ni siquiera conoce. Emma lo mira asustada. No puedo hablar; las palabras se atoran en su garganta por unos segundos, acción que lleva a Franco a tomar su mano y acercarla a sus caderas para que sienta su arma haciéndola temblar ante su mirada. — Aceptó. —Dice asustada, soltándose de su agarre para firmar el documento sobre la mesa. Una lágrima cae sobre el acta de matrimonio, acción que Franco nota y que lo motiva a acercarse para tomar la mano de Emma y colocarle el anillo, continuando con la ceremonia. — Franco Bernardi, ¿aceptas a Emma López como tu esposa? — Aceptó. — Responde sin más Franco, acercándose para firmar el documento y volver con ella,quien, muy temblorosa, le coloca el anillo. — Por el poder que me confiere la ley, los declaro marido y mujer; pueden besarse. — Ante la orden del juez, Franco se acerca a ella tomando su mano y la atrae haciéndola sentir nuevamente su arma. Emma se aterra ante tal acción; cortando la poca distancia entre los dos, le abraza el cuello con su mano izquierda y con la derecha sujeta suavemente su mejilla, acercando sus labios a los suyos. Emma hunde sus labios con los de Franco, iniciando un intenso beso que Franco no puede detener. Es desquiciante, tan satisfactorio que, al alejarse de ella, rosa sus labios con el pulgar de su mano derecha por unos segundos y vuelve a darle un beso más corto de pocos segundos. — Que vivan los novios. — Gritan los presentes al unísono mientras aplauden por la feliz pareja. Franco toma a Emma de la mano haciéndola caminar a su lado, la saca del lugar sin permitir que nadie se acerque a ella. Los presentes aplauden; al salir al jardín, varias camionetas esperan, siendo custodiadas por sus hombres de seguridad, listos por si algo ocurre. Franco cautiva la atención de muchos de los presentes que lo envidian por tener a una hermosa mujer como ella a su lado. Franco la sube a su coche, poniendo muy nerviosa a Emma, quien se acomoda mientras trata de no correr. Sabe que esos hombres están armados y saben toda su información, está desprotegida, débil, apenas puede reaccionar a todo esto, así que no tiene más opción que intentar suplicar por su vida. — Por favor, déjame ir. — Súplica débil llamando la atención de Franco, quien la mira muy serio, enfocando su mirada en ella por unos segundos y luego en Pablo con frialdad. — ¿Quién es ella?—pregunta con firmeza a Pablo, quien de inmediato le pasa una carpeta con toda la información. — Déjame ir, desgraciado, ya tienes lo que querías, déjame ir. —¡Le grita Emma a Franco, golpeando su pecho, mientras él la ignora distraído leyendo su información! Emma se acomoda tratando de abrir la puerta que mantiene el seguro; el efecto del calmante está pasando y la fiera que lleva dentro está dando su aparición mientras es trasladada a su nuevo hogar. — Cálmate. — Le dice Franco, deteniendo sus manos. — Eres un desgraciado, esto es un Secuestro, déjame salir, déjame ir. — Lo golpea tan enojada, que no mide sus golpes, dándole una fuerte bofetada que hace que Franco despierte el demonio que lleva dentro y la tome por el cuello, apoyándola contra la espalda del asiento de golpe, apuntando su arma sobre su frente. — Me vuelves a pegar y te juro que te abro un agujero en ambas manos. Comportate porque no quieres verme enojado. Ahora eres mi esposa, te casaste con tu peor pesadilla. — Le dice Franco tan enojado que no puede controlarse; nadie le había pegado en su vida y ella no será la excepción. — Tú tampoco sabes con quién te casaste; debiste investigarlo antes, porque si no me dejas ir, te juro que te haré la vida imposible. — Eres mi mujer ahora y, por tu bien, más te vale que te empieces a comportar como tal. — ¿O qué? —dice retándolo como si no le tuviera miedo. — No puedes retenerme contra mi voluntad, esto es un maldito secuestro, yo tengo una vida. —Sí, una vida de mierda es la que tienes. ¿Tú crees que no sé todo de ti? Me sé la dirección de tu casa y tu trabajo, también sé que tienes una abuela enferma y una hermana con depresión. Ahora tú debes de saber que eres mi esposa y no te voy a dejar ir. Te recomiendo que empieces a comportarte como mi mujer o te juro que le quitaré el sufrimiento a tu abuela y la agonía a tu hermana. — La suelta. Emma lo mira con enojo, dándole la espalda en todo el camino hasta llegar a una casa a las afueras de la ciudad.— Bájala y llévala a su habitación. — Ordena y se baja dejándola en manos de Pablo, quien se acerca para ayudarla a bajar del coche. — No, no me toques, hijo de puta. SUÉLTAME, DESGRACIADO, HIJO DE PUTA… Déjame ir, déjame ir, SUÉLTAME, ESTO ES UN SECUESTRO, ME BUSCARÁN, LA POLICÍA ME VA A ENCONTRAR... — Forcejea hasta que la llevan a su habitación donde la dejan sobre la cama. Pablo sale cerrando con seguro. Emma se levanta y corre a la puerta tratando de salir, la golpea con fuerza tratando de abrirla sin éxito. — FRANCO, FRANCO, déjame ir, desgraciado, déjame salir, DÉJAME IR. Emma no descansa, no sabe cómo, pero encontrará la manera de salir de ahí, de escapar. Franco no tiene idea de lo que ha hecho, pero en este momento empieza a cuestionarlo.

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